viernes, 8 de agosto de 2025

La paz también tiene un precio

Imagen resumen de la nota cortesía de AI Google Gemini

Por Luis Manuel Aguana

English versión

La verdad no tiene a veces como enemiga a la mentira, sino al mito, persistente y persuasivo…De este modo algunos encuentran cómodas las opiniones confeccionadas y evitan la incomodidad de reflexionar

John F. Kennedy

“Se busca” a 50 millones de US$

Ciertamente, como dijo Kennedy, el mito persistente que indica que con remover a los principales capos de la tragedia venezolana se acabará la crisis del país, se acomoda perfectamente al simplismo con el que los venezolanos nos encanta manejar los problemas, evitando la incomodidad de reflexionar y pensar en una salida integral que se acomode al contexto donde se mueven.

Y no es que duplicar la recompensa de 25 a 50 millones de dólares por la captura de Nicolás Maduro Moros (ver El Gobierno de Trump duplica la recompensa por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a US$ 50 millones | CNN, en https://share.google/EG82cb9GJyAFcK5mD) no resulte en un duro golpe para el régimen venezolano, sino lo que debemos preguntarnos es si esta acción, de llevarse a cabo, terminaría con el SISTEMA de la narco tiranía que lo mantiene en el poder, y que tiene raíces muy profundas en sus principales pilares de sustentación, como las FAN convertidas en brazo armado y custodia del sistema, factores de la narco guerrilla colombiana, Rusia, China e Irán, y socios comprobados del terrorismo internacional.

Nos han dicho hasta el cansancio que removiendo a los que tienen los carteles de “Se Busca” resolveremos la crisis, dejando de lado el resto. Cuando Hugo Chávez Frías falleció, muchos pensaron que era imposible que lo que vendría después nunca sería peor. Pues bien, se equivocaron. Fue muchísimo peor, porque el sistema continuó allí y más reforzado que nunca, garantizando que lo peor se afianzara aún más.

Si Maduro se va porque lo “extraigan” por 50 millones de dólares, sin resolver el sistema que lo mantiene allí, el mito se comprobará porque vendrá otro de igual o peor catadura proveniente del mismo sistema que mantiene al régimen. Pero nos están vendiendo desde adentro y desde afuera que eso no será así, sin explicarnos por qué. Solo los hechos pueden validar esta afirmación, y ya la validamos la primera vez. ¿Necesitamos una segunda?

Definitivamente, no sé por qué creo que la “extracción” es menos de la mitad de la solución, aunque debo aceptar que sería un comienzo que nos llevaría a otro estado del problema -que bien podría ser peor-, donde la primera pregunta sería ¿contribuiría esta acción incompleta a la paz entre los venezolanos? Que cada uno se dé su propia respuesta…

La justicia también tiene precio

La separación del Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, del caso Venezuela 1, no es un éxito, sino un fracaso de la justicia internacional. Un fiscal corrupto en un tribunal de justicia no le hace bien a nadie, y menos aún si se trata de una Corte de alcance mundial (ver La CPI ordena al fiscal Karim Khan que se aparte del caso sobre Venezuela por posible conflicto de interés | CNN, en  https://share.google/SK4SuYPJgIFfvjZ6X).

En una reciente entrevista con los periodistas José Domingo Blanco (Mingo) y Erika Mendoza Tovar, en el programa Arrímate al Mingo, el abogado Omar Estacio señalaba lo siguiente: “…es inexplicable que este señor Karim Khan haya fomentado y permitido la incorporación de su cuñada. Que la misma sentencia establece que no era nada más cuñada, es su socia, porque llevaron casos juntos, y dice la sentencia ahora que presenta la relación de este señor Khan con su cuñada y su propia esposa, ya estructurada desde el punto de vista empresarial, porque son integrantes del mismo bufete…”. (ver Karim Khan fuera del caso Vzla / ARRÍMATE AL MINGO / Lunes 4 de agosto de 2025, min 40:31, en  https://youtu.be/uffaGoArkYw?t=2431).

El hecho de que el Fiscal de la CPI, no solo sea cuñado de una de las abogados defensoras del régimen venezolano en la CPI, sino que al mismo tiempo la defensora sea socia en el mismo bufete de abogados del Fiscal Khan, dice muy poco (o dice mucho) acerca de la ética y transparencia que los ciudadanos esperan encontrar en la justicia de La Haya, y que precisamente la buscan porque no la encuentran en sus propios países signatarios del Tratado de Roma. Significa que existen razones para suponer que el régimen de Nicolás Maduro Moros pagó por la vía indirecta al Fiscal Khan para retrasar el juicio en contra de los “presuntos culpables” de los crímenes de lesa Humanidad de ese juicio.

Ese golpe le pone un clavo más al ataúd de la justicia para los cientos de víctimas de los crímenes del régimen en nuestro país y entierra -al parecer- las esperanzas de que ese camino pacífico sea viable para resolver la grave crisis que representa el régimen para los venezolanos. Y lo más importante es que al cerrarse esa vía, se pierde irremediablemente la confianza de un mecanismo pacífico para resolver nuestro conflicto. Después de la decepción de la anterior Fiscal de la CPI, Fatou Bensouda, de la que sobraron los rumores de una presunta intervención corrupta del régimen para retrasar el juicio, ahora nos encontramos este nuevo caso. Los venezolanos, entonces, tenemos sobradas  razones para desconfiar de lo que venga después del Fiscal Khan.

Si las personas, y en especial las víctimas y sus familiares, tienen la percepción de que no existe justicia afuera porque los tentáculos del régimen son tan largos como para anularla por la vía de la corrupción -como ya hemos visto con esta nueva decepción-, y nos queda claro de que se cerraron todos los caminos internos para conseguir esa justicia, entonces no habría razones para pensar que lo que único que queda es buscar la justicia por manos propias. No es tan difícil llegar a esa conclusión. Cuando se arrincona despiadadamente a una población que exige reparaciones a las injusticias por los mecanismos civilizados, y no se encuentra salida de ninguna especie, lo que resta es esperar la explosión. La pregunta, entonces, dejó de ser si ocurrirá esa explosión, si no cuándo sucederá.

Pero hay quienes de verdad queremos que exista una salida pacífica a la crisis política venezolana aunque ahora mismo se vea muy lejana, dura y complicada. Y no solo lo deseamos sino que presentamos posibles mecanismos para alcanzarla (ver mi nota pasada, Constituyente como causa o como consecuencia, en https://ticsddhh.blogspot.com/2025/08/constituyente-como-causa-o-como.html).

Pero, como pude constatar de los comentarios recibidos de la nota anterior, muchos ya dan por imposible la salida en paz del problema.  Pero como le indique a una amiga del exterior, todo el mundo quiere salir gratis del régimen, y cualquier opción que se escoja tiene su precio.

Como dicen en los EEUU, "there is no free lunch" (no hay almuerzo gratis). Si la mayoría quiere la violencia, debe pagar un precio por eso. Pero la paz también tiene un precio. Sin embargo, el precio de la violencia es más alto porque primero se paga ese y luego se paga por el de la paz, debido a que no es posible vivir siempre en la violencia. La gran pregunta sería cuál de los dos se desea recorrer primero. Allí está el fondo de todo el problema que no queremos ver. Queremos ver de nuevo a Simón  Bolívar, ahora trastocado en mujer, para que nos salve. Tal vez sea un mensaje bueno para la épica y los mensajes bonitos y valientes, pero muy malo en la práctica para salir del problema. La respuesta la dirá el tiempo, y el problema es que no queda mucho.

A los venezolanos nos encanta hablar de cosas graves sin medir consecuencias. Si ya en la oposición decidieron por nosotros el camino de la violencia, entonces quienes tomaron esa decisión deberán asumirlo con la seriedad que implica. Significa que están listos y dispuestos a ponerle una bomba a una instalación petrolera para que Chevron deje de operar. O que están listos y dispuestos a secuestrar y/o asesinar a algún miembro del régimen y su familia o a algún personaje de importancia. Porque eso es lo que entenderá el régimen después de esa declaración.

Eso fue lo que hicieron los comunistas en los 60s, matando policías bajo la dirección de Fidel Castro y de otros que alguna vez formaron parte de la dirigencia del régimen castro-chavista-madurista. ¿Es de eso de lo que se trata? Adelante entonces. Pero no creo que los venezolanos queramos eso, como tampoco lo quiso la generación de la época de la guerrilla comunista venezolana. Y si se atreven, se equivocarán como se equivocaron los comunistas de ese entonces, creyendo en el camino de la violencia. Busquen los escritos de Pompeyo Márquez y Teodoro Petkoff referentes a la equivocación que confesaron por asumir la lucha armada.

María Corina Machado (MCM) ni ningún líder opositor les ha dicho a los venezolanos la verdad del alcance de lo que implica ese llamado a la clandestinidad. Y si el asunto no es así (porque ya el régimen está interpretando otra cosa) deben explicarlo muy bien, porque es muy diferente hacer oposición desde un escondite privilegiado, que hacerlo de concha en concha, como seguramente tendrá que hacerlo la dirigencia política con menos recursos, seguidores de MCM en el país, que atendieron el llamado, y que pueden terminar como carne de cañón, para ser capturados o muertos. Eso es lo que le espera, no solo a ellos sino a todo el país porque a todos nos tocaría una parte.

Dicho lo anterior paso a explicar con mayor profundidad el planteamiento pacífico que le hacemos al país. Para aquellos que dicen que me olvido de los votos del pueblo venezolano del 28 de julio de 2024, de entrada les digo claramente que NO se trata de si son válidos los votos del 28 de julio de 2024 porque en definitiva lo son. Esa es nuestra posición opositora.

De igual manera no se trata de si Nicolás Maduro Moros es o no el Presidente legítimo. No lo es. Pero esa es la posición del régimen, no la nuestra. Y ambas posiciones son irreconciliables. Ni en la oposición aceptaremos a Maduro como legítimo ni el régimen aceptará como válidos los votos del 28 de julio de 2024, después de haberse robado la elección. El problema es cómo vamos a resolver esas posiciones encontradas a favor de los venezolanos, y no a favor de cualquiera de las partes en la controversia. ESE ES EL FONDO DEL CONFLICTO.

Hay que explicarles con crudeza a los venezolanos esta situación. Eso es lo político,lo correcto y lo responsable. Porque las partes debemos abandonar las posiciones opuestas irreconciliables y encontrar un punto de encuentro a favor del país, aunque eso parezca imposible. Estoy muy claro de que no es de ninguna manera fácil. Y por lo general lo que hacen los grupos en posiciones encontradas como las que existen en Venezuela es buscar la solución por la vía de la violencia, de quien logra montarse sobre el otro. A eso nos está llevando este enfrentamiento donde el régimen hasta ahora ha llevado la delantera por la vía de la fuerza.

El esfuerzo debe ser precisamente para llegar a una negociación favorable a los intereses de los venezolanos que son el sujeto primario, no MCM, ni el régimen ni los partidos que les acompañan a ambos. Hay que buscar solventar el conflicto que está escalando a una situación de violencia política. La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente no es más que el medio propuesto a través del cual se trataría de construir un punto medio, donde todo el mundo tendría que ceder a favor de este país.

La Comunidad Internacional espera que NOSOTROS, los venezolanos, resolvamos el problema, no ellos. Y es un error esperar que lo hagan. Si la dirigencia política es incapaz de entender el momento histórico en donde nos encontramos, nos meterá a todos en un conflicto del cual será incapaz de sacarnos. Y al final seremos todos los venezolanos quienes sufriremos las consecuencias.

El tema de fondo que he planteado en mis notas es que si la cúpula opositora encabezada por MCM ya decidió que el conflicto con el régimen de Nicolás Maduro Moros debe resolverse violentamente, que lo declare abiertamente y todos deberemos atenernos a las consecuencias. A mi juicio ese llamado a una lucha clandestina en Venezuela resulta irresponsable si no se reviste de una explicación clara de su alcance. La lucha clandestina en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez fue violenta y militar, y el país así lo asumió desde el primer momento en que el principal partido opositor, Acción Democrática, fue ilegalizado el 7 de diciembre de 1948.

Y si la lucha con el régimen será violenta, entonces deberán tener claro desde ya que tendrán que disponer de una respuesta profesional y acorde con la violencia que desatará el régimen y alertar seriamente a la población de como se lidiará con esa circunstancia. Pero si en realidad desean una solución pacífica, entonces deben indicarles a los venezolanos cuales serán las alternativas para abordar el problema sin esperar milagros.

Sin desmedro a cuales puedan ser las salidas pacíficas que consideren en la oposición, en ANCO hemos sometido a la consideración del país negociar los términos de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, para que sea una representación legitima del pueblo venezolano, arbitrada por la Comunidad Internacional, la que decida el conflicto entre nosotros. Ese es en esencia el mensaje fuerte y claro que estamos haciéndole al pueblo de Venezuela, y que tendrá, con toda seguridad, un precio mucho menor que el de la violencia.

Caracas, 8 de Agosto de 2025

Blog: TIC’s & Derechos Humanos, https://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

lunes, 4 de agosto de 2025

Constituyente como causa o como consecuencia

Imagen resumen de la nota cortesía de AI Google Gemini

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Antes que nada, una aclaratoria previa para que no saquen conclusiones equivocadas respecto a la presente nota: en el transcurso de los años de esta lucha desigual, creo que he dejado constancia por escrito de mi más profundo deseo de que la tragedia venezolana del régimen castro-chavista-madurista se acabe a la brevedad posible -y por la vía más expedita- para que los venezolanos retomemos nuestra vida como una vez la conocimos, de tolerancia política, para comenzar a reconstruir el país.

Y realmente, después de tantos años, no sé si eso ya sea posible. Han pasado demasiadas cosas inverosímiles en el país que apuntan a que el panorama cambie de un momento a otro, a pesar de cualquier pronóstico favorable. Esa ha sido la experiencia que todos los venezolanos hemos vivido, y razón por la cual aquí nadie se engaña en esto.

Vivimos momentos cercanos para ponerle fin al régimen, que no voy a recordar ahora, pero que todos conocen, donde con la ayuda -por acción, omisión o torpeza- de la oposición, el régimen aprovechó para atornillarse hasta el día de hoy. Esos momentos causaron muertes, persecuciones y encarcelamientos que aún son una herida abierta y sangrante que causa muchísima rabia y dolor en las familias y compañeros de lucha que los vivieron, de cada uno de sus protagonistas.

Ese es el mejor contexto donde cualquier narrativa, mensaje, o discurso prometedor de CUALQUIER líder político que apunte a que esto se acabará mañana, aun sin decir de qué manera ni cómo será, se posiciona positivamente en la mente de la gente, despertando la esperanza de cualquiera.

Y cuando alguien pregunta, ¿y en qué cosa se basan para respaldar tal esperanza? Esto es, más allá del discurso y las medidas que se están tomando fuera del país en contra del desgobierno del régimen y sus protagonistas principales. La respuesta que se da, palabras más palabras, palabras menos, es que “el régimen se está quebrando y que muy pronto, los EEUU y fuerzas internas del país”, en atención a que “ya Maduro no es Presidente, sino el jefe del Cártel de los Soles”, lograrán que el régimen caiga, retornando así la democracia y la libertad a Venezuela. En consecuencia, lo que hay que hacer aquí es prepararnos para esperar esa eventualidad.

Lamentablemente, soy escéptico a ese discurso y, según el río mediático opositor, uno de los pocos que no lo compra. Sin embargo, ¡ojalá así sea! Cualquier venezolano, incluyéndome, quisiera que eso pasara. Pero la experiencia, los años, lo poco o mucho que he llegado a conocer de la política y los políticos venezolanos, me indican que eso no es más que una aspiración y buenos deseos de quienes ahora conducen la oposición venezolana, basados quizá en promesas exteriores que pueden variar de la noche a la mañana, así como cambia el humor de quien ahora es Presidente de los EEUU. Así de frágil es esa promesa de la que hoy se aferra el comando opositor, generando esa expectativa en los venezolanos.

Y ¡ojo!, no es pesimismo. Es el monitoreo constante de la situación política venezolana que indica que si bien los EEUU consideran ahora formalmente al régimen de Nicolás Maduro Moros como terrorista y sus integrantes como jefes del Cártel de los Soles, aún respetan las formas y negocian con ellos cuando lo consideran conveniente, como lo hicieron en el caso del intercambio de prisioneros y el reinicio de las operaciones petroleras de Chevron en Venezuela.

Pero aun cuando esas negociaciones ocurrieron antes de la declaración formal de Maduro y su banda como terrorista, claramente el gobierno de Trump estaba en conocimiento de esa condición del régimen venezolano. Entonces, ¿por qué negociar con ellos si existe un plan para salir del régimen en el cortísimo plazo y existirá un nuevo gobierno democrático respetuoso de las leyes? Piensen en eso…

Entonces, basado en esta apreciación del momento político, llego de nuevo a la conclusión lamentable, ya expresada en anteriores notas, de que nadie vendrá a “rescatarnos”. Eso es algo que nos corresponde hacer a nosotros mismos, así a algunos les parezca desagradable la opción de tener que “mojarse el rabo para comer cachama”, como dicen en Guayana.

Pero en este punto es inevitable tener que escoger la manera en que deseamos resolver el problema, si pacíficamente o violentamente. Muchos han dicho que no podemos hacerlo violentamente porque no tenemos la fuerza de las armas del régimen, y eso es verdad. Aunque siempre han existido fórmulas militares que resuelven esa disparidad de fuerzas, como lo demostraron por ejemplo Vietnam, Chipre, India e Israel en los momentos de su historia donde lucharon y salieron victoriosas fuerzas en supuesta desventaja, soy un convencido que siempre es posible llegar a acuerdos en paz, porque la opción violenta es muchísimo más costosa para todo el mundo.

Dicho lo anterior, debo hacer una acotación al llamado a la clandestinidad realizado por la dirigencia opositora. No existe tal cosa como una lucha clandestina pacífica. Si alguien se esconde, es porque espera violencia de alguna naturaleza de quienes lo persiguen. Y, por lo general, la intención es devolver el golpe resistiendo, porque si no es así, no tendría ningún sentido porque los golpes vendrían solo del lado del que persigue. Y no es que esa no sea una manera de lucha válida en contra de un régimen que ha perseguido, torturado y asesinado personas. Pero la sola decisión de hacerlo implica que la lucha dejó de ser pacífica y se rige según las reglas que este camino genera.

Significa entonces que se cierra la puerta a una solución pacífica del conflicto y las estrategias deberán ir dirigidas a hacer por lo menos el mismo daño que el régimen ha generado, con las consecuencias consiguientes, que no solo repercutirán en quienes la iniciaron sino en el resto de la población. Ese conflicto no tiene lapso establecido y solo es sostenible si la población en su conjunto así lo desea.

La violencia interna implica cambiar la percepción de seguridad en el país, no solo la del régimen, sino la de toda la población. Eso es lo que significa entrar en una vorágine de violencia destructiva. Implica un grado de destrucción material en el país imposible de cuantificar, sin contar las pérdidas humanas. Es lo que ocurre cuando se inicia un conflicto, porque una parte lleva irremediablemente a la otra hacia eso.

La violencia no tiene vuelta atrás, tanto para las personas que la emprenden como para el país, y no tiene, como en los casos mencionados en la historia, ninguna garantía de éxito, ni tiempo para conseguirlo. En todos los casos, siempre hay que darle hasta el último momento una oportunidad a la paz, así sea remota, pero planteando un proceso claro para llegar a ella antes que sea inevitable el conflicto. Porque a eso nos está empujando el régimen al intentar cambiar con una Reforma in-Constitucional las reglas del juego que nos dimos desde la primera mitad del siglo pasado.

Al plantearle al país una negociación entre las partes en conflicto, con la intermediación de la Comunidad Internacional, donde no se discutan las posiciones de cada parte sino los términos de una Convocatoria del pueblo para que sea el dueño de la soberanía el que decida qué hacer con el país, en una Asamblea Nacional Constituyente, como está perfectamente previsto en la Constitución, esta Asamblea estaría actuando como la CAUSA que resolvería el conflicto pacíficamente entre las partes, que deberían comprometerse a respetar el veredicto del pueblo. Esto es lo que en ANCO llamamos Negociación Constituyente.

En esa negociación se define como se lograría la imparcialidad del mecanismo electoral a aplicar para la elección de Constituyentes, así como los términos de la convocatoria del pueblo, y de una transición pacífica a un gobierno intermedio hasta la convocatoria a nuevas elecciones después de elaborar un nuevo Pacto Social.

Es claro que en una negociación las partes ceden hasta llegar acuerdos. Y ustedes me preguntarán, ¿y por qué el régimen estaría interesado en negociar una propuesta como esa? Porque no son homogéneos. En ellos hay quienes desean vivir en paz a pesar de lo que han hecho. Hay quienes desean seguir haciendo política posteriormente al cambio en el estado de cosas. Hay quienes desean también convivir en Venezuela sin necesidad de huir. Esas son las fuerzas que hay que convocar, y que se sumarían a esta iniciativa para que aquellos que estén radicalizados accedan a una solución negociada.

Pero del lado opositor hay muchos que dirían: ¡No negociamos con terroristas! Y ese argumento tendríamos de este lado que pensarlo muy bien, porque, imagínense los términos a los que llegó Henry Kissinger con los comunistas para acabar con la guerra de Vietnam, que en su momento bien podían catalogarse de terroristas, comenzando por tragarse los miles de muertos norteamericanos de esa guerra y desalojar el territorio. O los mismos EEUU negociando hasta ayer con el régimen de Nicolás Maduro Moros.

¿Debemos los venezolanos esperar la violencia para negociar el conflicto político del país? ¿O que luego de que modifiquen la Constitución, al punto de crear el Estado Comunal cubano, muchos decidan que no están de acuerdo e inicien un conflicto siguiendo la receta violenta que usaron otros países en el siglo pasado? Eso está en el abanico de posibilidades de lo que puede pasar si la estrategia es esperar a que ocurra un milagro del exterior.

Por otro lado, se plantea el llamado Constituyente como CONSECUENCIA del desenlace del régimen. El otras palabras, hay quienes piensan que es evidente que hay que reconstruir el Estado en ruinas que deje el régimen luego de su caída, por lo que necesariamente tendremos que convocar al Constituyente para reconstruirlo. Esta idea parte de la premisa de esperar que el régimen se caiga solo o de cualquier manera, en especial ante la presencia de la oferta inmediata de la dirigencia opositora. Obligatorio es recordar que el pueblo cubano lleva 66 años esperando eso. Recuerden esta verdad histórica: no pasa nada si no se provoca.

La dirigencia opositora, la nueva y la vieja, ha sido renuente a convocar al dueño de la soberanía porque suponen que muchos desaparecerían –y con razón- del mapa político venezolano en esa Constituyente, debido a su traición a los valores democráticos en su complicidad con el régimen. Entonces, ¿lo que deben prevalecer son los intereses de los políticos o de los ciudadanos? Saque usted sus propias conclusiones.

¿Con cuál de las dos propuestas se anotaría usted? ¿En una constituyente como CAUSA, o una como CONSECUENCIA? ¿Sería usted un factor activo o uno pasivo en toda esta trama para lograr un cambio en el país? Y no es que usted esté en contra del proceso Constituyente en sí mismo, sino si está a favor de usarlo o no como una herramienta para movilizar al país y generar un cambio en lo que está ocurriendo. Piénselo bien. Su decisión tal vez sea la diferencia entre la paz y la violencia, o entre la libertad y la tiranía…

Caracas, 4 de Agosto de 2025

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