Por Luis Manuel Aguana
Así como Indiana Jones buscando su Arca de la
Alianza perdida, los venezolanos nos hemos embarcado en la búsqueda del
liderazgo perdido. Creíamos tenerlo el 7-O pero los acontecimientos de esa
noche fueron tan desesperanzadores que muchos de nosotros pensamos que nunca lo
tuvimos.
Tal vez estemos buscando donde no es. Porque
en esencia ¿qué significa el liderazgo? ¿Qué es en realidad lo que estamos
buscando y no encontramos? Se oye mucho en la calle, en los medios de
comunicación: “hace falta un nuevo liderazgo”, pero nadie explica que es eso.
La gente lo asocia con los partidos políticos
para ocupar las posiciones de representación popular a través del voto. Pero
eso va más allá de esa simple máscara. Y tal vez en la respuesta a la pregunta
“¿Qué significa el liderazgo en Venezuela?” logremos desentrañar esa sensación
de haber perdido el norte y no saber qué hacer ante esta arremetida brutal que
significó el 7-O para los venezolanos y que aún nos amenaza con repetir su
zarpazo el 16D.
Siempre he creído que más que respuestas
correctas debemos hacer las preguntas correctas. Una pregunta para empezar
podría ser ¿tuvimos alguna vez liderazgo en Venezuela? Muchas voces autorizadas
dicen que sí. Vivieron en la Venezuela de los Siglos XIX y XX, sin ir más
atrás, personas que marcaron nuestra existencia como pueblo en muchas áreas. La
cultura, las ciencias, la política.
Si partimos de ese hecho, si se quiere
sencillo y fácil de explicar, ¿qué los diferenció a ellos del resto? ¿Qué los
diferenció y los inmortalizó en sus distintas disciplinas? ¿Cuál era el hilo
conductor que hizo que fueran reconocidos como “lideres” en sus respectivos
campos? Podríamos ensayar algunas respuestas: lo primero era que no eran
ningunos improvisados y se distinguían por ser muy estudiosos. Nadie puede
dudar que un Jose María Vargas, en el campo de las ciencias, o un Arturo Uslar
Pietri en el campo de la cultura o un Rafael Caldera en el campo de la política
fueran unos individuos que brillaron por sus estudios y sus obras. Fueron
líderes en su actividad.
He allí un hilo conductor que podríamos
señalar. Otro aspecto que podríamos responder de este tipo de individuos es que
nunca nadie los señaló como traficantes en su campo. ¿Podría alguien indicar que un Jose Gregorio
Hernandez, siendo un sabio de la medicina hizo uso de ella para enriquecerse?
¿O un Luis Razetti? ¿Podría alguien decir que Rómulo Betancourt se murió rico
por traficar con la política? ¿Sabe alguien si Rómulo Gallegos se hizo rico con
Doña Barbara?
Los líderes señalados dedicaron gran parte de
su vida a cultivarse a sí mismos para ofrecer el fruto de ese cultivo personal
a su comunidad y a su país, sin más retribución que la satisfacción de haber
dejado una huella histórica. Ese tránsito vital necesariamente tiene que haber
estado lleno de las clásicas virtudes y defectos humanos.
Es por eso que muchos dirán que alguno de los
personajes históricos mencionados arriba tuvo defectos que los llevaron a
realizar acciones consideradas reprochables. Es cierto. Pero también es cierto
que nadie podría negar que fueran líderes inobjetables en sus campos de
actividad.
Y así podría llenar páginas y páginas de
ejemplos de nuestro propio país con personas que marcaron la historia de
Venezuela PARA BIEN. También podríamos mencionar algunas que lo hicieron PARA
MAL y que también pueden considerarse líderes en toda la extensión de la
palabra y que dejaron una impronta que todavía no se borra en el venezolano.
Uno de ellos es Juan Vicente Gomez.
Con Gómez la Venezuela de principios del
siglo pasado se congela en el tiempo. Lo que logro este hacendado sin educación,
que hizo de este país su finca particular, fue la popular consigna Unión, Paz y
Trabajo, que se reducía a lo que decía la oposición de su tiempo: Unión en las
cárceles, Paz en los cementerios y Trabajo en las carreteras. Este líder surgió
en una Venezuela completamente feudal y llegó, a su manera, a poner “orden”
dentro del desorden de guerras intestinas que existían en el país.
Un tanto parecido hizo PARA MAL el actual
líder de la llamada Revolución del Siglo XXI. Llegó en un momento histórico del
país donde todas las “ranas” pedían por un Rey, en medio del más absoluto
desorden y falta de liderazgo (ver Fábulas de Esopo en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/03/fabulas-de-esopo.html).
Y ahora “el Rey” de la fábula no se quiere ir.
Sacamos como conclusión entonces que algunos
liderazgos aparecen en momentos históricos y se montan sobre una ola y después no
se quieren ir. Y otros se construyen y se moldean con la vida del país transformando
con el tiempo esas circunstancias históricas, y trabajando poco a poco en sus
diferentes campos para estar preparados para el cambio que inevitablemente termina
ocurriendo en cualquier momento. Pero esos liderazgos no pueden ser
improvisados. No pueden ser el resultado de la propaganda política ni de los
medios de comunicación, como está sucediendo en la Venezuela actual.
Aun cuando Gomez no pudo ser desplazado del
poder, la pléyade de estrellas que había en el firmamento venezolano era muy
extensa, en todas las áreas pero fundamentalmente en la política. Y a su
muerte, gente extraordinariamente culta e instruida realizaron los cambios
necesarios para introducir al país a la modernidad y al concierto de las
naciones. Ese liderazgo estaba allí, producto de años de estudio, trabajo, bodega
y añejamiento, para aflorar en el momento preciso.
Y es por eso que cuando las personas buscan
desesperadamente al liderazgo nunca lo encuentran en lo que hay en la
superficie; y que se presentan o tratan de vendernos en los medios de
comunicación, tratando de hacernos creer que algunos de los que se promocionan
van a resolver los problemas profundos y estructurales del país. A veces
nosotros mismos nos engañamos con eso y pasan cosas decepcionantes que nos
empujan a dejar de votar.
La siguiente pregunta que sale es la
siguiente ¿y cómo los identificamos? Y la respuesta sería: ellos se harán más
visibles en la medida que arrecien los problemas porque nadie más que ellos
tendrán las soluciones y mostrarán el camino a seguir. Están allí, pero hay que
ser más cuidadoso en la escogencia.
Nunca como en la Venezuela actual ha habido
mayor concentración de inteligencia y cultivo de personas para salir de este
problema que se creó antes y a partir de 1998. La gente deberá saber
diferenciarlos de los productos prefabricados por los partidos políticos y que
estarán gritando engañosamente en la superficie. Hay que mirar un poco más profundo
y verles la etiqueta, así como algunos hemos empezado a hacer con los productos
que se compran en los supermercados, solo para citar un lugar común.
Escoja solo aquellos con conocimiento,
tradición y tiempo de añejamiento, no en la política sino en lo que hace con su
vida. Verifique su trayectoria y aportes a sus comunidades. No escoja recién
llegados sin larga tradición en sus propios campos de actividad. Pida
referencias, investíguelos bien. No de un cheque en blanco a alguien
desconocido. Sea más profundo y crítico en sus apreciaciones. Oiga sus
intervenciones y trate de sopesar la sinceridad de su discurso y su amor por
este país. El próximo 16D puede ser un buen momento para empezar.
Se sorprenderá de lo que podría encontrar,
tanto para bien como para mal. En esta época de la información masiva se puede
conseguir casi cualquier cosa de cualquier persona. Nos hubiéramos podido
ahorrar muchos dolores de cabeza en estos 14 años si en 1998 hubiéramos hecho ese
sencillo ejercicio, porque hubiéramos rechazado a este gorila a la primera solo
por ser un militar mediocre. Y este cambio de actitud de los votantes obligará
a los partidos y a cualquier grupo a mejorar sus cuadros dirigentes. Tal vez de
esta manera ese liderazgo no esté tan perdido como pensábamos y haya una
esperanza para Venezuela.
Caracas, 24 de Noviembre de 2012
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana