viernes, 11 de abril de 2014
Hace falta el que vendrá
jueves, 28 de junio de 2012
El ejemplo de Simon Wiesenthal
Por Luis Manuel Aguana
(Dedicado a mi hermano Raúl Luis Aguana, abogado y autor de la idea, dispuesto a seguir los pasos de Simon Wiesenthal)
Esto terminará. Tarde o temprano el régimen de Hugo Chávez caerá. Su herencia será una nación dividida, un país arruinado y endeudado hasta los tuétanos, un parque industrial destruido, la mayoría de nuestra sangre vital ausente porque consiguieron otros horizontes donde desarrollarse como personas y profesionales. Por más de una década los venezolanos hemos contemplado un gobierno desmantelar una a una nuestras instituciones más preciadas. Y lo peor es que ese desmantelamiento ha contado con la ayuda y complicidad abierta de personajes con nombre y apellido que han atropellado los derechos humanos de las personas a los ojos impávidos de todos nosotros. Un juez pone en la cárcel por 30 años a los Comisarios sin una sola prueba, un Contralor persigue sin ningún rubor a cualquier dirigente que ponga en problemas la elección de algún candidato del gobierno, los Ministros del régimen y los familiares directos de la familia del Presidente se enriquecen a los ojos de todos sin que opere el más mínimo resquicio de justicia. Se han perdido alimentos en contenedores por valor de muchísimos millones de dólares y los Diputados, con nombre y apellido, de la Asamblea Nacional del gobierno se niegan a investigar, encubriendo flagrantemente un delito, que mas allá del delito de corrupción, es un delito en contra de la humanidad de miles de compatriotas que escarban la basura para buscar alimento. Un agricultor llamado Franklin Brito muere de mengua porque un funcionario con nombre y apellido decidió no entregarle lo que era suyo y una Juez llamada María Afiuni es atropellada en su condición humana por dar un fallo a derecho por una funcionaria, con nombre y apellido, a cargo de un penal de mujeres.
Pero esto terminará, tarde o temprano terminará. Y volveremos a reconstruir. Pero será imposible hacerlo sin que se haga justicia a una época de oscurantismo y persecución. Sin creer ingenuamente que volveremos a ser los venezolanos de antes, tendremos que volver a convivir. Y para eso necesitaremos que se haga justicia. Cuando el régimen termine, Hugo Chávez será el principal pero solo uno de los muchísimos responsables de esta tragedia que se llamó la Revolución Bolivariana. Y huirán, huirán los Magistrados cómplices, los Fiscales, los Ministros, los Narco-Generales, huirán como en su momento huyeron muchísimos oficiales de la SS alemanas culpables de delitos contra la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial, con sus bolsillos rellenos de dinero de la corrupción de muchos años. Se esconderán en muchos países del mundo con otros nombres huyendo del brazo de la justicia que necesariamente prevalecerá en Venezuela.
Y como lo hizo en su oportunidad Simon Wiesenthal al no olvidar la tragedia del pueblo judío en Europa, habrá venezolanos que no olvidarán la tragedia de Venezuela en estos años de ignominia. Wiesenthal, tras haber estado prisionero en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, dedicó gran parte de su vida, a no olvidar y a localizar e identificar criminales de guerra nazis que se encontraban fugitivos y llevarlos a la justicia. Me puedo imaginar al Simon Wiesenthal venezolano encontrando e identificando a Luisa Estela Morales en una peluquería en Buenos Aires con el supuesto nombre de Beatriz Algonzaga, o como lo hizo con Aldolf Eichman, secuestrando a Diosdado Cabello de un taller mecánico en Brasil en donde laboraba como perito automotriz. Solo imagínense a Nicolás Maduro en su trabajo de chofer de autobús en Montevideo y de pronto un comando lo baja del autobús y lo mete en el baúl de un carro para traerlo a la justicia venezolana. O a Juan Barreto localizado luego de mucha investigación, trabajando en un bar de travestis en Lima. Tendría un trabajo interesante e intenso esta versión venezolana del cazador judío y tendría mucha colaboración al ser bastante la gente que ha sido afectada por los desmanes de este régimen. No se sonrían, pero esa puede ser perfectamente una versión de nuestro futuro cercano.
No puede ser posible que tanto funcionario público, afecto a este régimen, se olvide que están delinquiendo por temor a perder un puesto de trabajo. Deben entender que esto no es más que un gobierno que pasará, muy malo pero que pasará como tantos otros. La actitud de la Juez Afiuni al actuar de conciencia en el caso que la condujo a prisión nos da la medida de que si existe gente decente y con coraje que hace su trabajo, independientemente del temor. Si todos no tuvieran temor otro gallo le cantara al gobierno. ¿Que locura colectiva esta pasando aquí? ¿Pensará de verdad la Directora del penal donde se encontraba la Juez Afiuni, que no pagará por los delitos de persecución y maltrato a un ser humano y en especial a una mujer enferma? ¿Pensarán los funcionarios que condenaron a los Comisarios a 30 años que eso pasará debajo de la mesa y no pagarán por eso? ¿Pensará de verdad la funcionario que ha perseguido a Biaggio Pilieri que quedará tan campante en el país después de haber pisoteado la justicia como lo hecho? Todos ellos se irán corriendo del país al caer el régimen y serán perseguidos y encontrados por nuestro Simon Wiesenthal.
Creo que no habrá un solo cazador sino muchos. Y eso les debería atemorizar a esta pléyade de aúlicos del régimen que, tratando de ganar indulgencias, han pisoteado nuestra venezolanidad, nuestra forma de ser como pueblo, nuestra historia. Nunca como ahora había habido tanta iniquidad y tanta maldad persecutoria, ni siquiera cuando Gómez, respetando las distancias. Hasta en el castillo de Puerto Cabello que era donde encerraban a los opositores del régimen de Juan Vicente Gómez y botaban la llave, los esbirros tenían la decencia de dejar pasar para el preso la guitarra del compadre Venancio Laya. Es por eso que así como Hugo Chávez quedará preso en La Haya, el resto de los responsables de esta tragedia no dormirán por el temor a ser encontrados. Y ojala que nuestro Simon Wiesenthal tampoco duerma hasta encontrarlos a todos…
Caracas 21 de Febrero de 2011
Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/
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Twitter:@laguana
Nota: Este artículo fue escrito y publicado en las redes el 21 de febrero de 2011 y por error de omisión no fue insertado en este blog hasta el día de hoy.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Navidad Con Presos Políticos
Por Luis Manuel Aguana
Cómo quisiera escribir una nota diferente. La nota debería llamarse Navidad Sin Presos Políticos. Pero no, el gobierno les niega y les seguirá negando la libertad a los presos políticos. En estos días en que todo el mundo busca regalos y quieren estar alegres, lamento poner una nota discordante. Yo no me siento alegre. Y es difícil estarlo porque estoy convencido de que pasarán otra Navidad y Fin de Año encerrados. Y siento que desde el año 2002 cuando miles de venezolanos se lanzaron a las calles de Caracas aquel histórico 11 de abril, reclamando la renuncia de Hugo Chávez por abuso y violación de la Constitución, en la marcha más grande que jamás se haya hecho en este país y si acaso en el mundo, los Comisarios Iván Simonovis, Henry Vivas, Lázaro Forero y el resto de los policías presos, estaban arriesgando sus vidas cuidando las de los manifestantes para que no los mataran en la calle los esbirros del gobierno. Lamentablemente ese día murieron muchas personas pero pudieron haber sido más si ellos no hubieran hecho su trabajo de protección de vidas. Debemos reconocer y honrar eso.
Posteriormente, la Jueza María Afiuni y el Comisario Mazuco fueron también víctimas de la persecución desatada por un gobierno paranoico que ve golpistas en todos lados, por aquello de que cada ladrón juzga por su condición. Todos ellos son presos por la soberana voluntad de una persona, quien creyéndose dueño del país los mantiene presos al margen de cualquier consideración legal y en contravención de todo Derecho Humano. Tal vez si esto pasara en otro país y fueran otras culturas las protagonistas de estas infamias, quizás los venezolanos pudiéramos pasar unas Navidades con las alegrías que acostumbramos en esta época. Pero no, eso está pasando aquí mismito y ahora, en la Venezuela de Diciembre de 2011. Es por eso que me parece tremendamente injusto e inmoral que estas personas no puedan disfrutar de unas navidades con su familia como el resto de nosotros. Ni todavía redactando una Ley de Amnistía, aun así el gobierno se ha dignado a dejar que los presos políticos pasen las navidades con sus familias, por razones de simple humanidad. No esperemos que una mata de mangos nos dé naranjas.
No quiero decir con esto que nos sentemos todos a llorar y sentirnos mal en estas Navidades. No. Solo quiero llamar la atención del grave problema de conciencia que esto tiene y las serias implicaciones de olvidarnos de ello, precisamente en esta época. Son estos momentos los que definen sociedades enteras. Aquellos instantes de la historia que reclamarán nuestros descendientes cuando estudien la Venezuela de los últimos años y se pregunten qué pasó y porque eso se permitió. Quiero ser solo una pequeña piedra en el zapato de mucha gente que dirá: “que fastidioso este señor pensando en cosas tristes en esta época” creyendo que solo lo hago porque me satisface machacar que eso sucede y que no hay que olvidar lo que sucede. ¡Que no nos convirtamos en un pueblo cínico solo porque llego el autoritarismo que tiene petrificada de miedo a mucha gente! Recordemos especialmente en este momento del año al Papa Juan Pablo II, quién gritó: “No tengáis Miedo”. Y al decir de muchos, esto hundió las tiranías del Este de Europa. Esa frase fue uno de los legados más importantes del Papa que mayor influencia tuvo en la humanidad en el Siglo XX.
Deseo que en mi cena de Navidad estén como invitados especiales y de honor todos los presos políticos de Venezuela y rezar con los míos una oración por ellos y por sus familias. Le quiero pedir al Niño Jesus que ellos sean las personas más acompañadas esta Navidad y que estén en el corazón de cada venezolano que se siente a comer una hallaca el 24 de Diciembre en su Cena de Navidad, por más pobre que esta sea. Es muy difícil no guardar rencor por aquellos que les niegan la libertad a la que todo ser humano tiene derecho, pero no dejaré como cristiano que ellos tengan control sobre mis odios o mis rencores. La energía positiva que emana de la fuerza de cada venezolano deseando la paz y la reconciliación debe prevalecer sobre los odios que nos han hecho sentir en todos estos años.
Esto me trae a la memoria el cuento “De cómo Panchito Mandefuá fue a Cenar con el Niño Jesus”, un regalo inolvidable de José Rafael Pocaterra. Este cuento poco conocido por las nuevas generaciones cuenta la historia de cómo un niño pobre, sin ningún chance de tener nada en la Navidad fue el invitado de gala en la Cena de Navidad del Niño Jesus. Y aunque Panchito murió para que ese regalo fuera posible, el mensaje de vida del cuento es muy hermoso y trascendental. Todos tenemos el chance, aun en las peores y más precarias circunstancias, de cenar con el Niño Jesus. Es un cuento que aunque muchos lo juzguen triste, es en realidad una mezcla de tristeza y esperanza. Eso es lo que siento que debemos llevar a la Cena de Navidad de este año 2011 por todo lo que nos está pasando como país y que están sufriendo en carne propia los presos políticos y sus familias.
Quiero concluir esta nota especialmente con un obsequio de Navidad para todos los presos políticos venezolanos, de la pluma del mismo autor del mencionado cuento de Panchito Mandefuá y que fuera pronunciada hace justo 90 años en la Navidad del 24 de Diciembre de 1921. Una hermosísima oración que debiera aprenderse todo venezolano amante de la libertad, dedicada en 1921 a los presos de La Rotunda y que, a mi juicio, también fuera dirigida a todo aquel que fuese vejado en Venezuela en cualquier tiempo por las mismas razones. Esta oración tiene ahora una gran vigencia y, con el favor de Dios Todopoderoso, tal vez el poder para cambiar las cosas:
“Padre nuestro Libertador que estas en la Gloria!
Desagraviado sea tu nombre
Vénganos el tu genio
Hágase, señor, tu libertad, así sea en mi Patria como en la América
El decoro nuestro, el de otros días, dánosle hoy
Y perdónanos nuestras infamias así como nosotros, perdonamos a nuestros infames,
Y no nos dejes perecer en la decadencia, mas líbranos señor,
De toda esta brutalidad siniestra.
Amén”[1]
Amén…
Caracas, 21 de Diciembre de 2011
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Twitter:@laguana
[1] José Rafael Pocaterra, Memorias de Un Venezolano en la Decadencia, Caracas, 1936.