jueves, 6 de octubre de 2016

De la inevitabilidad a la trascendencia

Por Luis Manuel Aguana

Pareciera que estoy titulando esta  nota a lo Milan Kundera en la “La insoportable levedad del ser”, pero sin aspirar a tener la misma profundidad de ese autor. La muerte es inevitable. Los impuestos son inevitables y al parecer el curso de los acontecimientos políticos en nuestro país también luce tener un curso inevitable. Pero, gracias a Dios, lo que a veces se percibe como inevitable no lo es porque en ello siempre interviene la voluntad divina.

Siempre me pregunté porque la oposición oficial, aún a sabiendas de la inconstitucionalidad de las decisiones del CNE en relación al RR y la imposibilidad racional de alcanzar ese número mínimo de firmas con el tiempo y la tecnología biométrica en contra, había decidido continuar cual Titanic rumbo a un iceberg imposible de evitar. Y la respuesta es el conflicto.

Ustedes tendrán que disculparme por no pensar como un político profesional en funciones de tratar de llegar al Poder. Cuando uno se pone en ese rol las perspectivas cambian. El problema allí no se centra en lo que pasará en Venezuela, ni cuanta gente incluso pueda morir, aun cuando eso suene duro. El tema se basa en si como político, sobrevives al trance, y si todavía llegas a lograrlo, tienes oportunidad de alcanzar el Poder. Son decisiones muy fuertes que solo están condicionadas por la ética y la moral de los actores involucrados.

Los venezolanos vamos rumbo a un conflicto provocado, e incluso esperado, por la torpeza de quienes toman las decisiones en el régimen, comenzando por el propio Nicolás Maduro, pero con la anuencia de la oposición oficial al haber convencido al país que el RR es la última frontera para resolver el problema político. El tamaño y la naturaleza de ese conflicto lo dictará la situación misma que se presente en las 5.392 colas en todo el país frente a las máquinas que el régimen dispuso para consignar las manifestaciones de voluntad de los venezolanos para revocarlo.

Efectivamente el RR es constitucionalmente una forma de despedir a Maduro, pero las reglas las pone a quien pretendemos despedir, con un CNE parcializado y apéndice electoral del régimen. Un coctel explosivo que ahora tiene fecha.

Pero el RR no es solamente eso. También es la única manera de salir del régimen de Maduro asegurando la continuidad de la claque opositora oficial. Y esa es la respuesta de mi pregunta ingenua del porque insistir en un RR que nos lleva a una confrontación porque no hay forma técnica de conseguir esas manifestaciones de voluntad, no solo por las pocas máquinas que serán colocadas estratégicamente en los sitios convenientes para el régimen y al poco tiempo para hacerlo, sino porque existe otra manera de resolver el problema sin que sea la población la que pague los platos rotos. Y esta no es otra que convocar a una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario, recogiendo las firmas de un 15% del Registro Electoral  al margen de los Poderes Constituidos, y luego de esto exigir el respeto de las Fuerzas Armadas a ese Poder Originario. Esa es la verdadera última frontera.

Pero ¿por qué la oposición oficial no ha hecho uso de esta solución perfectamente constitucional, aún estando en conocimiento de ella? La Alianza Nacional Constituyente le ha hecho llegar a la MUD a través de su Secretario General todos los documentos y procedimientos necesarios para hacerlo, incluyendo una propuesta publica para la recolección de las firmas para el proceso constituyente durante los tres días del RR (ver Manifiesto Tres Días Dos Firmas para el Cambio en http://ancoficial.blogspot.com/2016/08/tres-dias-dos-firmas-para-el-cambio.html).

Sin embargo el rumbo de los acontecimientos luce inevitable. Pero la inevitabilidad puede convertirse en trascendencia si la oposición oficial en lugar de pensar quien será el próximo Presidente al “salir de Maduro”, piensa en cómo será el próximo País después del desastre castro-chavista-madurista.

Con un proceso constituyente se enfrían las aspiraciones de Ramos y Capriles de ser Presidentes después de Maduro, dándole paso a una profunda discusión del país entre todos los venezolanos de manera reconciliada, representados de una manera legítima en una Constituyente Originaria por constituyentistas de todas las tendencias, incluyendo la del chavismo; y se le da la oportunidad a esa Asamblea para decida cómo será el próximo gobierno de transición hacia la democracia y quienes lo conducirán.

En este enfoque no estaría en las manos de las cúpulas partidistas opositoras la decisión de convocar al pueblo a una Constituyente después de tener el Poder, y que por supuesto NO convocarán nunca por razones obvias, sino que sería el mismo pueblo quien se convocaría para reestructurar el sistema político y rehacer el tejido institucional del país, realineando a todos los factores después de un proceso Constituyente. La diferencia es abismal.

¿Será posible que esa trascendencia sea comprendida por los factores políticos de nuestra oposición oficial? Después de todo lo que ha pasado en Venezuela cualquiera diría que tiene una duda razonable. Yo la tengo. Sin embargo no será este analista, que desde este modesto rincón de la red se ha dedicado insistentemente a machacar todos estos principios, quien diga cuál será el final de esta historia. Solo la fuerza de los acontecimientos y la mano de Dios será quien nos diga lo que sucederá en Venezuela. Lo único que si puedo decir es que la historia nos ha enseñado una y otra vez que la única manera de evitar lo inevitable de la muerte es trascendiendo. Queda de aquellos que no desean morir entenderlo, dejando de pensar en ellos para comenzar a pensar en Venezuela. Quienes lo hagan tendrán su puesto asegurado en la historia aún mucho tiempo después de morir…

Caracas, 6 de Octubre de 2016

Twitter:@laguana

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Negocios diferentes

Por Luis Manuel Aguana

Hubo un momento en la práctica gerencial del siglo pasado en el cual los ejecutivos y consultores de negocios, ante la duda de qué camino y estrategia seguir por la situación de incertidumbre que presentaba el entorno donde se desenvolvía la empresa, se hacían a sí mismos la siguiente pregunta: ¿en qué negocio estamos?

Pienso que esa misma pregunta, por supuesto hecha desde una perspectiva diferente,  debemos hacérnosla ante la incertidumbre que le ha generado a los venezolanos la decisión de la MUD de ir al RR “a como de lugar” a sabiendas de cuál puede ser el probable resultado de recoger el 20% de las manifestaciones de voluntad en las condiciones inconstitucionales y perversas del régimen.

Lo primero que debo señalar es que la MUD y la Alianza Nacional Constituyente estamos en “negocios” diferentes. En la ANC no estamos en el “negocio” de “sacar” a Maduro o a quien sea del gobierno. ¿Les parece sorprendente? En la ANC estamos en el “negocio” de transformar el sistema político venezolano, con la consiguiente discusión profunda del sistema que debería tener Venezuela para encarar los retos actuales y futuros de las próximas generaciones, aunque eso –y es necesario remarcar el “aunque”- signifique la remoción de los Poderes Públicos, incluyendo a Maduro al momento de instalarse una Asamblea Nacional Constituyente. Esto es, inmediatamente… ¿Ven la diferencia? Bastante apreciable.

Se entiende entonces que la MUD como grupo de partidos políticos pretenda seguir en el juego, aplicando mecanismos que nosotros podamos considerar descabellados y poco ortodoxos, generando dudas e incertidumbre en quienes nos siguen. Y la aclaratoria es que ambos estamos en “negocios” diferentes.

Desde la perspectiva de un grupo de partidos políticos que no se pasean por la idea de cambiar la forma en que se ha hecho política en Venezuela desde los últimos casi 60 años, puedo entender que se pretenda llevar a la población a ese RR en un acto de “heroísmo” como el de la película “300”, que relata el acto épico trascendental de la Batalla de las Termópilas. Valiente, épico, heroico, pero igualmente suicida.

En la dinámica que lleva el tema, la MUD tal vez esté obligada hacerlo, porque de acuerdo a esa visión del mundo, su “negocio” es sacar a Maduro (pero con nuestro sacrificio), para luego continuar en el ejercicio político “as usual”, tal y como lo han llevado quienes manejan los partidos políticos desde que Venezuela inauguró la era democrática. Están en su negocio. Pero ese no es nuestro negocio. Y es precisamente lo que no queremos para Venezuela: volver a esa política “as usual” que tanto daño le causó al país y que trajo como lluvia estos lodos en los que perecemos ahora.

Nuestro “negocio” o mejor dicho, el “negocio” del movimiento Constituyente que impulsamos un grupo de venezolanos en todo el país, es llevar de principio a fin la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario. Eso conlleva a explicar a mucha gente, convencer, buscar aliados de nuestra tesis en comunidades, gremios, universidades, academias, estudiantes, partidos políticos (grandes y pequeños), y en general a todos los venezolanos que deseen oír, para que nos ayuden en esta cruzada de divulgación de nuestro Proyecto Constituyente y cómo lo llevaríamos a cabo.

Eso comienza por entender que los problemas de Venezuela no terminan con la finalización del régimen de Nicolás Maduro –absolutamente necesario- y que hay que discutir cómo recomponer el país con una nueva propuesta que le de esperanza a millones de venezolanos, de que si es posible una Venezuela diferente. Esta propuesta fue  presentada a la consideración del país desde hace más de 12 años, y fue  denominada Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (pueden descargar la versión digital en http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/).

Recientemente, y a raíz de la profundización de la crisis política en Venezuela, fundamos la Alianza Nacional Constituyente, un movimiento de movimientos, para hacer efectiva esta propuesta de discusión del Proyecto País Venezuela, que le diera una organización a nivel nacional, una metodología y una hoja de ruta que efectivamente nos lleve a la convocatoria del Poder Constituyente Originario (ver http://ancoficial.blogspot.com/).

De manera pues que al estar en “negocios” diferentes, mal se pudiera concluir que estamos “dividiendo a la oposición” con una propuesta como esta. Al contrario, las propuestas serían complementarias en el entendido de que es absolutamente necesaria la salida del régimen con la convocatoria del Poder Constituyente Originario, exista o no un Referendo Revocatorio exitoso en Venezuela. Y los factores opositores deberían entender que la propuesta no les afecta negativamente, salvo a aquellos que entienden la política como una manera de vivir del Estado y de aprovechar la chequera de la Nación cuando ejercen funciones de gobierno.

Nuestro planteamiento entonces se basa en que la sustitución del régimen de Nicolás Maduro sea por una decisión del pueblo legítimamente representado en una Asamblea Nacional Constituyente, que le de piso político a un Gobierno de Transición acordado en su seno constitucionalmente, y a la vez reordenar el sistema político para refundar con reconciliación y entre todos a este país roto por una dictadura. Ese es nuestro “negocio”. El otro “negocio” luce “más fácil” pero tiene un costo escondido para el venezolano sumamente alto. Tanto, que podríamos repetir la experiencia de Maduro a la vuelta de la esquina.

Habiendo dicho lo anterior, es lógico pensar que este Proyecto tenga enemigos –abiertos y encubiertos- que no desean bajo ningún concepto un cambio estructural en la manera de concebir la política en Venezuela. Ningún Jefe de Partido que entienda la política de la manera tradicional aceptaría no poder controlar a los jueces del Tribunal Supremo de Justicia, o no tener decisión sobre enviarle o no los recursos a un Gobernador que no siga las líneas del partido, o que los Alcaldes manejen su propio presupuesto de una manera autónoma, percibiendo por derecho y por construcción constitucional el 100% de los recursos que necesita para darle calidad de vida a sus comunidades a lo largo y ancho de Venezuela.

No puede caerle bien a un Alcalde de Caracas, formado en la manera tradicional de hacer política, y que ha manejado toda la vida el presupuesto de 2 millones de habitantes, que su Alcaldía se dividirá en 22 Municipios autónomos porque sus Parroquias se convertirán en Municipios por decisión de una Constituyente.

No podría caerle bien a un nuevo Presidente de la República, formado en la manera tradicional de hacer política, que ahora no manejará los ascensos militares ni tendrá el poder de regalar nuestro dinero a quien le de la gana, sin pasar por una Cámara del Senado, compuesta por los representantes legítimos de los Estados. No podría caerle bien a ningún Jefe de Partido no decidir a “quien poner” de candidatos a diputados para el Congreso en cualquiera de los Estados, porque ahora eso saldría, en una autonomía federal ganada en una Constituyente, de la decisión del pueblo de esos mismos Estados.

Entonces, nuestro “negocio” no es sacar a Maduro, es cortar la manera de fabricar “Maduros” o tiranos para el futuro. ¿Menuda diferencia, no? Ojalá que el pueblo de Venezuela se meta pronto en nuestro “negocio”, porque así no tendríamos que estar discutiendo si vamos o no a firmar por un RR, defendiendo el “negocio” de la MUD, por culpa de la decisión inconstitucional de unas funcionarias que defienden un régimen. Si todo el mundo se metiera en nuestro “negocio”, ya tuviéramos las firmas necesarias para lograr inmediatamente que eso no pase nunca más…

Caracas, 28 de Septiembre de 2016

Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana