Por Luis
Manuel Aguana
¿Será
capaz Juan Guaidó, fiel exponente de esa juventud que murió en las
calles por una mejor Venezuela, de traicionar eso a favor de lo peor
de la política venezolana de los últimos 60 años, y que todavía
anda vivita y coleando en esa Asamblea Nacional? Si es capaz de esa
traición, habrá tenido razón mi querido amigo y yo me habré
equivocado de nuevo –no es la primera vez- pero lo habré hecho
creyendo en la juventud venezolana que tanta sangre ha derramado por
Venezuela…(ver
Guaidó versus oposición oficial
Así
terminé una nota de marzo de este año tratando de convencerme que
no creía en el derrumbe de la Presidencia interina de Guaidó,
porque si algo bueno había pasado en Venezuela era que se le había
dado todo el poder y la oportunidad a esa generación representativa
de la lucha de la juventud venezolana para acabar con la tiranía.
Pues debo reconocer que me equivoqué. Pero tal vez volvería a
cometer el error por las mismas razones. Fueron mas fuertes los Ramos
Allup, los Rosales, los Zambrano, los Borges, que impusieron en esa
nueva generación una manera de hacer política que hemos repudiado
los venezolanos desde mucho antes de llegar Chávez y razón por la
cual ese golpista accedió al poder. La política de la mentira, de
la trampa, del negociado, del dinero de la corrupción. Y los
resultados están a la vista.
Hemos perdido un año completo
y se ha comenzado a afianzar la desesperanza. Sin embargo, así como
creo que quien ocupa la Presidencia Encargada, Juan Guaidó, se agotó
durante todo el 2019 por un sin fin de razones, lo que en realidad ha
hecho crisis es la figura misma que escogimos el 23 de enero para
enfrentar a la tiranía de los delincuentes que detentan de manera
ilegítima el poder. Y si pretendemos cambiar a quien creemos es el
responsable por no haber tomado las decisiones correspondientes,
volveremos a equivocarnos. En otras palabras, cambiar a Guaidó sin
cambiar el mecanismo para luchar contra el régimen será
completamente ineficaz y un error monumental. ¿Porque afirmo esto?
Veamos.
¿Cual
fue el mecanismo que escogió la oposición oficial para salir del
régimen? Un Presidente Encargado que tomara a través de un Gobierno
colegiado parlamentario que no existe en la Constitución, sin tomar
en cuenta a nadie en el país, las decisiones y acciones para deponer
al régimen. Sin
entrar a justificar los errores cometidos en estos 11 meses, si
al frente hubiese estado el político mas experimentado, hubiera
fracasado como fracasó Juan Guaidó. Todos, incluyéndome, le
pedimos peras a una mata de mango. Le pedimos a Guaidó que nombrara
un Gabinete cuando ese Estatuto y ese gobierno parlamentario
inconstitucional le impedían hacerlo. Si bien es cierto que pudo
alzarse con su presidencia, no hubiera llegado muy lejos. Los mismos
jefes políticos le hubieran sacado el piso donde sostenerse. No era
cuestión de que tuviera el valor suficiente como para hacerlo, como
se ha mencionado. Pero pudo haberlo denunciado y haber provocado una
crisis política para cambiar eso. Eso es lo que en realidad hay que
reprocharle como joven, pero esa es otra historia ahora. Ya es muy
tarde para eso.
Lo
jefes políticos de los partidos diseñaron un parapeto muy torpe,
que era imposible que funcionara para los fines para los que fue
construido. Funciono si -y a regañadientes, para aquellos que no
querían que Guaidó se juramentara-
para que la Comunidad Internacional cerrara filas alrededor del
pueblo venezolano, reconociendo en esa figura del Presidente
Encargado, al legitimo representante de los venezolanos ante esos
pueblos. ¡Ese
avance no se puede perder porque eso fue lo único que ganamos en el
2019!
Se
ganó pues el reconocimiento de que existe en Venezuela una tiranía
a la que hay que eliminar. Que hay en Venezuela un cáncer que hay
que extirpar pero que no se tiene claro hasta ahora como proceder con
eso. Ese reconocimiento todavía es un activo a favor de los
venezolanos, esté o no esté Juan Guaidó en la Presidencia
Encargada. Entonces el problema no es Guiadó. Cuestiono la figura
que se utilizó porque si algo nos ha perjudicado es esa falsa
creencia de que Guaidó, o quien sea que haga sus veces, sea el
Presidente de algo. Lo que deberíamos tener es un coordinador, una
especie de jefe de un equipo de crisis que se deje acompañar con lo
mas calificado del país en cada área que sea necesaria (militar,
diplomática, social, política por mencionar algunas importantes)
con el ÚNICO Y EXCLUSIVO objetivo de expulsar del poder al régimen
de Nicolás Maduro Moros y sus delincuentes nacionales e
internacionales. Y que luego de alcanzado ese objetivo, le de paso a
un Gobierno Provisional -donde si existiría un Presidente Encargado-
que nos lleve a unas elecciones libres y auténticas. Ese equipo de
crisis NO SERÍA PARA GOBERNAR porque no tendría el poder para eso,
sino para buscar una solución para la expulsión por completo del
régimen del poder con el auxilio de la Comunidad Internacional. ¿Se
dan cuenta de la diferencia?
