sábado, 24 de diciembre de 2016

Lecciones de una Navidad destruida

Por Luis Manuel Aguana

“Ojalá que cambiemos todos, porque si no,
cambiar de Presidentes no cambiara nada.
Porque cambiar de Presidentes,
sin que cambiemos nosotros,
 es lograr que nada cambie jamás”
Carlos Sicilia,
No voy a apagar nada, 2002

Pudiera tomar la nota que escribí para la Navidad del 2011 (ver Navidad Con Presos Políticos, en http://ticsddhh.blogspot.com/2011/12/navidad-con-presos-politicos.html) y solamente cambiar los nombres de los presos políticos más relevantes de ese momento, y tendría un artículo con la misma o tal vez mayor vigencia que en ese entonces. Así de mal estamos pasando nuestras Navidades 5 años después.

Podría tratar de transmitirles un mensaje de fe y esperanza ante un futuro completamente incierto, pero les estaría faltando el respeto y además ustedes pensarían que les estoy insultando la inteligencia. No haré eso. Lo que si haré será invitarles a una reflexión, que también es lo que generalmente se hace en estos tiempos de final del año, muy en especial cuando hay hambre y necesidad. Y quien sabe si es eso lo que más necesitan nuestros corazones en estos momentos.

Los venezolanos tenemos que hacernos una pregunta obligada: ¿por qué hemos dejado que esta situación haya llegado tan lejos? O peor aún, ¿por qué no ha sido posible luego de tantos años sacudirnos tanta iniquidad? Muchos me responderán que es por culpa de los partidos, los militares, los cubanos, las traiciones, los corruptos, la falta de la famosa unidad, o una mezcla de todo eso y aún más.

Pero a ninguna sociedad le caen las 7 plagas de Egipto por nada. Algo debe estar pasando aquí de mayor profundidad para que el cuerpo social de este país no sane. Es algo tan simple como que un cuerpo con las defensas bajas se enferma más rápido y permanece enfermo hasta que esté bien alimentado y en condiciones para una vida normal. Y allí es en donde me daré una licencia navideña de esbozar una teoría que tal vez explique las razones del porque un país de la naturaleza del nuestro aún sigue gobernado por lo peor de su sociedad (pranes, delincuentes, narcotraficantes, corruptos, etc., etc., etc., tanto del gobierno como de su oposición) y la parte sana de ella, que somos la mayoría, permanece inerme y sin poder hacer nada exitoso que pueda cambiar esa situación.

Pero… ¿es en realidad la “parte sana” de ella? Alguno de ustedes tal vez recuerde a Carlos Sicilia, un humorista venezolano muy agudo, que en el 2002 escribió las razones por las cuales no se unía a una protesta cívica –un apagón general- en contra del gobierno de Chávez, expresándose en estos términos: El problema está en nosotros. Nosotros como pueblo. Nosotros como materia prima de un país. Porque pertenezco a un país donde la viveza es la moneda que siempre es valorada más que el dólar. Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana pegando un Kino es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo….Pertenezco a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás se podrán vender como se venden en EEUU, es decir, poniendo unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico Y SACA UN SOLO PERIÓDICO DEJANDO LOS DEMÁS DONDE ESTÁN. Porque si aquí los vendieran así, El Nacional y El Universal quebrarían en solo 3 meses. Pertenezco al país donde las empresas privadas son librerías particulares de sus empleados deshonestos, que se llevan para su casa, como si tal cosa, resmas de papel, bolígrafos, carpetas, marcadores, y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos. Pertenezco a un país donde el turismo no progresa, no porque no tengamos bellezas naturales que mostrar sino porque nos cuesta conseguir venezolanos para los cuales la hermosa profesión de servir y atender visitantes no sea considerada una vejación y una humillación…”. Y exponiendo muchos otros rasgos de esa “viveza” del venezolano, remata con esta sentencia: “Ya basta. Como materia prima de un país, tenemos muchas cosas buenas. Pero todavía dejamos mucho que desear. Esos defectos, esa "viveza" congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en Recadi o en Cruz Weffer, esa calidad humana que en realidad es falta y carencia de toda verdadera calidad humana, eso, más que CAP o que Chávez, es lo que nos tiene real y francamente jodidos. No voy a apagar las luces, lo siento. Porque, aunque Chávez caiga hoy mismo, el próximo presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y no podrá hacer nada, igual que no hicieron nada los adecos igual que no está haciendo nada Chávez…”(subrayado nuestro) (Carlos Sicilia, No voy a apagar nada, http://www.angelfire.com/extreme3/chavex/noapagon.html).

