Por Luis Manuel Aguana
El odio guardado nunca fue buen consejero.
Sin embargo es indudable que es una energía muy poderosa que mueve voluntades. “Te
las voy a cobrar todas” parece siempre decir por dentro aquel quien es objeto
de humillaciones, vejaciones y burlas, más aún cuando estas provienen
permanentemente de quien detenta poder.
Aquellos quienes hemos trabajado en empresas
grandes, en el gobierno o cualquier organización hemos visto muchos casos de
ese tipo. Hay gente que se traga malos tratos, insultos y humillaciones de sus
jefes, pero por dentro guardan aquel “deja que te agarre en la bajadita” y se
las cobra todas juntas en la primera oportunidad que les dan de tener poder.
Y como en una oportunidad hace dos años reseñó
Simon Boccanegra en Tal Cual (http://www.codigovenezuela.com/2010/05/opinion/simon-boccanegra/cipriano-castro-y-juan-vicente-gomez)
no existe personaje del gobierno a quien
Chávez haya humillado públicamente más que a Diosdado Cabello. De acuerdo a esa
nota “lo candidateó para el “Morrocoy de Oro”, “distinción” con
la cual dice que va a “premiar” a los funcionarios públicos más flojos”. Ningún ser humano que se precie de tal olvida tales afrentas; las guarda,
las macera y las organiza para su correspondiente cobro.
Las humillaciones
públicas de Diosdado Cabello han sido múltiples. Basta solo con ver algunas
referencias, incluyendo una con la técnica que le encanta al Iluminado de
Sabaneta: el careo. En ésta, Chávez regaña a Diosdado frente al público en
presencia del Gobernador Henry Falcón por una carretera en Lara
(Gamelotal-Buría http://www.youtube.com/watch?v=y8j1s5TbeNY).
Una humillación abierta…
De esta manera,
independientemente de la responsabilidad de los regañados, Chávez esconde sus
culpas al descuartizar públicamente a los que intervienen en el proceso, lavándose
las manos frente a los venezolanos. Brillante, ¿verdad? Pero de una bajeza
humana inigualable y espeluznante. Esa es una de las notas por cobrar de
Diosdado.
Juan Vicente Gómez
le guardó con odio muchas de esas notas de cobro a Cipriano Castro. Boccanegra
recordaba en el artículo señalado la condición de “capagatos” oficial que
detentó Gomez para la Primera Dama de entonces, Doña Zoila de Castro: “..“Compadre, cápeme este gato”, le pedía Doña
Zoila al vicepresidente Gómez y el compadre, solícito, le capaba el gato”
Francisco Herrera Luque reseña ese odio por
dentro de una manera magistral en su obra En
la Casa del Pez que Escupe el Agua [1]:
“Eso de Juan Vicente Capagatos le produce una rabia desquiciante que se traga
la guía de sus bigotes. Juan Vicente sin embargo no expresa sus sentimientos.
Sin alterarse, como en los primeros tiempos, sigue alternando con los amigos de
su compadre…”
Doña Zoila enviaba telegramas a Maracay,
lugar de residencia del Vicepresidente, que eran del dominio público de
entonces y que todo el país reía a carcajadas: “Necesito con urgencia que se traslade a ésta para que me cape al gato”.
[1] Y Gómez concurría solícito al requerimiento de su comadre, al punto que le
saludaban recordándoselo: ¿Y qué dice el
General Juan Vicente Gomez, pacificador de Venezuela y gran capagatos? [1]
¿Será posible que estemos ante una situación
semejante? Otro pasaje de la obra de Herrera Luque luce de una semejanza
indiscutible como si esa historia se repitiera: “Un día que el Restaurador tiene los ojos de páramo (Gómez) lo
reconviene con dejo suave: - Compadre, he sabido que anda usted por ahí
diciendo que yo soy un burro que no sirve para nada y que lo estoy velando para
echarle un empujoncito. Eso es una maldad, compadre; yo a usted le he sido fiel
desde el principio hasta el fin. Por usted dejé de ser hacendado, que es lo que
a mí me gusta, y por usted salí a matar gente cuando he podido quedarme en
Maracay haciendo negocios y viendo mi hacienda, que es lo mío. Y si soy bruto,
ni yo tengo la culpa, ni he hecho nada para parecer lo contrario.” [1]
Pero la ocasión, dicen, la pintan calva. La
espera y las humillaciones siempre tienen un final. Al agravamiento de la
enfermedad de Cipriano Castro, ningún médico cirujano de la época desea venir a
Venezuela.
“-Qué vaina-
exclama Castro- Pues, si es así, tendremos que irnos.
-No se preocupe
compadre – dice Gómez-, que yo le cuido las espaldas, como lo he hecho siempre-
le apunta dulzón.
-Así es- observa Cárdenas
(agente del Restaurador en Europa)-. Con Gómez en la silla usted no tiene nada
que temer…”[1]
Y la historia le dio la razón a quien tuvo la
paciencia del humillado.
En una más reciente,
Chávez hizo una de doble banda al descalificar al entonces candidato de la
oposición Henrique Capriles, vejando de paso de nuevo a Diosdado. De acuerdo a
la nota de Informe 21.com (http://informe21.com/politica/12/06/18/chavez-aprovecho-para-humillar-a-diosdado-al-intentar-descalificar-a-capriles)
el Presidente dijo:
“"A mí me
daría mucha vergüenza... (debatir con Capriles) ¡Je! Porque ahí lo que hay es
la nada... Eso sería como poner a pelear a Cassius Clay con Diosdado (que fue
boxeador en una época)...". Con estas palabras, el Presidente le dió por
mampuesto un knockout técnico a su rival más próximo dentro de sus propias
filas, desestimando la fuerza y la pegada de quien es, sin duda, el segundo
hombre a bordo de la revolución. No es la primera vez que el Líder humilla a su
colaborador y excompañero golpista. Con esta nueva vejación velada en forma de
chiste, el Comandante aplacó el vuelo de quien pretende sucederlo desde su
posición como Presidente de la Asamblea Nacional y como hombre fuerte dentro de
las Fuerzas Armadas.”. Esta nota
para el cobro es particularmente grande… Y como decía Gómez “-Tenga paciencia, amigo, y sepa esperar…”[1]
Y Diosdado ha esperado y soportado como el capagatos de Doña Zoila, convirtiéndose
así en el Capagatos del Siglo XXI. Ha soportado sumisa y pacientemente las vejaciones
y humillaciones del Líder de la Revolución. Ahora, antes del 10 de Enero de
2013, tiene la oportunidad de oro para hacer efectivas todas las notas públicas
y privadas pendientes de cobro. ¿Se convertirá el Capagatos del Siglo XXI en Presidente?
Se dice que cuando los cañones bombardeaban el Palacio de la Moneda en
Santiago de Chile en aquel 11 de Septiembre de 1973, Salvador Allende gritaba: ¡¿Y
donde esta Pinochet!?, a la sazón Comandante del Ejército. Y Pinochet estaba detrás
de los cañones que disparaban... ¿Será capaz este nuevo capagatos de alzarse también
con el “coroto”, como lo hizo el anterior, hasta que la muerte los separe? El odio
es un buen estímulo para eso. Y la historia es terca, se quiere volver a
repetir…
Caracas, 1 de Diciembre de 2012
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
[1] En la Casa del Pez que Escupe Agua, Francisco Herrera Luque,
Editorial Pomaire 1985, ISBN 84-599-5541-9