Por Luis Manuel Aguana
En días pasados, en una entrevista realizada en Mingo TV, Mingo y Erika nos preguntaron, a la Dra. Blanca Rosa Mármol de León y a mí, por nuestra carta al Niño Jesús. En ese momento pedí por un regreso a lo que éramos antes de entrar en la vorágine destructiva de estos 25 años. En otras palabras, algo así como pedirle al Niño Jesús, meternos en una máquina del tiempo, y deshacer todo lo que ha sucedido como si aquí no hubiera pasado nada, como volviendo a lo que éramos antes. Pero la destrucción si pasó y cambiamos. Pero después de todo lo que ha pasado, sería imposible volver a lo que éramos (ver Mingo TeVe, Carta al Niño Jesús, Arrímate al Mingo, 16-12-2024, en https://youtu.be/SEmVWR0ij9o?t=2347).
Y ciertamente la pregunta de Mingo y Erika era natural, ¿qué le pediríamos al Niño Jesús precisamente en esta época de tanta incertidumbre? A la cercanía de esta Nochebuena de Navidad, tal vez esa respuesta fue egoísta, porque efectivamente, antes de meterme de lleno en la realidad política venezolana hace 22 años, me encontraba en una situación completamente diferente. No tenía nada que ver en algo tan lejano a mi actividad profesional como la política, así como el resto de los venezolanos, más allá de lo que decían los periódicos. Mis intereses iban en un sentido mucho más personal, menos público, orientado a lo profesional y privado. Y a eso había dedicado los mejores esfuerzos de mi carrera técnica, incluyendo una costosa formación ejecutiva.
Al ver más difícil retornar a una “normalidad” profesional luego de haber participado en uno de los episodios más emblemáticos de la época, como lo fue haberme incorporado a la protesta de la Plaza Altamira de aquellos valientes que en diciembre de 2002 orgullosamente arriesgaron sus vidas y sus carreras profesionales a favor de la institucionalidad técnica de C.A. Metro de Caracas, decidiendo acompañarlos hasta el final, como se dice ahora. Admiré ese nivel de desprendimiento de personas que con una trayectoria extraordinaria, arriesgaron su seguridad y no se quedaron callados ante la destrucción de su institución. Así fue el coraje de los fundadores de AC Familiametro. Hoy los honro porque ellos son la esencia de la Venezuela que nos toca recuperar y la razón por la que no me arrepentiré nunca estar en sintonía con ese sentimiento, lleno de un profundo amor por el rescate institucional de Venezuela.
Pero la vida es como es y la lucha se hizo larga. Nunca esperé -como todos- después de 2002, que esto pasara más allá del Revocatorio de Chávez del año 2004. Y ya ustedes ven, el régimen nos impuso 20 años más de miseria. Cada diciembre, de una u otra forma, todos pedimos por qué las cosas mejoren, que no haya presos políticos, por los que nunca el régimen ha tenido la más mínima humanidad cristiana. Y nos hemos pasado todos estos años pidiéndole a Dios, especialmente en cada diciembre, en nuestras cartas al Niño Jesús, que acabe con esta desgracia que lleva décadas.
Luego de tantos años de pedir y pedir, yo me pregunto, ¿no será que estamos haciendo las cosas mal? Y eso me hace recordar aquella historia del damnificado que pedía a Dios por su vida luego de una gran inundación, montado en el techo de su casa, con las aguas subiendo cada segundo. Llegaron a rescatarlo por aire y por agua y él decía que estaba esperando que Dios lo rescatara. Y cuando finalmente se ahogó, le preguntó a Dios en el cielo por qué no lo había ido a rescatar, y Dios le dijo: “¿Cómo que no? Te mandé un helicóptero y una lancha, y tú no te quisiste montar”.
Todas las veces que fuimos mayoría demostrable, léase el 11 de abril de 2002 con la renuncia y caída de Chávez por horas; en el 2004 con el fraude electoral del CNE en el Revocatorio y en prácticamente todas las elecciones desde ese año; la mayoría aplastante de la oposición del año 2015 en la Asamblea Nacional, con la que pudimos hacer algo y no hicimos; con una Consulta Popular determinante en el 2017 hasta llegar a una Presidencia Interina de la oposición en el 2019, con toda una Comunidad Internacional respaldándola, encabezada por los EEUU, podrían contar como oportunidades de salvamento que Dios ha enviado a este sufrido pueblo para que se levantara, y quienes de una forma u otra hemos elegido en su momento como conductores, han desperdiciado cada oportunidad una por una.
Pero Dios, por su infinita paciencia, todavía nos tiene todavía con vida, aunque el agua de la inundación nos llegue ahora a las narices. La más reciente oportunidad que Dios nos ha enviado está ahora en manos de María Corina Machado (MCM) y Edmundo González Urrutia (EGU). Ahora mi carta al Niño Jesús no será para pedirle que nos rescate otra vez, sino para que esa oportunidad que está mandando de nuevo la aprovechemos como se debe. Y eso no tiene que ver con Él sino con nosotros.
Pero MCM y EGU no lo pueden hacer solos. TODOS DEBEREMOS HACERLO. Imagínense que todos estamos montados en el techo de esa casa inundada, con el agua subiendo cada segundo, y ellos llegan con una gran lancha. No pretenderán ustedes que esa lancha salga de allí sola si todos no nos movemos. Ellos lograron ponerla en el lugar con mucho esfuerzo, el resto lo tendremos que hacer nosotros, remando juntos para salir de allí, incluso para evitar que la lancha se hunda.
Pero tengo la impresión de que muchos creen o esperan que MCM y EGU hagan solos el trabajo. Así somos los venezolanos. Que alguien llegue al rescate y ya está. Si eso es así, esta desgracia permanecerá, o peor aún, nos volverá a pasar, y Dios nos reclamará no solo porque no nos montamos en la lancha que nos mandó, sino porque nos mató la estupidez y el egoísmo. En este momento, cualquiera que sea el plan de MCM y EGU para enero -o antes- para el rescate, deberá estar abierto a pedir la presencia activa de todos, porque ese será el último llamado al autobús de la libertad. Y el que no concurra se ahogará…
Años atrás pensaba que cada Navidad era la más oscura que habíamos vivido. No habían pasado todos estos años para corroborarme lo equivocado que estaba. En todas esas Navidades pedía y pedía al Niño Jesús el fin de este régimen. Pero creo ahora que la actitud debe ser otra. Debe ser la misma del trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, hace casi 63 años, en su discurso inaugural el 20 de enero de 1961: “Así pues, compatriotas: preguntad, no qué puede vuestro país hacer por vosotros; preguntad qué podéis hacer vosotros por vuestro país.” (ver Discurso inaugural de JFK, en https://discursosparalahistoria.wordpress.com/2010/01/25/discurso-inaugural-john-f-kennedy/).
Y ustedes se preguntarán por qué especialmente ahora. En el cuento de Navidad venezolano más hermoso de todos los tiempos, y representativo de nuestra venezolanidad, escrito por José Rafael Pocaterra, se describe extraordinariamente que el favor de Dios se gana DANDO, NO PIDIENDO. “De cómo Panchito Mandefuá fue a cenar con el Niño Jesús” es un conmovedor relato que muestra la esencia de quienes somos en realidad los venezolanos, describiendo la historia de un niño de la calle, quien no teniendo nada que comer en Navidad, compartió antes de morir lo único que tenía en sus bolsillos para evitar el castigo de una niña.
Ese carácter vivaz, respondón, de enfrentarse a la vida con personalidad, y sobre todo de ayudar a quien lo necesita sin tener cómo, dando hasta donde duela, nos describe como pueblo. Ese gesto desprendido y profundo de Panchito fue lo que en realidad le ganó la simpatía de Dios, invitándolo a la Cena con el Niño Jesús, el más grande honor concedido a cualquier cristiano (ver José Rafael Pocaterra, Cuentos Grotescos, De cómo Panchito Mandefuá fue a cenar con el Niño Jesús, 1922, en https://www.ciudadvalencia.com.ve/nuestros-cuentos-de-navidad-panchito-mandefua-de-jose-rafael-pocaterra/).
Si de esa lección de Panchito Mandefuá no sacamos nada, después de más de 100 años de haberse escrito ese cuento, y toda nuestra historia republicana, el último que apague la luz, y por favor para el próximo año por vergüenza no le pidamos nada más en nuestra Carta al Niño Jesús con respecto a este régimen. De otra manera, aprovechemos de una buena vez la oportunidad que nos está dando Dios para terminar con la tragedia. Piénsenlo esta Nochebuena de Navidad, porque ese será nuestro mejor regalo…
Mis mayores deseos para todos ustedes porque pasen la mejor Feliz Navidad del mundo posible en estos momentos aciagos de incertidumbre, y en especial a quienes he tenido el honor de contar como mis lectores durante este duro Año del Señor 2024. Dios me los bendiga…
Caracas, 23 de Diciembre de 2024
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Dios nos de el discernimiento y valentia que necesitamos en tan dificiles momentos. Dios con Venezuela🙏❤️
ResponderEliminarAmén!
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