Muy contundente, pero debo indicar que estoy absolutamente en desacuerdo con el término “defectuoso” utilizado por Sicilia en su artículo. Denota “echado a perder” o “imposible de mejorar”. Sin embargo expone rasgos que forman parte de una conducta común de nuestra cultura, y que con la degradación moral y ética generalizada de estos últimos 18 años ha alcanzado niveles intolerables, que ciertamente paralizan cualquier intento de cambio en nuestra situación como país.

Y se supone que con eso que somos nosotros, debemos acometer una tarea monumental como cambiar a este régimen, que ya es difícil de realizar si fuéramos, como sociedad, todo lo contrario. ¿Es el venezolano una materia prima defectuosa? Yo no lo creo. Si fuera así, estaríamos condenados a no salir jamás de esta tragedia. Con un cuerpo social enfermo y sin anticuerpos ciudadanos no existirán nunca las condiciones básicas para que este sane.

Una vez me dijo un extraordinario psiquiatra que la terapia se fundamentaba en hacerle ver al paciente las raíces de su propia condición para que él mismo intentara el cambio hacia su sanación. Esto es, el médico no lo “cura”, en el estricto sentido del término, sino que a través de la técnica utilizada le hacía ver al paciente el camino que debía recorrer para que él mismo lo hiciera y lograra un cambio en su condición. Creo que es allí en donde se centra el drama de los venezolanos. Pero, ¿será posible realizar primero ese cambio en nosotros? ¡Yo apuesto por eso!

Me voy a traer de nuevo el “Cuento de Navidad” de Charles Dickens para extraer, como en otras ocasiones lo he hecho, algunas lecciones que salen de esta Navidad que nos han destruido. Para quien no la conozca, la historia cuenta de un viejo avaro y egoísta llamado Ebenezer Scrooge, a quien le disgustaba la Navidad. En tiempo de Navidad, es visitado por el fantasma de un antiguo socio, quien encadenado y macilento le advierte que debe cambiar su actitud ante la vida; y le informa que será visitado por tres fantasmas: el fantasma de las navidades pasadas, el de las navidades presentes y el de las navidades futuras.

Cada fantasma en su visita le hace ver a Scrooge lo que se había perdido en el camino de su vida tratando de convertirse en quien se había convertido, mostrándole cada escena de su existencia pasada y presente. Y al final el último fantasma, el de las navidades futuras, le muestra el futuro tenebroso que tendría de seguir su vida como iba, augurándole un final desolador para su muerte. Tal película de su existencia hizo que Ebenezer cambiara radicalmente su actitud, no solo ante la Navidad, sino ante la vida. Hermoso cuento, simple y directo, como todos los de Dickens.

Creo que a los venezolanos se nos aparecieron esos fantasmas, pero no cambiamos de actitud, y en consecuencia estamos viviendo en carne propia el espectro macabro de la muerte descrita por el fantasma de las navidades futuras de Dickens, pero todos los días del presente, de ese futuro que ya nos alcanzó. Seguimos pensando un retorno a un “pasado feliz”, que al final no lo era para una gran parte de la población. Eso es lo que nos está vendiendo la clase política tradicional. Debemos construir algo nuevo y no hay ninguna referencia más allá de lo que hemos sido y que muy bien describe Carlos Sicilia. Ya es tiempo de desterrar ese modelo, ese modo de ser del venezolano. Ya es hora de cambiarlo por otro mejorado como lo hizo el Scrooge del cuento de Dickens, porque la variable cambio es aquí la clave en toda esta ecuación. Y eso pasa por ver hacia delante, a lo que podemos ser y construir, no a lo que hemos sido y nos han destruido. Los invito a partir de estas Navidades a recorrer un nuevo camino pero esta vez sin ver por el retrovisor, pensando en un Proyecto de País distinto.

Y que mejor comienzo para ese cambio que el ejemplo de un niño que nació en Belén hace mas de 2000 años, en el seno de una familia tan pobre que no tenía nada más que lo que tenia puesto, debajo de un techo ajeno que nadie quería prestar, pero que al final impuso su impronta sobre toda la humanidad. Eso somos los venezolanos en la Navidad del 2016, esa familia pobre pero todavía bendecida por Dios. Y es por eso que tal vez ese Dios, en sus caminos misteriosos e infinitos, eligió para nosotros este desconsolador destino como una lección para que reflexionemos profundamente y cambiemos en serio, convirtiéndonos en los ciudadanos conscientes que nos hemos negado a ser. Aprender esa lección será la condición necesaria para fortalecer este cuerpo enfermo de la República. Y cuando eso ocurra, será muy fácil para la parte sana imponerse sobre la descompuesta, devolviendo la alegría de nuestras Navidades, para que nadie nunca más las pueda destruir…Cuídense mucho estas Navidades y que el Niño Jesús nos haga el milagro de hacerlas felices en cada hogar venezolano…

Caracas, 24 de Diciembre de 2016

miércoles, 21 de diciembre de 2016

ANC: un camino serio frente a la dictadura

Por Luis Manuel Aguana
 
Lo peor que podemos hacer aquellos quienes nos decimos analistas políticos es escribir de manera irresponsable. Los analistas interpretamos -o al menos debemos intentarlo- lo que hacen aquellos que influyen en la actividad política. Y digo influyen porque no todo aquel que está en la actividad política es un dirigente que influye en lo que sucede, o bien no todo aquel que influye es un dirigente político.

El caos en el que está sumido en estos momentos el país requiere de toda nuestra disciplina y seriedad en lo que se dice y se escribe. He leído textos, visto y oído archivos de audio y video de cualquier cantidad de personas -conocidas y desconocidas- que no han contribuido en nada a aclarar lo que está pasando, sino todo lo contrario. La gran ventaja que significan los adelantos en materia comunicacional se vuelven en nuestra contra al no saber qué es y que no es verdad de lo que circula en las redes sociales. Y el régimen lo sabe y lo utiliza muy bien.

Personas que reenvían una y otra vez mensajes falsos de laboratorio, algunos atribuidos a personalidades como la Dra. Blanca Rosa Mármol de León, invitando a la violencia, generan más zozobra y temor en una población que no ve liderazgo político alguno, especialmente en la oposición oficial.

Ese ambiente de desinformación es el caldo de cultivo ideal para cualquiera que trate de aventurar y la gente crea que se trata de algún mesías salvador. Todo esto pasa en el medio de un vacío de liderazgo de una dirigencia política que le pueda decir el camino a seguir a una población indefensa y en la peor condición posible: hambrientos, robados por el régimen y empobrecidos al límite por la inflación más alta del planeta.

Es en estos momentos de mayor obscuridad donde cualquiera que se consiga una caja de fósforos cree tener un reflector para guiar a la población hacia cualquier destino, en momentos que la incertidumbre y la desesperanza están a la orden del día. Y lo lamentable es que la población está en un estado de desesperación tal que los seguirá porque se agotaron las opciones. De allí que se requiera con urgencia de un mensaje mesurado y oportuno, claro y convincente, pero sobre todo serio, honesto y ético de una verdadera dirigencia política.

Varias veces he referido el ejemplo de Sir Winston Churchill quien en lugar de engañar a la gente de una Inglaterra en ruinas, solo les dijo “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Y los ingleses fueron capaces de soportar todo tipo de sacrificios, resistiendo los embates de un enemigo formidable solo porque su liderazgo se puso al frente de ese reto y no les mintió, infundiéndoles el coraje para resistir y luchar, resultando al final victoriosos.

Mostrar un camino con seriedad y firmeza, recorriéndolo con el ejemplo es necesario, pero también muy duro, y exige mucho trabajo y dedicación. En la Alianza Nacional Constituyente-ANC no somos un partido político. Somos un grupo de venezolanos cuyo único líder es un Proyecto de un país distinto, el Proyecto País Venezuela, que solo puede ser posible si se discute en una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario. Hemos declarado una y mil veces que este camino no está signado por el cambio de este desgobierno sino por el cambio de toda la estructura que lo sostiene –que tiene más de 18 años- y que si se cambia, cambiará igualmente quienes lo conducen.

Pero no se puede caer en el espejismo de pensar que el régimen que nos desgobierna permita que se use cualquier fórmula derivada de los poderes Constituidos, incluyendo la Asamblea Nacional, para hacer efectiva la palabra de un pueblo conformado en Poder Constituyente Originario.

El camino que hemos propuesto para hacerle frente a la dictadura es completamente inédito y a la vez sencillo de entender, pero muy difícil de aceptar por quienes desean conservar las cuotas de poder de siempre. Venezuela tendría que pasar por ese cambio, de las antiguas a las nuevas estructuras, para poder encontrar el camino a la modernidad, algo semejante a lo que ocurrió en 1947 cuando los venezolanos adquirieron sus derechos políticos de las manos de una Asamblea Nacional Constituyente.

Es por esa razón que el camino se ha hecho más largo pero no menos aleccionador. Luego de haber pasado todo el año 2016 por el rosario de “salidas” constitucionales, esperando que a las fuerzas políticas y otros grupos desesperados por salir inmediatamente de este estado de cosas, “les cayera la locha” que el régimen no permitiría -ni permitirá- una solución electoral e institucional a la crisis, poco a poco se va entendiendo el camino Constituyente Originario. Sin embargo en algunos casos aún no se ha comprendido a cabalidad, e incluso se desea aprovechar para encubrir posicionamientos políticos.

Algunos factores insisten en que aun contamos con la Asamblea Nacional como el único oasis democrático en este desierto que es la dictadura castro-comunista de Nicolás Maduro. Y lamentablemente no es así. La Asamblea será un oasis en tanto y en cuanto los partidos opositores que se encuentran en ella asuman su responsabilidad histórica de cumplir el mandato concedido por el pueblo el 6D-2015. Si no lo han hecho hasta ahora, deberíamos preguntarnos seriamente porqué.

Los partidos pueden continuar en el juego de seguir siendo diputados en una dictadura a ver que consiguen de esa condición. Pero el resto del país no puede darse el lujo de seguir esperando. Para ello hemos propuesto un camino serio y claro al país que se resume en los siguientes 4 pasos: a) Profundizar el proceso que ya comenzamos de recolección de manifestaciones de voluntad de acuerdo con el documento publicado por la Alianza denominado “Bases Constituyentes, Propuesta de los ciudadanos para la Reconciliación y el Cambio” (ver  http://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html) hasta alcanzar el mínimo y más allá del 15% del Registro Civil y Electoral, tal y como indica el Artículo 348 constitucional. Este documento no es estático, y está en revisión continua para lograr que sea cada vez más transparente, justo y democrático para los venezolanos; b) Seguir constituyendo Juntas Activadoras del Proceso Constituyente Originario (JAPCOs) para organizar a la sociedad civil en todos los Estados del país, de acuerdo a lo establecido en ese documento; c) Una vez alcanzado ese 15%, elegir el Consejo Nacional Constituyente y demás estructuras establecidas en las Bases Constituyentes para proceder a la elección de una Asamblea Nacional Constituyente; d) Exigir por todas las vías de lucha No Violenta a las Fuerzas Armadas la obediencia debida al Poder Constituyente Originario para que respalden el proceso y convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.

Como se verá, allí no está involucrado ningún órgano Poder Constituido –ni puede estarlo por definición- puesto que esta elaboración proviene del sustrato mismo de la población convocada –Poder Originario-, ni nosotros como individuos tendríamos mayor figuración ni protagonismo mas allá de conducir este proceso hasta que se convoque al pueblo a una Asamblea Nacional Constituyente. Y eso es lo que hemos venido haciendo seriamente en todos estos años, sin prisas pero sin pausas.

