martes, 22 de julio de 2025

Intercambio de prisioneros

Imagen resumen de la nota cortesía de AI Google Gemini

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Quienes han seguido estas notas desde hace años saben la importancia que le he dado a las definiciones formales. Para siquiera comenzar a comentar acerca de lo que sucedió con el acuerdo al que llegaran los gobiernos de EEUU y El Salvador con el régimen que gobierna a Venezuela, para intercambiar personas privadas de libertad, creo que lo correcto sería presentar la definición internacionalmente aceptada de la figura conocida como “Intercambio de Prisioneros”. Para ello, realicé varias consultas en tres IAs distintas porque en realidad ninguna de ellas por sí sola cubrió todo lo que el término conlleva. La primera de ellas, ChatGPT, define el concepto de la siguiente manera:

“El intercambio de prisioneros es el acuerdo o proceso mediante el cual las partes en conflicto militar acuerdan liberar y devolver a sus respectivos combatientes o civiles detenidos, generalmente en proporciones iguales, como parte de un acuerdo humanitario. Este intercambio busca aliviar el sufrimiento de las personas privadas de libertad y facilitar la reconciliación entre las partes, en conformidad con las normas del Derecho Internacional Humanitario, especialmente los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales” (resaltado nuestro).

 

Por otro lado, los chinos de DeepSeek son más precisos –como suelen ser los chinos- y nos informan de las bases jurídicas principales cuando se trata de intercambiar prisioneros, y algo muy importante, las condiciones clave:

 

"Bases jurídicas principales

 

 1.- Convenio de Ginebra III (1949) – Relativo al trato de prisioneros de guerra:

·         Artículo 109: Establece que los prisioneros gravemente enfermos o heridos deben ser repatriados directamente.

·         Artículo 118: Obliga a la liberación y repatriación de prisioneros sin demora después del cese de las hostilidades.

2.- Protocolo Adicional I (1977) – Aplicable en conflictos armados internacionales:

·         Artículo 85(4)(b): Prohíbe el retraso injustificado en la repatriación de prisioneros.

3.- Costumbre internacional y prácticas históricas:

·         Los intercambios pueden ser temporales o definitivos, y suelen mediar organizaciones neutrales (como el CICR).

·         Ejemplos históricos incluyen acuerdos en la Guerra de Corea (1953), la Guerra Fría (ej. intercambio de espías) o conflictos recientes como el de Ucrania-Rusia (2022-2024).

 

Condiciones clave:

 

·         Voluntariedad: Ambas partes deben aceptar los términos.

·         No discriminación: Los prisioneros deben ser liberados sin distinción de raza, sexo, idioma, religión, origen étnico o social, posición económica o afiliación política – Prohibición expresa del Artículo 75, Protocolo Adicional (1977)

·         Supervisión neutral: Usualmente el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) verifica el proceso."

 

Al consultarle a la IA Google Gemini acerca de la existencia de alguna actualización más reciente que 1949 de los acuerdos internacionales relativos al intercambio de prisioneros, esta fue parte de su respuesta:

 

“Los Convenios de Ginebra (especialmente el Tercero) y sus Protocolos Adicionales siguen siendo los pilares del Derecho Internacional Humanitario que regulan el trato y la eventual liberación y repatriación de los prisioneros de guerra. Estos instrumentos, aunque fueron adoptados hace décadas, son considerados los marcos legales vigentes y fundamentales. Lo que sí ocurre con frecuencia, y es lo que se ha visto más recientemente, son acuerdos específicos y bilaterales entre las partes en conflicto para llevar a cabo intercambios de prisioneros. Estos acuerdos no son nuevos tratados internacionales que modifiquen el DIH (Derecho Internacional Humanitario), sino que son aplicaciones prácticas y negociadas de las disposiciones ya existentes en los Convenios de Ginebra, que permiten y facilitan tales intercambios” (resaltado nuestro).

 

Habiendo definido hasta aquí lo que es considerado un “intercambio de prisioneros”, de acuerdo a los acuerdos internacionales vigentes, y las condiciones que deben prevalecer, podríamos llegar a la una primera conclusión, de que los prisioneros de este arreglo con Maduro tuvieron mucho menos garantías internacionales reales de las que hubieran tenido si hubieran sido intercambiados durante un conflicto armado.

 

En efecto, el Convenio de Ginebra III (1949) – Relativo al trato de prisioneros de guerra, establece que los prisioneros gravemente enfermos o heridos deben ser repatriados directamente. No tengo ni que mencionar las veces en que los prisioneros gravemente enfermos encarcelados en los distintos centros de reclusión del régimen, no recibieron nunca el debido tratamiento médico, y murieron en las cárceles por esa razón.

 

El Nacional informa en diciembre de 2024 que “Desde 2015, al menos 22 presos políticos en Venezuela han fallecido bajo custodia del Estado, hechos que generan alarma tanto en el país como a nivel internacional. Los fallecimientos más recientes están vinculados a ciudadanos opositores detenidos en el contexto de manifestaciones contra los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio. Organizaciones de derechos humanos han señalado que las causas de estas muertes incluyen principalmente torturas, tratos crueles e inhumanos y la falta de atención médica adecuada. (ver El Nacional,  ¿Cuántos presos políticos han muerto bajo custodia del gobierno de Maduro? en https://share.google/jQrXoZFK8T4kEClaL) (resaltado nuestro). En un conflicto armado, al menos se puede esgrimir el Artículo 109 de la Convención de Ginebra de 1949 para trasladarlos a sitio seguro en el bando contrario.

 

En el intercambio decidido por los tres gobiernos, sin que existiera conflicto armado alguno en Venezuela, el régimen decidió unilateralmente no incluir mujeres ni militares, en contravención a las condiciones clave explicitas en la Convención de Ginebra a la no discriminación, así como al desconocimiento abierto a la proporcionalidad en el número de prisioneros intercambiados. No hubo comisión conjunta para decidir los criterios de escogencia de quienes deberían ser liberados, como por ejemplo enfermedad, edad, género, número de días en reclusión injusta por orden de mayor a menor. El régimen decidió quiénes y punto. Nadie dijo nada para impedir la puerta giratoria de detenciones para la continuidad del tráfico humano que con seguridad se suscitaría luego.

 

El Protocolo Adicional I de 1977 del Convenio de Ginebra, en su Artículo 75 “Establece garantías fundamentales para todas las personas afectadas por conflictos, prohibiendo: Discriminación por raza, sexo, idioma, religión, origen étnico o social, posición económica o afiliación política”. De nuevo, para los presos políticos, pareciera mejor tener un intercambio de prisioneros en ocasión de una guerra que con la “paz” del régimen…

 

En una reciente nota publicada por Emisora Costa del Sol 93.1 FM se destaca claramente la discriminación de la mujer en ese intercambio de prisioneros: “El Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres (OVDDHH) y el Centro de Investigación Social para la Formación y Educación para las Mujeres (CISFEM) alzaron su voz ante la opinión pública nacional e internacional para denunciar la discriminación cometida en contra de las mujeres detenidas por motivos políticos, quienes quedaron por fuera del reciente acuerdo de intercambio de presos entre Venezuela y Estados Unidos” (ver Emisora Costa del Sol 93.1 FM, Las mujeres presas políticas no estuvieron en los acuerdos del chavismo para la excarcelación, en https://www.costadelsolfm.org/2025/07/21/las-mujeres-presas-politicas-no-estuvieron-en-los-acuerdos-del-chavismo-para-la-excarcelacion/).

 

Esa discriminación denunciada en contra de las mujeres presas en Venezuela por motivos políticos, podría tener un piso normativo de protección en la Convención de Ginebra de existir un conflicto armado con el régimen. Se podría argumentar que al no existir tal conflicto en el país, la Convención de Ginebra no aplica. Pero ese es precisamente el grave problema que deseo señalar aquí. El régimen está llevando el conflicto con la población opositora a un terreno donde se desvanecen todas las barreras, y donde algunos pudieran concluir que dada esta situación sin control sería preferible un conflicto abierto, donde al menos existan las garantías de los límites y las regulaciones internacionales de protección de prisioneros. Y eso sería sumamente grave, porque sabemos que cuándo algo así empieza, no se sabe cuándo termina. Colombia lleva más de 60 años de violencia armada, de una guerra interna fratricida…

 

Pero en un aparente acto de humanidad de intercambiar personas, se esconde la más abyecta intención de maltratar a un pueblo sin ningún motivo ni razón. Si efectivamente ya tienen el control de las armas y del país, como permanentemente lo manifiestan, ¿cuál es la razón de seguir persiguiendo y encarcelando personas a mansalva? Niños, jóvenes, mujeres embarazadas, ancianos, periodistas, nadie se ha salvado, sin que exista ninguna evidencia de movimientos armados en su contra. Este conflicto armado lo ha montado el régimen en contra de la población civil desarmada, no al contrario. 

 

Los países de la Comunidad Internacional y en especial los EEUU, deben entender que un intercambio de prisioneros en ese contexto en Venezuela es como secar una vez el agua de un piso en una casa llena de goteras. Seguirá mojándose hasta que se repare el techo, o peor aún, hasta recoger los muertos cuando el techo termine de desplomarse.

 

Los EEUU en especial, deberían reflexionar si es un éxito haber sacado a 10 de sus connacionales ahora. ¿Y mañana cuántos más habrá? Siempre existirá algún norteamericano prisionero que caiga en las redes del régimen para ser intercambiado por cualquier cosa que quieran, y que se extienden más allá de nuestras fronteras, con diferentes secuestradores –por ejemplo, la guerrilla colombiana-, lo que comenzará de nuevo otro ciclo de secuestro y extorsión con negociación de seres humanos. Se equivocan al pensar que alguien gana en ese intercambio de prisioneros...

 

Pero lo más lamentable de este intercambio es que, en el caso venezolano, cada preso que sale de una cárcel del régimen, sale con la posibilidad de retorno a prisión. En una guerra, al menos el prisionero de un intercambio sale al otro bando para seguir peleando o darse de baja, si así lo decide.

 

Nadie tiene el derecho de negociar con la libertad de nadie. Quienes lo hagan deben entender que por ese camino, más temprano que tarde, serán los responsables de las verdaderas guerras que precisamente dieron origen a las convenciones que regulan la violencia y la muerte. Queda de quienes se enfrentan decidir cómo será…

Caracas, 22 de Julio de 2025

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

viernes, 18 de julio de 2025

La política como oficio

Imagen resumen de la nota cortesía de Craiyon AI

Por Luis Manuel Aguana

English versión

 “Los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos crean hombres débiles. Y, los hombres débiles crean tiempos difíciles"

G. Michael Hopf

Me llamó la atención la respuesta que dio Moisés Naim, conocido analista nacional e internacional venezolano, a una pregunta precisa de la periodista Adriana Amado de La Gran Aldea, inquiriendo acerca de la disposición de los partidos venezolanos para resolver el problema político venezolano:

“AA: –¿Qué tan dispuestos están los partidos políticos tradicionales a dejar la bandera de subsistencia a corto plazo y ponerse al servicio de la democracia a mediano plazo?

MN: –Los partidos están formados por ciudadanos. El político también necesita oportunidades de garantizar su cargo, porque tiene familia que mantener, deseos que satisfacer. Los políticos están viendo todo el tiempo para dónde va el viento y pocos logran romper esa esclavitud de las preferencias inmediatas de los votantes. Quizás alguna minoría pueda independizarse de este yugo, pero no muchos ni por mucho tiempo” (ver La Gran Aldea, Moisés Naím: “Hay que pensar bien con qué se reemplaza lo que la motosierra destruye”, 15-07-2025 en https://laldea.site/2025/07/15/moises-naim-hay-que-pensar-bien-con-que-se-reemplaza-lo-que-la-motosierra-destruye/?s=03) (resaltado nuestro).

Los venezolanos hemos dado por sentado que los partidos políticos en general y sus dirigentes en particular –al menos los que se dedican a buscar votos para ocupar posiciones políticas como oficio- son individuos cuyo esfuerzo va dirigido a lograr el bienestar de sus votantes, con una cierta vocación de servicio ciudadano. Pensamos erróneamente que la política es un oficio, como cualquier otro, ejercido por personas, que, en el mejor de los casos, dedican sus mejores esfuerzos para el logro del bienestar colectivo. Sin embargo, nos olvidamos que estas personas también tienen aspiraciones de carrera y, como Naim nos recuerda, necesitan “oportunidades de garantizar su cargo, porque tiene familia que mantener, deseos que satisfacer “.

Y ciertamente, la mayoría son individuos orientados a satisfacer el corto plazo, poniendo siempre toda su energía para una próxima elección, y satisfacer sus necesidades inmediatas. Pero la pregunta de la periodista Amado, es cruda y aun no dando una respuesta directa, Naim la contesta: los partidos y los dirigentes que tenemos no están dispuestos a ponerse al servicio de la democracia PORQUE ESA NO ES SU NATURALEZA. Los que siguen allí están para resolver sus propios problemas de corto plazo, aun cuando sepamos que el problema político venezolano es de mediano y largo plazo, y que ningún cargo a la vista resolverá la aspiración de los venezolanos de resolver la crisis que nos afecta.

Esa respuesta explicaría la existencia de un alacranato que persistentemente acepta ir a elecciones con el régimen, e incluso la participación de dirigentes políticos opositores conocidos en sus localidades, en las venideras elecciones municipales, que no necesariamente se les puede atribuir alguna relación con el régimen. Son ellos los persistentes políticos de oficio, esto es, “los que viven de eso” y que nadie en sus comunidades les podría señalar como traidores a la causa opositora por su permanente defensa de las banderas de los partidos opositores tradicionales, esgrimiendo en su defensa el clásico argumento de “no perder los espacios”.

La gran pregunta que nos debemos hacer después de esto, es si con estos partidos y dirigencia, definidos como en realidad son, podemos resolver la crisis mayúscula en la que estamos metidos después de 26 años de tragedia humanitaria continua.

¿Qué clase de partidos y dirigentes políticos necesitamos para nuestro problema de HOY? Ciertamente, no necesitamos unos que lo que quieran es ganarse la vida como cualquier persona ejerciendo un oficio. Esos eran requeridos antes –y ni siquiera- cuando había democracia con Estado de Derecho. En una tiranía la cosa es completamente diferente. Se podría incluso comparar con el panorama que existía cuando los caudillos del siglo XVIII y XIX reclutaban gente para ir a la guerra. Lo único que les prometían a cambio de sus vidas a los que iban “detrás del hombre a caballo”, como los describía Andrés Eloy Blanco, era el botín de guerra en tierras y bienes, incautado en las batallas que lograban ganar.

En pleno siglo XXI, me atrevería a decir que muchos de los políticos opositores que se encuentran en la lucha en contra del régimen, no lo hacen por mero patriotismo. Esperan después su “botín de guerra” como premio a sus servicios, bono que efectivamente ya han cobrado por adelantado algunos “opositores” que viven en el exterior. Sin duda algunos de ellos lo justificarán por haber sido apresados o arriesgado sus vidas frente al régimen.

Y no es que yo me erija aquí como guardián de la ética y la moral, sino que si lo hacen por el botín, ya no se podrían llamar políticos sino mercenarios. Es por eso que hay que ser muy precisos en identificarlos, aunque resulte muy difícil al comienzo, pero al final ellos mismos se quitan las máscaras. Ya ustedes deben haber identificado a algunos…

Y ese es el reto que tenemos. Conseguir políticos capaces cuyos perfiles vayan más allá del político común que menciona Naim, de esos que “están viendo todo el tiempo para dónde va el viento” y “tiene familia que mantener”, sino de gente entregada a un apostolado muy duro y decidida a recuperar el país. Solo con esa determinación se puede conseguir ese objetivo. En ese sentido podríamos afirmar que una cosa es la política como oficio en una situación de normalidad y otra muy diferente la política en la situación compleja donde nos encontramos ahora.

Tal vez algunos me dirán que esos políticos ya existen, y no tendría por qué dudarlo. Y si es así, sería muy importante que se manifiesten pronto, ya que nadie podría negarme que no se han hecho sentir lo suficiente, dado que aún nos encontramos en el hueco donde estamos.

Ejercer la política como oficio en estos tiempos oscuros de guerra, es un acto mucho más necesario y noble que hacerlo en los tiempos iluminados de la paz. El tipo de persona necesaria es diametralmente opuesta al mencionado por Naim en su entrevista. Se requiere de mucho valor, visión e inteligencia. Se requiere de una amplitud y humildad de alma, difícilmente encontrada en cualquier persona, porque nadie reúne en lo personal todo lo que se requiere saber para vencer a esta hidra de miles de cabezas que enfrentamos, por lo que debe dejar con humildad que otros le guíen y enseñen, y aceptar de buena gana que no lo sabe todo. Pero sobre todo y lo más importante, un ilimitado amor por este país al punto de arriesgar su vida en ello, y no esperar cobrar ningún botín cuando haya tenido éxito en liberar el país.

Y ustedes me dirán que ya hay personas con ese perfil en toda la geografía venezolana, y no lo dudo. Venezuela siempre se destacó con honores en eso desde los tiempos de la Independencia. Sin embargo, por alguna razón han quedado excluidas de ejercer el noble oficio de la política, porque quienes lo dirigen aún no terminan de comprender que sus bases cambiaron porque el país cambió, y ya el oficio DEBE Y TIENE QUE SER OTRO en esta hora amarga de Venezuela. Aquí aplica perfectamente la lógica del escritor norteamericano G. Michael Hopf, citada al comienzo de esta nota.

Los tiempos difíciles de las dictaduras del siglo XX crearon a los políticos fuertes que inauguraron los 40 años de paz y convivencia que vivió el país, la época más larga en democracia en toda su historia. Lamentablemente, esos buenos tiempos crearon los políticos débiles que generaron estos tiempos difíciles que comenzaron en 1999.

Terminando el ciclo, estos tiempos difíciles crearán a los hombres y mujeres fuertes para una nueva época de buenos tiempos. Ojalá que ellos moldeen la política como oficio, con políticos de las características que tuvieron los del comienzo del ciclo, y que no por casualidad son las mismas que describí antes. Tal vez eso nos pueda garantizar un nuevo amanecer para Venezuela.

Caracas, 18 de Julio de 2025

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