Por Luis Manuel Aguana
Antes de entrar en materia, debo previamente recordarles parte de una vieja nota que escribí en diciembre de 2016, como reacción a una conferencia dictada por el Padre Luis Ugalde, S.J., en la Fundación Espacio Abierto:
“Por algo dicen que la historia la escriben los vencedores. Y la del 23 de Enero de 1958 no es la excepción. Ese cuento encantador que nos han relatado desde que tengo uso de razón y que se ha construido en el imaginario colectivo de que unos “militares civilistas” encabezados por Wolfgang Larrazábal permitieron el retorno a la democracia en 1958 no tiene precisamente esa exactitud histórica.
Y lo más interesante de eso está en que ese es el argumento que se utiliza para fundamentar que es posible un retorno a la democracia de las manos de otros "militares civilistas" que, en ese mismo gesto desprendido, le entregarían el poder a los civiles para un nuevo 1958 redivivo, tal y como nos lo sugiere el Padre Luis Ugalde en una reciente conferencia (ver Luis Ugalde, Sin apoyo militar no salimos de esta dictadura ni recuperamos la democracia https://www.controlciudadano.org/noticias/padre-luis-ugalde-sin-apoyo-militar-no-salimos-de-esta-dictadura-ni-recuperamos-la-democracia/). Lamento estar en desacuerdo con el Padre Ugalde. En 1958 pasaron muchas cosas que poca gente sabe y que creo que Ugalde conoce bien, al ser uno de los intelectuales que mejor ha estudiado nuestra historia contemporánea.
Sin ánimo de desmeritar a ningún personaje histórico, no es desconocido por los militares, y en especial los que protagonizaron la época que nos ocupa, cuál era el papel y la significación de Larrazábal dentro de las Fuerzas Armadas en ese entonces. El verdadero liderazgo militar no estaba precisamente en este oficial que jugó un papel fundamental a favor de la arquitectura del poder diseñada por líderes de la talla de Rómulo Betancourt.
El liderazgo real de las Fuerzas Armadas estaba en oficiales como Hugo Enrique Trejo, cuyo movimiento fallido del 1ro de Enero de 1958, resquebrajó el poder de la dictadura, y que se encontraban presos el 23 de Enero. Habría que investigar por qué esos oficiales permanecieron presos después del retorno de la democracia, y que luego resultaron incómodos para el nuevo liderazgo político que asumió las riendas del país.
A juicio de algunos oficiales que fueron testigos presenciales de esa historia, Betancourt y quienes le acompañaron nunca hubieran podido negociar políticamente una transición hacia la democracia con el verdadero liderazgo de entonces de las Fuerzas Armadas, que se encontraban sometidos en las mazmorras de la dictadura, y que fueron convenientemente dejados en esa condición hasta que se hubiera asegurado el poder”. (ver nota completa en Larrazabal II y cuando entran los militares, en https://ticsddhh.blogspot.com/2016/12/larrazabal-ii-y-cuando-entran-los_14.html).
Luego de este recordatorio que tiene como objetivo aterrizar la significación de una nueva fecha aniversario de los sucesos ocurridos el 23 de enero de 1958, quisiera entonces ambientarla con lo que pasa ahora en Venezuela, porque en cierta medida la historia tiende tercamente a repetirse pero con actores diferentes.
Las cifras nos indican que la mayoría de los presos que el régimen mantiene en las mazmorras de los cuerpos de seguridad son militares. De acuerdo a la cifra de hace justo un mes, de acuerdo a la ONG Foro Penal, al 19 de diciembre de 2022, existen en Venezuela un total de 274 presos políticos, de los cuales 151 son militares. Esto es, poco más de 55% de las persecuciones que realiza al régimen para protegerse de un eventual desplazamiento, las realiza en los cuarteles (ver Balance de #PresosPoliticos en Venezuela al 19/12/2022 por @ForoPenal, en https://twitter.com/ForoPenal/status/1605975715630813184).
Y esto no deja de ser lógico. Saben de largo que su estabilidad depende de las armas que les incautaron a los venezolanos. Y también así ocurría con las tiranías en el pasado, donde los principales líderes militares de una posible sublevación eran objeto del peor encierro y vejaciones. De acuerdo adonde ellos piensen que puede moverse el liderazgo de los militares, allí ponen su mayor ensañamiento.
Pasó en la época de Gómez y de Pérez Jiménez. En esta época el ensañamiento ha sido en contra de militares como el Capitán (Ej) Juan Carlos Caiguaripano, Capitan de Navío Luis de la Sotta, el Gral. (Ej) Raúl Isaías Baduel (con el resultado trágico por todos conocido y que aun se encuentra pendiente de una investigación profunda), y más recientemente con el Tcnel (Ej) Igbert Marin Chaparro, a quien le niegan mínimas condiciones humanas para su encierro, y se halla en la actualidad en plena huelga de hambre.
Ahora bien, en medio de ese horror que se ha cometido con los militares, vemos con incredulidad que el ex Ministro de Relaciones Interiores Mayor Gral. (Ej) Miguel Rodríguez Torres, creador de la Tumba, responsable de las muertes de los estudiantes Jorge Redman y Bassil Da Costa en 2014, es excarcelado de su confinamiento de 5 años en el DGCIM hace pocas horas y enviado a España, de la mano del ex Primer Ministro español José Luis Rodríguez Zapatero. La cosa tiene que estar muy grave dentro de los cuarteles para que el régimen crea peligroso mantener a ese alto oficial preso en Venezuela, sin atreverse a darle el mismo tratamiento que le dieron al Gral. Baduel.
De ninguna manera pienso que esa excarcelación sea una concesión graciosa al exministro del régimen, para que consideraran que era más importante para ellos tenerlo bien lejos de Venezuela. Estas son las grietas que presenta la tiranía. La huelga de hambre del Tcnel. (Ej) Marín Chaparro, primero de su promoción y ex comandante de la primera unidad militar del país, el Batallón Ayala de Fuerte Tiuna, hace que para la tiranía sea preferible ese oficial más muerto que vivo.
Esa es una consideración que ojalá tomara en cuenta el propio Comandante Marín Chaparro antes de tener el mismo destino de Franklin Brito. A esta tiranía no le importa una huelga de hambre, al contrario, resultan un escape para ellos, aunque posteriormente sean responsables de sus consecuencias. Lo que verdaderamente les aterroriza es tener a un oficial con esas credenciales que sea un ejemplo a seguir para los demás en los cuarteles.
Y de eso se trata todo este tema: ¿dónde está el liderazgo de las FFAA? El régimen tratando de impedir a toda costa que el liderazgo real se mueva a la disidencia militar, como una vez se encarnó en Hugo Enrique Trejo el 1ro de enero de 1958, y, por otro lado, una situación de país insostenible para todos, y en especial para ellos, lo que necesariamente más temprano que tarde les obligará a intervenir. Gracias a Dios el liderazgo no es algo que alguien, y menos el régimen, determine.
Pero la historia es terca e impredecible. Ya el mal está hecho. Las bases mismas de toda la sociedad venezolana, incluyendo a los militares que no son parte del saqueo, no los quieren. La última etapa es que alguno de ellos asuma el liderazgo del sostén del régimen para cambiarlo. Y allí no habrá Alto Mando que valga y ellos lo saben.
Sin embargo, como lo indique en esa nota de 2016, si ocurre un movimiento inesperado y la disidencia militar al régimen llega a tomar el control, entrarán con una agenda que nadie conocerá hasta que ellos la digan. Eso puede ser tanto para hacer elecciones en 1, 2 o 10 años, como hacer una Constituyente o quedarse para siempre en el poder si les da la gana. Nadie lo sabrá hasta que eso pase. No existen garantías de nada. En ese escenario completamente descontrolado, prefiero que un criminal de delitos de Lesa Humanidad se encuentre en España y no aquí en ese momento, tomando el control de la situación. Siempre puede haber alguien peor que el que ya tenemos. Fíjense que tuvimos Maduro después de Chávez…
El 23 de enero de 1958 debería ser conmemorado como el día de una transición hacia la democracia, no el día en que salimos de una tiranía. Haber llegado a una democracia después del 23E fue obra de unos estadistas que realmente no tenemos ahora. No me cabe duda en este día de lo inevitable del fin del régimen. Mi duda reside en lo que vendrá. Si todos tenemos claro esto, deberemos trabajar para que lo que pase el día siguiente de esa transición, venga como venga, no nos agarre desprevenidos y sin saber qué hacer.
El mejor mensaje de 23 de enero a los venezolanos, no es para que unos militares pongan punto final a una tiranía inviable y narco criminal, en estricto apego al orden Constitucional, sino para que quienes vengan después tengan un mínimo de estatura ética, moral e intelectual para establecer con el verdadero liderazgo de la FFAA una ruta segura que nos lleve a un proceso de recuperación del sistema de libertades. Que Dios nos ayude…
Caracas, 23 de Enero de 2023
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