Por Luis Manuel Aguana
La confirmación de que
efectivamente ocurrió un atentado el pasado sábado 4 de agosto en contra de
quien ejerce ilegítimamente la Presidencia de la República Bolivariana de
Venezuela, nos la dio el conocido periodista Jaime Bayly cuando el pasado lunes
indicó en su programa, que sus fuentes en Washington le habían informado que
ocurriría el evento de la forma que efectivamente pasó (ver Jaime Bayly lamenta
que Maduro todavía esté en pie 06 de agosto 2018, en https://youtu.be/RbkllolxAQE min 10:51).
Sin opinar si esto fue o no una
indiscreción infeliz, no de Bayly que a la postre es periodista, sino de
quienes lo planificaron, que sin medir las consecuencias de una posible salida
de esa información a la luz pública, le obsequiaron al régimen la confirmación
de una fuente independiente y que sirvió de excusa perfecta para victimizarse
internacionalmente y arremeter en contra de aquellos que nos encontramos en el
país, estemos o no de acuerdo con los métodos utilizados para provocar su
desplazamiento. No me imagino a Chapita Trujillo llamando a un periodista para
informarle del atentado que le hizo a Rómulo Betancourt en Los Próceres.
Hasta antes de ese momento nadie
le creía al régimen que había ocurrido un atentado verdadero en contra de
Maduro, y aunque los criminales que desgobiernan en Venezuela no necesitan excusas
para encarcelar al alguien, efectivamente lo hicieron con el Diputado Juan
Requesens y a cuanto opositor deseen endilgarle la acción.
Responsabilizar a Jaime Bayly por
eso sería inapropiado. Una vez que un periodista tiene una información que
considere noticia la usará en el momento adecuado de acuerdo a su criterio, y
eso hizo Bayly. En mi nota anterior no especulé si lo que ocurrió en la Avenida
Bolívar fue un atentado o no (ver Maduro, chivo expiatorio, en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/08/maduro-chivo-expiatorio.html),
limitándome a analizar un lado del problema que consideré más importante,
tomando como premisa quien podía sacar provecho de la desaparición de Maduro.
Sin embargo ahora, a la luz de esa nueva información creo necesario complementar
mi nota anterior.
Si algunos venezolanos aquí o en
el exterior consideran que la vía expedita para acabar con la tiranía en
Venezuela es esa, no soy yo el más apropiado para juzgarlo. Pero creo
importante analizar si por esa vía efectivamente todo el régimen caería, porque
se parte de la premisa –por comprobar- que una vez desaparecido el “jefe”, el
resto del gobierno caería igualmente, haciéndose cargo del país las “fuerzas
democráticas”, con la finalidad de retornar a la democracia y la libertad.
Si esto fuera así, un atentado
exitoso no sería más que el último eslabón para tomar el gobierno por parte de
esas supuestas fuerzas que solo estarían a la espera de esa acción para moverse.
¿Es eso lo que tenemos aquí? ¿Les hace falta a esas fuerzas democráticas que
están supuestamente esperando, eliminar a Maduro para actuar? No lo creo. Si
existieran esas fuerzas Maduro sería el más pequeño de los estorbos. Al menor
movimiento de unas fuerzas como esas, el primero en correr sería precisamente
él.
Entonces, ¿qué les hace pensar a
esos venezolanos que si Maduro cae, caerán los demás? ¿Piensan que ese sería el
detonante para una sublevación generalizada del país o de las Fuerzas Armadas
en particular? Si no tienen esa certeza, le estarían haciendo un flaco servicio
a los venezolanos, porque ese movimiento sin la fuerza suficiente para expulsar
a todo el sistema comunista, lo que ocasionaría sería el pase de mando de un
lado a otro dentro de la misma banda delincuencial, muy probablemente a otro mucho
peor. De hecho los venezolanos pensábamos que no podía existir uno peor que
Chávez… pero llego Maduro.
No se equivoquen. No soy un ingenuo
que olvida que la violencia es la partera de la historia, como dice el viejo
adagio. Pero esa suposición, que fue la misma que sostuvo el Comisario Oscar
Pérez, al creer que si uno se lanzaba al ruedo los demás lo seguirían, termino
con la vida de un grupo de excepcionales venezolanos que creyeron justamente
que ofrecer de esa manera sus vidas haría la diferencia. Lamentablemente esas
fuerzas que esperaban no aparecieron por ningún lado, muriendo masacrados por
el régimen. Creo que si se decide ir al terreno de la violencia se debe
disponer de una fuerza comprobada mayor que la del oponente, en términos
concretos y medidos –no supuestos- para obtener resultados efectivos. No pueden
haber ensayos o suposiciones porque hay vidas de por medio.
Tan claro estaba en esto El
Libertador que no dudó en buscar ayuda fuera del país para pelear nuestra
Guerra de Independencia. La extraordinaria reseña reciente del periodista
Gustavo Azocar lo explica con lujo de detalles (ver Bolívar: ¿Traidor a la
patria por pedir ayuda extranjera?, en https://www.lapatilla.com/2018/07/23/bolivar-traidor-a-la-patria-por-pedir-ayuda-extranjera-por-gustavo-azocar-alcala/).
De hecho Bolívar le hace entrega del original del Discurso de Angostura al
Coronel británico James Hamilton, radicado en Angostura desde mediados de 1818
peleando por la causa de nuestra libertad, para que lo tradujera al inglés, llevándoselo
a Londres para difundirlo en Europa, de donde es rescatado de la familia del Coronel
Hamilton en 1975 por el insigne maestro Don Pedro Grases (ver Manuscrito
Original, Parte I, El Resguardo, en https://historiaesc.wordpress.com/2016/01/21/manuscrito/.
Hasta ese punto estuvo metida la ayuda extranjera en Venezuela, en la confianza
que tuvo El Libertador para entregar a un colaborador extranjero una de las
mayores piezas de nuestra nacionalidad.
Cualquier estrategia que los venezolanos
apliquen para el rescate de la libertad debe sopesar con muchísimo cuidado las
consecuencias que esta genere y evaluar si en lugar de contribuir a nuestra
liberación, más bien ayuda al régimen a perpetuarse. En una solución de fuerza,
en especial si se confía en la fuerza interna, esos resultados no están
claramente visibles, ya que si hasta ahora no se ha manifestado después de todo
lo que ha pasado en estos años, luce poco probable que así sea, aun cuando
desaparezca la cara visible del régimen.
Algunos venezolanos confiamos en el criterio
que tuvo El Libertador al buscar ayuda externa para la liberación de la
Republica. Sin embargo esta solo puede ser coordinada por quien nos represente
de una manera legítima, como en su oportunidad nos represento el General en Jefe
de los Ejércitos de la Independencia, Simón Bolívar. Para ello impulsamos la
designación, por parte del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo, de un
Gobierno de Emergencia Nacional que opere en el exilio. Tal vez esta vía le parezca
a muchos como leguleya y poco efectiva, pero en realidad no es así. Lenta
e inexorablemente se han venido dando todos
los pasos fuera del país para el logro de esa decisión trascendental, decisión
que será acompañada por todos los países que apoyan a Venezuela en contra de la
dictadura que usurpa el poder en nuestro país.
Una vez designado ese Gobierno constitucional,
ese sería el legítimo y único representante e interlocutor en el exilio de los
venezolanos, no solo para hacer lo que haga falta para alcanzar esa fuerza
capaz de doblegar legítimamente al régimen de una manera democrática, ya sea
para obligarlo a contarse de forma auténtica y transparente o bien para forzar
desde fuera una salida pacífica a esta situación con la ayuda de la Comunidad
Internacional.
En lo personal prefiero ver a Nicolás Maduro
Moros sentado escuchando los cargos en su contra por parte de un Tribunal en
Venezuela, para que responda por los crímenes perpetrados por su régimen, que
verlo volando por los aires a consecuencia de una bomba. Les aseguro que esa
justicia la disfrutaríamos más, aparte de ser la más satisfactoria a los
intereses de todos los venezolanos.
Caracas,
10 de Agosto de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana