Por Luis Manuel Aguana
Está comenzando a llamar la atención entre la opinión
pública el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente. Y eso era de esperar.
Algunos líderes han empezado a expresar públicamente su opinión en relación al
tema, y dado lo importante del asunto considero que es sano abrir una discusión
en el país que nos lleve a aterrizar esa materia, impidiendo adhesiones o
rechazos por las razones equivocadas.
De acuerdo
al Movimiento Independiente Democrático del Táchira el “momento constituyente”
se da cuando “se llega a una total
ingobernabilidad e inseguridad jurídica y no hay reglas de juego claras. Cuando se desborda el enfrentamiento
político, el odio, y la división prevalece entre los ciudadanos. Cuando un gobierno dilapida los mayores
recursos que ha tenido el país en toda su historia y no hay manera legal de
controlarlo. Cuando la corrupción, la
incapacidad, la inseguridad y la impunidad incrementan la situación de crisis.
Cuando todas las realidades anteriores nos puedan conducir al abismo de una
guerra civil” (ver http://redinternacionaldelcolectivo.blogspot.com/2013/05/mid-movimiento-independientedemocratico.html).
Nadie puede dudar que ese es el país que tenemos ahora.
Ahora
bien, el MID-Táchira, citando a Jacques Donnedieu de Vabres, en su obra L’Etat
(1994), indica:“El objeto de un
proceso constituyente es establecer un orden racional, claro y estable que
evite, en la medida de lo posible, la subversión, el golpe de estado, las
intrigas palaciegas, las agitaciones colectivas y los delitos políticos. Un
proceso constituyente aparece así progresivamente como una barrera al abuso del
poder y como una manera organizada de excluir ciertas formas o ciertos temas de
cuestionamiento al poder. Un proceso constituyente es un rito pacificador… es
también símbolo de independencia”(Subrayado nuestro).
He
citado ambas referencias porque indican que un proceso de la naturaleza del que
hablamos no se convoca para salir de un mal gobierno en particular, ni se convoca
para que una parte del país se imponga sobre la otra. Todo lo contrario. Se
convoca porque hay un estado de cosas que no sostienen la paz necesitándose
construir algo nuevo. Los que piensan de una manera y los que piensan de otra
se convocan para llegar a un proyecto común que establezca “un orden racional, claro y estable que
evite, en la medida de lo posible, la subversión, el golpe de estado…”.
Es para esto que debe llamarse a un proceso
constituyente y por lo que pensamos que estamos en un “momento constituyente”.
Pero hay algo que creo es lo fundamental y debe constituir una advertencia:
nadie llama a éste proceso para liderizarlo ni para establecer pautas de
comportamiento, ni decir que se debe o no se debe discutir o decidir en una
ANC. Eso es una materia que está reservada solo a aquellos a los que el voto
popular les da la responsabilidad de representarlos, esto es a los
Constituyentes.
Nadie puede alzar una bandera en el país
proponiendo la convocatoria a una ANC para prometer que se hará o se dejará de
hacer con ella como si se tratara de una propuesta política electoral, ese es
el sentido equivocado del planteamiento. Lo único que puede hacer, a lo sumo,
alguien que desee proponer la convocatoria a una ANC, si así lo desea, es
concursar en la circunscripción correspondiente y esperar el voto del pueblo
para participar en las discusiones que se den en esa ANC, nada más.
Ahora bien, si se espera que de las deliberaciones de esa
ANC salga algo positivo para el país, deben existir propuestas concretas y
estudiadas de lo que se desea de ella. Esos planteamientos deben hacerse en su
seno, pero pueden ser ventilados previamente a una convocatoria, para que la
población los conozca. Eso es otra cosa.
