Por Luis Manuel Aguana
El acuerdo electoral firmado por el régimen de Nicolás Maduro Moros y la oposición oficial en Barbados, el día de ayer 17 de octubre de 2023, confirman lo que hemos vivido en 23 años de la tiranía castro-chavista-madurista: que en Venezuela hay dos Constituciones, la que interpreta el régimen y la que interpretamos el resto de los venezolanos.
Y si en cualquier país existen desacuerdos entre dos partes en disputa sobre lo que dice la Constitución, quien está llamado a dirimir las diferencias es el más alto Tribunal de Justicia de ese país. Entonces, volvemos al cuadro uno del juego, porque el máximo Tribunal de Justicia en Venezuela está controlado por la tiranía.
La Comunidad Internacional debe estar más que consciente de este hecho al proponer acuerdos con una tiranía en cualquier parte del mundo, por lo que estimo que debe existir en el caso venezolano algo más de fondo, al patrocinar el “Acuerdo parcial sobre promoción de derechos políticos y garantías electorales para todos” (ver texto completo del Acuerdo firmado, cortesía de La Patilla, en https://www.scribd.com/document/678262908/Acuerdo-Electoral#from_embed), cuyas bases fundamentales solo se sostienen en el cumplimiento de la Constitución. Si fuera por eso, en primer lugar, no tendríamos encima desde hace mucho tiempo una tiranía de la que deslastrarnos, a través de un acuerdo anclado en una Constitución que el régimen se ha cansado de violar en 23 años de ejercicio del poder.
Sin embargo, es curioso que ambas partes en sus declaraciones ante la prensa internacional se centraran en sus propias interpretaciones contrapuestas de la Constitución y las leyes, en especial sobre el tema de las inhabilitaciones políticas, que ciertamente han sido muy debatidas por los distintos juristas del país, por la interpretación tergiversada e ilegal que el régimen tiene, razón por la cual no sabremos todavía como será resuelto el tema en la práctica sino cuando lleguemos a ese preciso punto de la situación política en Venezuela.
Nada de lo que indica ese acuerdo es contrario a la práctica democrática, y lo que se debería hacer si existiera en Venezuela un Estado de Derecho vigente.
¿Reconocer y respetar el derecho de cada actor político para seleccionar su candidato conforme a las leyes? (Acuerdo Primero), ¿Promover garantías electorales para todos los participantes? (Acuerdo Segundo) ¿No es eso lo que debería suceder en un país normal donde rija una democracia en un sistema de libertades públicas?
En el desglose de las garantías electorales (Acuerdo Tercero), ¿no sería lógico que se cumpla la fecha de la elección presidencial existente en la Constitución? ¿O la ejecución de la actualización del Registro Electoral? ¿O que se realicen las auditorías necesarias para evitar que los actores políticos hagan trampas en el proceso? ¿O permitir que se inviten a todos los observadores electorales internacionales posibles para una elección? ¿Qué exista un clima favorable y pacífico? ¿Qué todos los participantes respeten las leyes electorales y que las autoridades hagan lo que tienen que hacer para garantizar la seguridad de los ciudadanos? ¡Por favor! ¡Eso no tendría que ponerse en un Acuerdo! ¡Eso lo debe garantizar para una elección cualquier gobierno del mundo!
Pero como este no es un gobierno, sino una tiranía que opera fuera del Estado de Derecho, se requiere traerlos a una mesa de negociación de manera forzada para que cumplan lo que cumpliría cualquier gobierno en una elección. ¿Y quién los trajo a Barbados para firmar que cumplan con la Constitución? Ciertamente, no fue la oposición oficial. Ellos no tienen como hacer eso, solo fueron testigos de palo firmantes de un acuerdo, y sin representar a nadie se atrevieron a firmar por los venezolanos y reconocer como gobierno a un régimen que se dice llamar “Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela”.
Y allí está el verdadero gallo tapado de todo este macabro juego de dominó del que los venezolanos solo somos testigos de palo y donde como pueblo estamos dando más de lo que estamos recibiendo.
En el Acuerdo Sexto (y último) se establece: “En el marco de la agenda acordada en el Memorando de Entendimiento, Las Partes continuarán el proceso de diálogo y negociación con relación a otras medidas orientadas al fortalecimiento de una democracia inclusiva y una cultura de tolerancia y convivencia política, así como de respeto a los derechos humanos; entendiendo la necesidad de que sean levantadas las sanciones contra el Estado venezolano y reivindicando como derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional” (resaltado nuestro).
Esta última frase en este Acuerdo, que a todas luces retrata haber sido gestado entre los EEUU y el régimen, y no el régimen con su oposición oficial, da cuenta de una realidad política lamentable de la oposición que dice representarnos. Pero a la vez revela otra verdad entre líneas y que podría ser la clave para el destrabamiento del nudo político donde nos encontramos: el garante verdadero del respeto constitucional ya no serían los bates quebrados de la Plataforma Unitaria, quienes no tienen la llave para levantar ninguna sanción, sino aquellos con quienes el régimen verdaderamente negoció ese Acuerdo.
¿Qué es lo que en realidad dice ese Acuerdo entre los EEUU y el régimen, con la oposición oficial de títere firmante?: “Hagan bien las elecciones o no levantamos las sanciones”. Y a nuestro entender, hacer bien las elecciones significa “cumplan con la Constitución” como es, y no como ustedes la manejan. No creo que los EEUU estimen que el régimen hará eso, y menos aun luego de haber respaldado a los terroristas del Medio Oriente. Ya Jorge Rodríguez se apuró a decir que interpretarán a su antojo la Constitución (como siempre lo han hecho) en su primer discurso luego de la firma, en relación con las inhabilitaciones. Eso revela que fueron a regañadientes a Barbados.
¿Y entonces? Si ya amenazan con no cumplir lo firmado, ¿quedará ese nuevo Acuerdo como letra muerta como los anteriores? Depende. Si el régimen aspira a legitimarse, tendrá que medirse en las condiciones establecidas allí, independientemente de cómo ellos interpreten la Constitución, porque si entendí bien lo que sucedió en Barbados, ahora el garante son los EEUU. Están entre la espada y la pared.
Si no lo hacen, dándole una patada a la mesa, seguiremos en el vía crucis venezolano, con un régimen no reconocido internacionalmente, pero ahora con una gran diferencia: las condiciones geopolíticas del mundo cambiaron con la guerra entre Israel y Hamás, con un régimen que dejo claro su apoyo a los terroristas, y la conformación de una nueva oposición encabezada por María Corina Machado, renovada por el respaldo de los electores venezolanos, aquí y en todo el mundo, que determinará cómo se manejará a partir de ahora la lucha en contra del régimen. Si no hay condiciones, ni elecciones en los términos de ese Acuerdo, será lo de menos, porque la situación será otra, con unos EEUU sin otra salida que apoyar, por efecto de sus intereses, el esfuerzo de los venezolanos por alcanzar la democracia y la libertad. La lucha continúa…
Caracas, 18 de Octubre de 2023
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