jueves, 21 de abril de 2022

Breves notas acerca del “cómo” constituyente

Por Luis Manuel Aguana

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No hay reunión a la que se me invite donde alguien, conocido o no, te diga “¿Constituyente? ¡Eso toma mucho tiempo y el régimen la impediría!”. He decidido ya no contestar algo a lo que me he dedicado a responder por escrito de múltiples formas y en diferentes oportunidades y medios. Tal vez esta sea una más, pero las respuestas como las realidades se transforman con el tiempo. Si alguien me diera un bolívar devaluado por el tiempo que ha pasado, cada vez que me han hecho esa pregunta, hubiéramos hecho esa constituyente al menos unas 10 veces y yo fuera millonario en dólares.

Creo muy importante para todos nosotros actualizar la respuesta a ese “cómo” constituyente, no solo porque las condiciones políticas del país cambiaron sino porque ahora el régimen y su oposición sumisa se han montado en una estrategia de “normalización”, que aunque difícilmente la población les compre porque todavía se está pasando hambre y miseria por todo lo que ya sabemos, y en especial los compatriotas que NO viven en Caracas, se pretende vender al exterior y al interior del país, la percepción de que los venezolanos ya pasamos la etapa de confrontación con estos delincuentes y nos disponemos a convivir con ellos, por lo que debemos movernos hacia una etapa de coexistencia. Si esto es reforzado por una sociedad civil firmante de cartas al mundo pidiendo el ablandamiento de las sanciones, seremos nosotros mismos quienes estaremos clavando los clavos del ataúd donde nos enterrará el régimen.

En primer lugar, debo aquí darle un énfasis especial a que el proceso constituyente en sí ya ha sido comprado por la mayoría de los venezolanos, al menos por aquellos que tienen de manera genuina un amor por este país y creen que es necesaria la reconstrucción (o construcción) de una nueva institucionalidad para la República. Que si bien es cierto, algunos difieren de nuestro proyecto de descentralización y federación, si opinan necesario e importante discutir un país para las nuevas generaciones después de la destrucción que se ha hecho. Donde existen las diferencias es en el cómo llegamos a él. Y esto ha sido la piedra de tranca en las discusiones de nuestro proyecto en ANCO.

En este punto debemos diferenciar dos cosas: si aquí estamos hablando de hacer una Constituyente para salir del régimen, o si estamos hablando de una constituyente para Refundar la Nación. Porque aunque ambas cosas no son excluyentes, pero si son dos conceptos que aplicados juntos, le restan fuerza a lo que fundamentalmente fue el planteamiento original de ANCO, que nos es otro que lograr el cambio del paradigma del poder en Venezuela.

Debo establecer que yo no fui ganado a este proyecto hace años con el fin conceptual de “salir del régimen de Chávez”. Eso debía producirse como una consecuencia de que se entendiera a cabalidad el objetivo superior de discutir las bases institucionales del país. Que para hacer eso era indispensable que el régimen fuera depuesto antes de comenzar a establecer las nuevas bases fundacionales de Venezuela y para eso nosotros proponíamos un proyecto que ahora llamamos El Gran Cambio.

Sin embargo, en algún momento del recorrido de este camino, se confundió la chicha con la limonada, y la gente pensó que la Constituyente era una suerte de veneno para matar el régimen autoritario que nos oprime. Y eso podía ser así si se entendiera que si eso es lo que el pueblo venezolano desea, entonces al convocar al Constituyente, sea ese mismo pueblo el que decida hacer eso a través de su representación legítima.

Pero lamentablemente la historia Constitucional de Venezuela nos refiere a que eso no se ha hecho nunca de esa manera en nuestro país. Que las Constituyentes han salido como el resultado de los deseos de un gobernante que llega nuevo al poder y convoca al constituyente, como lo hizo Hugo Chávez Frías en 1999. Esa manera de hacerlo le da a ese gobernante la posibilidad de manufacturar una constitución a su medida –como la hizo Chávez- para mantenerse en el poder. Es por eso que es muy importante que los venezolanos entendamos, que salvo que convoquemos previamente al Constituyente, esto es, con el gobernante actual en funciones, el próximo que venga puede perfectamente impedir la iniciativa o convocarlo a su medida.

De allí que nuestra primera opción sea convocar al proceso constituyente ANTES que exista un nuevo gobernante y que el pueblo decida a través de su representación legítima qué hacer con el ocupante ilegítimo de Miraflores, establecer un nuevo gobierno transitorio, discutir un nuevo Pacto Social que se refleje en una nueva Constitución, para luego convocar unas elecciones basadas en las reglas de una nueva Carta Magna.

Estas explicaciones no son simples de hacer en el medio de un café. Proponer un camino inédito siempre ha sido muy cuesta arriba para los proponentes. De allí que todo el mundo nos diga “¿Constituyente? Muy bien, ¡pero eso hay que hacerlo después!”. Pero luego no se hará o se hará a la medida de quienes ocupen el poder en ese momento posterior. Entonces deberemos garantizar que en caso de realizarse una Constituyente posterior a la salida del régimen seamos los suficientes en el país con la conciencia clara para impedir una desviación semejante a la de Chávez en 1999.

Esto último nos lleva a la siguiente conclusión: ¿Podremos convencer un país que lo único en lo que piensa es en poder salir de esta tragedia primero, antes de pensar en otra cosa? Tal vez podamos hacerlo, pero el tiempo nos consume. La Constituyente no es un fin en sí mismo. Es un medio para discutir un proyecto de país, y que requiere previamente haber resuelto el tema de un gobierno legítimo y estable. Y aunque eso es responsabilidad de quienes en el sector político han olvidado sus obligaciones para con los venezolanos, alguien debe reflexionarlo para que podamos creer en un futuro mejor para nuestros hijos y nietos en este país.

El planteamiento que estamos haciendo ahora pasa porque todos los protagonistas de esta tragedia nos sentemos a discutir el país a través de una Constituyente. Creo que no es un mal planteamiento, aunque suene utópico. ¿Y quiénes son esos protagonistas? La Comunidad Internacional (encabezada por los EEUU), la oposición reconocida por esa Comunidad Internacional, los venezolanos organizados a través de sus organizaciones de la sociedad civil que no se siente representada por nadie por un sinfín de válidas razones, y finalmente el régimen. Ese es el verdadero diálogo. TODOS los involucrados. Ese es nuestro “cómo constituyente”. Esa es la manera en como el régimen permitiría hacer una Constituyente, y la manera en que ese mismo régimen estaría obligado a cumplir el mandato que salga del pueblo venezolano, al salir de un verdadero acuerdo donde una Comunidad Internacional participe y obligue al régimen a cumplir con las obligaciones que salgan de ese diálogo entre 4 partes. De esta forma no existiría vencido y vencedor.

Si se desea una paz real en este país, deberemos construirla entre todos. Un diálogo entre dos partes que no representan al pueblo venezolano no tiene ningún valor. Y si la Comunidad Internacional, comenzando por los EEUU, creen que tendrán estabilidad en Venezuela y en la región por cualquier cosa que salga de México, no han entendido a los venezolanos. Mientras tanto, los venezolanos seguiremos evaluando nuestras opciones, cualquiera que estas sean…

Caracas, 21 de Abril de 2022

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sábado, 16 de abril de 2022

Sociedad civil interpuesta

Por Luis Manuel Aguana

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No suelo publicar tan seguido pero sin haber terminado de darle “enviar” a mis redes sociales la nota más reciente, donde trato precisamente un fenómeno  que al parecer ya se está convirtiendo en una modalidad política, acerca de la sociedad civil que le hace el juego al régimen (ver ¿Existe una sociedad civil alacrán?, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/04/existe-una-sociedad-civil-alacran.html), aparece una nueva e importante carta firmada por otro grupo muy distinto de conocidos ciudadanos de la sociedad civil solicitando al Presidente de los EEUU e importantes representantes del Congreso y de la política norteamericana, la eliminación de las sanciones que pesan sobre los delincuentes que usurpan el poder en Venezuela (ver la carta publicada por AlbertoNews en https://b1tly4n3s.com/nacionales/ultma-hora-estos-son-los-opositores-que-le-pidieron-a-biden-aliviar-las-sanciones-contra-la-dictadura-de-maduro-lista/).