Cuando
ocurre un terremoto, una tragedia natural de proporciones, se crea
una coordinación ejecutiva de la crisis para enfrentar de inmediato
el problema. Se crean equipos especializados para poner el orden
público, darle alimentos y atención medica inmediata a los
afectados y un techo provisional a los que quedaron sin casa. Todo
eso se monta en horas para enfrentar lo que ocurrió hasta que se
normaliza la situación. Pues algo así debemos hacer los
venezolanos. Debemos crear algo semejante y ese equipo ejecutivo
compuesto por ese “encargado”, que en el fondo no es Presidente
porque no tiene ningún poder, debe coordinarlo hasta que se
normalice la situación en Venezuela.
Y
ese equipo es el que debe conducir las acciones, con ayuda de la
Comunidad Internacional que reconoció nuestra lucha, para expulsar a
Maduro por las vías que sean necesarias y llevar al país a un
Gobierno Provisional. ¿Quienes integrarían ese equipo?
Representantes del único Poder legitimo reconocido, la Asamblea
Nacional, y representantes de la Sociedad Civil de ética y moral
incuestionables. No es la primera vez que en Venezuela se han tomado
decisiones basadas en ese criterio. En 1993 el Congreso de la
República designó al Senador Ramón J. Velásquez como Presidente
Encargado de la República para concluir el mandato del entonces
Presidente Carlos Andrés Pérez, sin estar el Dr. Velásquez en la
linea sucesoral de acuerdo a la Constitución de 1961. Se llegó a
esto por un acuerdo político que tomó en consideración la
impecable hoja de servicios del Senador Velásquez y su
incuestionable ética y moral al servicio de la Nación, reconocidas
por todos los venezolanos.
Esto
se hizo precisamente porque el país estaba conmovido por el juicio
por corrupción llevado a cabo en contra del Presidente de la
República, y se acordó la mejor forma de normalizar al país. A
algo así se tiene que llegar ahora donde el Artículo 233 no puede
representar una suerte de camisa de fuerza que implique que el
próximo “Presidente Encargado” sea el Diputado que resulte
escogido en la Asamblea Nacional como Presidente de la Asamblea. En
Venezuela no existe la figura de presidencias “rotativas”, como
bien lo ha explicado la Magistrada Emérita, Dra. Blanca Rosa Mármol
de León. Eso lo que trae es una pelea de borrachos por una botella
vacía, y ya está comenzando a pasar con el régimen comprando los
votos de Diputados para la próxima legislatura que comienza el 5 de
enero de 2020. La Asamblea Nacional debe abandonar
inmediatamente ese Estatuto inconstitucional para la Transición y
abocarse
a buscar y acordar políticamente al mejor venezolano o venezolana,
aquí o en el exterior, para liderar ese equipo de crisis y darle la
legitimidad para conducir lo necesario para salir del problema. La
Comunidad Internacional lo respaldaría inmediatamente.
El terremoto por el que está
pasando el Gobierno Encargado de Juan Guaidó debe dar paso a ese
equipo de crisis, si se le puede dar algún nombre, para que actúe
en nombre de todos los venezolanos para proponer una solución para
la expulsión del régimen. Desde ya propongo a ese equipo de crisis
que dentro de las soluciones que se estudien, este presente la
Consulta Popular Plebiscitaria, que ya hemos explicado ampliamente, y
entregado información al Gobierno Encargado de Juan Guaidó, sin
desmedro de otras soluciones basadas en la aplicación de mecanismos
de uso de la fuerza internacional.
Lo
que al final deseamos quienes seguimos preocupados por el devenir de
los acontecimientos por el debilitamiento por corrupción del
Gobierno Encargado de Juan Guaidó, es que no se repitan los mismos
errores de 2019 que le han dado mas tiempo a la tiranía para
afianzarse en el poder, utilizando los medios que la corrupción le
da. Cambiar a Guaidó por otro para hacer exactamente lo mismo, es la
crónica de un fracaso anunciado. La corrupción siempre estará a la
orden del día para socavar la gestión de cualquiera que venga. Lo
que no se puede es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados
diferentes. Esa es la definición “einsteniana” de locura. Si
Guaidó no es quien debe conducir el barco, como en efecto ya creemos
muchos en Venezuela, entonces debemos proceder con un mecanismo
completamente diferente para continuar la lucha...
Caracas,
5 de Diciembre
de 2019
Email:
luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana