martes, 16 de diciembre de 2014

UNO, transición y Constituyente


Por Luis Manuel Aguana

Aunque lamentablemente y por problemas técnicos escuché por pedazos la conferencia  vía Zello que realizó anoche el Dr. Luis “Balo” Farías, a través del canal “Venezuela Hasta los Tuétanos” (http://www.ivoox.com/charla-dr-luis-balo-farias-15-12-2014-audios-mp3_rf_3862807_1.html), explicando nuestra propuesta al país del Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/), si pude escuchar algunas valiosas intervenciones que no puedo menos que comentar por este medio ya que tocan, a mi modo de ver, el centro de nuestro planteamiento al país de convocar al Depositario de la Soberanía, al haberse cerrado todas las vías naturales para: a) solucionar el que consideramos el verdadero fondo del problema que padecemos los venezolanos, más allá de indicar que estamos en medio de un Estado delincuente y cubanizado; y b) pasar de un estado actual de caos a un estado de reconstrucción y recuperación de la democracia.

No es fácil abordar este problema. Hemos estado muchos meses tratando de explicarle al país, en especial a la dirigencia política y a aquellos que marcan opinión el alcance del planteamiento, y si a ellos les resulta difícil entenderlo, imaginen como puede ser para el resto de la opinión pública a la cual pretendemos llegar.

Y no se trata que nosotros seamos alguna suerte de “iluminados” que nos encontramos la piedra filosofal de la política y los demás son unos tapados que no nos  entienden. No. Se trata de ver el problema desde una perspectiva diferente, de ver más allá del cuadro en donde nos hemos encasillado desde hace más de 30 años, intentando dar soluciones tradicionales a problemas inéditos y sumamente complejos.

Comenzaré por el fondo del planteamiento. Chávez llegó a la política venezolana en 1992 por las mismas razones por las que estamos tratando de salir de este régimen. Los problemas que había en 1998 y por los cuales los venezolanos le dieron su voto en mayoría relativa y compraron su planteamiento constituyente, aun sin saber que implicaba eso ni como se comía, se han agravado de manera superlativa, al punto que ya no es posible salir por la vía tradicional electoral como lo plantea la oposición oficial y colaboracionista, entre otras razones porque el régimen contaminó esa vía para quedarse en el poder.

Coincidimos plenamente entonces en que no hay salida electoral con aquellos usuarios de los canales de Zello que forman parte de una resistencia activa al régimen y que plantean la vía de la aplicación del Artículo 350 constitucional, así como de aquellos amigos, entre los cuales se encuentran Alberto Franceschi y el V.A Mario Iván Carratú, fundadores de UNO (Un Nuevo Orden), organización que se ha declarado “político-social, civil y militar”, que intentan la vía cívico-militar como el mecanismo para lograr esa transición, a la que indefectiblemente deberemos llegar los venezolanos para pasar de un estado al otro.

Nuestra diferencia estriba entonces en el cómo llegamos a esa transición. Todavía no he escuchado de quienes indican que “¡hay que ir al 350 ya!” como se come eso, más allá de pedirle a los militares que intervengan. Incluso hay quienes han indicado que esa transición debe venir del chavismo (¡!), con todo y lo sorprendente que esto pueda ser. He opinado en no menos de dos oportunidades explícitamente en relación al tema de la transición (ver Reinterpretando la Transición en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/reinterpretando-la-transicion.html y El signo de la Transición http://ticsddhh.blogspot.com/2014/07/el-signo-de-la-transicion.html) y en ambos coincido en que obviamente no es posible dejar el factor militar afuera de esta ecuación. PERO (siempre hay un pero) a mi juicio es LA SOCIEDAD CIVIL Y NO LOS MILITARES los responsables de este proceso, independientemente que estos últimos sean los que al final obliguen a forzar un cambio en las condiciones políticas del país.

Es por eso que siempre hemos hablado de la vía CONSTITUCIONAL para resolver este problema, entre otras razones porque este asunto no es solo de quienes nos consideramos opositores al régimen sino también de quienes estando en la acera del oficialismo también desean un cambio y que ven en cada vez mayor proporción que el sistema que propone el régimen del “mar de la felicidad cubano” no es la solución. Y es allí donde está el verdadero reencuentro y la reconciliación. Pero no con los delincuentes sino con el pueblo “chavista” (si, entre comillas, porque al final también son venezolanos).

