Por Luis Manuel Aguana
No, no me voy a referir a
política de energía, que es otra cosa. Me voy atrever a enunciar otro concepto cuyas
raíces se encuentran en la naturaleza. Y lo llamaré Energía Política, aun
cuando el término haya aparecido referido a otro campo distinto. El principio parte
de una ley natural llamada Ley de la Conservación de la Energía. De acuerdo a
esa ley natural “la energía no puede
crearse ni destruirse, sólo se puede cambiar de una forma a otra…” (ver
Conservación de la energía, en https://es.wikipedia.org/wiki/Conservaci%C3%B3n_de_la_energ%C3%ADa).
Es decir la energía no se destruye, solo se transforma. De la misma manera, la
energía en la política sigue ese mismo principio, se transforma. Veamos por
qué.
El año 1998 los
venezolanos vimos el derrumbe final del sistema de partidos, tal y como lo
conocimos quienes nos formamos durante los 40 años que comenzaron en 1958, a la
finalización de la anterior dictadura de Venezuela. Y digo la anterior dictadura
con toda la intención.
La Energía Política, una
fuerza que se expresaba en el desempeño de los dos principales partidos de la
democracia, fue disminuyendo en un declive que estimamos comenzó a principios
de los años 80, cuando el país presencio el derrumbe de su economía a pesar de
poseer una renta petrolera que no se pudo o no se supo sembrar para hacer
sostenible el desarrollo del país. Empezó entonces la caída inevitable de la
credibilidad de los partidos políticos y sus dirigentes, y cuyo primer colapso
lo vivimos el 4 de febrero de 1992, cuando un militar golpista se asomó por
primera vez a la política del país.
La Energía Política de
esos partidos empezó en ese momento a buscar su transformación porque hasta ese
momento no encontraba en qué transmutar. Los venezolanos no tenían muchas
opciones políticas más allá de las izquierdas arruinadas de la lucha armada. Y
aunque los protagonistas principales estaban muy desacreditados, en 1992 era
muy pronto decir que esa energía iría a parar transformada a algún otro lado. Algunos
intentaron sin éxito capitalizar ese descontento pero todavía faltaban por
pasar algunas cosas en el país.
Se podría decir que la
democracia tuvo un chance de reorientarse de las manos de los líderes políticos
de entonces y buscar nuevos cauces para esa energía que necesitaba expresarse a
favor de un pueblo lleno de necesidades. Pero eso no ocurrió. La dirigencia
política no entendió el grito de cambio social del pueblo y la Energía Política
se quedo presa en las manos de quienes la detentaron hasta ese entonces. Pero
la energía no se destruye, se transforma. Incluso la política.
¿Cuándo empezó a
transformarse la Energía Política? Al existir la posibilidad de abandonar el
antiguo sistema político basado en un bipartidismo que los venezolanos
comenzaron a rechazar por no resolver lo más elementales problemas de ese
entonces. Apareció una cara nueva –el mismo golpista d 1992- proponiendo algo
diferente: la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. La Energía
Política se transformó y fluyó a ese nuevo fenómeno político que en 1998 dejó
en el piso a los dos principales partidos, constructores de la democracia
conocida hasta ese entonces. Los partidos tradicionales se quedaron así sin
Energía Política.
Todos estos años que han
transcurrido desde 1998, la Energía Política del régimen, transformada ese año
en un mandato para el cambio, fue utilizada para permanecer en el Poder, sin
ninguna posibilidad de alternabilidad, porque el régimen controló todos los
hilos para que eso no pasara. Pero la Energía Política, como en la naturaleza,
se encuentra en pleno proceso de transformación. La muerte del caudillo del 4F
y la tragedia de desempeño de su sucesor, está forzando que esa Energía
Política vuelva a fluir y transformarse de nuevo. La energía que tenían los
partidos del “estatus” en 1998 se transformó y pasó a Chávez, por encima de esos
partidos deslegitimados. La gran pregunta sería: y ahora, ¿en qué se
transformará?
La respuesta pareciera ser
que volverá a las manos de quienes la perdieron en 1998, en una transformación
obvia. Pero ese análisis superficial olvida que, aunque esa Energía Política
puede volver a su forma original, ahora los factores son otros. Si bien es
cierto que muchos de los que fueron responsables de la transformación de la
Energía Política, y cuya etapa final de cambio ocurrió en 1998, están
maniobrando para lograr obtenerla de nuevo. La realidad es que ya no podrán
hacerlo de nuevo. No al menos en las mismas condiciones que la tuvieron en el
pasado.
Los antiguos detentadores
de la Energía Política que mueve el destino de Venezuela no han aprendido nada
en estos 18 años. Han ocurrido cambios importantes. Y uno de ellos ha sido el
despertar de la participación política, principio fundamental que se ha manifestado en muchas formas en estos últimos
años. Si hay algo que se despertó, producto del concepto de la “democracia participativa” de la nueva
constitución de 1999, fue el concepto de la participación ciudadana. Cientos
de organizaciones no gubernamentales, organizaciones vecinales, de contraloría
ciudadana están montadas sobre el accionar autoritario del régimen. Pero
también hay muchas que están con el gobierno y que no se irán si las cosas cambian.
Hay un despertar ciudadano.
Y aunque el régimen no
respeta ese concepto introducido por ellos mismos y no lo hace realidad en la
práctica, si lo hacen en términos de exigencia todas estas organizaciones que
se han creado a la sombra y alrededor de un concepto diferente de democracia a
la que se tenía en el pasado. Es por eso que aun cuando la Energía Política
pueda volver a su forma original, no así las condiciones en la que se
desarrollará, formando un cuadro político enteramente diferente.
Es por esa razón que no
creo que la próxima transformación de la Energía Política será hacia quienes la
detentaron y la perdieron en 1998. En la Alianza Nacional Constituyente (http://ancoficial.blogspot.com/) hemos
sustentado nuestro accionar político en el derecho humano a la participación
política consagrado en la Constitución de 1999. Eso es lo fundamental en
nuestro planteamiento de conducir el proceso de convocatoria a una Asamblea
Nacional Constituyente de carácter Originario, basados en los artículos 2, 5,
19, 22, 39, 40, 62, 70, 347, 348, 349 y 350 de la Constitución Nacional, de las
manos del dueño de la Soberanía.
Eso me permite afirmar
responsablemente que un pueblo en participación directa de sus asuntos no
necesita de la conducción política corresponsable de este desastre que han sido
los últimos 18 años de la vida de los venezolanos. Que lo que se asoma son los
nuevos liderazgos de todas las regiones del país que están saliendo producto de
esta crisis, y que empoderados de un Proyecto, la visión y el sueño de un país
diferente, serán los ductores de esa nueva transformación de la Energía Política
de Venezuela. El siguiente cambio, la siguiente transformación de esa energía, estará
en las manos de los ciudadanos…
Caracas,
29 de Julio de 2016
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana