Por Luis Manuel Aguana
La extraordinaria película “Puente de espías” (original en inglés “Bridge of spies”) dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Hanks, narra la historia basada en hechos reales de un espía ruso capturado en los Estados Unidos en 1957 durante la Guerra Fría y su intercambio en la frontera entre las dos Alemanias. Lo interesante a resaltar de esta historia es que el abogado James Donovan convence al juez de cambiar la pena de muerte del espía por una sentencia de 30 años, utilizando el argumento que el espía podría ser utilizado como un “seguro” ante cualquier eventualidad que pudiera suceder en el futuro. Esta previsión le sirvió a los EEUU para recuperar al piloto del avión espía U-2 derribado en la Unión Soviética, a través de un intercambio de prisioneros que negociara posteriormente el abogado Donovan exitosamente.
Quise recordar ese episodio histórico porque los EEUU se olvidaron de ese concepto del “seguro” que el abogado Donovan utilizó con el espía ruso, al condenar a Latinoamérica dándonos la espalda durante muchos años siendo nosotros los socios más confiables que pueden tener ante cualquier problema que pudieran enfrentar –y que seguramente seguirán enfrentando- en el futuro. La prueba más clara de esa afirmación se presenta cuando, a pesar del grave inconveniente que está viviendo Colombia con la migración masiva desde Venezuela, los EEUU solicitaron al gobierno colombiano recibir a 4.000 refugiados de Afganistán. De allí que el Presidente Duque firmara un acuerdo que recibirá a los migrantes de manera temporal (ver Cerca de 4.000 refugiados afganos llegarán a Colombia, confirmó el presidente Duque, en https://www.larepublica.co/globoeconomia/cerca-de-4000-refugiados-afganos-llegaran-a-colombia-confirmo-el-presidente-duque-3220258). ¿Y porque es esto? Porque como decimos en Venezuela, “a la hora de las chiquitas” no queda otra alternativa que echar mano de quienes consideras tus amigos aunque ellos tengan problemas.
De más está decir que una Latinoamérica alineada a intereses comunes con los Estados Unidos es lo que nos conviene a todos. Sin embargo, eso no es lo que vemos en la práctica cuando vemos el avance consistente de los enemigos del mundo occidental en nuestras tierras latinoamericanas, comenzando con el castro-chavismo-madurismo, que ha financiado durante muchos años la desestabilización del continente con el dinero de los venezolanos.
¿Cuál ha sido la respuesta concreta de los gobiernos norteamericanos, incluido el de Donald Trump? Una diplomacia dirigida a proteger sus propios intereses y no los del Hemisferio en su conjunto. ¿Cuántas veces hemos oído que los Estados Unidos no se moverán en el caso venezolano si eso “no afecta su seguridad nacional”? Entonces es muy necesario que comiencen a redefinir su concepto de “seguridad nacional” más allá de su propio territorio. Y si no lo hacen, entonces ¿porqué pedirles a los colombianos ayuda para relocalizar a 4.000 afganos que trabajaron con ellos, en territorio colombiano, así lo paguen? Si Venezuela no estuviera en la órbita del castro-chavismo-madurismo socialista, también nos hubieran solicitado esa ayuda y nosotros con seguridad la hubiéramos dado. En la actualidad, salvo Colombia (y posiblemente Brasil), ningún país en Latinoamérica está en la posición de ayudar de esa manera a los Estados Unidos.
Entonces creo que es hora de sincerarnos todos. Debemos preguntarnos si estamos en la órbita del modo de vida que representan los Estados Unidos o no. Y si va a existir ayuda mutua en caso de problemas, todos debiéramos comenzar a actuar en consecuencia, comenzando por los Estados Unidos. Los aliados naturales de los Estados Unidos están indudablemente en el continente Americano. Recuerden la Doctrina de Monroe y la creación del TIAR, de iniciativa norteamericana.
Ese “seguro” que equilibró la balanza con los rusos en la Guerra Fría podría reeditarse con Latinoamérica si se reexamina el concepto de “seguridad nacional” de los Estados Unidos. Pudiera decirse que estaría en juego esa “seguridad nacional” norteamericana si Colombia cae en manos del socialismo como Venezuela, conformándose una tormenta perfecta de desestabilización terrorista unida al narcotráfico en el continente donde ellos son actores fundamentales. Ya aquí nos debemos quitar las caretas: ¿luego de esa ayuda de Colombia a los Estados Unidos, permitirán estos el avance del Foro de Sao Paulo en territorio colombiano como ocurrió en Venezuela? O más allá, ¿permitirán que se alargue el sufrimiento de los venezolanos con una negociación que a todas luces afianzará las garras del socialismo en el cuerpo político del país, permitiendo que ese cáncer haga metástasis en Colombia?
Los venezolanos hemos demostrado con creces que deseamos un cambio fundamental en la conducción política del país. NO QUEREMOS EL SOCIALISMO que ha traído la muerte, la hambruna, la pobreza, y la destrucción física, moral e institucional de nuestro país. Les hemos demostrado con dos Consultas Populares el mandato claro y la autodeterminación del pueblo venezolano para cambiar el panorama político del país. Los norteamericanos no necesitan más pruebas de nuestra vocación democrática. Para ellos es mucho más fácil que para nosotros ajustar el equilibrio ideológico del Hemisferio con las demás potencias que tienen intereses específicos en nuestra región: Rusia y China. Si verdaderamente es de su interés que el régimen de Nicolás Maduro Moros termine y no comience siquiera un posible régimen socialista en Colombia, pueden comenzar a dar los pasos necesarios para que eso se concrete. De esta forma comenzaríamos a construir entre el Norte y Sur de América una alianza mucho más fuerte, que como un nuevo “seguro”, enfrente los desafíos de las nuevas “guerras frías” del futuro…
Caracas, 25 de Agosto de 2021
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