Entonces, el Proyecto País Venezuela no es una cosa aislada del problema de la transición y no se puede ver como un proyecto de “buenas intenciones” que se aplique después que los militares y un grupo de civiles iluminados “resuelvan” la transición, entre otras razones porque sería un golpe de Estado más de los que ya estamos cansados los venezolanos.

Es más, si hay un golpe NO DESEO NINGUNA CONSTITUYENTE y que se quede la constitución como está, porque esta sería una más de las muchas que han existido en nuestra historia republicana, que se haría para acomodar la nueva circunstancia política a los nuevos gobernantes. Sería iluso suponer que aquellos que vengan en ese nuevo escenario no quieran, como estos que ya tenemos, administrar la chequera del Estado, en un “quítate tu pa’ponerme yo”. Nunca habrá garantía de que eso no suceda, siendo una lotería pensar que esos militares nuevos sean como los de 1958.

¿Qué es lo que le daría verdadera legitimidad a cualquier pronunciamiento de las Fuerzas Armadas o movimiento cívico-militar como el que propone UNO? TRES MILLONES DE FIRMAS EN LAS MANOS, certificadas, comprobadas, blindadas recogidas por una sociedad civil organizada para eso, SIN LA PARTICIPACION DE NINGUN ORGANO CONSTITUIDO CORROMPIDO. Eso es lo que proponemos y en eso estamos. Primero es la VOLUNTAD POPULAR expresada en los Artículos 5 y 347 constitucionales, exigiendo como pueblo depositario de la soberanía LA CONVOCATORIA DE UNA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE con un Tribunal Electoral Constituyente que garantice  Elecciones Autenticas de los constituyentistas, ensamblado con unas reglas o Bases que el mismo depositario de la soberanía imponga, que respete el Principio de Representación Proporcional y la participación de todos los venezolanos sin distingo de condición política.

Una vez que se tenga el mandato claro del Depositario de la Soberanía en las manos, no habría fuerza gubernamental que impida un cambio. Allí si toca que quienes deben defender con las armas esa Soberanía lo hagan, y si no lo hacen entonces los ciudadanos tienen el derecho y el deber de salir a las calles a defenderla. Iríamos entonces a las calles con un PROPÓSITO CLARO. Nadie en el mundo nos puede negar que luchemos para pedir democracia.

¿Se dan cuenta entonces que la transición no es una cosa diferente y es parte de un mismo todo constitucional? No se me escapa que esa transición será durísima y las medidas que habrá que tomar serán de mucho dolor para el pueblo venezolano. Pero es precisamente por eso que no puede ni debe ser la decisión de unos pocos sin el respaldo de la Soberanía popular que solo deviene de voluntades recogidas para una reconstrucción basada en un Proyecto con un norte claro. A eso es lo que llamamos “empoderamiento popular” de aquellos que dejando de ser pueblo nos convertimos en ciudadanos para exigir democracia y libertad.

Caracas, 16 de Diciembre de 2014

Twitter:@laguana

jueves, 11 de diciembre de 2014

Ciudadanos del mundo


Por Luis Manuel Aguana

Tal vez el 10 de Diciembre sea el día más importante para la Humanidad. Es el día cuando la Asamblea General de la ONU, en su Resolución 217A, aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. Sin embargo, este reconocimiento fundamental de los Derechos del Hombre no fue casual, y vino precedido de una larga historia.

A juicio de mi ilustre profesor Antonio Rodríguez Yturbe “podríamos decir que, en un sentido general y no sólo para los nacionales de un país, comienzan a consagrarse(los Derechos Humanos) a partir del Siglo XVIII, con la Declaración de Derechos de Virginia, Estados Unidos, el 12 de Junio de 1776, primera colonia que emitió su Declaración. Esta reviste un particular significado: constituye la primera, en su tipo, de lo que podríamos llamar el moderno constitucionalismo…..La Declaración de Independencia de los Estados Unidos, el 4 de Julio de 1776, en Filadelfia, en cuyo contenido está muy presente el pensamiento de Thomas Jefferson, constituye un siguiente paso de importante influencia. Aquí ya “se reconoce como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales, que a todos les confiere su creador ciertos derechos inalienables, entre los cuales está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, que para garantizar esos derechos los hombres instituyen gobiernos que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno tiende a destruir esos fines, el pueblo tiene derecho a reformarla o a abolirla, a instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en aquella forma que a su juicio garantice mejor su seguridad y libertad”…” Subrayado nuestro (1)

Doce años después ocurre la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, piedra angular que llevó a la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa el 26 de Agosto de 1789, donde por vez primera se da “un sentido igualitario a las personas y se eliminan del trato oficial los reconocimientos a los títulos de nobleza….Es desde esa época de la Revolución Francesa, que cada vez más Estados van a contener dentro de sus constituciones referencias a los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.”(1)

Es por eso que los Derechos Humanos están íntima e históricamente relacionados a la manifestación de los ciudadanos de darse la forma de gobierno que ellos escojan ya que es un derecho inherente e inalienable a la persona humana. La Declaración Universal de los Derechos Humanos no hace sino formalizar el fondo de lo que en el devenir histórico de la humanidad los pueblos han buscado y conseguido afanosamente con sacrificio de vidas y sufrimientos. Estos valores sobrepasan el principio mismo de soberanía tradicional y ningún gobierno del mundo puede alegar soberanía si atropella los derechos humanos de su pueblo.

El cuadro que actualmente presenta Venezuela ante el mundo es el de un país cuyo régimen aborrece y niega esos principios elementales a sus ciudadanos. Las pruebas están a la vista de todos y ante ello no se puede alegar soberanía. De hecho, nosotros, los ciudadanos de este país llamado Venezuela, en el principio superior y universal del derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, desde aquí dentro tenemos el derecho y el deber responsable de organizarnos para conseguirlos, pasando por abolir una forma de gobierno contrario a los principios establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Para comenzar, solamente el Artículo 2 de la Declaración Universal establece: “Toda persona tiene todos los Derechos y Libertades proclamados en esta Declaración….”.

Esa es la base universal sobre la cual descansa nuestro DERECHO a un llamado a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria. No tenían que existir artículos como el 5 o el 347, 348 y 349 en la Constitución venezolana. SON DERECHOS UNIVERSALES. El Pueblo es dueño de su destino como depositario de su soberanía y TIENE EL DERECHO de darse el gobierno que en justicia le de el máximo de felicidad posible, garantizándole su seguridad, libertad y demás Derechos Humanos establecidos en esa Declaración Universal, actualmente atropellados por un régimen que ha destruido los fines últimos de un gobierno para con sus gobernados.

Los venezolanos tenemos el deber de actuar en consecuencia de una manera civil y democrática, resguardando los principios universalmente reconocidos. NADIE puede poner en duda un proceso constituyente si se cumplen los extremos requeridos para todos aquellos que deseamos un cambio radical en la forma de gobierno. Ningún gobernante, léase Poder Constituido, puede imponernos una forma de gobierno írrita y no democrática, ni mucho menos reglamentar nuestro deseo hacia un cambio pacífico de gobierno.

Ya el mundo no es el coto cerrado de caza de los gobernantes de turno en los países. Ahora existe, con sus limitaciones, una comunidad de naciones a la cual le permea toda violación de derechos humanos en cualquier parte del mundo. Venezuela luce como una herida purulenta en el concierto de naciones civilizadas del planeta, exhibiendo torturas, persecución y encarcelamiento de líderes políticos y estudiantes, así como la restricción de libertades civiles y políticas. Y eso no cambiará por más groserías y basura que salgan por la boca de estos gobernantes ilegítimos.

Un Aniversario más de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no hace sino afianzar lo que ya sabemos: este es un problema nuestro y que resolveremos nosotros. Sin embargo, resolverlo pasa por una comprensión cabal de esos Derechos que se reconocieron un 10 de Diciembre en la ONU. Si los venezolanos llegamos todos a comprenderlos en su debida profundidad y a convencernos de que es posible su aplicación porque tenemos las herramientas a nuestra disposición, no solo nos liberaremos de este régimen oprobioso sino que nos convertiremos en los ciudadanos del mundo que una vez fuimos, saliendo de nuestras fronteras a libertar a otros pueblos.

Caracas, 10 de Diciembre de 2014

Twitter:@laguana

(1)     Los Derechos Humanos y su inserción en el Derecho Internacional dentro del escenario geopolítico contemporáneo, Antonio Rodríguez Yturbe, Págs. 185-187, 60 Años de las Declaraciones Internacionales de los Derechos Humanos, Universidad Monteávila / Fundación Konrad Adenauer, 2008, ISBN 978-980-12-3530-9