viernes, 10 de marzo de 2023

El camino de una elección presidencial

Por Luis Manuel Aguana

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Si hay algo en que los factores políticos venezolanos han coincidido en relación con la tesis Constituyente, es que efectivamente es necesario efectuar un cambio, una reforma del texto constitucional para reparar de algún modo, y sin especificar qué, lo que había dañado el castro-chavismo-madurismo, de nuestra institucionalidad con la Constitución de 1999. Cuando quienes iniciamos ANCO abordábamos la discusión del tema con cualquiera de esos factores, siempre recibíamos la misma respuesta: la constituyente debe realizarse, pero después.

Siempre estuvieron antes las aspiraciones de poder, los egos de la dirigencia política, los partidos y sus estrategias para lograr “espacios” políticos para competir mejor –electoralmente hablando- con el régimen. Y eso no ha variado ni un milímetro desde que se comenzó esta cruzada Constituyente desde hace muchos años. El problema, para ellos, no estaba en establecer un nuevo Pacto entre gobernantes y gobernados y resolver la crisis política lo antes posible, sino quien estaba en el poder para definir ese Pacto.

Desde la sociedad civil intentamos cambiar ese concepto, que está no solo arraigado en los partidos y sus dirigentes, sino en el mismo meollo del ideario político del venezolano. Cuando le preguntas a cualquier venezolano cuál es su idea de cómo cambiar las cosas terribles que han pasado en Venezuela, la respuesta sin pensar es “hay que cambiar al gobierno”. Lo que refuerza la idea que el problema es una cuestión de conducción y no de estructura, cuando lo segundo define a lo primero.

Cualquier persona que llegue a ocupar la Presidencia de la República en el actual estado de cosas institucional de Venezuela, podría perfectamente hacer lo mismo que hacía Hugo Chávez, como crear ministerios desde un programa de televisión, porque él se fabricó para sí mismo esa estructura, de la misma manera que decidió acabar por su cuenta y sin pasar por ningún control legislativo, la separación de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones, creando un caos económico monumental en dos países de manera simultánea.

Entonces el problema no es solo de conducción política, sino de la estructura institucional que encuentre el siguiente al mando, que no es otra cosa que el marco que definirá su actuación política. Siempre hemos argumentado que un marco completamente distorsionado como el que existe en Venezuela no es ni será de ninguna manera la estructura sólida y estable que requiere el próximo mandatario del país en el caos político que acompañará la caída de los delincuentes que ahora detentan el poder en Venezuela.

Pero como será imposible tener esa nueva estructura institucional al momento en que las cosas cambien, habrá que construir una nueva a partir del mismo instante en que la situación de un giro, lo que podría ocurrir en cualquier momento en Venezuela. Lo ideal sería que ya existiera, esto es, que se lograra cambiar la situación del país antes y, sin necesidad de llegar a un proceso electoral, y convenciéramos al mundo que Venezuela necesita un proceso arbitrado por la Comunidad Internacional para elegir a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, con unas Bases Comiciales aprobadas por el pueblo venezolano, como fórmula única y unificadora del país.

Sin embargo, con el transcurrir de los años, la situación política prevaleciente en el país nos demuestra sin lugar a dudas que es mucho más probable que ocurra una elección presidencial antes de una convocatoria Constituyente, en un país que siempre ha buscado permanentemente que alguien lo salve. Y no es que me guste esa realidad, pero ESA ES LA REALIDAD EXISTENTE y en la medida que la neguemos nunca hallaremos la salida a este laberinto.

La clase política ha sesgado la actuación de los venezolanos al punto de impedirle   encontrar otras salidas diferentes, proponiendo permanentemente salvadores de la patria que ellos puedan controlar desde sus partidos, ofreciéndoselos al pueblo como la solución de todos sus males, a través del sistema electoral, aunque este sea controlado por el régimen. No hemos podido romper ese círculo vicioso, que se repite interminablemente una y otra vez. Y mientras tanto, el país se desangra por todas partes y cada vez de manera más pronunciada. ¿Cómo se rompe esa trampa que nos tiene deprimidos y derrotados?

La última propuesta de los partidos políticos de la oposición, con el fin de seguir medrando en nuestra credibilidad, es escoger entre todos ellos en un proceso de primarias, al menos malo de un pequeño universo que aun los tolera, y que según todas las encuestas difícilmente pasa de un 20% de los venezolanos. Esto nos deja aproximadamente un 80% que, o bien, no irá a votar o votará en contra de ellos en unas elecciones que saben que amañará el régimen, que nunca ha ocultado sus intenciones de no entregar el poder por la vía electoral.

¿Dónde nos deja todo eso? Que las primarias elegirán a un perdedor previamente acordado, proveniente de un proceso auspiciado y controlado por esa clase política aborrecida por la población, y sobre el cual el régimen tendrá un control para que acepte el resultado de las máquinas de su CNE.

Basado en una realidad esperada de un “triunfo” del régimen sobre cualquier candidato que salga de esas primarias, ¿cuál debería ser la actitud de CUALQUIER movimiento político que vaya a esas elecciones y que realmente desee encarar al régimen en su fraude seguro, y exigir lo que ni Rosales en el 2006, ni Capriles en el 2012 y 2013 exigieron? Conseguir a alguien que logre aglutinar ese 80% que encarne el sentimiento de rechazo de Venezuela a estos 23 años de concubinato entre el régimen y su oposición.

Claramente, el régimen tratará de impedir cualquier candidatura que no esté encuadrada en sus planes, fuera del candidato acordado con la oposición oficial en las primarias. Y la misma oposición se rasgará las vestiduras, vociferando que otra candidatura opositora fuera de la escogida en primarias sería divisionista. Pero ¿divisionista de qué? ¿De una oposición entregada? Con ese candidato, que ya de por sí es minoritario, no se estaría dividiendo nada, porque el grueso de la población estaría todavía buscando opciones.

Es allí entonces donde se construiría la verdadera candidatura de la oposición, medida en las calles y en la opinión pública opositora para esas elecciones, capaz de movilizar y poner a Venezuela en la misma situación de exaltación política que se tuvo cuando Henrique Capriles en el 2013 nos mandó a tocar cacerolas y bailar salsa. En otras palabras, no estaríamos buscando en esa campaña presidencial al candidato que “gane” las elecciones con el CNE del régimen, porque este claramente no ganará.

Lo que buscaríamos sería al candidato(a) que sea capaz de enfrentar y movilizar el 80% del país opositor y se plante de una manera firme frente a ese fraude que desde ahora cocina el régimen y sus socios internacionales. Y lo que pase luego que lo definan las fuerzas que deciden el poder, ante la mirada atenta de la Comunidad Internacional. Eso es lo que estaría planteado en el país si se elige el camino de una elección presidencial, como ya lo eligieron por nosotros los políticos y la Comunidad Internacional, existiendo una solución óptima, Constitucional y Constituyente.

A partir de allí, sea quien sea el que logre desplazar cívicamente el actual estado de cosas, luego sortear con éxito esa situación de borde, tendrá necesariamente que encabezar un gobierno de transición e inmediatamente convocar al Constituyente para garantizar que exista una estructura institucional viable a largo plazo para los próximos gobernantes del país, dándole estabilidad a Venezuela, y evitando la repetición de la desgracia de 23 años ocurrida en el país, experiencia que lamentablemente ya están viviendo algunos países hermanos de Latinoamérica, donde han regresado los mismos gobernantes que los destruyeron, por haber cometido el error de no desmontar de inmediato la madeja institucional corrupta que los sostuvo en el poder.

ANCO en su nueva condición de movimiento político continuará vigilante de la evolución de este proceso político en el país y actuará conforme al interés de convocar a los venezolanos a la brevedad posible para que sea el pueblo venezolano el que decida su destino. Asimismo, seguiremos trabajando en la organización y formación de sus cuadros regionales en todo el país, en el conocimiento pleno del proyecto que le hemos planteado a Venezuela, El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela (texto en https://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html),   y estar preparados para el momento que se convoque, más temprano que tarde, el proceso Constituyente por la vía que determine la realidad política del país. Ese es el objetivo que nos hemos trazado como organización política a partir de este momento, al servicio de un cambio profundo en la manera de hacer política, para un desarrollo armónico de Venezuela y sus nuevas generaciones.

Caracas, 10 de Marzo de 2023

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

martes, 7 de marzo de 2023

ANCO, movimiento político

Por Luis Manuel Aguana

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El reciente pronunciamiento de la Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO, informándole a los venezolanos su transformación en un movimiento político, con todo lo que ello implica, es de una profunda significación para todos aquellos quienes hemos formado parte de este movimiento desde su fundación desde el seno de la sociedad civil (ver Comunicado ANCO, Sin renovación institucional integral, Venezuela permanecerá en ruinas, en https://ancoficial.blogspot.com/2023/03/comunicado-anco-sin-renovacion-integral.html).

Siempre impulsamos la lucha de la sociedad civil con la idea rectora de ser contralores civiles de primera fila de las actuaciones de aquellos que se dicen nuestros representantes políticos y participar en la vida política del país, presentando propuestas concretas para que estas sean tomadas en cuenta por aquellos a los que les hemos dado el poder de nuestra representación política, ejercidos desde los poderes públicos.

Muchas veces he señalado desde esta tribuna, que desde la aprobación popular de la Constitución de 1999, el Artículo 5 Constitucional nos dio a los venezolanos el derecho de ejercer de manera directa nuestra soberanía a través de los mecanismos previstos en la Constitución y en las leyes, en especial el Artículo 70, a través del cual la sociedad civil organizada puede convocarse y participar directamente en “…la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante…” (Art. 70, CRBV 1999).

Directamente significa SIN LA INTERVENCIÓN DE LOS PODERES PÚBLICOS: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público…” (Art. 5, CRBV 1999). Sin embargo, este derecho único y constitucional ha sido constantemente mediatizado y conculcado en estos 23 años por el régimen, a pesar de las múltiples actuaciones que ha tenido la sociedad civil, impidiendo entre otras cosas que el pueblo expresara democráticamente y de manera directa su rechazo a esta forma de gobierno y sus ejecutores.

ANCO se sustentó en ese derecho definido en la Constitución vigente, como sociedad civil, al punto de ser participante protagónico de dos consultas populares cuyos mandatos siguen pendientes de ejecución, y ha sido principal impulsadora de la iniciativa constituyente, que a nuestro juicio sería la manera ideal de resolver pacifica, equitativa y constitucionalmente la crisis política que atraviesa el país.

Lamentablemente, esta solución ha sido desechada de manera pertinaz por los actores políticos que en mala hora detentan la representación opositora del país, porque atenta contra los intereses de más de 60 años de una clase política que se niega a cambiar, a pesar de la destrucción de la que ha sido objeto el país a manos de unos criminales.

Aun teniendo el derecho como sociedad civil de participar en la vida política del país porque así nos lo garantiza la Constitución, ANCO ha decidido seguir intentando cristalizar su proyecto de cambio estructural en las relaciones de poder del país, que le entregue al ciudadano común el poder de manejar su calidad de vida, incursionando ahora en el terreno de la representación política y el ejercicio del poder, única vía que entienden quienes nos han negado como simples ciudadanos el derecho a la participación política, y buscar en su momento el voto de los venezolanos para hacerlo realidad.

Al organizarnos como movimiento político y presentar nuestro proyecto El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela (ver texto completo en https://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html) a la consideración del país, no ya como ciudadanos organizados de la sociedad civil sino como la propuesta de un equipo consolidado de reformadores con una nueva visión política y territorial de una Venezuela libre del futuro, que no buscan otra cosa que hacer realidad un proyecto común que ofrecerle al pueblo venezolano, más allá de personalidades individuales, con un profundo sentido de justicia y de respeto a los Derechos Humanos. Difícilmente se encontrará un proyecto de cambio estructural de la vida política, económica, social y territorial del país en ninguna de las ofertas políticas que se han presentado al pueblo venezolano.

Tal vez el significado de estas palabras pueda cobrar mayor sentido al escuchar la disertación de la Dra. Adela Cortina, creadora del término “aporofobia” (fobia a los pobres) y catedrática de Ética Política de la Universidad de Valencia, España, el 15 de enero de 2020, en una conferencia titulada “Construir una Democracia auténtica” para el alumnado de La Nau Gran de la Universidad de Valencia, que recomiendo que vean completa (ver Adela Cortina, Construir una democracia auténtica y política, en https://youtu.be/45E_r3IdSco), y de la cual extraigo lo siguiente de su extraordinaria exposición:

“Es una verdadera confusión ideológica la de tratar de decir que el individualismo es la base de la vida social. NO ES VERDAD. Somos personas en relación, somos personas en vínculo relacionadas unos con otros, y nos reconocimos como personas porque otros nos reconocen como personas.

Por lo tanto el pueblo tendría que ser un conjunto de personas que se saben en relación, que se saben en vínculo, y que saben que tienen que tener por lo menos unos cuantos proyectos comunes, lo que yo llamaría unos mínimos de justicia que tenemos que tratar de conseguir en conjunto. Porque si esos mínimos de justicia no existen, entonces no hay proyecto común, y entonces no hay pueblo, sino masa de individuos que pueden funcionar más o menos emotivamente o agregativamente, pero que no tienen ningún tipo de proyecto común.

¿Y cuál sería el proyecto común? Pues yo creo que muy claro en una sociedad democrática. ¿Cuál tendría que ser el proyecto común? Recuerdo que tiene que ser un proyecto de justicia y no de felicidad, la felicidad es personal. La vida buena es un proyecto personal. Uno tiene que decidir qué proyecto de vida buena quiere, y comentarlo con sus personas queridas y con sus otros significativos para que le aconsejen y se aconsejen porque la vida la hacemos inter-subjetivamente pero cada uno tiene que tener su proyecto de vida personal.

Sin embargo hay una dimensión, que es la dimensión de justicia, que es la dimensión de la política y la dimensión de la ciudad, y en ese sentido si tenemos que encontrar en cada uno de los países un mínimo de justicia en los que tenemos que estar de acuerdo porque si no, no tenemos ningún proyecto común. ¿Y cuáles son esos mínimos de justicia? Pues podemos hablarlos, pero creo que de entrada es elemental que son los Derechos Civiles y Políticos, los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Eso como mínimo….

…Yo hablé en un libro que se titulaba “Ética mínima”, lo digo siempre, en el año 86,  había gente que decía, claro dice que es una ética mínima porque como estamos tan mal pues por lo menos unos mínimos. No, no. Ética mínima quiere decir, que no se puede caer por debajo de esos derechos sin caer en INHUMANIDAD, porque son mínimos de justicia. ¡Esa es tarea de la política! De la política nacional y de la política internacional. Y esa es la manera, construyendo una sociedad en paz, porque la paz se construye desde la justicia. No se puede hablar de una sociedad en paz si no hay una justicia básica” (resaltado nuestro).

Pues bien, proponemos al pueblo venezolano un proyecto común, El Gran Cambio, con un mínimo de justicia, establecido en los Derechos Civiles y Políticos, y Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los venezolanos, y que hay que garantizar, porque esa es en realidad la tarea que debe tener LA POLÍTICA en cualquier país. En Venezuela se perdió en todos los partidos la noción del ejercicio de la política y la esencia del para qué es, más allá de promover candidatos a todos los niveles, distorsionándose tanto su actuación, al punto de convertirse en un tradicional “quítate tú para ponerme yo” hueco, de ejercer el poder para provecho personal, sin ninguna propuesta más allá de la cara de sus candidatos.

Este proyecto común debe ser entendido, desarrollado e implementado en cada Estado de Venezuela, de acuerdo con su idiosincrasia y potencialidad regional, por los ciudadanos, en pleno ejercicio de su Soberanía. Y en este sentido, el movimiento político que inicia ANCO funcionará como moderador y catalizador de ese cambio, que discurrirá en la medida que los ciudadanos nos den el poder político para realizarlo.

Esa es la diferencia entre un grupo de la sociedad civil organizada que propone un proyecto sin la certeza de su realización porque no está allí para el ejercicio del poder, y un movimiento político con representación concreta dispuesto a llevarlo a cabo con el respaldo de los ciudadanos, entendiendo el ejercicio de la política como el instrumento mediante el cual se administra el poder como servicio al ciudadano y no para ser servido. A eso debemos llegar, y es el siguiente nivel que la sociedad civil como un todo deberá escalar para el adecentamiento del ejercicio de la política en Venezuela.

Caracas, 7 de Marzo de 2023

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