En este caso muy particular, y a contravía de la fuerte corriente que estalló en las redes sociales que saltaron sobre el cuello de los personajes que firman esa comunicación sometiéndolos al escarnio público por alacranes, hay que detenerse a pensar. ¿Porqué un grupo muy particular de ciudadanos, economistas y dirigentes sociales, en algunos casos reconocidos públicamente en sus distintos campos de actividad solicitan lo mismo que exigió Maduro a los EEUU en su reunión con representantes del Gobierno de ese país en su visita a Miraflores?

En esa lista de firmantes hay personajes que no firmarían solos ni en su propia cédula de identidad, sin el consentimiento y el aval de los jefes políticos de los partidos de la MUD/ G4, y mucho menos una carta dirigida al Presidente de los EEUU. No es necesario señalar nombres porque el problema no son los pecadores firmantes, sino el pecado mortal en su esencia cometido. No estamos en presencia de una sociedad civil alacrán que firma algo “para favorecer a Maduro y su régimen, consciente o inconscientemente” a cambio de algo, en el estricto sentido, como lo definí en mi nota anterior. Estamos aquí ante una operación de mucho mayor nivel.

El Diccionario Panhispánico del español jurídico define el término “persona interpuesta” como: “Pen. En los delitos contra la Administración pública, persona que actúa en favor de otra con conocimiento y voluntad. En los delitos de cohecho, negociación prohibida y actividad prohibida a los funcionarios públicos, persona que es utilizada por el autor para que actúe en su lugar ocultando su participación en un hecho” (ver Persona Interpuesta, DEJ Panhispánico, en https://dpej.rae.es/lema/persona-interpuesta).

Voy a sugerirles aquí manejar una teoría que solo podrá ser comprobada con los hechos futuros cuando se presenten: estos personajes actuando como “persona interpuesta” están siendo utilizados  “en favor de otra con conocimiento y voluntad”, presentándose como actores independientes, cuando en realidad son representantes de los principales factores políticos de la oposición oficial, y actúan “en su lugar ocultando su participación en un hecho”. ¿Y cuál es el hecho? Aparecer al frente de algo que ellos no pueden hacer públicamente, que es abogar a favor del régimen de Maduro para poder llegar a un acuerdo que favorezca los intereses de los mandantes de esa comunicación.

Y no es que estos personajes firmantes sean marionetas huecas al servicio ciego de una mediocre dirigencia política opositora –todo lo contrario-, sino que algunos de ellos han sido los autores intelectuales detrás de muchas de las políticas económicas, políticas y sociales que esa oposición terrible ha planteado (¿para salir del régimen?) y puestas en práctica en los últimos años, con los resultados catastróficos que han impedido la salida de Maduro y sus ladrones. Eso lo hace absolutamente mucho más macabro que un simple apoyo al régimen, proveniente de una oposición oficial que con esta movida no tendría ningún capital político que arriesgar al enviar una carta pidiendo lo que se pide allí.

Aunque eso no sea un delito, como si lo describe en su definición el DEJ Panhispánico, tanto de quienes aparecen firmando como los que se ocultan, los venezolanos podríamos perfectamente considerarlo como tal, ya que constituye una traición por la calle del medio y un crimen por intento de perpetuación de los crímenes de Lesa Humanidad que está cometiendo el régimen, por parte de quienes todavía dicen representar políticamente a los venezolanos.

Invito a los venezolanos a analizar esa carta bajo esa nueva perspectiva, mirando con lupa los argumentos dirigidos a los EEUU por estos agentes encubiertos de la MUD/G4. Lo primero que piden es retomar el diálogo en México, cosa que había comenzado después de la visita de los representantes norteamericanos a Maduro, pero que se detuvo cuando el régimen decidió ignorarlos y plantearse un nuevo dialogo pero no con ellos sino con la “clase política de los alacranes”, suerte de unión de políticos y sociedad civil dispuestos a convivir con Maduro, como certeramente la definió uno de mis asiduos lectores después de leer mi reciente nota. Eso definitivamente los preocupó, surgiendo este intento desesperado de reencausar el dialogo hacia ellos.

La piedra angular de lo que se trata de fundamentar es que “Las sanciones económicas y la política de máxima presión no lograron sus objetivos”. Pero ¡por favor! ¿Eso es en realidad así? Es como si se le dijera a los EEUU que tienen que levantarle las sanciones aplicadas a Rusia porque no han producido la terminación de la guerra y Putín no ha retirado sus tropas. Ese argumento fatuo olvida que son precisamente las sanciones las que están poniendo a negociar a unos delincuentes que de otra manera se orinarían de la risa de todos los venezolanos, en especial de ellos.

Indicar que las sanciones “han exacerbado gravemente las condiciones de vida del venezolano promedio” es ignorar abiertamente que quienes han destruido el aparato productivo del país, comenzando por la industria petrolera, y los responsables de todos los males que allí se mencionan, ha sido precisamente este régimen impuesto hace mas de 20 años y que las sanciones han venido después de que se le diera la oportunidad a unos políticos amateurs en el 2019 para dirigir la oposición oficial a partir del reconocimiento a Juan Guaidó Márquez como Presidente Encargado, y han fracasado con todas sus letras. ¿Qué clase de burda manipulación es esa? ¿Qué se le está pretendiendo decir a los norteamericanos?

¿De donde salen esos números mágicos que indican que “El 75% de los venezolanos rechaza contundentemente las sanciones sectoriales y apenas el 10% quiere que se mantengan”? ¿De los laboratorios estadísticos de la encuestadora devaluada propiedad de uno de los firmantes? ¡Por favor! Al menos podían pedirles a los norteamericanos que hicieran su propia medición objetiva para constatar si eso se corresponde con la realidad. ¡Esa es una afirmación caza pendejos! Lo que no ha “beneficiado a los venezolanos”, como dice la carta no son las sanciones sino las propuestas opositoras para salir del régimen, razón por la cual muchos venezolanos exigimos un cambio inmediato de la conducción política opositora del país.

Por otro lado, no se les puede pedir a los norteamericanos negociar posiciones para el mejor interés del pueblo venezolano y que supere las presiones políticas internas en EE. UU., que, hasta ahora lamentablemente, han obstaculizado el avance de las negociaciones”. Eso no les corresponde a ellos. Es una manera sutil de pedir que los norteamericanos actúen a favor de lograr que Maduro abandone la “clase política de los alacranes” por presión de los EEUU, sin ver que ese es precisamente el juego de negociación que utilizan los delincuentes de Miraflores para sentarse con ventaja en este nuevo ciclo de México.

Pero lo que más llama la atención es el fondo económico de la misiva: el petróleo. Exhortamos a llegar a acuerdos que permitan el regreso de las empresas petroleras occidentales y otras empresas privadas para rejuvenecer el sector petrolero venezolano, lo cual generará empleo y promoverá la producción local”. Esto revela mucho de lo que está detrás de esta carta firmada igualmente por una representación mixta encubierta de otros intereses importantes para que se reactive la producción petrolera. Interés que no solo es del régimen sino también de la oposición oficial, confirmando la preocupación que expresé en una nota pasada al coincidir en una misma dirección los intereses del régimen y los de su oposición (ver Venezuela, un barco en una tormenta perfecta, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/03/venezuela-un-barco-en-una-tormenta.html).

La carta finaliza con votos para Poner fin a la crisis en Venezuela y ayudar a construir el nuevo futuro del país, con pleno respeto al estado de derecho, las libertades económicas y la vigencia de los derechos humanos, nos compete -y nos beneficiará –a todos”. Si el gobierno norteamericano en un arranque de locura les presta atención a esta suerte de representantes de una sociedad civil que actúa como persona interpuesta de una mezcla de intereses explosivos, no se terminará la crisis en Venezuela. Ni siquiera en la región latinoamericana. Se profundizará. Imagínense un régimen atornillado con más dinero del que jamás soñó Chávez, producto de una guerra que luce interminable, exportando su modelo con renovado éxito al resto del continente. Y los venezolanos sometidos y jodidos con unas migajas un poco más grandes pero sin libertad. Ciertamente eso les beneficiará, como bien termina la carta, pero no a nosotros sino a ellos y sus mandantes. Menudo negocio para todos. Con una oposición así no necesitamos a Maduro…

Caracas, 16 de Abril de 2022

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