Por Luis Manuel Aguana
Hay quienes
piensan que la intervención de Venezuela comenzó hace tiempo. No era cosa de
esperar por los marines, ni por alguna fórmula escondida de estrangulamiento económico
del régimen de Maduro. No. Comenzó por el embargo directo de las cuentas y
bienes de personeros del régimen en los Estados Unidos, pasando por la
inclusión de ellos en las listas que revisan los bancos internacionales para
evitar movimientos de fondos que vayan en contra de la seguridad norteamericana,
hasta un embargo muy bien diseñado para proteger los activos de Venezuela
dentro de los Estados Unidos.
El gobierno de
Trump está jugando en serio para la salida del régimen, no así lamentablemente
nuestra contraparte opositora que aun habiendo oído la decisión del gobierno
norteamericano a través de su portavoz oficial, John Bolton (ver John Bolton,
“El tiempo del dialogo se acabó, es tiempo de la acción”, en https://runrun.es/noticias/386119/john-bolton-el-tiempo-del-dialogo-se-acabo-es-tiempo-de-la-accion/)
insiste en continuar un dialogo que ya murió pero que se niegan a darle sepultura
(Guiado: Bolton nunca dijo que el dialogo había terminado, en http://www.noticierodigital.com/2019/08/guaido-bolton-nunca-dijo-que-el-dialogo-habia-terminado/).
Inmediatamente al
anunciarse la medida de embargo en contra de Venezuela, saltaron los que en la
oposición y el régimen son efectivamente dolientes de esa medida aduciendo que
eso agravará la situación de los venezolanos. No hablan de SUS intereses.
Hablan de que nos afectará a nosotros, no de lo que les pasará a ellos por uno
de las principales efectos colaterales de ese embargo: las empresas que hagan
negocios con el régimen de Maduro pondrán en riesgo hacer negocios en los
Estados Unidos porque estarán también sujetos a sanciones (ver Bolton habla
sobre el congelamiento de activos del régimen de Venezuela en EEUU, en https://youtu.be/lxfPr70G8fE). En otras
palabras las empresas tendrán que decidir si prefieren hacer negocios con el
régimen o correr el riesgo de no hacerlo más con sus clientes en los Estados
Unidos. ¡Vaya problema para el régimen y bolichicos opositores!
Nadie podría decir
que eso no afectará a lo inmediato los bienes y servicios que de una u otra
forma recibimos los venezolanos. ¡Claro que nos va a afectar! Y nos afectará
muy pronto. Y el régimen intentará victimizarse diciendo que “es por culpa de
los norteamericanos” que nos encontramos en esta situación, cuando todos
sabemos que son ellos los que han robado y esquilmado al país. Pero hay una
pregunta que deberíamos hacernos primero, como bien la hizo el ex Embajador de
Venezuela ante las Naciones Unidas, Diego Arria, en una reciente entrevista:
“¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por nuestra libertad?” (ver Aló Buenas
Noches – EVTV 08-07-2019 https://youtu.be/jav85j2gQQk).
La salida del
régimen no será gratis y esta decisión nos anuncia que recibiremos todos en nuestras casas muy pronto
el primer giro para el pago de esa libertad que lamentablemente la mayoría cree
que es una concesión graciosa del Universo. Aunque ciertamente los venezolanos hemos
venido pagando la gravedad cada vez mayor de esta crisis con la sangre de
nuestra juventud en las calles y el éxodo masivo de nuestros hijos al exterior,
no es menos cierto que el comportamiento opositor tiene mucho que ver con esa
sangre derramada y ese éxodo justificado. Y es que la torpeza, unida con la
inexperiencia y ambición de los liderazgos políticos ha alargado de una manera
criminal esta tragedia.
Y eso no se les
escapa a quienes nos observan desde el exterior, que ahora están tomando
decisiones cada vez más duras PERO INDEPENDIENTES como consecuencia del
comportamiento de un liderazgo opositor que no se compadece con el sufrimiento
de la mayoría de la población. De allí que algunos reclamemos una mejor
conducción política frente al régimen, y más acorde con la urgencia de nuestra
situación como pueblo.
Pero una cosa
sería que nos llegue un giro del exterior –y todos los que sean necesarios-
porque nosotros hayamos convenido en esos pagos, y otra muy diferente es que
nos llegue como consecuencia de la torpeza o un manejo producto de los
intereses de otros que no quieren salir de esta situación, con la consiguiente
permanencia del régimen. Eso es inaceptable.
Yo estaría
dispuesto a pagar en la afectación de mi calidad de vida como venezolano que
vive (o mal vive) en Venezuela si tengo la plena convicción de que con esos
pagos obtendré la liberación, o al menos estoy en la dirección correcta y
segura para obtenerla. Creo que los venezolanos estaríamos dispuestos a ese
sacrificio si nuestro liderazgo se comprometiera seriamente en que ese accionar
es convenido y llega a lo que estamos exigiendo como pueblo que no es otra cosa
que la salida de este régimen y sus delincuentes.
Y eso me lleva a
lo que está sucediendo ahora. En la actualidad luce completamente claro que
existen dos planteamientos excluyentes sobre la mesa política: a) el que
impulsa la Casa Blanca de aumentar gradual pero consistentemente las sanciones
al régimen de Maduro y su entorno de corruptos; y b) la que impulsa la
oposición oficial encabezada por Juan Guaidó de dialogar e intentar llegar a
acuerdos electorales con Nicolás Maduro Moros. O es una cosa o es la otra, por
eso son excluyentes. Si los EEUU desecharon la vía del dialogo, ¿por qué la
oposición oficial insiste en un dialogo rechazado por nuestro principal aliado?
Si los Estados
Unidos están llevando a cabo esas medidas, lo están haciendo en la seguridad de
que Maduro terminará quebrándose. Pero una cosa es un quiebre provocado fuera
de Venezuela sin la participación o anuencia de la oposición oficial, que lleva
otro rumbo (el dialogo de la izquierda europea) y otra muy diferente es si los
norteamericanos lo hacen con la autorización del pueblo venezolano. En otras
palabras, si el pueblo decide en una Consulta Plebiscitaria estar dispuesto a pagar
o no las consecuencias de esas acciones de la Comunidad Internacional, en
virtud de que su propia representación va en otra dirección.
Se podrían definir
en esa Consulta los términos de la salida y el traspaso del poder de Nicolás
Maduro Moros. Pero también la consulta decidiría si los venezolanos estamos de
acuerdo a que los países le eleven el costo al régimen de seguir en el poder,
sea cual sea ese costo. Esto es, que los venezolanos decidamos directamente asumir
el precio de la libertad a cambio de que esos países se comprometan a ayudarnos
a hacer efectiva la salida del régimen si así lo decide el pueblo, como
garantía de que ese sufrimiento tendrá sentido. Tal y como se ha planteado por la
torpeza opositora, ahora lo comenzaremos a asumir sin contraprestación alguna.
A partir de este
momento los venezolanos comenzaremos a sentir las consecuencias del embargo.
Pero lo estaremos haciendo sin haber decidido nada, y peor aún, como
consecuencia de la torpeza de otros. Seremos sujetos pasivos de una decisión
que ocurrió fuera de nuestras fronteras, sin nuestra participación. Es por eso que
insistimos en que esa escalada de sanciones y medidas, que perfectamente puede
llegar a una intervención humanitaria con acompañamiento militar extranjero, no
sea una decisión de nadie más que del pueblo de Venezuela, consultado en
Plebiscito. De otra manera no estaremos manejando lo que pasará en nuestro
propio país porque lo estaremos subrogando a personajes que saldrán de donde
menos lo esperamos una vez que el régimen caiga. De allí que prefiera de largo
que seamos nosotros, el pueblo de Venezuela, quienes decidamos, no solo el
precio de nuestra libertad sino lo que pasará después. ¿Qué prefiere usted?
Caracas, 9 de Agosto de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana