Por Luis Manuel Aguana
De algunos años trabajando en la C.A. Metro de Caracas, y aún muchos más en la lucha desde la sociedad civil por el adecentamiento de esa empresa del Estado destruida como el resto del país, aprendí el término “descarrilamiento” de un tren. Ese es uno de los eventos más peligrosos para los pasajeros y operadores de un tren dentro de un túnel del Metro. Significa que el sistema ya no tiene el control de lo que sucede porque el tren se salió de los rieles por alguna razón y la inercia puede hacerlo chocar contra de las paredes del túnel provocando un incendio que acabe con la vida de los pasajeros. El descarrilamiento de un tren a campo abierto tendría las mismas o peores consecuencias de muerte y destrucción al salirse el tren del los rieles y volcarse, perdiéndose la carga y la vida de los pasajeros.
Venezuela se encuentra en una situación similar. El país venía montado sobre unos rieles institucionales que resistieron lo que pudieron los avances de la destrucción de un régimen que ha subvertido el orden constitucional, logrando que en Venezuela no exista ningún poder constitucional legítimo en el país. Ni la Presidencia de la República ilegitima de Maduro desde su elección ilegal del 20 mayo de 2018, ni la Asamblea Nacional ilegalmente electa el 6 de diciembre de 2020, ni el Tribunal Supremo de Justicia ilegitimo que despacha de manera inconstitucional con Magistrados perseguidos en el exilio, ni un Poder Ciudadano, ni Poder Electoral legítimos precisamente como consecuencia de la ilegitimidad de los anteriores, hicieron descarrilar a Venezuela.
El país descarriló porque sus rieles institucionales fueron destruidos por el régimen. El esfuerzo por rescatar una nula institucionalidad a través de una Presidencia Encargada insostenible en el país no han sido exitosos al punto que se ha terminado en un “Memorando de Entendimiento” a todas luces escrito por el régimen y avalado por la oposición oficial, quien ha acordado asistir a unas elecciones regionales sin siquiera haber negociado unas condiciones en México, que fue una de las razones que en primer lugar justificó su presencia allí.
Ahora bien, si tenemos un tren descarrilado –Venezuela- ¿cuál debería ser la principal preocupación de quienes buscan retornar a la normalidad del país? ¿Recoger las personas y la carga que se volteo en el descarrilamiento usando carretas llevadas por burros, o volver a poner el tren sobre sus rieles, así se encuentre chocado, para continuar la vida del país? Esa es la gran diferencia entre los que buscamos EL RESTABLECIMIENTO CONSTITUCIONAL de las instituciones y aquellos que piensan que mejor es continuar el camino en burro. Estos últimos no llegaran muy lejos porque su problema no es salvar la carga y las personas que se descarrilaron con el tren sino incentivar el lucrativo negocio de las carretas tiradas por bestias. En eso los acompaña el régimen, que en primer lugar fue el que dinamitó los rieles institucionales para que el tren se descarrilara.
Por supuesto que la gente se halla en la mitad de la nada y desea que alguien resuelva cómo volver al camino. Entonces aparecen las opciones de carretas tiradas por burro o poner el tren de nuevo en sus rieles. La primera opción luce como más inmediata aunque no resuelva el problema de fondo que es recuperar el tren y su dirección, profundizando el problema porque esta no está planteada para resolver lo que en principio fue la causa del descarrilamiento. Unas elecciones para ningún tipo de cargo público resuelve el hecho que los gobernadores y los alcaldes sirven de nada con un país con un régimen autoritario que ha militarizado y empobrecido a todas las regiones del país centralizando criminalmente los medios de subsistencia de los ciudadanos. Esas son las carretas tiradas por burros de la oposición entregada al régimen.
Por otro lado estamos quienes le decimos al país que hay que reconstruir los rieles rotos y mondar de nuevo el tren sobre ellos para continuar el camino. Esa opción no es tan difícil como la pintan aquellos que tienen el negocio montado de las carretas con burros. Sin embargo supone que todos, incluyendo aquellos que se han beneficiado del negocio de las carretas y quienes dinamitaron los rieles en primer lugar, entiendan que es mejor para todo el mundo –incluso para ellos- que hagamos lo que se tiene que hacer para que el tren llamado Venezuela siga su camino. Y que luego de que eso ocurra, todos ellos pueden volver al negocio que deseen porque el país ya estará montado sobre los rieles de nuevo.
El planteamiento de ANCO y de todos aquellos firmantes del Pacto de Restablecimiento Constitucional agrupados en la Conferencia para el Restablecimiento Constitucional y Democrático y su Consejo Rector, es trabajar para que entre todos volvamos a poner el tren en funcionamiento sobre nuevos rieles institucionales que solo pueden producirse cuando convoquemos al pueblo venezolano a un proceso Constituyente de carácter Originario. Se dice fácil pero no lo es en el actual estado de cosas.
Insistimos que ese proceso en este momento de la vida del país debe ser convocado como producto de una negociación entre todos los involucrados: la sociedad civil venezolana, la oposición oficial, el régimen y la Comunidad Internacional, en especial los países que tienen intereses directamente afectados por la grave crisis venezolana, como es el caso Colombia, receptores principales de la ola migratoria desatada por la destrucción política, económica y social del país.
Ese sería el cuadro de una nueva mesa de diálogo con los verdaderos actores del problema: los causantes (el régimen), los afectados (la sociedad civil), la representación política reconocida internacionalmente (la MUD y Juan Guaidó) y la Comunidad Internacional (actuantes de las sanciones). No sería un dialogo entre un supuesto e inexistente “Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela” no reconocido como legítimo por los venezolanos pero actores armados de facto de este problema (como las FARC en Colombia), y la “Plataforma Unitaria de la Oposición” que no representa ni siquiera un 10% de los venezolanos agrupados en partidos políticos, pero reconocida simbólicamente por la Comunidad Internacional.
Tenemos en consecuencia que ampliar el enfoque de este problema e incluir a quienes si estamos realmente interesados en que una negociación para Venezuela si tenga una solución política. Hasta ahora los que hay son los que rompieron los rieles y los que se están beneficiando porque el tren se descarriló. Amanecerá y veremos si a la Comunidad Internacional, comenzando por los EEUU, le interesa continuar con un país con la carga y las personas montadas en carretas tiradas por burros o en un tren reconstruido sobre unos rieles nuevos para comenzar una nueva ruta con destino a la democracia y la libertad.
Caracas, 4 de Septiembre de 2021
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