sábado, 15 de junio de 2013

Constituyente por las razones equivocadas

Por Luis Manuel Aguana

Está comenzando a llamar la atención entre la opinión pública el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente. Y eso era de esperar. Algunos líderes han empezado a expresar públicamente su opinión en relación al tema, y dado lo importante del asunto considero que es sano abrir una discusión en el país que nos lleve a aterrizar esa materia, impidiendo adhesiones o rechazos por las razones equivocadas.

De acuerdo al Movimiento Independiente Democrático del Táchira el “momento constituyente” se da cuando “se llega a una total ingobernabilidad e inseguridad jurídica y no hay reglas de juego claras.  Cuando se desborda el enfrentamiento político, el odio, y la división prevalece entre los ciudadanos.  Cuando un gobierno dilapida los mayores recursos que ha tenido el país en toda su historia y no hay manera legal de controlarlo.  Cuando la corrupción, la incapacidad, la inseguridad y la impunidad incrementan la situación de crisis. Cuando todas las realidades anteriores nos puedan conducir al abismo de una guerra civil” (ver http://redinternacionaldelcolectivo.blogspot.com/2013/05/mid-movimiento-independientedemocratico.html). Nadie puede dudar que ese es el país que tenemos ahora.

Ahora bien, el MID-Táchira, citando a Jacques Donnedieu de Vabres, en su obra L’Etat (1994), indica:El objeto de un proceso constituyente es establecer un orden racional, claro y estable que evite, en la medida de lo posible, la subversión, el golpe de estado, las intrigas palaciegas, las agitaciones colectivas y los delitos políticos. Un proceso constituyente aparece así progresivamente como una barrera al abuso del poder y como una manera organizada de excluir ciertas formas o ciertos temas de cuestionamiento al poder. Un proceso constituyente es un rito pacificador… es también símbolo de independencia”(Subrayado nuestro).

He citado ambas referencias porque indican que un proceso de la naturaleza del que hablamos no se convoca para salir de un mal gobierno en particular, ni se convoca para que una parte del país se imponga sobre la otra. Todo lo contrario. Se convoca porque hay un estado de cosas que no sostienen la paz necesitándose construir algo nuevo. Los que piensan de una manera y los que piensan de otra se convocan para llegar a un proyecto común que establezca “un orden racional, claro y estable que evite, en la medida de lo posible, la subversión, el golpe de estado…”.

Es para esto que debe llamarse a un proceso constituyente y por lo que pensamos que estamos en un “momento constituyente”. Pero hay algo que creo es lo fundamental y debe constituir una advertencia: nadie llama a éste proceso para liderizarlo ni para establecer pautas de comportamiento, ni decir que se debe o no se debe discutir o decidir en una ANC. Eso es una materia que está reservada solo a aquellos a los que el voto popular les da la responsabilidad de representarlos, esto es a los Constituyentes.

Nadie puede alzar una bandera en el país proponiendo la convocatoria a una ANC para prometer que se hará o se dejará de hacer con ella como si se tratara de una propuesta política electoral, ese es el sentido equivocado del planteamiento. Lo único que puede hacer, a lo sumo, alguien que desee proponer la convocatoria a una ANC, si así lo desea, es concursar en la circunscripción correspondiente y esperar el voto del pueblo para participar en las discusiones que se den en esa ANC, nada más.

Ahora bien, si se espera que de las deliberaciones de esa ANC salga algo positivo para el país, deben existir propuestas concretas y estudiadas de lo que se desea de ella. Esos planteamientos deben hacerse en su seno, pero pueden ser ventilados previamente a una convocatoria, para que la población los conozca. Eso es otra cosa.

Discutir el país que deseamos no es un asunto trivial. Va mucho más allá de las promesas electorales que hizo Hugo Chávez en la campaña de 1998 pidiendo Constituyente como una promesa sin contenido. Se reunieron 131 Constituyentes y redactaron, a juicio de los 125 salidos del Kino chavista, una Constitución que no fue el producto de un consenso sino la imposición de un vencedor. Eso se evidenció cuando el 52% de los votos impusieron a esos 125 Constituyentes, dejándole solo 6 al 48% restante de los electores. Eso nunca podía estabilizar a un país. Muestra concreta de eso es que en el 2002 éste se echó a las calles pidiendo un cambio. Y aun no es estable…

Deseamos propuestas que describan seriamente como queremos al país, no promesas como las que haría un candidato en campaña electoral. Una propuesta como esa es la que plantea MID-Táchira en su Proyecto País (ver https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDLXdIMzljSFVtWmc/edit?usp=sharing) en la cual esgrime un cambio ESTRUCTURAL que bien puede ser discutido y aprobado por una ANC. Puede haber muchas otras propuestas pero esta es una que considero muy buena aproximación a la solución de los problemas principales de Venezuela. Siempre puede ser mejorada, pero ES una propuesta concreta.

El Proyecto País planteado allí se basa fundamentalmente en el manejo de 12 ejes para el desarrollo nacional. Pueden verlos todos en la citada presentación. Como ejemplo deseo que se enfoquen en la primera: Autonomía Regional, que basa su acción en tres elementos que en estos momentos grita el ciudadano, sin ser oído por sus autoridades: Autonomía Regional (municipalización profunda del país), Autarcía (autosuficiencia económica para resolver sus problemas mediante impuestos y servicios) y Autoría (responsabilidad de los funcionarios ante las comunidades que los han elegido).

Todos los municipios del país están prácticamente mendigando los recursos para mejorar su calidad de vida de un Poder Ejecutivo todopoderoso. Aun habiéndose producido la descentralización política en 1989 con la elección de los Gobernadores y Alcaldes, ese proceso todavía es “chucuto”, con una excesiva centralización del poder y los recursos del gobierno central. Esa relación debe cambiar drásticamente.

Venezuela no es Caracas. Hay primero que pasar por sincerar las poblaciones para repensar cuantos municipios deben existir realmente en cada entidad territorial, llevándolos a una relación más humana, capaz de dar calidad de vida a la gente. Solo ver los casos de Catia, el 23 de Enero, Caricuao y Petare en Caracas nos da una idea clara de lo que se plantea aquí.

El sólo pensar que Venezuela con cerca de 1 millón de kilómetros cuadrados y aproximadamente 28 millones de habitantes, tenga solo 335 municipios y España posea 8.112 municipios con cerca de la mitad del territorio que nosotros tenemos, nos da una idea bastante clara de cuán lejos estamos de lo correcto. Hay que acercar el gobierno a la gente y darle constitucionalmente los recursos para que puedan resolver sus problemas. Eso es repensar al país en términos estructurales.

Lo anterior es sólo un ejemplo de que la discusión aquí debe ir muchísimo más allá de la diatriba política cotidiana y de pensar el país para los venezolanos. Sin embargo esto no quiere decir que nos olvidemos de la actual situación política.

Un proyecto para el país nos garantizaría no volver a caer en una crisis terminal como la que vivimos, pero también su reinstitucionalización nos daría, por ejemplo, un nuevo CNE que nos garantice Elecciones Auténticas para todas la autoridades, incluyendo a la Ilegitima que hoy nos mal gobierna, la solución del problema cubano y de la crisis económica, con el regreso de la confianza.

No se puede convocar la discusión del país sin un plan, sin una idea concreta de lo que queremos. Es por eso que una convocatoria sin la existencia de propuestas concretas es como ir a una guerra sin una estrategia. Si no pensamos en grande al país, más allá de nuestras diferencias, se puede a volver a caer en el mismo error de 1998, convocando a una Constituyente por las razones equivocadas. Primero es un proyecto para el país y luego convencerlo para convocar a una ANC para discutirlo y aprobarlo. Lo demás parece espejismos de oportunistas.

Caracas, 15 de Junio de 2013

Twitter: @laguana


lunes, 10 de junio de 2013

Golpe de Estado versus Constituyente



Por Luis Manuel Aguana

La inmensa cantidad de correos y artículos publicados en relación a que la única salida a la crisis institucional del país pasa por un Golpe de Estado es aterradora. Muchas de las argumentaciones se basan-y con toda razón-, en la responsabilidad que tienen las Fuerzas Armadas de la restitución del Estado de Derecho, pisoteado hasta la saciedad por el régimen de Chávez, heredado por el Ilegitimo mediante el atraco en descampado de unas elecciones.

Sin embargo, esas voces al unísono me suenan como el coro de ranas que de aquella fábula de Esopo, “Las Ranas pidiendo Rey” que describí el año pasado: “Aún estamos sintiendo lo que deseamos como país en 1998, a alguien que pusiera orden. Pareciera que todos los venezolanos fuimos a pedírselo juntos en cola al dios Júpiter de la fábula. Y nuestra suplica fue concedida cuando nos llegó alguien que se está comiendo a las ranas en el más absoluto desorden. Pero este país merece algo más que el lapidario designio de Júpiter acerca del reinado eterno de ese rey.” (ver Fabulas de Esopo en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/03/fabulas-de-esopo.html). Lean la fábula y lo comprenderán.

Es por esa razón que voy a atreverme a ir en contra de la corriente general y de las muy respetables voces que claman por ese Rey. No es la primera vez que lo hago. Pienso que vuelven a equivocarse, de la misma manera que lo hacen aquellos que creen, todavía atornillados en el siglo pasado, que nos encontramos en los mismos escenarios políticos e institucionales que vivimos en Venezuela con los golpes ya conocidos y estudiados, con unas Fuerzas Armadas, no solo armadas con las armas de la República sino también con la decencia que ello debe conllevar.

No señores, un Golpe de Estado ahora no sería como el de la Junta de 1948 que entronizó a Perez Jiménez por 10 años, y menos aún como el que le dieron a él los cadetes de la Academia Militar, que asombrosamente contó con una Junta que llevó al país a unas elecciones limpias en 1959 y luego generosamente le traspasó el poder a un Presidente legítimo.

Pero lo peor del Golpe no son las expectativas que se tienen con él-sin fundamento, a mi modesto modo de ver-, sino que sería una suerte de “quítate tu pa’poneme yo” con la extraordinaria excusa que le daríamos nosotros mismos para irrumpir sobre el hilo constitucional al respaldarlo abiertamente porque sobran las razones para darlo. Pero a veces, sobran razones también para matar a un asesino violador con las propias manos y no por eso aprobamos su linchamiento por la poblada. Para eso la sociedad se da tribunales y justicia.

Los Golpes del pasado contaban con una condición que no existe ahora: eran golpes entre venezolanos, no había un tercero interesado en medio. Se convoca a la “institucionalidad de las Fuerzas Armadas” como si eso fuera algo que no debe estar respaldado por las armas.

El Comandante Hugo Chávez DESARMO a la Fuerzas Armadas. Así como lo leen. Le entregó las armas de la República a las milicias inconstitucionales, a los grupos paramilitares, a los delincuentes, a la narcoguerrilla, a los Colectivos, a todo el mundo menos a quienes debían institucionalmente tener el control de esos instrumentos, los únicos capaces de sacarlo del poder.

Desmanteló el apresto operacional de todos los componentes de las Fuerzas Armadas al punto de que no existiera nadie que fuera capaz de reunir el poder suficiente para cambiar este estado de cosas por la vía de la fuerza militar, en contra de los designios de la ocupación cubana. Chávez no corrió el riesgo de sus predecesores. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto daño le ha hecho este régimen a las Fuerzas Armadas.

Sin embargo, como dicen en las Fuerzas Armadas: “los militares son leales hasta que se alzan”. Pero, asumiendo que ese coro de voces tenga razón, ¿quiénes serían los nuevos alzados? ¿De dónde saldrían? ¿De unas Fuerzas Armadas deliberadamente desarmadas y desarticuladas? Esta situación nos pone en el siguiente predicamento: los soldados institucionales no pueden alzarse porque fueron desarmados, y quienes eventualmente pueden hacerlo serían los otros, los del “lado obscuro de la fuerza”. Y en caso de que lo hagan, ¿ustedes creen que lo harían con la premisa de llevarnos a una democracia? ¡Nos enterrarían en una urna blanca! De nuevo, las ranas pidiendo Rey…

Venezuela ha llegado al punto en el cual todos debemos entender que no se puede seguir imponiendo una parte del país sobre la otra parte. Chávez hizo bien su trabajo al dividirnos en dos toletes. Soy de la creencia que estamos en el tolete de la mayoría pero esa mayoría no se le puede imponer al resto del país sin que se le reconozca su representación proporcional. Necesitamos reconciliar a Venezuela para reconstruirla. Eso no significa impunidad, significa vivir en paz desde algún punto en adelante y reconstruir al país con justicia. Con un Golpe no se logrará eso por la naturaleza misma del concepto.

Un Golpe bajo la premisa que los que queden al mando reunificarán al país es ingenuo. Nadie puede garantizar lo que salga de la Caja de Pandora que se abriría cuando eso ocurra y el que lo diga es un ingenuo o un criminal oportunista.

La naturaleza de los militares que están del “lado obscuro de la fuerza” en Venezuela y que son los que tienen el suficiente poder para dar un Golpe, solo la saben el Departamento de Estado norteamericano y todos los servicios de inteligencia de las potencias que buscan narcotraficantes globales. Ellos solo darían un Golpe para defenderse de que no los extraditen. Y en el supuesto negado que lo hagan, no será para nuestro bien, como lo sufrieron las ranas de la fábula.

Algunas voces han asomado la posibilidad de un proceso Constituyente para afrontar la crisis. No es una fantasía, es una posibilidad cierta. El país requiere volver a encontrar un camino. Lo está buscando tan desesperadamente como en 1998 cuando clamó por un salvador que dijo que una Constituyente era la solución. Y los venezolanos le creyeron y lo hicieron Presidente.

Pero ahora las razones de una Constituyente se hacen presentes de nuevo pero con una diferencia y una razón fundamental: elegir los Constituyentistas sobre la base real del país actual con la representación proporcional de las minorías que no hubo en 1999 para discutir el país que queremos como diferencia principal, con la reunificación del país como razón fundamental.

Convocar a una Constituyente solo requiere de la voluntad del 15% de los venezolanos inscritos en el Registro Electoral y está en la Constitución (Art. 347, 348 y 349). No existen lapsos para hacerla y nadie puede impedírnosla. Podemos realizarla cuando queramos los ciudadanos que resolvamos hacerlo.

Una Asamblea Nacional Constituyente no es un salto al vacío como si lo sería un Golpe de Estado. No hay que tenerle miedo a la democracia. Estableciendo un mecanismo de decisión por consenso en una ANC se eliminarían las dudas que una parte del país se imponga sobre la otra parte. En ella se decidiría reafirmar nuestra soberanía expulsando a quienes la han usurpado y reconstituyendo a nuestras Fuerzas Armadas; y asimismo reconstruir los poderes públicos, particularmente al Poder Electoral para unas Elecciones Auténticas que desalojen al Ilegitimo de Miraflores, unificando a los venezolanos en torno a un proyecto común y de consenso de país. ¿No creen ustedes que eso es mejor que un Golpe de narcotraficantes y oportunistas?

Caracas, 10 de Junio de 2013

Twitter: @laguana