Discutir el país que deseamos no es un asunto trivial. Va
mucho más allá de las promesas electorales que hizo Hugo Chávez en la campaña
de 1998 pidiendo Constituyente como una promesa sin contenido. Se reunieron 131
Constituyentes y redactaron, a juicio de los 125 salidos del Kino chavista, una
Constitución que no fue el producto de un consenso sino la imposición de un
vencedor. Eso se evidenció cuando el 52% de los votos impusieron a esos 125
Constituyentes, dejándole solo 6 al 48% restante de los electores. Eso nunca
podía estabilizar a un país. Muestra concreta de eso es que en el 2002 éste se
echó a las calles pidiendo un cambio. Y aun no es estable…
Deseamos propuestas que describan seriamente como queremos
al país, no promesas como las que haría un candidato en campaña electoral. Una
propuesta como esa es la que plantea MID-Táchira en su Proyecto País (ver https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDLXdIMzljSFVtWmc/edit?usp=sharing)
en la cual esgrime un cambio ESTRUCTURAL que bien puede ser discutido y aprobado
por una ANC. Puede haber muchas otras propuestas pero esta es una que considero
muy buena aproximación a la solución de los problemas principales de Venezuela.
Siempre puede ser mejorada, pero ES una propuesta concreta.
El Proyecto País planteado allí se basa fundamentalmente en
el manejo de 12 ejes para el desarrollo nacional. Pueden verlos todos en la citada
presentación. Como ejemplo deseo que se enfoquen en la primera: Autonomía Regional,
que basa su acción en tres elementos que en estos momentos grita el ciudadano,
sin ser oído por sus autoridades: Autonomía Regional (municipalización profunda
del país), Autarcía (autosuficiencia económica para resolver sus problemas
mediante impuestos y servicios) y Autoría (responsabilidad de los funcionarios
ante las comunidades que los han elegido).
Todos los municipios del país están prácticamente
mendigando los recursos para mejorar su calidad de vida de un Poder Ejecutivo
todopoderoso. Aun habiéndose producido la descentralización política en 1989
con la elección de los Gobernadores y Alcaldes, ese proceso todavía es
“chucuto”, con una excesiva centralización del poder y los recursos del
gobierno central. Esa relación debe cambiar drásticamente.
Venezuela no es Caracas. Hay primero que pasar por sincerar
las poblaciones para repensar cuantos municipios deben existir realmente en
cada entidad territorial, llevándolos a una relación más humana, capaz de dar
calidad de vida a la gente. Solo ver los casos de Catia, el 23 de Enero,
Caricuao y Petare en Caracas nos da una idea clara de lo que se plantea aquí.
El sólo pensar que Venezuela con cerca de 1 millón de
kilómetros cuadrados y aproximadamente 28 millones de habitantes, tenga solo
335 municipios y España posea 8.112 municipios con cerca de la mitad del
territorio que nosotros tenemos, nos da una idea bastante clara de cuán lejos
estamos de lo correcto. Hay que acercar el gobierno a la gente y darle
constitucionalmente los recursos para que puedan resolver sus problemas. Eso es
repensar al país en términos estructurales.
Lo anterior es sólo un ejemplo de que la discusión aquí
debe ir muchísimo más allá de la diatriba política cotidiana y de pensar el
país para los venezolanos. Sin embargo esto no quiere decir que nos olvidemos
de la actual situación política.
Un proyecto para el país nos garantizaría no volver a caer
en una crisis terminal como la que vivimos, pero también su
reinstitucionalización nos daría, por ejemplo, un nuevo CNE que nos garantice
Elecciones Auténticas para todas la autoridades, incluyendo a la Ilegitima que
hoy nos mal gobierna, la solución del problema cubano y de la crisis económica,
con el regreso de la confianza.
No se puede convocar la discusión del país sin un plan, sin
una idea concreta de lo que queremos. Es por eso que una convocatoria sin la
existencia de propuestas concretas es como ir a una guerra sin una estrategia. Si
no pensamos en grande al país, más allá de nuestras diferencias, se puede a
volver a caer en el mismo error de 1998, convocando a una Constituyente por las
razones equivocadas. Primero es un proyecto para el país y luego convencerlo
para convocar a una ANC para discutirlo y aprobarlo. Lo demás parece espejismos
de oportunistas.
Caracas, 15 de Junio de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana