miércoles, 19 de abril de 2017

El significado constituyente del 19 de abril

Por Luis Manuel Aguana

A mi padre

Podría decirse que no hay un suceso histórico en la vida política venezolana que se asemeje más al proceso de reconstrucción la República que les estamos planteando a los venezolanos, a través de la convocatoria al Poder Constituyente Originario, que aquel que sucedió el Jueves Santo del día 19 de abril de 1810 en Caracas.

En efecto, el 19 de abril de 1810, un  grupo de ciudadanos sin más autoridad de la que tenemos usted y yo, desconocieron al Poder Constituido (Articulo 350), representado en la persona del Capitán General de Venezuela, Don Vicente de Emparan, constituyéndose en Junta Suprema de Caracas (Junta Activadora del Poder Constituyente Originario) hasta la instalación del Primer Congreso Constituyente el 2 de marzo de 1811 (Asamblea Nacional Constituyente). Pongo dentro de paréntesis lo que ahora sería nuestro fundamento en este siglo para hacer exactamente lo mismo que hicieron los venezolanos en 1810.

El porque fuera desconocido el Poder Constituido de la época obedeció a la situación política del mundo. Venezuela formaba parte del reino de España y la Capitanía General de Venezuela era la estructura político territorial de ese reino para gobernarnos. Al caer España en las manos de un gobernante francés, Napoleón Bonaparte, su Capitán General, Don Vicente de Emparan, fue designado por el rey impuesto de esa situación política, José I de España, hermano de Napoleón. Los venezolanos de la época no aceptaron esa imposición, asumiendo ellos las riendas de su propio destino.

Los ciudadanos pudieron aceptar al Poder Constituido y no lo hicieron. Las reglas de la guerra hacían que España pasara a ser parte de las propiedades del nuevo emperador conquistador. Sin embargo, los venezolanos tenían razones para pensar que sus derechos podrían ser conculcados por el nuevo gobernante y decidieron que el “status quo” debía ser preservado hasta una nueva decisión, estableciendo en el Cabildo de Caracas lo que llamaron la Junta Suprema conservadora de los Derechos de Fernando VII.

Ustedes dirán que de no haber ocurrido esos sucesos en esa Europa en guerra, la situación en Venezuela posiblemente no hubiera cambiado. Sin embargo el movimiento independentista ya había comenzado algunos años antes. La rebelión de José Leonardo Chirinos en 1795, y la conspiración de Manuel Gual y José María España en 1797, por el lado popular, sin contar con los intentos independentistas de Francisco de Miranda en 1806, dan cuenta de que existían precedentes importantes de cambiar la situación política en Venezuela. Pero en 1810 la situación sufrió un giro importante para todo el mundo –ricos y pobres- y logró la cohesión social suficiente para un fervor unánime de cambio.

Pues una situación muy semejante está ocurriendo ahora. Indudablemente todos estamos siendo afectados por una situación de crisis generalizada y no basta con pedirle al Poder Constituido que no haga lo que por naturaleza una tiranía hace, que no es otra cosa que sojuzgar y reprimir a los ciudadanos. Exigirle al régimen elecciones generales o de cualquier otro tipo con todos los poderes secuestrados, o que deje de violentar la Constitución o los Derechos Humanos es tan disparatado o ingenuo como haber dejado que Vicente de Emparan en uso de sus atribuciones como Capitán General, hubiera ejecutado los designios del hermano de Napoleón Bonaparte en Venezuela. Terminó el tiempo de exigirle nada a una dictadura, ya hay que actuar en consecuencia.

Al pueblo venezolano no le queda otra solución que desconocer al Poder Constituido, y hacerlo con bases solidas y sustentables como ya se hizo en 1810. Ese desconocimiento lo hemos declarado al proponer unas Bases Constituyentes para la convocatoria del Poder Constituyente Originario establecido en nuestra Constitución, definiendo en ellas entidades que solo puedan ser aprobadas por el pueblo para que conduzcan ese proceso, una vez alcanzada la cantidad mínima de manifestaciones de voluntad establecidas en la Constitución (Bases Constituyentes, Propuesta de los Ciudadanos para la Reconciliación y el Cambio, en http://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html). Así es como desconocemos en la práctica al Poder Constituido, y ese proceder tuvo su origen por primera vez en nuestro país cuando el pueblo desconoció la autoridad constituida de Don Vicente de Emparan.

El Cabildo de Caracas asume el control de la Capitanía General de Venezuela basado en “…el derecho natural y todos los demás (que) dictan la necesidad de procurar los medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo…” (ver Acta del 19 de Abril de 1810 en https://es.wikisource.org/wiki/Acta_del_19_de_abril_de_1810).

Sin embargo es importante indicar que en 1810, la Junta Suprema de Caracas asumió el gobierno luego de desconocer a la autoridad constituida con posterior llamado a un Congreso Constituyente. Es importante esa precisión histórica. Luego de los sucesos del 19 de abril, posteriormente comienzan a tomar control de los cuarteles de la ciudad y a asegurar el apoyo de las provincias a la junta. Tras haber asegurado el apoyo militar con la designación de comandantes favorables a la Junta, designa el 25 de abril la Junta Suprema de Gobierno…” (ver Junta Suprema de Caracas, en https://es.wikipedia.org/wiki/Junta_Suprema_de_Caracas).

Al llamar de este modo al Poder Constituyente Originario, convocamos al pueblo para que se pronuncie en un desconocimiento abierto a la autoridad constituida, ejerciendo de hecho su soberanía, convocando al mismo tiempo al Constituyente. En 1810 el pueblo convocado al Cabildo asume el control. Y eso es, en una clara comparación, lo que estaríamos haciendo ahora aterrizando los usos y costumbres de la época a la realidad de este siglo, “convocando a Cabildo” al pueblo y que este decida. En 1810 el acto fue único, convocatoria y decisión de gobierno al mismo tiempo. El resto fue asegurar el apoyo de los militares a una decisión que los civiles ya habían tomado, para luego ir a un Congreso Constituyente en 1811. Parece distinto pero no lo es.

Es así como el 19 de abril tiene para nosotros un significado Constituyente trascendental. Los venezolanos lo hicimos una vez, y podemos repetirlo ahora en un acto de rebeldía ciudadana, convirtiendo la energía de esta convocatoria del 19 de abril de 2017 en una protesta cívica con un propósito claro, que no sería otro que el de llamar al pueblo “a Cabildo”, en una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, en lugar de un simple llamado a las calles más de una oposición sin rumbo.

Caracas, 19 de Abril de 2017

Twitter:@laguana

domingo, 16 de abril de 2017

De Emparan a Maduro: yo tampoco quiero mando

Por Luis Manuel Aguana

¿Es posible pensar en un quiebre de las Fuerzas Armadas a favor de la democracia? Este es un análisis que, querámoslo o no, debemos abordar antes de pensar que de sea posible que una situación de violencia en las calles pueda cambiar el curso de la historia en Venezuela, como ocurriera el 11 de abril de 2002.

La marcha convocada por la oposición oficial para el 19 de abril de 2017, tiene una diferencia muy importante con otras que se hayan convocado en el pasado por la dirigencia de los partidos opositores: saldrá a pesar de ellos. Los partidos podrán haberla convocado en un intento vano de ponerse al frente de esa fuerza popular, pero de ninguna manera la gente los seguirá como en otras oportunidades, al sentirse traicionada ya varias veces en la misma calle en su aspiración de cambio radical de la situación del país. Basta recordar el 1S-2016…

En consecuencia cualquier cosa que pase ese día no la determinarán sus liderazgos. La gente pasó por encima de la dirigencia política de la oposición oficial. Ya no acepta ser conducida por ellos porque perdieron su legitimidad en la calle por más que algunos diputados hayan intentado valientemente liderar esas marchas en los últimos días. Ya la protesta social rebasó a la dirigencia. Y eso es sumamente preocupante a la luz de la fuerza incontenible que saldrá a las calles el día 19 de abril.

De acuerdo al analista político Saúl Godoy (ver Saúl Godoy, Caminando por un tejado de cristal http://noticiasvenezuela.org/2017/04/10/caminando-por-un-tejado-de-cristal-por-saul-godoy/), “El pacto fundamental entre las FFAA y el pueblo está roto” y sin una derrota militar del chavismo “jamás tendremos la oportunidad de salir victoriosos de esta celada contra la democracia y las libertades”, pronunciándose por la cooperación internacional en contra de la tiranía. Esto es, ganarle primero al chavismo en la arena militar –o de la violencia-, para luego recomponer civilmente al país. De acuerdo a este análisis, a los venezolanos no nos será posible lograr eso sin la intervención militar extranjera en nuestro problema.

Pero, ¿será cierto eso? ¿Las Fuerzas Armadas llegaron a ese punto de no retorno? ¿Ya Venezuela es un caso perdido, donde lo que resta es que la población se mate entre sí para la recuperación de las libertades porque quien posee la facultad de arbitrar como detentador de las armas de la República, se pasó con todo y pertrechos a los enemigos de la libertad y la democracia?

Godoy remata indicando “La gente, el pueblo, no puede durar mucho más tiempo recibiendo el castigo de las fuerzas armadas del gobierno; no hay un plan realista que tome en consideración la seguridad de los venezolanos, estamos desarmados ante un enemigo armado y la consigna sigue siendo la de martirizarnos, eso no es razonable.”

Y eso es correcto, no es razonable seguir dejándose matar en las calles. En buena lógica ante la inexistencia de algún plan opositor que contemple evitar poner a la gente como carne de cañón, sin protección y defensa alguna, la dirigencia política debería pensar en un curso de acción diferente del sacrificio. Pero como indicamos, ya ese control opositor de la masa en la calle desapareció. La gente ha demostrado no importarle enfrentar a los grupos armados y ha logrado en algunos casos neutralizarlos, linchando a los motorizados de los círculos violentos que han salido a enfrentar las manifestaciones. La mesa de la violencia está servida para el 19 de abril.

Pero la pregunta original necesita ser respondida: ¿Las Fuerzas Armadas estarán del lado de la gente para evitar que los grupos paramilitares masacren a la población que manifiesta pacíficamente? Hasta ahora no ha sido así. No han intervenido para proteger a la población sino todo lo contrario. En Lara los colectivos actuaron bajo la complicidad y la protección del Comando Regional de la GNB, CORE 4 (ver imágenes y videos en http://notitotal.com/2017/04/12/momento-colectivos-salieron-del-comando-la-gn-barquisimeto-video/).  Y de eso precisamente se trata, si habrá un quiebre de las Fuerzas Armadas a favor de la población indefensa y la recuperación de la democracia.

Porque al parecer la apuesta de la gente para el cambio se basa en esa premisa. La del desbordamiento de la protesta que haga cambiar la ecuación del poder a favor de la libertad. ¿Es eso posible? Veamos esto con más detalle. Al ser este un tema militar, les transcribo una opinión técnica que proviene de ese sector publicada recientemente (ver Edgar Blanco Carrero, Empleo de la fuerza y transición política: hacia una Venezuela Republicana http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/04/empleo-de-la-fuerza-y-transicion.html) y de donde extraemos este párrafo muy significativo:

“En relación con la Fuerza Armada Nacional (FAN) es conveniente mencionar la importancia de su estructura y su conexión política una vez que se produjo la fractura del monopolio de la fuerza al crear el cuerpo de milicias y cuerpos armados paramilitares para la defensa del orden político. La estructuración de la FAN en Regiones Estratégicas (REDI), Zonas Operativas (ZODI), Áreas de Defensa (ADI) y otras de menor entidad bajo el mando directo del Comando Estratégico Operacional a donde a su vez se encuentran las milicias y los cuerpos armados paramilitares expresan varios aspectos a tener en consideración: en primer lugar, la existencia de una doble estructura de comando, una militar convencional y otra política dispuesta para que en caso de fallar la militar funcione de manera efectiva. En segundo lugar, la naturaleza de la estructura organizacional militar es fractal y centralizada. La fractalidad viene dada porque la naturaleza del todo de la organización político-militar se replica en todos los niveles de la estructura militar, la centralidad viene dada por el hecho que puede ser dirigida de forma militar y/o político desde el más alto nivel de decisión. ¿Qué significa ello? En caso de invasión es altamente efectiva para mantener núcleos de resistencia aunque esta no es la situación que pueda presentarse. Por el contrario si es para responder a una crisis interna garantiza la reagrupación de fuerzas de una manera eficaz. Si se tiene, por ejemplo, la ocurrencia de un escenario similar al del 11ABR2002 la dirección política puede tener un control de los grupos armados con la finalidad de actuar de forma eficaz en caso de necesidad. Si la FAN no es capaz de actuar de forma eficaz en una circunstancia excepcional, la milicia y los grupos armados paramilitares pueden actuar obedeciendo al comando central político, por sustitución, y enlazar con los otros grupos armados que operan en la frontera del país” (subrayado nuestro).

De arriba llegamos dos conclusiones importantes: a) que hay dos “Fuerzas Armadas”, una militar y otra política (cosa que ya sabíamos pero que de acuerdo a esto al parecer tienen el mismo peso específico) y que actúan coordinadamente (como en el ejemplo del caso en Lara); y b) que de decidir la Fuerza Armada militar a nuestro favor, que en principio sería lo que se espera a favor de la democracia, actuaría la “fuerza armada política” para actuar sobre la militar y sobre la población misma, enlazando con grupos irregulares que actúan en la frontera. Esas Fuerzas Armadas militares obviamente no solamente “cambiarían de bando”, pronunciándose en contra del régimen, sino que entrarían en un abierto enfrentamiento armado con la otra fuerza de la cual se desconoce su extensión y poder.

Como se verá, esta tesis sustenta en lo militar la opinión del analista Saúl Godoy, de que la solas Fuerzas Armadas militares parecieran no ser suficientes, en caso de un quiebre de ellos a favor de la democracia, producto de una presión sostenida e incontenible de la gente en la calle. Sin embargo, dadas las circunstancias actuales, el estado de desmantelamiento de las Fuerzas Armadas a favor de los grupos paramilitares que realizó Hugo Chávez después del 11 de abril de 2002, es solo del conocimiento de ellos, siendo este un factor decisivo que a la hora de la verdad moverá el fiel de la balanza en uno u otro sentido.

Visto así –y espero de verdad estar equivocado-, ante una situación de crisis generalizada, los militares no se “voltearán”, ni mucho menos se enfrentarán. Lamento el balde de agua fría pero creo que huirán hacia delante buscando una solución de compromiso que preserve a ambas “fuerzas” –la militar y la política-, negociando con Maduro su salida del poder por la crisis que desate la violencia que genere el régimen el 19 de abril, pero sin cambiar la estructura que ahora lo sostiene; y sin ese golpe de Estado “opositor” que nos regrese la libertad que todos esperan, porque tienen mucho más que perder que de ganar, si las cosas cambian (muchos de ellos deberían estar presos). Eso tendría dos resultados: neutralizar la presión de la calle por la salida de Maduro y llevar la “revolución” al siguiente nivel, pero de la mano de los militares.

Mientras tanto a los partidos y a la comunidad internacional se les daría la ofrenda de unas elecciones regionales que no resolverán el problema del país pero que los mantendrá entretenidos lo que resta del 2017, con la promesa de unas elecciones presidenciales, con la culminación del período por parte del régimen, sin soltar a los presos políticos ni el poder. Objetivo: llegar al 2019, ofreciendo un caramelo irresistible: la cabeza de Maduro y las elecciones regionales que los partidos piden. Es de señalar que la cabeza de Maduro no vale nada para el régimen castrocomunista de La Habana desde el 10 de enero de 2017, siendo este el mejor momento para intercambiarla por algo realmente valioso para el régimen en medio de esta crisis: tiempo.

De esta manera, Maduro le dirá al pueblo en la calle lo que aspira el 19 de Abril de 2017: “Yo tampoco quiero mando”, como una vez dijo Don Vicente Emparan el 19 de Abril de 1810, y todo el mundo se irá a su casa contento creyendo que las cosas cambiaron, pero no lo hicieron, como en el pasaje de Il Gatopardo: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”; porque el régimen castrocomunista cubano se habrá salido con la suya, desmantelando la calle, al dejar sin efecto la presión por la salida de Maduro, logrando atornillar al sistema comunista, que es al final lo que a toda costa quieren preservar, no a Maduro en el poder. Cuando eso ocurra –o algo parecido- y antes que todo el mundo entre en un estado de frustración colectiva, los venezolanos tendremos que hablar seriamente de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, si queremos realmente cambiar las cosas en nuestro país…

Caracas, 16 de Abril de 2017

Twitter:@laguana