Por Luis Manuel Aguana
En el transcurso de la historia del mundo han existido frases que han definido los momentos de un país y de una sociedad. Es impresionante como el poder de una frase dicha en el momento justo ha cambiado para siempre el curso de los acontecimientos.
Nadie se puede imaginar cual habría sido el destino de Inglaterra si Winston Churchill no hubiera pronunciado esa frase en la Cámara de los Comunes en 1940 al reemplazar al anterior Primer Ministro Chamberlain y que se hizo tan famosa: "No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.". El pueblo inglés soportó bombardeos, penurias y sangre, resistiendo los embates de un enemigo poderosísimo solo porque su liderazgo le insufló el coraje para hacerlo y salieron adelante.
Que hubiera pasado en Venezuela en 1812 si luego del terremoto de Caracas, con un pueblo sometido al dominio español, si Bolivar no hubiera pronunciado "…si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!...", en un claro desafío pecaminoso ante Dios. Muchos lo atribuyeron a que era necesaria esa dura expresión porque la gente estaba moralmente derrotada y había que estremecerla para que saliera de su depresión y peleara por su libertad.
Otra frase que repitió hasta el cansancio Martin Luther King en su discurso desde las escaleras del Monumento a Lincoln en 1963..."Yo tengo un sueño, yo tengo un sueño..." fue definitoria para el Movimiento de los Derechos Civiles de los Estados Unidos cuando todas las minorías negras soñaron que era posible vivir con igualdad de derechos y oportunidades en un país que no había terminado de entender que la esclavitud se había acabado con Abraham Lincoln.
Que importante resultan las frases bien dichas en los momentos aciagos cuando un liderazgo entiende y se sintoniza con la gente. En el medio de la más atroz depresión de los años 30’s, en los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt pronunció un discurso memorable al momento de asumir la Presidencia en 1933 y en el que indicó, de entrada y en sus primeras frases: “Esta gran nación va a salir adelante como lo ha hecho hasta ahora; revivirá y prosperará. En consecuencia, primero que nada, permítanme manifestar mi firme convicción, de que a la única cosa a la que tenemos que temer, es al miedo mismo- miedo anónimo e irracional y sin sentido que paraliza todos los esfuerzos que son necesarios para convertir el retroceso en una marcha hacia adelante…”. ¡Las palabras justas para el momento justo! No en vano Roosevelt repitió cuatro veces como Presidente hasta que la muerte lo sorprendió no terminando su último período.
Ya más de cerca, otras frases se hicieron célebres y ciertamente marcaron un rumbo al país. La famosa frase “Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Es decir, nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder.”. Esto fue pronunciado por Hugo Chávez cuando ladinamente los oficiales que lo custodiaban desobedecieron las ordenes de mostrar a los medios al principal responsable del golpe del 4 de Febrero de 1992. Esa frase se grabó en el imaginario popular al punto que todo el mundo, incluyendo a quien escribe esta nota, pensó que por fin aparecía un venezolano responsabilizándose de sus acciones cuando todo el mundo en este país, en particular en el mundo político, escurría el bulto a las suyas.
Esos 15 segundos de fama se le metieron en los poros a miles de venezolanos hasta el punto que hoy todavía hay gente que cree que este golpista sigue siendo la solución. Vean que poder tuvo eso que aun sufrimos.
Una de las frases más importantes del siglo XX venezolano y que cambió el imaginario popular en el tema económico y político la constituyó el famoso “Sembrar el Petróleo” de Arturo Uslar Pietri, escrita por primera vez por el insigne venezolano en el editorial del diario “Ahora” en Julio de 1936. Tanto caló este pensamiento que todavía los venezolanos nos debatimos en su significado, dando un sin número de interpretaciones a como debe ser utilizado el producto de nuestra renta petrolera. Desde ese momento y hasta que se acabe el petróleo como bien comercial en el mundo y para Venezuela, este concepto prevalecerá en la mente de todo aquel que gobierne este país para siempre.
Las frases no son solo celebres. Marcan un rumbo. Algunos recordamos todavía el “Recibo una Venezuela hipotecada” de Luis Herrera Campins al asumir la Presidencia de la República en 1979, para luego realizar la mayor devaluación conocida por el país hasta ese entonces durante el famoso “Viernes Negro” de 1983. Todo el mundo le recordó al Presidente Herrera en su gobierno que si el había recibido una Venezuela en hipoteca, él perdió la casa. Aun muchos decíamos, antes de conocer el actual desgobierno de Chávez, que el de Herrera Campins había sido el peor gobierno de la democracia. Chávez nos sorprendió con uno, o mejor dicho varios, gobiernos mucho peores que el del recordado Presidente Herrera, especialista en salidas inteligentes y famosos dichos. Es por eso que por la boca muere el pez.
Y entre frase y frase llegamos a la ultima perla del collar del Presidente: “Quien no es chavista no es venezolano”, pronunciada durante el discurso del 191 Aniversario de la Batalla de Carabobo. Menudo sitio que escogió para insultarnos y dividirnos aun más a todos los venezolanos. Cualquiera que estuviera presente en el acto debió haber sentido terror a que las almas de aquellos bravos guerreros que lucharon en el Campo de Carabobo, que selló la libertad de todo un continente, abrieran de par en par esa tierra y se tragara vivo al insolente que pronunció tal blasfemia. Ya los venezolanos perdimos nuestra capacidad de asombro ante este adefesio político que funge como Presidente de la Republica. Pero lo que tal vez no haya previsto este blasfemo son las consecuencias de esa frase.
Y así como en 1992 esos segundos en los que pronunció su famosa frase del “Por Ahora” que le dieron fama mundial, elevando al golpista a la categoría de Presidente, esa frase lamentable y excluyente pronunciada en el Campo de Carabobo lo llevará a una estrepitosa derrota. Los venezolanos no somos así y parece que el golpista lo ha olvidado en el camino. No hay nada más desagradable e intolerable para un venezolano que alguien discrimine por cualquier condición. Es como un requisito básico de nuestra nacionalidad. Esa frase lo llevará indefectiblemente a su muerte política.
Pero lo más hermoso, incluyente y abrumador, fue la respuesta de su principal contendor y próximo Presidente de todos los venezolanos: "El Presidente no decide quién es venezolano, son los venezolanos quienes deciden quien es el Presidente". Esa frase cambiará la historia de Venezuela…
Caracas, 3 de Julio de 2012
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