lunes, 2 de mayo de 2022

Una Constituyente con el régimen

Por Luis Manuel Aguana

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Me han solicitado una mejor explicación en relación con mi última nota acerca de qué es eso de incorporar al régimen en un diálogo para conseguir una Constituyente. Debo decir aquí que aunque este blog no es tribuna de la organización a la que pertenezco, sino un sitio donde expreso mi punto de vista personal, ANCO explicó en detalle esa ruta al país en un comunicado fechado el 8 de agosto de 2021 titulado “ANCO reafirma y propone al país y a la Comunidad Internacional una ruta para Refundar la Nación” (ver Comunicado ANCO en, https://ancoficial.blogspot.com/2021/08/anco-reafirma-y-propone-al-pais-y-la.html). Esto implica que lo que hago es respaldar y explicar una posición expresada por ANCO desde hace muchos meses.

Pero ciertamente, es preciso explicar con más detalle esa propuesta que puede parecerle chocante a mucha gente, incluso dentro de nuestra misma organización. Lo primero que hay que precisar aquí es que el marco que ha impuesto la Comunidad Internacional para resolver la crisis venezolana es la vía pacífica del diálogo. Si no creemos en eso, esa es otra discusión, que no daré aquí porque implica acciones que no son materia de esta nota.

Si partimos de la premisa cierta de darle la razón a un diálogo, este no puede ser en los términos del régimen, como se estableció a comienzos de las conversaciones en México. Y menos aún la manera en como la oposición aceptó entrar en ese diálogo. El solo hecho de firmar el Memorando de Entendimiento para el diálogo en México, descalificó a la oposición oficial como representante de los opositores venezolanos en esas conversaciones (ver Memorando de Entendimiento, en https://dqtjif.bitlydns.net/2021/08/13/memorando-del-acuerdo-de-entendimiento-entre-la-oposicion-y-el-chavismo-documento/).

La oposición oficial se colocó en una posición de descalificación y contradicción inicial al reconocer al régimen en ese documento como “Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela” y aceptar denominarse como “Plataforma Unitaria de Venezuela”, cuando ya se había dado el paso fundamental de designar un Gobierno Encargado encabezado por Juan Guaidó Márquez, reconocido internacionalmente por los EEUU y más de 60 países, y declarar ilegítimo el gobierno de Nicolás Maduro Moros.

Eso selló la derrota de los venezolanos en esas conversaciones de México para conseguir algo positivo para salir de esta desgracia. Si ya de entrada se acepta que son Gobierno, entonces ¿para qué negociar con ellos cuando lo que está en discusión es precisamente su condición de gobernantes legítimos del país? Si eso no será así, entonces no hay nada que discutir allí; y si se acepta, implica una entrega incondicional a cualquier cosa que el régimen imponga allí.

Si existe un diálogo con el régimen, es claro que su reconocimiento no puede pasar de admitir que ejercen el poder de facto en Venezuela, porque esa es una realidad que nadie puede negar. Así como nosotros tampoco podemos negar que si deseamos no llegar a la violencia en Venezuela, debemos establecer a algún tipo de acuerdo con ellos, No es algo que nos agrade a muchos venezolanos, pero es una condición necesaria para movernos a una mejor etapa en esta situación de aislamiento mundial provocado por la condición de no reconocimiento generalizado e internacional en el que nos ha colocado el régimen, al haber violado consistentemente la Constitución y erigirse como un gobierno de facto con el apoyo de unas Fuerzas Armadas al margen del Estado de Derecho.

Este es el principio fundamental de este problema, la definición conceptual de quienes son los dialogantes. De allí parte cualquier cosa futura con ese diálogo que plantea la Comunidad Internacional. Sin eso no hay diálogo posible y la situación de Venezuela se deberá resolver de otra manera. Si el régimen insiste en erigirse como Gobierno Legítimo no hay diálogo posible, con lo cual se deberá insistir y profundizar en las sanciones que les han sido impuestas. Ellos son quienes ejercen el poder de facto y si no admiten ese rol en unas posibles conversaciones, entonces un diálogo con ellos no tiene sentido.

Por otro lado, está la definición de la oposición política. ¿Quiénes son “La Plataforma Unitaria de Venezuela”? ¿Representan en realidad los intereses de los opositores venezolanos? Definitivamente NO. Al margen de que ya los venezolanos no podemos aceptar una oposición que ha admitido de entrada al régimen como Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, está el asunto de quienes están detrás de esa supuesta representación. Los partidos políticos no han participado en ninguna elección legítima en Venezuela desde el año 1998.

Sin embargo, dándoles el beneficio de la duda y admitiendo que la Comunidad Internacional acepta como válida la elección de la Asamblea Nacional de 2015, la representación política de la oposición no se ha contado con el pueblo venezolano desde ese año. Esto último nos deja que desde enero del año 2021, NADIE puede adjudicarse ser representante político de los venezolanos ante ninguna instancia. Y hasta que eso ocurra, los venezolanos nos hallamos huérfanos de representación política y ese diálogo debe esperar, o bien a que los venezolanos se cuenten para designar una nueva representación opositora o se acepte una representación calificada de la sociedad civil venezolana como parte activa del diálogo. Se podría sumar a eso la Asamblea Nacional de 2015 como parte opositora, representante de los partidos políticos que una vez la conformaron, pero definitivamente no como representantes de los opositores venezolanos.

Esa definición primaria de los dialogantes es esencial para llegar a un acuerdo acerca de lo que debe ocurrir en Venezuela, si se ha de pensar en un diálogo como vehículo para resolver la crítica y urgente situación de los venezolanos.

Pero todavía todo lo anterior no responde a la pregunta de por qué incluir al régimen en esa discusión constituyente. Y la respuesta viene dada por el fondo de lo que ANCO plantea que sea discutido en ese diálogo, como lo indicó en el comunicado de ANCO del 8 de agosto de 2021. La propuesta de ANCO es DISCUTIR LA CONVOCATORIA A UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE, como la salida de este problema. Sin que Maduro renuncie a sea cual sea su condición como gobernante de facto de Venezuela, dejar que sea a la representación legítima del soberano pueblo de Venezuela la que decida su destino, electa través de un proceso de elección Constituyente administrado por la Comunidad Internacional, estableciendo un Tribunal Electoral ad-hoc no controlado por ningún poder público de Venezuela.

Eso y las reglas que han de seguirse para esa elección (en el idioma constituyente esto se denomina Bases Comiciales), serían el objeto de discusión de esa negociación. Ese es el fondo de la propuesta hecha por ANCO a los venezolanos. Por eso incluimos al régimen. Si ellos están tan seguros que su “revolución” es lo que los venezolanos desean, no tendrán problemas de contarse a la luz de unas reglas que no sean impuestas por ellos. De esa misma mesa de negociación saldrían las garantías de la Comunidad Internacional que insiste en que el diálogo es la solución, de hacer respetar, a la fuerza, si fuera necesario, el dictamen del pueblo en esa elección y las decisiones que se tomen en una Asamblea Constituyente.

Muchos me dirán que eso es un sueño imposible. Que el régimen no cederá a su supuesta condición de “Gobierno Legítimo” para una negociación política; y de la misma manera, que la oposición oficial nunca renunciará a su condición de representante de los opositores venezolanos sin representar a nadie. Ambas cosas estarían por verse. Todo estará en cómo se vayan presentando los acontecimientos y las presiones que se ejerzan en ambos lados. Lo importante es que ambos extremos no son monolíticos ni homogéneos, y hay que seguir trabajando. Mientras tanto eso no se cristalice, el diálogo visto de la manera simple en que se está planteando nunca tendrá éxito porque allí no estarán los verdaderos representantes de los venezolanos ni las condiciones iniciales correctas.

Los venezolanos deben entender que esta gravísima situación nos involucra a todos, no solo a los opositores sino a quienes que todavía creen en las promesas del régimen. Una Constituyente es una solución integradora que dejaría expresarse a ambos lados de la ecuación. Por eso que aquí no puede haber una “solución de la oposición” ni una “solución del régimen”. Lo único que puede integrar constitucionalmente a ambos extremos, es una Constituyente libre de sospechas y manipulaciones de una de las partes para unificar las aspiraciones de todos los venezolanos. Eso está mucho más allá de una simple elección de cargos para un quítate tú para ponerme yo. Seguiremos trabajando para que eso se termine de comprender…

Caracas, 2 de Mayo de 2022

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domingo, 24 de abril de 2022

El reto de enhebrar el tejido social venezolano

Por Luis Manuel Aguana

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Difícilmente puede decirse que el país está en calma como nos lo pretende vender el régimen. A pesar de la pandemia del COVID-19 en el año 2020 se registraron 9.633 protestas y 6.560 en el año 2021 Esa disminución se explica por la grave situación sanitaria y el temor al contagio de una enfermedad que el régimen no ha podido controlar (ver cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en https://www.observatoriodeconflictos.org.ve/el-conflicto-de-la-semana/10-anos-de-protestas).

Sectores de distinta naturaleza protestan en Venezuela. Los trabajadores de los diferentes gremios protestan por sus condiciones de trabajo y sus miserables salarios en bolívares hiperdevaluados, los jubilados y pensionados de la Administración Pública, que suman millones de venezolanos pasando hambre con asignaciones miserables que son una fracción mínima de la canasta básica que ahora se mide en dólares. Ellos no pueden ir a los bodegones y demás exquisiteces que el régimen muestra afuera como mejoras en la economía del país. Esa es la población que no encuentra salidas está huyendo del país, y la cuenta ya asciende en alrededor de 6 Millones de personas (ver ACNUR-Situación Venezuela, en https://www.acnur.org/situacion-en-venezuela.html).

La pandemia ha sido un factor paralizante para que la población se inhiba de salir a las calles para conformar muchedumbres en contra de lo que pasa en Venezuela. Sin embargo, poco a poco hasta a eso se le está perdiendo el miedo, porque si te has de morir de hambre en tu casa, al menos lo haces contagiado de COVID-19 protestando por tus condiciones de vida. Lo que está pasando en Venezuela es un asesinato masivo en cámara lenta a la mayoría de la población, en el medio de un renovado capitalismo salvaje.

Esta gravísima situación creada, no por una tragedia natural o una guerra, sino por el gobierno de unos delincuentes, ha quebrado el tejido social de Venezuela en múltiples partes. Veamos eso con más detalle. De acuerdo con la ONG mexicana Habitat para la Humanidad, el tejido social “lo conforma un grupo de personas que se unen para satisfacer necesidades humanas elementales o superiores, como son: alimento, salud, educación, seguridad social, cultura, deporte, servicios públicos, transporte y todo lo que represente mejor calidad de vida” (ver Tejido Social, en https://www.habitatmexico.org/article/el-tejido-social). En otras palabras, estamos hablando del conjunto de la sociedad y que de una manera u otra está protestando para recuperar esas necesidades humanas que en este momento no están siendo satisfechas por el que tiene la responsabilidad directa de hacerlo, que no es otro que el que gobierna, sea legítima o ilegítimamente.

Al quebrarse el tejido social en un montón de pedazos, cada uno de ellos lucha por una parte de la necesidad global. Esto es, los maestros y profesores luchan por sus reivindicaciones y las mejoras necesarias en la educación básica y media, los profesores universitarios luchan por su cuenta por su supervivencia y por la recuperación de lo que una vez fue una educación superior en Venezuela y la recuperación de la planta física de las universidades, los médicos –los que quedan- y las enfermeras luchan por mejores condiciones de vida y salarios, así como la recuperación del desastre sanitario en los hospitales, los pensionados y jubilados luchan por mejorar el monto de sus pírricos ingresos, y que no decir de la población que en su conjunto se encuentra en permanente lucha y se echan a las calles a trancar el tráfico por falta de agua, luz o cualquier servicio público que a nivel nacional no funciona, y así sucesivamente. Esas son las protestas atomizadas y aisladas que reporta el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.

¿Qué nos falta en Venezuela para unir las partes de ese tejido social quebrado? Un hilo conductor que de la suficiente confianza y legitimidad a esa sociedad decepcionada para unirse en una protesta nacional que reclame con una sola voz lo insostenible de esta situación. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué el liderazgo político ya no está cumpliendo esa función? Porque su credibilidad se deshizo y ya sus liderazgos no son válidos para poder unir ese tejido social.

La desconfianza alcanza a tal nivel que en una reciente encuesta de Meganálisis (una de las pocas encuestadoras confiables del país) apunta que el 82,3% de la población desconfía de los políticos de la oposición. Y peor aún, que un 78,1 de los encuestados “cree que son ciertas las acusaciones de que los partidos de oposición «están vendidos al gobierno de Nicolás Maduro y trabajan para el gobierno»” (ver El Nacional, Encuesta Meganálisis: el 78% de los venezolanos cree que partidos de oposición trabajan para el chavismo, en  https://www.elnacional.com/venezuela/encuesta-meganalisis-78-de-venezolanos-cree-que-partidos-de-oposicion-trabajan-para-el-chavismo/).

¿Qué nos queda por hacer? Enhebrar el tejido social venezolano. Del Diccionario de la Real Academia Española, extraemos la primera acepción del verbo Enhebrar: “1. Tr. Pasar la hebra por el ojo de la aguja o por el agujero de las cuentas, perlas, etc.” (ver DRAE, en  https://dle.rae.es/enhebrar?m=form). Nos queda a la sociedad civil enfrentar el reto de convertirnos en tejedores expertos y pasar una hebra de confianza a través de cada uno de esos pedazos, con un discurso único y creíble que satisfaga a cada parte de ese importante tejido y convertirlo en uno solo. ¡Menudo reto!

Pero creo que ese reto es posible. En la comunicación encabezada por el ex Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, dirigida al Presidente de los EEUU, como respuesta a la famosa carta de los 25, que solicitaron el alivio de las sanciones a los delincuentes que gobiernan Venezuela, confluyeron mayoritariamente las más distintas personalidades de la sociedad civil en una sola idea fuerza: no se puede aceptar bajo ningún respecto la narrativa de que estamos encaminados hacia una “normalidad” y menos aún que se requiera para eso el ablandamiento de las sanciones que se le han impuesto a los delincuentes que usurpan el poder en Venezuela. Esta carta llegó a ser firmada en tiempo récord por más de 10.000 personas dentro y fuera de Venezuela (ver Norbey Marin, ¡¡¡Arrasamos!!! Eran 10.000 firmas pero la gente nos sorprendió, en https://youtu.be/pDtSFPNBeMk).

Si esto fue posible, bien pudiera la sociedad civil venezolana y sus liderazgos naturales en ese tejido social coincidir en un discurso político focalizado en el que todos estemos de acuerdo, liderado y sostenido por cada uno de los liderazgos de ese tejido social quebrado en pedazos, solicitando la movilización de todos los venezolanos. De ser así, podría replicarse la misma –o quizá mayor- fuerza que se tuvo el 11 de abril de 2002 para sacudirnos el tirano. Lo que habría que evitar con antelación es que si se tiene éxito en ese esfuerzo, se desaten las pasiones de poder que hicieron fracasar al pueblo en la calle esa histórica fecha. De ser posible desatar esa fuerza que ya existe desde adentro, por el grave descontento de todos los venezolanos, será imposible parar la libertad de Venezuela.

Caracas, 23 de Abril de 2022

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