Por Luis Manuel Aguana
A la memoria de mi hermanita Ana Elina, orgullosa ucevista…
Desde que me hice ucevista a principios de los años 70, la Universidad Central de Venezuela sufría de déficit presupuestario. Ningún gobierno, de cualquier signo que fuera, le prestó atención a ninguna de las universidades oficiales, en especial a la UCV. ¡Nunca fue prioridad la educación superior para quienes tomaban decisiones! Las protestas que manteníamos como estudiantes tenían como primera consigna “¡Presupuesto justo para la UCV!”. ¿Quién me puede negar eso?
Los científicos éramos –todavía lo somos- unos parias. La Facultad de Ciencias no tenía sede y como estudiantes estábamos arrimados a Ingeniería, Odontología, Medicina, Farmacia, Derecho, etc. Nuestra sede oficial eran unos galpones horribles al lado de la Facultad de Farmacia, y al correr de los años pudimos estrenar como sede las instalaciones de la vieja Escuela Técnica Industrial “Luis Caballero Mejías”, que fue anexada al conjunto arquitectónico de la UCV; y aún así duró muchísimos años lograr las construcciones y arreglos necesarios para la instalación plena de una Facultad de Ciencias con cierta decencia. Y eso también fue producto de la presión estudiantil y de los profesores de la Facultad. Incluso invadimos la sede para obligar a esa decisión. Eso tiene su historia.
Entonces, ¿cuál es la diferencia de lo que sucedía ayer a lo que sucede hoy cuando el régimen irrumpe cual elefante en una cristalería, apropiándose de una institución que se está cayendo junto con su planta física? ¿Qué Maduro es un tirano que no llegó a bachiller y ahora quiere un Doctorado Honoris Causa que le entregarían los adulantes que queden en control de nuestra primera casa de estudios? ¡Un poquito de seriedad, por favor! Lo que sucede hoy no es más que la metástasis de un cáncer que tiene décadas destruyendo a nuestras universidades, cuya principal bandera es la Universidad Central de Venezuela.
Nuestra universidad fue el principal refugio de la izquierda radical del país en los primeros años de la democracia. Y en mayor o menor medida todos los gobiernos nunca le prestaron apoyo a “los comunistas de la UCV”, ignorando con saña las necesidades de la educación superior y de un país que requería una universidad de primera categoría. Preferían darle migajas a las universidades antes de fortalecerlas. El ignorante Maduro jamás hubiera traspasado las puertas de una UCV fortalecida y de primer mundo.
Quienes realmente hicieron a nuestra universidad brillar dentro y fuera del país fueron su gente, sus profesores, empleados y estudiantes que hacían con orgullo lo que fuera necesario para lograr excelencia académica dentro de un mar de necesidades y carencias. Profesores dando clases con fracciones de sueldos de lo que se gana en otras universidades del mundo, es aun el panorama que observamos. ¿Y los políticos responsables, egresados de las 11 facultades, recibiendo orgullosamente sus títulos en nuestra Aula Magna, olvidando el siguiente día el compromiso con su Alma Mater? Bien gracias… ¡Vergüenza les debería dar!
A aquellos que se rasgan las vestiduras al ver las imágenes de Maduro y su sequito violando las puertas del Aula Magna les digo que no lloren lo que nunca supieron defender. Todos hemos sido corresponsables, en mayor o menor medida, de que la ignorancia más oscura y abyecta que se pueda imaginar dirigiendo el destino de este país haya violado nuestra máxima casa de estudios y pretenda erigirse en ductora del futuro de nuestra juventud. Ni Juan Vicente Gómez, carcelero de estudiantes, se atrevió a ponerle las manos a la institución universitaria, haciéndose rodear, por lo contrario, de la más iluminada intelectualidad de su época salida de sus aulas.
Ni Maduro ni Chávez llegaron al poder sin la ayuda de gente egresada de las aulas de la UCV. Egresados sin moral ni conciencia, y mucho menos amor por su Alma Mater. ¡Los hermanos Rodríguez se graduaron en la UCV, por Dios! ¿Qué está pasando en Venezuela? ¿Ya tocamos fondo? Después de esta tragedia demoníaca de más de 20 años que ha enlutado los hogares de absolutamente todos los venezolanos deberemos hacer una profunda y exhaustiva revisión de la universidad que queremos, y transformar lo que haya que transformar en ella para el nuevo país que debe y tiene la obligación de nacer.
Las mejores universidades de todo el planeta no sobreviven sin el auxilio financiero directo e indirecto de sus egresados. Los ejecutivos de las grandes corporaciones de los EEUU donan edificios e investigaciones enteros a universidades como Harvard, que les otorgaron sus títulos. Hay vínculos que no se extinguen luego del egreso de un profesional. Existen disposiciones en las leyes que permiten en cada lugar que la universidad tenga la flexibilidad suficiente y necesaria para que sea capaz de ser verdaderamente autónoma intelectual y financieramente. Eso es producto de legisladores agradecidos y con un compromiso con sus universidades. ¿Porque eso no puede pasar en Venezuela?
Sin embargo lo que corresponde, mientras seguimos trabajando por el final de esta tragedia, tiene que ser una resistencia civil académica inteligente que en primer lugar no se inmole de buenas a primeras en el altar de la iniquidad que pretende hacer el régimen, so pena de perder lo que resta de nuestra UCV. Eso es lo que aspiran Maduro y sus delincuentes porque lo lograron antes cuando destruyeron PDVSA. Lo mejor de su gente se fue del país, dejándoles a los ignorantes en materia de petróleo acabar con nuestra principal industria. No cometamos ese error con la UCV. No dejemos que la conviertan en una “universidad bolivariana”. Aunque sé lo difícil que estoy pidiendo, hay que echar el resto, resistiendo y peleando desde adentro este nuevo embate de la tiranía.
Confío en los poderes creadores del pueblo como lo cantó Aquiles Nazoa, aplicados a nuestra comunidad ucvista. Sobrevivamos a esta tragedia y reconstruyamos moral y físicamente a nuestra UCV. Pero eso solo se podrá lograr si todos y cada uno de nosotros como ucvistas sentimos de verdad a nuestra universidad y nos volquemos hacia ella desde cualquier posición en donde estemos, dispuestos a prestar nuestro mejor concurso desinteresado para esa resistencia que deberemos librar, y lograr que nuestra casa de estudios venza una vez más la sombra que se cierne sobre ella…
Caracas, 2 de Noviembre de 2021
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