sábado, 12 de marzo de 2016

“Autosuicidio” en Primavera

Por Luis Manuel Aguana

De entrada me sorprendió positivamente que la Asamblea Nacional estuviera cocinando una Ley de Referendos para enfrentar las perversas normativas del CNE en relación a la convocatoria de los Referendos Revocatorios y de otros tipos que establece la Constitución. Hacía falta. El CNE había venido haciendo de la suyas para evitar que fueran destituidos funcionarios que por sus actuaciones, no solo merecen ser revocados sino que se han convertido en tóxicos para el bien de la Nación.

Pero una cosa es que haga falta un Ley de Referendos y otra muy diferente que la Asamblea Nacional se haya “fusilado” la actual normativa, y sin ningún cambio sustantivo cercene el espíritu establecido en la Constitución de que la iniciativa popular constituyente sea conducida por el propio detentador de la soberanía. De nuevo, el Poder Constituido tratando de establecerle pautas al Poder Constituyente Originario, pero esta vez por parte de la oposición oficial.

La normativa actual del CNE y ahora el Proyecto de Ley de Referendos aprobado en primera discusión (http://www.asambleanacional.gob.ve//uploads/botones/bot_e1e24955f3d466bee7c5b4b27a039d061dea8462.pdf) insisten en ponerle limites a un derecho ciudadano,  estableciendo lugares y días predeterminados para las manifestaciones de voluntad, con la utilización de captahuellas e incluso “pedirle permiso” a un Poder Constituido (CNE) para ejercer nuestra soberanía. Eso es inaceptable. Pareciera que esa ley fue escrita por la fracción del régimen en la Asamblea Nacional.

Ya me parecía extraña una Ley de Referendos “express” donde lo que hicieron fue copiarse la normativa fatídica del CNE,  y adecuarla a los propósitos de la oposición oficial, sin un estudio concienzudo de un tema de significativa relevancia para el país.

¿Porque allí nadie se le ocurrió que de forma permanente, a la mitad de cualquier periodo de funcionarios de elección popular, se abra un “lapso de revocatorio” donde se establezca un tiempo –un mes por ejemplo- durante el cual cualquier ciudadano puede concurrir a SU centro electoral –aquí y en el exterior- donde se voto por dicho funcionario, se identifique, y SOLO CON SU CEDULA DE IDENTIDAD, que es el único requisito para votar en este país, indique que lo desea revocar?

Y si en ese mismo periodo de tiempo se alcanza el número de manifestaciones mínimas establecidas, se proceda a la convocatoria de un proceso revocatorio, semejante a un proceso electoral, y con las mismas garantías para los electores y el funcionario en cuestión, se proceda a ese Referendo Revocatorio en los mismos centros. ¿Por qué ponerlo complicado limitando nuestros derechos ciudadanos? El CNE perfectamente puede definir centros permanentes para hacer eso en todo el país. Si pueden comprar maquinas en contratos multimillonarios no creo que les sea problema mantener centros clave para eso de manera permanente.

Se dejó una norma que ahora no es de “ellos” -el gobierno- sino “nuestra” -la oposición oficial- pero que no beneficia a los ciudadanos que padecemos los desmanes de los funcionarios, que una vez que se hacen con un cargo de elección popular piensan que son dueños de la gente y sus recursos, sino a favor de los partidos que llevan a esos funcionarios.

En una pasada nota reclame la necesidad de esa ley si se le quería solicitar el Revocatorio al Ilegitimo (ver Revocatorio y Constituyente en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/01/revocatorio-y-constituyente.html). Sin embargo no se entendió o no se quiso entender. Pareciera que con esta estratagema se le está haciendo un saludo a la bandera para decir que se cubrió el extremo de una ley necesaria pero con una consecuencia maliciosa: se le está poniendo una regulación a quienes intentemos a través de la vía del Poder Originario convocar al pueblo para discutir el país en una Asamblea Nacional Constituyente, ya que se pasa por la misma normativa a  los referendos y a la iniciativa popular para convocar al Constituyente. Y ambos enfoques son completamente diferentes.

Una cosa es que se regule la convocatoria de referendos e iniciativa constituyente de parte de los Poderes Constituidos y otra muy distinta es que se lo haga al depositario de la Soberanía. Indicaba en esa nota que esa ley debía regular la convocatoria por parte del mismo soberano con el 15% del Registro Civil y Electoral pero debería protegerse para que el MISMO soberano regulara su propia convocatoria porque el poder del Soberano está por encima de los Poderes Constituidos. Y es sumamente sospechosa esa jugada ya que mata con una sola piedra dos obstáculos importantes para las aspiraciones de poder de un grupo perfectamente identificado en la Asamblea Nacional.

Capriles ya está en la calle está reclutando voluntarios y adeptos sin que esa normativa exista todavía como ley de la República. Y es sospechoso porque de acuerdo a la nueva Ley de Referendos el CNE decide cuando y donde se recogen, y además usando captahuellas, exactamente igual que lo hace la normativa actual (con algunos días adicionales). Parecería que el gobierno está actuando a través de la oposición oficial para imponer un gatopardismo de cambio para que nada cambie.

Volvemos de nuevo a la jugada necia de usar lo mismo que hace el gobierno pero a favor de la oposición, en detrimento de los ciudadanos. En la política debería existir un poco más de ética en el desempeño de algunos liderazgos políticos. ¿No les parece que sería de un comportamiento ético innegable que Henrique Capriles se guardara sus aspiraciones hasta tanto aquellos dirigentes presidenciables –Leopoldo, Ledezma, Rosales- que están presos recuperen su libertad y puedan competir con él en igualdad de condiciones?

Una Asamblea Nacional cuya “primera fracción” está dominada por el partido de Capriles estaría utilizando esa “ventaja” que le está dando el hecho que la “competencia” esta presa para aprobar una ley que asegure –en el mejor de los casos- que solo habrá un competidor en la arena después de revocado el Ilegitimo, y además que se les haga muy cuesta arriba a los ciudadanos convocar a una Asamblea Nacional Constituyente por Iniciativa Popular, no solo para liberar a los presos políticos sino para establecer nuevas reglas de juego en todo el sistema.

Les hago un llamado a todos los Diputados de la oposición de la Asamblea Nacional -no a sus partidos- acerca de cuáles pueden ser las consecuencias de aprobar esa Ley de Referendos en los términos que están planteados en la primera discusión. Nos estamos jugando al país y creo que sus partidos lo están sacrificando en el altar de las  aspiraciones mezquinas de sus dirigentes. Con esa Ley aprobada en los mismos términos de la actual normativa del CNE, Maduro no solo ganará ese Revocatorio sino que posiblemente entierren USTEDES MISMOS la última posibilidad de la democracia en Venezuela, paradójicamente de las manos de una mayoría calificada que el mismo pueblo, hastiado del régimen, les dio el 6D-2015. Como diría un ex Presidente de la democracia, todo un “autosuicidio” en Primavera…

Caracas, 12 de Marzo de 2016

Twitter:@laguana

martes, 8 de marzo de 2016

No sin educación

Por Luis Manuel Aguana

A mi padre

Algunos tal vez piensen que esta nota es muy personal. Yo al comenzar a escribirla lo pensé también, pero me di cuenta, como lo verán más adelante, que no es así. Estamos ya a más de 15 años de haber comenzado el siglo XXI y todavía existen, como existieron en el siglo XX, manifestaciones de un pasado que no se acaba de ir para comenzar uno nuevo. Dicen que la modernidad de Venezuela comenzó 35 años después de comenzado el siglo XX, a la muerte de Juan Vicente Gómez.

Y así como ocurrió antes de un siglo para otro, aun permanecen individuos que fueron criados de una manera, para algunos completamente desconocida y que ahora forma parte de la historia; su accionar en vida como seres humanos obedecía -y aun obedece porque aun no se han ido todos- a las reglas del siglo XIX. Uno de esos fue mi padre, Raúl Aguana Figuera, personaje nacido en Puerto Píritu, un pueblito del oriente del país para ese entonces rural en la primera parte del siglo pasado, y cuya manera de actuar en su vida respondió a esas reglas, donde las cosas no tenían grises sino blancos y negros.

Era muy difícil en esos años para alguien de sus condiciones, una clásica familia trabajadora del interior, estudiar en una universidad, ni siquiera en un buen liceo. Tuvo que trabajar y estudiar en la ciudad importante más cercana, Barcelona, Estado Anzoátegui, para graduarse de Bachiller, y hacerse paso luego a la capital a estudiar una carrera universitaria. De verdad que aquellos que llegaban en esa época a estudiar en la universidad eran unos personajes fuera de serie y por eso valoraban tanto sus estudios porque les había costado muchísimo lograrlos. Tal es la razón por la cual para quienes somos hijos de esos personajes la educación tiene un significado diferente.

Y en el caso de mi padre, fue muy duro y tuvo que realizarlo en dos pasos. Primero una carrera corta que le permitiera sobrevivir para luego estudiar lo que en realidad quiso, sus estudios de Derecho, y de los cuales en realidad nunca vivió sino de lo que realmente fue la profesión de su vida, la docencia. Paradójicamente, esa “carrera corta” como profesor de Ciencias Sociales titulado en el Pedagógico de Caracas, que en aquel entonces se realizaban en tres años, fue su vida completa.

Militó activamente en su juventud en Acción Democrática logrando posiciones de dirigencia en la Parroquia San Agustín. Participó en el famoso mitin de cierre de la campaña presidencial de Rómulo Betancourt en 1958, en la parroquia donde el principal líder de AD había sido Concejal. Luego de eso Betancourt lo mando a llamar para ofrecerle una importante posición del partido y del gobierno en el Estado Anzoátegui, la cual rechazó porque prefirió continuar sus estudios de Derecho en la Universidad Central, abandonando de esa manera una prometedora carrera en la política. Rómulo le dijo que estaba cometiendo un error. Y posiblemente haya sido así, pero él nunca juzgó la política como una “profesión”.

Siendo militante de Acción Democrática, como educador participo en la división del MEP, trabajando activamente por la candidatura de Luis Beltrán Prieto Figueroa a la Presidencia de la República. Lamentablemente pronto se desencantó del funcionamiento interno del partido al notar lo que todos notan en todas las organizaciones políticas: la lista de quienes logran con su trabajo que los dirigentes principales surjan no siempre se corresponde con la lista de quienes terminan ocupando las posiciones relevantes.

Es por eso que mi padre nunca fue un político de profesión sino más bien un estudioso y analista de la política. Muy conocedor de los actores políticos de los principales partidos, conocía especialmente cuales podrían ser sus actuaciones. Largas conversaciones familiares desde muy temprano de mi vida de estudiante universitario transcurrieron en oír los cuentos del “who is who” de la política venezolana.

Al dedicarse de lleno al tema educativo, en especial como profesor de la Academia Militar y la EFOFAC (Escuela de Guardias Nacionales de entonces), su formación no pudo ser más completa en la Venezuela de ese tiempo al comprender como nadie, siendo civil, a los militares y a los políticos. Se pasó más de 30 años formando militares. Todo el mundo creía que era uno, y de hecho lo era en formación y esencia, aun cuando no haya portado nunca el uniforme, al punto que su doctorado fue en Derecho Militar.

De nuestra casa entraban y salían militares. Los fines de semana llegaban cadetes uniformados de la Academia Militar a recibir clases y consejos. Nuestra formación de casa tuvo que ver mucho con eso. Conectando el siglo antepasado con el pasado, mi padre transmitió a sus hijos una impronta muy difícil, al transmitirnos los mismos valores que enseñaba en ese medio.

Sus éxitos en la administración pública educativa tuvieron mucho que ver con la disciplina adquirida de su experiencia con los militares de ese entonces, aunado a la honestidad y pulcritud en el manejo de los asuntos, lo que lo hizo un administrador educativo de excepción. Durante su paso por la Dirección del Liceo Andrés Bello de Caracas, Carlos Andrés Pérez en su primera presidencia, fue el único Presidente que pudo visitar sus instalaciones en el tiempo en que los comunistas tenían tomada la educación media en la capital. Era en ese entonces mi amigo Diego Arria el Gobernador de Caracas. Muchos todavía recuerdan eso.

Ya retirado se dedicó a escribir, y su última obra se la dedicó a la educación universitaria. Mis hermanos y yo intentamos sin éxito que fuera publicada por una universidad. Decidimos que antes que se fuera, su libro “La Universidad, institución fundamental de la cultura en la civilización occidental” (ver http://universidadculturaycivilizacion.blogspot.com/) se publicara en formato digital como un homenaje permanente al esfuerzo que había hecho de comunicar sus inquietudes e ideas en el área educativa.

En sus últimos años conversamos muchísimo de la política actual y las razones por las cuales se había llegado a este desastre, haciendo siempre una evaluación concienzuda de cada momento, y consistentemente llegábamos a la misma conclusión: los partidos políticos desviaron su principal razón de ser, que no es otro que el bienestar de la población, a favor del enriquecimiento de sus lideres y su permanencia en el poder.

Pero eso solo podía salir de una cosa: las personas son presas fáciles del populismo partidista en la medida que más bajo es su nivel educativo. Venezuela es pasto fácil de esa enfermedad recurrente. Y eso se corresponde con una cita que en estos días me escribió mi estimado amigo Don Rafael Grooscors: “Víctor Raúl Haya de la Torre, en 1965, me explicó, personalmente, por qué, para él, era inconcebible darle el voto a los analfabetas”. Y eso tiene relación directa con eso.

Los temas de la deserción escolar, la delincuencia proveniente de eso en el largo plazo, en especial la educación de los adultos, eran temas que lo preocupaban especialmente. De la última conversación acerca de política que sostuve con él antes de caer en su crisis terminal, me dejó particularmente preocupado. Le comenté de los avances que hemos estado haciendo en relación al tema constituyente del cual tanto le había hablado. Al preguntarle, papá  ¿tú crees que en la Venezuela que conoces podamos cambiar de verdad el sistema político? Su respuesta fue terminante: No sin educación.

Luego de eso y al verlo partir este fin de semana, no dejo de pensar que el mejor homenaje que podremos hacerle a su memoria y a la vida de educadores como mi padre y su dedicación por ese apostolado, es luchar por un pueblo más y mejor educado, como el único antídoto que nos queda para evitar que la tragedia actual se perpetúe en Venezuela. Educación, educación y más educación. Solo así podremos comenzar de verdad el siglo XXI.

Caracas, 8 de Marzo de 2016

Twitter:@laguana