domingo, 24 de abril de 2022

El reto de enhebrar el tejido social venezolano

Por Luis Manuel Aguana

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Difícilmente puede decirse que el país está en calma como nos lo pretende vender el régimen. A pesar de la pandemia del COVID-19 en el año 2020 se registraron 9.633 protestas y 6.560 en el año 2021 Esa disminución se explica por la grave situación sanitaria y el temor al contagio de una enfermedad que el régimen no ha podido controlar (ver cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en https://www.observatoriodeconflictos.org.ve/el-conflicto-de-la-semana/10-anos-de-protestas).

Sectores de distinta naturaleza protestan en Venezuela. Los trabajadores de los diferentes gremios protestan por sus condiciones de trabajo y sus miserables salarios en bolívares hiperdevaluados, los jubilados y pensionados de la Administración Pública, que suman millones de venezolanos pasando hambre con asignaciones miserables que son una fracción mínima de la canasta básica que ahora se mide en dólares. Ellos no pueden ir a los bodegones y demás exquisiteces que el régimen muestra afuera como mejoras en la economía del país. Esa es la población que no encuentra salidas está huyendo del país, y la cuenta ya asciende en alrededor de 6 Millones de personas (ver ACNUR-Situación Venezuela, en https://www.acnur.org/situacion-en-venezuela.html).

La pandemia ha sido un factor paralizante para que la población se inhiba de salir a las calles para conformar muchedumbres en contra de lo que pasa en Venezuela. Sin embargo, poco a poco hasta a eso se le está perdiendo el miedo, porque si te has de morir de hambre en tu casa, al menos lo haces contagiado de COVID-19 protestando por tus condiciones de vida. Lo que está pasando en Venezuela es un asesinato masivo en cámara lenta a la mayoría de la población, en el medio de un renovado capitalismo salvaje.

Esta gravísima situación creada, no por una tragedia natural o una guerra, sino por el gobierno de unos delincuentes, ha quebrado el tejido social de Venezuela en múltiples partes. Veamos eso con más detalle. De acuerdo con la ONG mexicana Habitat para la Humanidad, el tejido social “lo conforma un grupo de personas que se unen para satisfacer necesidades humanas elementales o superiores, como son: alimento, salud, educación, seguridad social, cultura, deporte, servicios públicos, transporte y todo lo que represente mejor calidad de vida” (ver Tejido Social, en https://www.habitatmexico.org/article/el-tejido-social). En otras palabras, estamos hablando del conjunto de la sociedad y que de una manera u otra está protestando para recuperar esas necesidades humanas que en este momento no están siendo satisfechas por el que tiene la responsabilidad directa de hacerlo, que no es otro que el que gobierna, sea legítima o ilegítimamente.

Al quebrarse el tejido social en un montón de pedazos, cada uno de ellos lucha por una parte de la necesidad global. Esto es, los maestros y profesores luchan por sus reivindicaciones y las mejoras necesarias en la educación básica y media, los profesores universitarios luchan por su cuenta por su supervivencia y por la recuperación de lo que una vez fue una educación superior en Venezuela y la recuperación de la planta física de las universidades, los médicos –los que quedan- y las enfermeras luchan por mejores condiciones de vida y salarios, así como la recuperación del desastre sanitario en los hospitales, los pensionados y jubilados luchan por mejorar el monto de sus pírricos ingresos, y que no decir de la población que en su conjunto se encuentra en permanente lucha y se echan a las calles a trancar el tráfico por falta de agua, luz o cualquier servicio público que a nivel nacional no funciona, y así sucesivamente. Esas son las protestas atomizadas y aisladas que reporta el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.

¿Qué nos falta en Venezuela para unir las partes de ese tejido social quebrado? Un hilo conductor que de la suficiente confianza y legitimidad a esa sociedad decepcionada para unirse en una protesta nacional que reclame con una sola voz lo insostenible de esta situación. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué el liderazgo político ya no está cumpliendo esa función? Porque su credibilidad se deshizo y ya sus liderazgos no son válidos para poder unir ese tejido social.

La desconfianza alcanza a tal nivel que en una reciente encuesta de Meganálisis (una de las pocas encuestadoras confiables del país) apunta que el 82,3% de la población desconfía de los políticos de la oposición. Y peor aún, que un 78,1 de los encuestados “cree que son ciertas las acusaciones de que los partidos de oposición «están vendidos al gobierno de Nicolás Maduro y trabajan para el gobierno»” (ver El Nacional, Encuesta Meganálisis: el 78% de los venezolanos cree que partidos de oposición trabajan para el chavismo, en  https://www.elnacional.com/venezuela/encuesta-meganalisis-78-de-venezolanos-cree-que-partidos-de-oposicion-trabajan-para-el-chavismo/).

¿Qué nos queda por hacer? Enhebrar el tejido social venezolano. Del Diccionario de la Real Academia Española, extraemos la primera acepción del verbo Enhebrar: “1. Tr. Pasar la hebra por el ojo de la aguja o por el agujero de las cuentas, perlas, etc.” (ver DRAE, en  https://dle.rae.es/enhebrar?m=form). Nos queda a la sociedad civil enfrentar el reto de convertirnos en tejedores expertos y pasar una hebra de confianza a través de cada uno de esos pedazos, con un discurso único y creíble que satisfaga a cada parte de ese importante tejido y convertirlo en uno solo. ¡Menudo reto!

Pero creo que ese reto es posible. En la comunicación encabezada por el ex Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, dirigida al Presidente de los EEUU, como respuesta a la famosa carta de los 25, que solicitaron el alivio de las sanciones a los delincuentes que gobiernan Venezuela, confluyeron mayoritariamente las más distintas personalidades de la sociedad civil en una sola idea fuerza: no se puede aceptar bajo ningún respecto la narrativa de que estamos encaminados hacia una “normalidad” y menos aún que se requiera para eso el ablandamiento de las sanciones que se le han impuesto a los delincuentes que usurpan el poder en Venezuela. Esta carta llegó a ser firmada en tiempo récord por más de 10.000 personas dentro y fuera de Venezuela (ver Norbey Marin, ¡¡¡Arrasamos!!! Eran 10.000 firmas pero la gente nos sorprendió, en https://youtu.be/pDtSFPNBeMk).

Si esto fue posible, bien pudiera la sociedad civil venezolana y sus liderazgos naturales en ese tejido social coincidir en un discurso político focalizado en el que todos estemos de acuerdo, liderado y sostenido por cada uno de los liderazgos de ese tejido social quebrado en pedazos, solicitando la movilización de todos los venezolanos. De ser así, podría replicarse la misma –o quizá mayor- fuerza que se tuvo el 11 de abril de 2002 para sacudirnos el tirano. Lo que habría que evitar con antelación es que si se tiene éxito en ese esfuerzo, se desaten las pasiones de poder que hicieron fracasar al pueblo en la calle esa histórica fecha. De ser posible desatar esa fuerza que ya existe desde adentro, por el grave descontento de todos los venezolanos, será imposible parar la libertad de Venezuela.

Caracas, 23 de Abril de 2022

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2 comentarios:

  1. Gracias Luis Manuel, siempre sigo tus artículos y links relacionados, tus opiniones siempre muy bien fundamentadas mueven a la reflexión en torno a los temas socio-políticos y económicos diarios de nuestro entorno país.

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    1. Épale Edgar! Gusto en saludarte. Ahora es que reviso tu comentario, que agradezco profundamente. La red es un océano de datos e información, y me he propuesto muy modestamente ser un rincón creíble de lo que sucede en Venezuela. Gracias por seguirme y replicar las notas cuando creas que son de interés para todos. Recibe un fuerte abrazo, LMA

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