Por Luis Manuel Aguana
Cada vez que
escucho que “hay que defender la constitución de 1999” se me descompone el
cuerpo. Chávez llego al poder bajo la consigna Constituyente, y en lugar de
acelerar el trabajo de reforma necesario que se había estado realizando a la
Constitución de 1961, y que todos los gobiernos antes de 1999 no tuvieron el
coraje político de aplicar, creo un adefesio que le dio más poder del que ya
tenían los Presidentes pero sin los controles institucionales necesarios para
frenarlo. Ahora resulta que nos estamos agarrando de las pocas cosas
rescatables del texto constitucional de 1999 cual tabla de salvación, para
poder salir de este túnel oscuro que lleva ya 20 años.
Venezuela
deberá de alguna manera encontrar el camino para un cambio constitucional que
enderece el entuerto de la Constitución de 1999. Los ascensos militares a los
Altos Mandos no pueden seguir estando en manos del Presidente; ni tampoco puede
seguir inexistente la representación de los Estados en el Parlamento, que no es
otra cosa que la Cámara del Senado, siendo Venezuela un país Federal, y que esta
sea la última alcabala para aprobación de las leyes; ni puede seguir siendo el
Presidente de la República dueño y señor de la Hacienda Pública Nacional, que
disponga a su antojo del dinero de los venezolanos. Ese poder en la
administración de los dineros públicos debe pasar a ser repartido
constitucionalmente a los Municipios y los Estados conjuntamente con la
autonomía política, luego de haber hecho una profunda reforma
político-territorial en todo el país, modificando la distribución de los
Municipios actuales con la creación de nuevos a la luz de la realidad actual.
Eso, aparte de
ser lo mínimo que hay que cambiarle a la Constitución antes de siquiera
considerar entregarle el poder a cualquier otra persona, debería ser el inicio
para una discusión a fondo de un cambio de envergadura del texto constitucional
que proyecte la Venezuela post castro-chavista-madurista socialista hacia una
nuevo país, basado en el trabajo y en la producción del inmenso potencial que
tiene cada región de Venezuela. Y el momento para comenzar a hacerlo debería
ser el segundo después del “cese de la usurpación”. Venezuela ya se encuentra
en ruinas y el trabajo de construcción de un nuevo país aun no comienza.
No encuentro un
mejor momento que ahora para comenzar esa discusión. ¿Y por qué? Porque el
estado de destrucción en que encontraremos las instituciones luego de salir de
esta plaga, impone su redirección hacia formas modernas de administración del
Estado. Ese proceso de reformas podría comenzar a plantearse inmediatamente,
regresando en algunos casos a las discusiones que existían en la antigua Comisión
para la Reforma del Estado-COPRE con la intención de ajustar un futuro texto
constitucional a los nuevos tiempos, en base a una nueva concepción de país. Y
esa evaluación será de absoluta necesidad hacerla, comenzando con el sistema
electoral de los venezolanos.
Y no me estoy
refiriendo a las discusiones de un programa de gobierno que lleva el nombre de “Plan
País” sino de una verdadera reestructuración y modernización del Estado
venezolano. Esas discusiones –si es que han existido- han quedado de lado ante
la urgencia de salir de la usurpación de Nicolás Maduro Moros a la brevedad posible
y la inminencia posterior de un Gobierno de Transición que garantice a través
de un proceso electoral limpio el retorno de la democracia. Sin embargo en la
Alianza Nacional Constituyente Originaria-ANCO no hemos olvidado la necesidad
de un proceso Constituyente, aunque nuestra prioridad sea en este momento el
“cese de la usurpación”, suerte de mantra que mantiene entrampada a la
oposición venezolana.
De allí que nuestra propuesta para
coadyuvar y acelerar el “cese de la usurpación” sea una Consulta Mundial (ver
Manifiesto Ciudadano para la Consulta Mundial, en http://ancoficial.blogspot.com/2019/03/comunicado-anco-manifiesto-ciudadano.html)
que movilice a la población dentro y fuera de Venezuela democráticamente para
exigir el auxilio humanitario de la Comunidad Internacional custodiado de
fuerzas militares extranjeras y ordene el “cese de la usurpación”, ayuda a la
que están moral y políticamente obligados los Estados miembros de la ONU,
basados en el marco del Principio de la Responsabilidad de Proteger (R2P).
El Presidente Encargado no debería
desperdiciar esta oportunidad de acompañar al pueblo para que decida su destino
a través de los mecanismos de participación ciudadana establecidos en la
Constitución. De esa manera estaría actuando con un sólido respaldo nacional
para tomar decisiones tan complejas como decidir inmediatamente la solicitud de
una misión militar extranjera de acompañamiento a la ayuda humanitaria que no
ha ingresado al país, y que no se detenga el flujo de ayuda.
De ser exitosa tal consulta y
movilización, el Presidente Encargado tendría el piso político suficiente para
conducir el Proceso de Transición y desde allí decidir lanzar la iniciativa
para debatir los cambios constitucionales necesarios en la
reinstitucionalización del país para que empiecen a regir en Venezuela a partir
del siguiente proceso electoral. No tendría sentido todo este esfuerzo si no se
le da la oportunidad a Venezuela de entrar verdaderamente al siglo XXI de la
mano de un nuevo y verdadero Pacto Social, y no a partir del producto de una
Constituyente que no fue la representación cabal de los legítimos intereses de
todos los venezolanos en 1999. De allí la necesidad de enmendar ese error.
¿Les parece escandaloso? Pues
debemos comenzar a pensar en grande sin perder el tiempo. El “socialismo del
Siglo XXI” nos ha hecho retroceder no menos de 100 años en nuestro desarrollo.
Y si bien es cierto que la Constitución de 1999 nos debe ayudar a salir del
túnel oscuro, no será ella la que nos ayude a cubrir hacia el futuro lo que
hemos retrocedido institucionalmente. Esa discusión deberemos iniciarla
inmediatamente al salir de la tiranía.
No estoy planteando aquí que se
llame a un proceso constituyente al siguiente día del “cese de la usurpación”,
pero si llamarlo durante el periodo de la transición después de realizados los
cambios necesarios al sistema electoral venezolano, que es el primero que debe
ser intervenido. Debe llamarse de urgencia un proceso constituyente inclusivo donde
se discuta un nuevo Proyecto de País y hacia donde debe ir Venezuela al cierre
de esta pesadilla. Tiene que ser discutido allí el nuevo papel de las Fuerzas
Armadas luego de este periodo nefasto de la historia de Venezuela, así como la
reconstrucción de nuestra principal industria. Para ANCO es de vital discusión
la descentralización del poder, así como una nueva distribución político-territorial
que acerque la solución de los problemas a los ciudadanos.
Habrá muchos y gigantescos
enemigos de este planteamiento por un sinfín de razones, la mayoría de ellas
asociadas la corrupción que ha imperado en este régimen, asociado con sus pares
de la oposición oficial (para mayor información de este mal que deberemos
enfrentar les recomiendo escuchar la entrevista
a Alek Boyd, realizada el 10 de Marzo de
2019, Todo lo que querías saber sobre la
oposición y tenías miedo de preguntar, https://quemas.fr/2019/03/060-todo-lo-que-querias-saber-sobre-la-oposicion-y-tenias-miedo-de-preguntar-feat-alek-boyd/).
Todavía tengo la confianza que llegaremos a esa
transición, pero más aun que lleguemos a ella con un claro sentido de cambio a futuro
de las manos de personas conscientes que es necesario pero no suficiente
“recuperar la democracia y la libertad” y hacer elecciones libres, sino
establecer los seguros necesarios para no perderlas de nuevo.
Caracas,
25 de Marzo de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana