Por Luis Manuel Aguana
El mensaje del Secretario General
de la OEA fue muy claro: “Dije muy
claramente que siempre debemos agotar el camino de las acciones diplomáticas y
que debemos dejar todas las opciones abiertas, que no debe descartarse ninguna
opción. A partir de ahí, algunas interpretaciones maniqueístas buscaron cambiar
el eje de la discusión. El desarrollo fue que hablábamos de ataque militar de
violencia, que éramos favorables a la agresión armada. No es cierto…” (ver
Mensaje de Luis Almagro sobre visita a Zona de Frontera Colombia-Venezuela, en https://twitter.com/Almagro_OEA2015/status/1041421553513058304).
Sin embargo las declaraciones de Almagro en Colombia fueron interpretadas como
que el Secretario General de la OEA estaba a favor de un ataque militar, e
inmediatamente saltaron los Cancilleres del Grupo de Lima rechazando una
intervención militar en Venezuela (ver El Grupo de Lima rechaza cualquier
intervención militar en Venezuela
Pero lo que me llamó más la
atención fue la fuerte reacción de toda la opinión pública en contra de la
Declaración del Grupo de Lima, lo cual refleja ciertamente el curso de la
corriente que en este momento esta prevaleciendo en relación a la manera en
cómo debe resolverse la crisis venezolana. Y esto amerita un examen un poco más
detenido, dado a que está tomando cada vez más cuerpo la necesidad de explorar la
expresión “todas las opciones”, habida cuenta que ya los Cancilleres del Grupo
de Lima expresaron la posición de sus países en relación a no intervenir
militarmente en Venezuela.
Y “todas las opciones” no
necesariamente implican solo la opción militar, aunque esa pueda ser también
estudiada por esos países. La gente en Venezuela se encuentra muy, pero muy
desesperada. Sin poder comprar un mínimo de alimentos por una escandalosa
hiperinflación, sin medicinas, sin atención médica, sin agua, sin electricidad,
sin servicios públicos básicos porque todos han colapsado, cualquier ser humano
que viva en Venezuela que no lo pueda sostener, o se va o se muere. Así de
simple están las cosas. Y cada vez es mayor la cifra de quienes no lo pueden
sostener. De allí el éxodo en masa para los países vecinos.
¿Y cómo se detiene eso? Yendo a
las causas: derrocando la dictadura comunista de Maduro. ¿Pero es así de
simple? ¿Metemos a los militares multinacionales desde afuera y ya? Aun cuando
la corriente de opinión apunte a una intervención militar con fines
humanitarios, el resultado de esa decisión puede ser aun peor. Y eso tal vez no
se está visualizando aquí por la desesperación que tenemos en Venezuela.
Ya hemos indicado muchas veces que
estamos en una situación de rehenes. Y los delincuentes tienen sembrado el
sitio con explosivos. Si alguien cruza por la puerta los hacen estallar,
muriendo ellos y nosotros y por supuesto quienes se metan. Prefieren hacerlo
así porque son fanáticos y quieren probar un punto ideológico difícil de
comprender por quienes no entendimos que esto era parte de un plan que tiene
años en ejecución.
El régimen entrena permanentemente
a milicianos paramilitares armados en todo el país, y no precisamente para
agredir a quien nos invada sino a los propios venezolanos que nos opongamos a
ellos. Es posible que se activen de manera criminal en contra de la misma
población opositora desarmada -a quien ya han identificado- cuando comience una
refriega violenta. No estamos hablando de gente racional sino de talibanes
fanáticos ideologizados. Entonces, antes de dar un paso que comience un
enfrentamiento armado, lo que sería un baño de sangre imposible de cuantificar,
creo que lo mas responsable sería seguir explorando opciones, aunque el tiempo
ya este agotado o a punto de agotarse. Siempre hay tiempo para evitar la
violencia.
Por si ya no fuera suficiente con lidiar con los grupos de
paramilitares armados, y la amenaza que esto representa para la población
civil, nos queda aún por resolver el posible periodo de inestabilidad y
anarquía posterior en el país de no existir un plan serio de regreso a la
institucionalidad. Una caída no controlada del régimen que no implique la participación
de la soberanía popular, que refrende las actuaciones de quienes hayan
insurgido para desmontar a los delincuentes del poder será altamente inestable,
simplemente porque muchos otros grupos conspirarán atribuyéndose protagonismos
y derechos.
Este tipo de grupos generalmente se preguntan: ¿y porque ellos y no
nosotros? Y eso solo cesa cuando el pueblo es el que dispone quien debe
gobernar. De allí que se haga indispensable mover a la opinión pública para
convencerle de que sea la soberanía la que decida un plan elaborado a
conciencia para ser ejecutado a fin de llenar el vacío de poder antes de que
caiga el régimen. Pero para mucha gente con ganas de poder eso no es
conveniente. Prefieren que caiga como una piñata: el que tenga más fuerza, que
recoja más caramelos del piso, aunque eso no sea de la conveniencia de los
venezolanos.
Hace más de un año había
manifestado que no estaba en contra de una intervención (ver Intervenciones humanitarias, en http://ticsddhh.blogspot.com/2017/08/intervenciones-humanitarias.html)
si el “dueño de la casa” decide llamar al 911 internacional porque la dictadura
le está negando el derecho a recibir ayuda humanitaria. Como dice Luis Almagro,
existe la responsabilidad de proteger. Y el “dueño de la casa” aquí es el
pueblo de Venezuela.
Si la representación
constitucional de ese pueblo es designada sin más dilación, los términos de esa
ayuda pueden ser definidos de inmediato entre nuestra representación
constitucional, esto es, un Gobierno de Emergencia Nacional nombrado para tal
fin, y la comunidad internacional.
Si este, luego de evaluar con
profundidad pero con extrema urgencia la situación, decide que se requiere de
una intervención basada en el principio señalado por el desaparecido ex
Secretario General de las Naciones Unidas Kofi Annan, según el cual “El gobierno de ningún país tiene el derecho
de escudarse detrás de la soberanía nacional para violar los derechos del
hombre o las libertades fundamentales de los habitantes de ese país”,
entonces la comunidad internacional no estaría actuando unilateralmente, sino a
pedido de un Gobierno de Emergencia legítimo, que responderá por lo que suceda
después.
Pero si por el contrario, un grupo
de países decide por su cuenta intervenir en Venezuela porque ya no se puede
seguir esperando debido al daño que está causando la situación venezolana en la
región, ya estarán desde este momento compitiendo para manejar el país los buitres
que captan el olor descompuesto de los restos del régimen de Maduro, con la
consiguiente y segura inestabilidad futura.
¿Cuál de las dos prefiere usted?
Ahora bien, si el TSJ legitimo y
la Asamblea Nacional deciden (como al parecer por su parte ya lo ha decidido la
Asamblea Nacional) que no llenarán el vacío de poder que ha dejado la sentencia
condenatoria de Nicolás Maduro Moros, el vacío se llenará igual, por imposición
de los hechos y sin control de nadie designado por el pueblo de Venezuela o por
sus poderes legítimos. Aparecerá de la nada una intervención
militar-humanitaria promovida por alguna coalición internacional, con su correspondiente
Junta de Gobierno que decidirá el destino de los venezolanos, con el
consiguiente riesgo de repetir el cuento de las ranas pidiendo Rey (ver Fabulas
de Esopo http://ticsddhh.blogspot.com/2012/03/fabulas-de-esopo.html).
El remedio puede ser peor que la enfermedad. Ya nos paso una vez con Hugo
Chávez…
Pero de existir un Gobierno de
Emergencia, este podría perfectamente decidir que antes de llamar al 911
internacional “disuadiéramos” a los delincuentes que desgobiernan el país a
someter a la soberanía popular, con todas las garantías internacionales del
caso, el destino de la nación, so pena de tomar la última decisión que
representa una solución violenta que no ganaría el régimen ni por casualidad.
Se le estaría dando un chance al pueblo de pronunciarse en relación a su
presente y futuro, en particular acerca de cómo se llevaría a cabo el proceso
de transición, y el “dueño de la casa” decidiría con el apoyo de toda la
comunidad internacional desmontar el sistema que nos ha arruinado así como el
discurso del régimen de una “invasión imperialista”.
¿Estarían los secuestradores que
nos tienen de rehenes, dispuestos a negociar su salida sin muertos que
contabilizar a través de ese mecanismo? Porque en una intervención habrá
muertos de todos lados, pero si de algo estoy seguro es que los primeros serían
ellos. ¿Estarán dispuestos verdaderamente a detonar los explosivos, volándonos
a todos con ellos adentro sin negociar antes una salida? Creo que el Grupo de
Lima y el Secretario General de la OEA podrían estar de acuerdo en esta versión
disuasiva de la intervención.
De acuerdo al ex Embajador ante las Naciones
Unidas, Diego Arria “la capacidad de disuasión de una potencia, como Estados Unidos, no ha
sido utilizada todavía en la medida en que eso es posible y que sea más
eficiente…Yo creo que la mejor intervención para Venezuela es la de la
disuasión….Te repito: el momento es
de la disuasión fuerte. La mafia la utilizaba: “I’ll make you an offer you can’t refuse”.” (ver Diego Arria: “Ni China ni Rusia intervendrán
por Venezuela”
https://es.panampost.com/orlando-avendano/2018/09/07/diego-arria-ni-china-ni-rusia-intervendran-por-venezuela/).
Sería interesante comenzar a trabajar en “cuál sería la oferta que no podrían
rechazar” que les propondríamos, pero estoy seguro que encontraríamos alguna en
aras del rescate de nuestra libertad y con el menor costo en vidas posible…
Caracas,
18 de Septiembre de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana