Por Luis Manuel Aguana
Hay un sabio dicho popular que reza: “la culpa no es del mono sino de
quien le da la hojilla”. Sin embargo la gente no ve eso, insistiendo que es el
mono, o peor aún, el conjunto mono-hojilla quien termina hiriéndote -por no
decir la palabra correcta-, aunque en algunos casos el mono si sepa porque lo
hace, no siendo tan inocente de los atropellos. Tal es el caso del CNE de Tiby.
Y no es que estemos de alguna manera ofendiendo en forma alguna la
majestad del cargo de la Presidencia de uno de los poderes del Estado, o a la
misma Presidente del CNE, ni mucho menos. Lo que pasa es que cualquiera que
ocupe su puesto o el de los demás Rectores del organismo electoral, será objeto
de intentos -exitosos o no- de manipulación por parte del Poder Ejecutivo Nacional,
por la condición de debilidad estructural e institucional que solo la Constitución
de 1999 le pudo dar al organismo electoral. Expliquemos eso mejor.
Hace pocos días un importante dirigente político nos indicaba a un
grupo de amigos que posiblemente se había gastado la misma cantidad de dinero
en posicionar la imagen de la Constitución de 1999 como "la mejor constitución
del mundo", que la que se usó para crear la imagen del Comandante Eterno. De
allí que hasta el último opositor del país señale sin dudarlo que esta es “la
mejor constitución del mundo” cuando es todo lo contrario. Eso es tan grueso
que me dejo pensativo…
Y uno de los ejemplos de los errores constitucionales que señalaba era
precisamente el caso del CNE. Desmontar eso de la mente del venezolano común implicaría
gastarse los mismos millones invertidos para convencerlo de exactamente lo
contrario, que la Constitución de 1999 es el peor error de nuestra historia
constitucional republicana, así tenga todos los avances que en efecto tiene, en
especial en materia de Derechos Humanos. Menudo problema...
Y aunque no tengamos ese cerro de millones que se usaron para imponer
una imagen falsa de una constitución, de alguna manera tenemos que comenzar. Y vale
la ocasión electoral para empezar por ese mismo ejemplo: el CNE.
Antes de existir el actual Poder Electoral en la Constitución, creado
en la Constituyente de 1999, los procesos electorales eran regidos por la Ley Orgánica
del Sufragio y Participación Política, cuyo organismo rector fue hasta 1997, el
Consejo Supremo Electoral. El CNE se crea con la reforma de la Ley Orgánica del
Sufragio y Participación Política de Mayo de 1998, y es allí donde se consuma
la exclusión de los partidos políticos en la rectoría del ente comicial. Ya para
ese entonces la ley comenzó a establecer (Artículo 51.c), como requisito para
ser uno de los siete (7) Miembros Principales del Organismo, “No estar
vinculado a ningún partido político o grupo de electores”. Para 1993 la Ley de
Reforma Parcial de la Ley Orgánica del Sufragio subió de 9 a 11 los miembros
Principales, con cinco (5) representantes de los partidos políticos y seis (6)
sin afiliación política, aumentando en dos (2) la participación a estos últimos
(ver Antecedentes de la legislación Electoral en http://www.cne.gob.ve/web/la_institucion/antecedentes.php).
Ya en 1998, la matriz anti-política de la opinión pública que se formó
en Venezuela por la degradación de los partidos políticos se inclinaba por
excluirlos del organismo electoral, situación que fue consolidada con la
inclusión del Poder Electoral como uno de los nuevos Poderes Públicos de la
nueva Constitución de 1999.
Entonces, a diferencia de lo que la mayoría piensa, lo que se hizo
realmente en la Constituyente de 1999 fue profundizar el esquema que impedía
que los partidos tuvieran el control del organismo electoral, consolidando el
dominio de ese y el resto de los Poderes Públicos por parte del Presidente de
la República. Los partidos le entregaron a Chávez sin saberlo ese control en
bandeja de plata antes de siquiera haber sido electo Presidente de la República.
Chávez se encontró con el mandado hecho en 1999 con una Ley que le
daba a los “independientes” el control del CNE; y bajando el número de rectores
de 7 a 5 en la siguiente modificación de la Ley electoral, elevando el nivel
del CNE a Poder Electoral en la nueva Constitución, solo tenía que controlar a
esos “independientes” para asegurarse el control total de las elecciones en
Venezuela, ¿qué tal?
De allí en adelante todos los Rectores del CNE solo han sido piezas de
un ajedrez en un juego de dominación política, donde estos no son más que unos
peones del Presidente de la República, así como el resto de los Poderes
Públicos.
Si leemos el tenor de lo que existía antes de ese error histórico gigantesco
de nuestra clase política en la Ley electoral, lo notaremos más fácilmente: “Cinco (5) miembros del Consejo Supremo
Electoral y sus respectivos suplentes serán electos mediante postulación que
harán los partidos políticos nacionales que
hubiesen obtenido mayor número de votos en las últimas elecciones para Cámaras
Legislativas Nacionales. Los cuatro (4) miembros restantes deberán ser
ciudadanos sin afiliación política…” (Subrayado nuestro). Más claro no
canta un gallo.
Los partidos mayoritarios del parlamento al tener el control político del
Organismo Electoral se cuidarían las espaldas los unos a los otros,
garantizando a toda prueba la verdadera independencia política de los restantes
miembros independientes y la transparencia en los procesos electorales. La
limpieza del Registro Electoral estaba garantizada por una Fiscalía de
Cedulación en manos del partido opositor, lo cual impedía que el gobierno le
metiera la mano al número real de electores. Los puestos dentro del organismo
de allí para abajo tendrían las mismas características, siendo todas
equilibradas para un sano resultado electoral, conveniente para todos los
participantes.
Al haber incluido, no solo en la Ley electoral, sino también en la
Constitución de 1999 (Artículo 296) que el CNE “estará integrado por personas
no vinculadas a organizaciones con fines políticos”, se repite de una manera
estructural pero manipulada el gravísimo error de la Ley electoral de 1998,
permitiendo que cualquiera que detente el Poder manipule a su antojo el “resultado”
de esas postulaciones, como es lo que efectivamente ha sucedido hasta el
presente. Tiby solo es el resultado de ese ajedrez político y la marioneta principal
de ese Poder.
Ahora bien, eso no significa que el que tiene la hojilla del ejemplo del
dicho popular antes mencionado, pueda tener conciencia y actuar a derecho, soltándola
sin dañar a nadie. Sin embargo, siempre hemos mencionado aquí que si usted
tiene un sistema donde un portero le agenda las reuniones a un Ministro, este
acabará cobrando las audiencias. Pues bien, eso es lo mismo que está sucediendo
aquí pero a una escala muchísimo mayor. Y aunque la culpa del sistema no sea de
Tiby, acabará siendo triturada por él, porque aunque no lo quiera, terminará
siendo la culpable de otro fraude gigantesco al pueblo venezolano. Dependerá de
ella soltar la hojilla a tiempo…
Caracas,
6 de Noviembre de 2015
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana