Por Luis Manuel Aguana
En el más enredado lenguaje, ni siquiera
digno de Cantinflas quien si demostró una perfecta armonía con el pueblo que magistralmente
interpretó en el cine, los Diputados Asamblea Nacional abandonaron oficialmente
el mantra "Cese de la Usurpación-Gobierno de Transición-Elecciones
Libres" (ver Acuerdo en https://twitter.com/AsambleaVE/status/1179138987086286848?s=08). El nuevo Acuerdo anunciado
ayer con los votos del régimen confirma lo que se gritaba por las redes
sociales: los Diputados amputaron los dos primeros pasos de la secuencia
acordada en la Ley del Estatuto que rige la Transición, del 5 de Febrero de
2019, yendo directamente a unas elecciones con el régimen de Nicolás Maduro
Moros.
Con esa nueva “Ruta Política Integral” o “Acuerdo para la ruta política integral
planteada al país que permita elecciones libres y transparentes como salida a
la crisis que viven los venezolanos y la reinstitucionalización del país”,
nombre eufemístico utilizado para meternos al régimen sin decirlo, los
ciudadanos diputados hicieron dos cosas adicionales además de traicionar a los
venezolanos: a) Vaciaron el acuerdo no firmado de Oslo-Barbados en un Acuerdo
de la Asamblea Nacional con la intención de congraciarse con el régimen y a la
vez salvarle el cuello a los delincuentes que nos desgobiernan; y b) Intentaron
vanamente engañar a la Comunidad Internacional indicando que eso sacará a
Venezuela de la crisis y permitirá la “reinstitucionalización” del país.
No me detendré en los detalles del Acuerdo ya
que por todos lados invoca una sola palabra: COHABITACION, con un desagradable hedor
a traición. Traición a los venezolanos que el 23 de Enero de 2019 de buena fe
creyeron que Juan Guaidó y los partidos del G4 estaban consustanciados con la
libertad de Venezuela.
¿Será que no hay quien les diga a los
Diputados que firmaron ese adefesio que unas elecciones con el régimen en el
poder no resolverá la crisis de Venezuela? Pero eso lo saben. Y aún así prefieren
abrazarse con el régimen que deslindarse de él. Aquellos diputados que de buena
o mala fe creen que arrodillarse para que el régimen les perdone la vida, o
peor aún, que sobrevivirán al tsunami que vendrá después de que caiga esta mole
de excremento que se llama el régimen de Nicolás Maduro Moros, deberán recordar
la célebre frase de Sir Winston Churchill: “El que se humilla para evitar la
guerra, se queda con la humillación y con la guerra”.
El régimen se dio incluso el lujo de
chantajear a los partidos amenazando con reconocer para unas supuestas nuevas
elecciones solamente a los partidos que ya habían hecho comparsa con Maduro en
las elecciones fraudulentas del 20 de Mayo de 2018. Y aunque hayan actuado por
chantaje, el resultado es el mismo: entregaron las banderas opositoras teniendo
a la mayoría del país a su favor y la casi totalidad del respaldo de la
Comunidad Internacional. En otras palabras cambiaron a su mamá por un par de
chancletas.
Y lo peor (o lo mejor) de este acto de la
oposición oficial, no es que nos hayan traicionado a los venezolanos en un
intento de salvar al régimen a través de unas elecciones que nadie reconocerá,
sino que lo han hecho en vano, y que finalmente le permitirá a los venezolanos
salir de la podredumbre del régimen y de su oposición oficial al mismo tiempo.
¿Y porque lo digo? Porque la mafia que controla a Venezuela tiene sus días
contados.
No ha dejado de extrañarme la impresionante
piratería de los estrategas –si es que existen- de la oposición oficial. No
sabía si lo malo de esa conducción política se debía a la corrupción, la
ingenuidad, la inexperiencia, el desconocimiento, de la falta de agallas –por
no decir la expresión que corresponde- de sus dirigentes. El vector resultante siempre
terminaba apuntando en dirección y fuerza, en el sentido de apuntalar al
régimen. Los desastres de febrero en la frontera colombiana, y de abril en el
Distribuidor de Altamira (por no decir expresamente en La Carlota porque da la
percepción equivocada de que habían logrado un alzamiento en esa base militar),
siempre me dieron la sensación que nunca trabajaron para liberar a Venezuela.
Lo de ayer en la Asamblea Nacional me confirmó esa percepción.
La conducción política de la oposición
oficial jamás se percató que este problema que tenemos escapa de largo de las
manos de los venezolanos. Que tendrían que ser demasiado estúpidos para no
pensar que alguien con poder afuera se encargaría del problema venezolano por
encima de ellos, así se revolcaran con el régimen y su corrupción para
permitirles seguir jugando con la miseria de los venezolanos, y creando un
problema regional de la magnitud del que ahora pesa sobre nuestras espaldas.
En un informe muy bien articulado y mejor
documentado del periodista Casto Ocando, que ha pasado inadvertido para esos
“estrategas opositores” –si es que los hay-, titulado “La Guerra silenciosa de
los Estados Unidos y la “Paciencia Estratégica”” (ver Primer Informe, en https://primerinforme.com/index.php/2019/07/07/cuaderno-de-notas-la-guerra-silenciosa-de-estados-unidos-detras-la-paciencia-estrategica/)
se describe con lujo de detalles la mayor cacería financiera y criminal llevada
a cabo en contra de la mafia que desgobierna a los venezolanos con el fin de
extirparla sin soltar un tiro. Como bien dice el informe de Ocando: “Dicho de otro
modo: una cacería internacional en combinación con gobiernos de tres
continentes, vigilando entradas y salidas por avión o embarcaciones, visitando
propiedades y realizando allanamientos con autorizaciones judiciales tan válidas
en Miami como en Santo Domingo, Madrid o Zurich, Suiza. O Dubai y Sudáfrica,
por no hablar de toda Latinoamérica. “Se trata de una guerra global en todos
los frentes pero sin balas ni misiles”, me dijo esta semana un diplomático
norteamericano. “Es una estrategia más efectiva, sin el costo político de
invadir”, apuntó.”.
¿Creerán los corruptos responsables de ese
nueva “Ruta Política Integral” y los áulicos que los rodean y aparentan ser
opositores, que ellos se encuentran fuera de eso? ¿Qué cuando inexorablemente
se estrangulen poco a poco todos los medios que le dan vida a este régimen,
ellos no se estrangularán igualmente con él? Posiblemente ni lo sepan. Por eso
es que el periodista Casto Ocando se pregunta acertadamente: “¿Conoce el presidente interino Juan Guaidó,
o la Asamblea Nacional controlada por la oposición, los detalles de estas
masivas operaciones encubiertas en la que participan también otros países de
América Latina y Europa?”.
El régimen caerá, de eso no me queda ninguna
duda, y este informe me lo corrobora. La pregunta es cuándo y cómo. Ahora la
interrogante no es si Maduro, su régimen y sus acompañantes de la oposición
colaboracionista se irán, sino cómo será el tránsito de esa montaña de
excremento a una nueva situación de viabilidad de país, y quienes deberán
conducirlo.
Los Estados Unidos y el resto de la Comunidad
Internacional deberán estar preguntándose, ¿entonces, si no es Guaidó, quien?
Si no existe una verdadera oposición que conduzca este proceso la salida será
más traumática. De allí que ahora se justifique con muchísima mayor razón que
el Soberano pueblo de Venezuela sea consultado, para que en ejercicio directo
de su Soberanía, sin ninguna interceptación de quienes nos traicionaron, y sin
que ningún poder corrompido del régimen de Maduro conduzca ese proceso, ese
mismo pueblo decida darle la legitimidad a quien le corresponda de acuerdo a la
Constitución, definiendo los pasos necesarios para reafirmar la trilogía que el
pueblo aprobó el 23 de Enero de 2019. De esa manera, y ejerciendo directamente
la Soberanía (Artículo 5 Constitucional) será solo el pueblo, y no una pandilla
de corruptos pagados por el narcotráfico, el que reafirmará la ruta que ya
escogimos y le indicará claramente al mundo como recuperaremos nuestra libertad.
Esa sería la última parada de esta pesadilla.
Caracas, 2 de Octubre de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana