Por Luis Manuel Aguana
En estas horas de espera angustiosa por el desenlace final de la situación creada por los EEUU, que se manifiesta en una masiva movilización militar en aguas del Caribe con el objeto, de acuerdo a lo que informa ese país, de luchar contra el narcotráfico proveniente de Venezuela, los venezolanos nos encontramos en una situación inédita. Nunca antes se había acusado en el exterior de criminal a ningún gobernante venezolano, y mucho menos procesarlo como tal por un fiscal extranjero, sujeto a ser capturado por sus fuerzas policiales y/o militares.
A comienzos del siglo pasado, se enviaron buques de guerra a Venezuela con el objeto de cobrar deudas a la fuerza al gobernante venezolano de turno, Cipriano Castro. Paradójicamente, fue la intervención e intermediación de los EEUU lo que impidió esa segura invasión de nuestro territorio.
Hoy nos encontramos en el peor de los mundos: un país desinstitucionalizado, esto es, sin ninguna institución legítima en funciones, y sin capacidad de dar respuesta frente al mundo a una situación de la cual no tenemos ningún control.
Los principales funcionarios norteamericanos, comenzando por el mismo Presidente Donald Trump, han manifestado su intención de hacerse cargo ellos mismos y por la fuerza, de las cabezas que consideran responsables de la exportación de drogas desde Venezuela a los EEUU, considerándolos en este momento como terroristas. Ante esa realidad, muy poco se puede agregar. En este punto, lo que resta es esperar si se harán efectivas tales amenazas, sin que los venezolanos tengamos algo más que decir, más allá de especular acerca de las consecuencias que tal acción tenga en nuestro país.
En algún momento antes de que esta fuera una realidad producto del enfoque que se le diera a este problema por parte de la oposición política venezolana, en ANCO propusimos que se abriera un canal de negociación que sentara a 4 los actores principales de esta tragedia: los EEUU, el régimen, la oposición política legítima (no la MUD/PU y con nuevos e intachables negociadores) y una representación calificada de la sociedad civil venezolana, a los fines de negociar la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, unas Bases Comiciales para la convocatoria y un Tribunal Electoral ad hoc para esa única elección, con veeduría internacional y con vigilancia de las 4 partes, para efectuar la consulta y elección Constituyente para que esa representación legítima de la soberanía popular resolviera una transición política para Venezuela. ¿Es muy tarde para eso? A estas alturas, lo creo muy difícil, a pesar de que en política cualquier cosa es posible.
Pero ante la clara corriente de opinión pública desplegada, que grita “¡que se vayan!”, o “¡que se los lleven!”, que se manifiesta en todas partes, (porque no olvidemos que los venezolanos queremos nuestras soluciones de una vez y para ayer) lo que nos resta es analizar lo que no se ve, aquello que la dirigencia política no le gusta hablar, esto es, de las consecuencias de hacerse efectiva la amenaza de los EEUU. Y no es que los EEUU no tengan la potencia para hacer efectivas sus amenazas, sino que lo hagan y no se queden aquí para ayudarnos a recoger los vidrios de lo que se rompió, dejándonos el paquete a los venezolanos.
He reiterado en anteriores notas que las fases de Desplazamiento y Transición requieren de sostén militar efectivo que garantice no solo la estabilidad de cualquier próximo gobierno, sino la seguridad de la garantía del mantenimiento del orden público y social del país. Nadie en la oposición que ha impulsado la vía de la ruptura del orden político imperante ha mencionado ni de pasada cómo se hará eso. Y asumiendo que eso sea un secreto, los mismos norteamericanos han manifestado que tampoco ellos lo saben, y son ellos los que precisamente tienen las herramientas de fuerza para que la fase de Desplazamiento pueda ocurrir.
¿Y entonces? ¿Serán ellos los que garanticen eso en la Venezuela post-Maduro? Pareciera que no. De acuerdo a Juan González, ex asesor para América Latina del expresidente Joe Biden, estando ahora en la oposición del gobierno al Presidente Trump, indica lo siguiente: “Los americanos tienen que entender de que cambiar a Maduro y restaurar a Edmundo González en Miraflores, que ganó las elecciones, tenemos que decirlo, de julio pasado (2024), va a requerir presencia de soldados americanos dentro de Venezuela. Y ese es el debate que tenemos que tener en este país, si queremos tener otra guerra sin fin por Venezuela….” (ver Patricia Janiot, Entrevista a Juan González, ex asesor para América Latina del expresidente Joe Biden, VENEZUELA ¿ES INMINENTE UNA OPERACIÓN MILITAR DE EE.UU.?, en https://youtu.be/MAYqoWtIlRg?t=452).
