Por Luis Manuel Aguana
En estos días me respondía un lector, a la pregunta que me hacía en una pasada nota (ver Ese Estatuto no es de Transición, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/12/ese-estatuto-no-es-de-transicion.html), ¿Es esa la oposición que necesitamos?, que si no era esa, entonces ¿cuál debía ser? Y a estas alturas, con todo lo que ha pasado en Venezuela, me atrevería a responder que ninguna, por aquello de más vale andar solo que mal acompañado. Pero esa pregunta si debería tener una respuesta, más aún cuando la ya rayada oposición oficial que tenemos, está enfrentada por la Presidencia Encargada, peleando como borrachos por una botella vacía.
¿Cuál es el rol de un opositor en una democracia que funcione? Intuitivamente, podríamos decir que el rol opositor es fundamentalmente contralor. Estar pendiente del accionar de quienes detentan el poder y fungir de contrapeso a las decisiones que tomen que afectan a las mayorías. Debatir públicamente en un parlamento democrático lo que hace el gobierno y bloquear cualquier iniciativa que crea que perjudica al país. De allí se deriva la alternancia en el poder que de cara al pueblo al que sirven, luego de elecciones democráticas. Ese es el panorama ideal, el deber ser.
La oposición debe cambiar su rol cuando quien detenta el poder dejó por alguna razón de ser democrático en el gobierno –aunque haga “elecciones”, y en el mejor de los casos debe desaparecer para convertirse en resistencia. Así ocurrió en Venezuela en la dictadura de Juan Vicente Gómez, y durante los 10 años de la Junta Militar de Marcos Pérez Jiménez. Tanto en uno como en otro caso, la oposición que imperaba se centró en el derrocamiento de los tiranos por la vía de la fuerza. Ningún partido existente durante los casi primeros 60 años del siglo XX se plantearon maneras de convivir con los tiranos de sus respectivas épocas.
Podría asegurar, sin llegar a equivocarme, que la principal dirigencia política opositora de los primeros 60 años del siglo XX, forjada en la lucha en contra de esas dos tiranías predominantes, tenían muy claro la tesitura de los tiranos que enfrentaron, y sabían que no había lugar posible a ninguna convivencia. O eran ellos o los tiranos, sin grises. Los muertos, perseguidos, exiliados y torturados en prisión lo dejaban muy en claro y sin lugar a dudas. Lamentablemente, durante los siguientes 40 años del siglo pasado fueron muriendo uno a uno sin dejar un relevo político que lo comprendiera a cabalidad, pero que vivió, sin mayores problemas ni tiranías, los mejores 40 años de Venezuela, con ingresos y alternabilidad democrática.
El siglo XXI nos encuentra a los venezolanos sin anticuerpos para combatir la peste de una nueva tiranía, muertos en su casi totalidad quienes la habían vivido y combatido. Lo que quedaba de allí eran las sobras de unos partidos que una vez fueron los estandartes de las luchas democráticas, casi todos convertidos en cascarones vacíos, sin credibilidad. Hugo Chávez les paso por encima como un ferrocarril, con la ayuda de los poderosos medios de entonces y el dinero de quienes siempre se anotan a ganador.
¿Y qué hicieron esos partidos? Ante la perspectiva de desaparecer, convivieron. También el régimen los necesitaba para dar la apariencia democrática hacia afuera. El año 2012, después de las elecciones del 7-O, días antes de morirse realmente Chávez en Cuba, profundicé en este análisis de la relación simbiótica entre el régimen y la oposición oficial, que en aquel entonces llamaba “formal”. Nada de lo que escribí allí hace 10 años no ha cambiado ni un ápice: “Esa es la razón por la cual prefieren que Chávez continúe en el poder porque así sobrevivirían en una relación simbiótica mutualista y asqueante, ya que por un lado dicen defender los valores de la democracia y por el otro la traicionan en conciliábulos y negociaciones. Y por ninguna causa permitirán que el estado de cosas cambie, ni que el CNE cambie, aunque las cárceles revienten de presos políticos atropellados y vejados. Por esa razón pienso que son peores que el régimen que combatimos y por eso Chávez se defeca en ellos porque, así como el resto de sus sigüises, están en su nómina” (ver Simbiosis, en https://ticsddhh.blogspot.com/2012/12/simbiosis.html).
Sistemáticamente, he seguido día a día este juego opositor desde hace muchos años, como aquel que mantiene una estadística cerrada que con el tiempo puede predecir con un error muy pequeño lo que podría ocurrir. Esto lo he hecho a beneficio de la sociedad civil, a los fines que tome sus mejores decisiones a la hora de acompañar o no a quienes dicen que representan los intereses de los venezolanos, llegando a la conclusión lamentable que el régimen continuará en el poder mientras sigamos apoyando a esta oposición miserable. De hecho, aunque la simbiosis sigue siendo mutualista, el régimen parece depender más de esa oposición que en aquellos años, antes de la existencia de Maduro en el poder.
¿Qué quiero decir con esto? Que todo esto que ha pasado con la primera votación de la Asamblea Nacional para la eliminación del Gobierno Encargado y su muy probable aprobación definitiva, no es más que la prueba demostrativa de la necesidad de un cambio en la conducción política opositora. Pero eso se dice fácil. Los venezolanos nos debemos quedar sin oposición oficial para que de una vez se entienda el cambio que forzosamente se tiene que dar para salir del régimen. Esto es, el surgimiento espontáneo de nuevas formas opositoras radicales que terminen por dar al traste con la tiranía.
Cuando la oposición oficial, los dos toletes, los que están a favor y en contra de la existencia del Gobierno Encargado, dejen de alimentarse de los activos de los venezolanos en el exterior, se desaparecerán aquellos que han trabajado activamente en contra de que exista una solución al problema de la tiranía. Esos son los verdaderos parásitos de esta historia. De allí que responsablemente prefiera que el régimen mate la relación simbiótica con esta pseudo oposición, al quedarse con el control de los activos en el exterior, porque de lo que se trata esa pelea de perros por la existencia de un Gobierno Encargado, es de la supervivencia de ese engendro llamado G4.
A los que se escandalicen por la afirmación anterior, desde ya les digo que aquí la lucha no es por CITGO o el oro de Londres o los haberes mal habidos del régimen, NO. Es por LA LIBERTAD DE ESTE PAÍS. Una vez recuperado el supremo bien de la libertad, como lo llamaba el Libertador, recuperaremos lo que tengamos que recuperar. Aquellos que entiendan eso son la oposición que necesitamos…
Caracas, 27 de Diciembre de 2022
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