El Presidente de los EEUU no es dueño de su país, aunque pueda tomar decisiones que afecten la vida de los norteamericanos. Todos los analistas internacionales apuntan que los EEUU pueden hacer una operación y extraer o suprimir “a cualquier terrorista” alrededor del mundo cuando y como quieran, eso no está en discusión. Pero lo que no puede hacer solo es iniciar una guerra sin el respaldo de su Congreso, poniendo efectivos militares en nuestro país.
Entonces, ¿quiere decir que vendrían, suprimirían las cabezas del régimen, trasladarían a Edmundo González Urrutia y a María Corina Machado a Miraflores y nos dejarían al resto de los venezolanos el paquete posterior de deshacernos de la superestructura narco-criminal del régimen, para que la oposición pueda conservar el poder durante una transición? Eso luce, por decir lo menos, suicida. Si los norteamericanos al menos dijeran que eso está cubierto con fuerza local, sin que la oposición tenga que afirmarlo o negarlo, el asunto no se vería tan descabellado. Pero es que los mismos funcionarios norteamericanos, como James Story, han dicho públicamente que no existen esos planes de sustentabilidad de parte de la oposición (ver declaraciones del ex embajador Story en Hacer política en Venezuela, en https://ticsddhh.blogspot.com/2025/08/hacer-politica-en-venezuela.html).
Esto último se ratifica en las palabras de R. Evan Ellis (1) del Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra de los Estados Unidos (Strategic Studies Institute of The US Army War College), en un reciente reporte político publicado:
“El mayor riesgo de una operación militar en Venezuela que capture o elimine a Maduro y a una parte de sus compinches es la escalada de violencia. El predecesor de Maduro, Hugo Chávez, y el propio Maduro posiblemente han establecido al país como una franquicia criminal en la que los militares, los compinches de Maduro y otros han sido cómplices durante mucho tiempo. Como consecuencia, como se señaló anteriormente, es menos probable que la desaparición de Maduro y sus allegados facilite una transición a la democracia que una lucha de los numerosos actores criminales del país para tomar el poder por sí mismos y socavar cualquier establecimiento de orden por parte de un gobierno democrático que pueda hacerlos responsables de sus crímenes. Estas dinámicas problemáticas también se complicarían con otras como Rusia, Cuba y China, cada una con un interés personal en negar a Estados Unidos una «victoria» sobre Venezuela, y sembrar el caos que distrae a Estados Unidos, consume sus recursos y lo contamina en el tribunal internacional de la opinión pública, buscando explotar el papel percibido de Estados Unidos en desatar el caos en Venezuela a través de sus acciones militares” (ver R. Evan Ellis, en ¿Finalmente el desenlace en Venezuela? septiembre 15, 2025, en https://legadoalasamericas.org/finalmente-el-desenlace-en-venezuela/) (resaltado nuestro).
En otras palabras, la lucha para tomar el poder y evitar cualquier establecimiento del orden, entre las numerosas franquicias criminales que ha producido el régimen, tiene más probabilidad de facilitar una transición a la democracia que la desaparición de “Maduro y sus compinches”, ¿qué tal? Todo esto sin contar con la generosa ayuda de los amigos del régimen. Rusia, Cuba y China, que sin necesidad de enviar tropas harán lo que sea necesario para dinamitar la estabilidad de cualquier nuevo gobierno. Recuerden: como se haga el Desplazamiento, dictará el resultado de la Transición.
Esto pone a una posible Transición realizada en estos términos en un grueso dilema. O se terminan de desatar los demonios con la ayuda de los EEUU, o reevalúa absolutamente todo el camino recorrido. Difícil posición cuando se podría afirmar que en toda esta operación “sin marcha atrás” está en juego la supervivencia política de la oposición. Pero ellos no pueden estar más arriba que la seguridad de vidas venezolanas.
Dicho lo anterior, y dando el beneficio de la duda de que se podrá estabilizar una Transición después de haber completado con éxito una posible fase de Desplazamiento, (aún sin saber cómo se mantendría tal fase de Transición) seguirá existiendo la necesidad de legitimar el origen de esa Transición a través de un orden Constituyente.
No existe en Venezuela ni un hueso sano de legitimidad en ninguno de los poderes públicos. Eso hace imperativo convocar al dueño de la soberanía en una Asamblea Nacional Constituyente para legitimar, no solo un posible Gobierno de Transición que aplique un programa de gobierno (como Tierra de Gracia), sino para construir la institucionalidad que vendrá y que sería sostenida por una nueva estructura constitucional. Y eso no se puede hacer sin acuerdos políticos mínimos de gobernabilidad entre las facciones políticas. Eso se hizo antes en este país. Ojalá que exista la sindéresis necesaria para no intentar inventar de nuevo la rueda …
Caracas, 30 de Septiembre de 2025
Blog:
TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
(1) El
Dr. R. Evan Ellis es profesor de investigación de estudios latinoamericanos en
el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de
Estados Unidos, y se centra en las relaciones de la región con China y otros
actores del hemisferio no occidental, así como en el crimen organizado
transnacional y el populismo en la región.
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