Hemos compartido sin egoísmos con todo el que se ha acercado a nosotros para conocer el proceso constituyente y su forma de concretarse. Sin embargo, es preciso indicar que no es suficiente con tener acceso a los documentos de la Alianza para hacer realidad esta iniciativa, apropiándose de la idea para presentarla sólo como una manera de acabar con el régimen.

El Proyecto va mas allá de eso y no es un “vente tú” ocasional de grupos con ansias de figuración y poder político. Es una propuesta integral para cambiar a Venezuela y ponerla en camino correcto hacia el desarrollo. Eso es lo que ya han suscrito los Aliados que han entendido el verdadero sentido de la Alianza Nacional Constituyente. Cuando exista en el país un consenso general de ese principio fundamental, nadie estará pendiente de quien aparece en la foto. Y todo el que comparta ese ideal por una Venezuela democrática y decente, lejos de los vicios que nos han traído hasta este desastre sin sentido que es ahora nuestro país, habremos dado el paso definitivo para la recuperación de la libertad y la democracia.

Caracas, 21 de Diciembre de 2016

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Larrazabal II y cuando entran los militares

Por Luis Manuel Aguana
 
Por algo dicen que la historia la escriben los vencedores. Y la del 23 de Enero de 1958 no es la excepción. Ese cuento encantador que nos han relatado desde que tengo uso de razón y que se ha construido en el imaginario colectivo de que unos “militares civilistas” encabezados por Wolfgang Larrazábal permitieron el retorno a la democracia en 1958 no tiene precisamente esa exactitud histórica.

Y lo más interesante de eso está en que ese es el argumento que se utiliza para fundamentar que es posible un retorno a la democracia de las manos de otros "militares civilistas" que, en ese mismo gesto desprendido, le entregarían el poder a los civiles para un nuevo 1958 redivivo, tal y como nos lo sugiere el Padre Luis Ugalde en una reciente conferencia (ver Luis Ugalde, Sin apoyo militar no salimos de esta dictadura ni recuperamos la democracia http://www.noticierodigital.com/2016/12/padre-luis-ugalde-sin-apoyo-militar-no-salimos-de-esta-dictadura-ni-recuperamos-la-democracia/).
Lamento estar en desacuerdo con el Padre Ugalde. En 1958 pasaron muchas cosas que poca gente sabe y que creo que Ugalde conoce bien, al ser uno de los intelectuales que mejor ha estudiado nuestra historia contemporánea.

Sin ánimo de desmeritar a ningún personaje histórico, no es desconocido por los militares, y en especial los que protagonizaron la época que nos ocupa, cuál era el papel y la significación de Larrazábal dentro de las Fuerzas Armadas en ese entonces.  El verdadero liderazgo militar no estaba precisamente en este oficial que jugó un papel fundamental a favor de la arquitectura del poder diseñada por líderes de la talla de Rómulo Betancourt.

El liderazgo real de las Fuerzas Armadas estaba en oficiales como Hugo Enrique Trejo, cuyo movimiento fallido del 1ro de Enero de 1958, resquebrajó el poder de la dictadura, y que se encontraban presos el 23 de Enero. Habría que investigar por qué esos oficiales permanecieron presos después del retorno de la democracia, y que luego resultaron incómodos para el nuevo liderazgo político que asumió las riendas del país (ver Biografía de Hugo Enrique Trejo http://www.fundacionjoseguillermocarrillo.com/sitio/testrejo.html).

A juicio de algunos oficiales que fueron testigos presenciales de esa historia, Betancourt y quienes le acompañaron nunca hubieran podido negociar políticamente una transición hacia la democracia con el verdadero liderazgo de entonces de las Fuerzas Armadas, que se encontraban sometidos en las mazmorras de la dictadura, y que fueron convenientemente dejados en esa condición hasta que se hubiera asegurado el poder.

En otras palabras, no fue el verdadero liderazgo militar de entonces quienes graciosamente le entregaron el poder a los civiles, como siempre se ha vendido, sino la zamarrería y el genio político de los dirigentes de entonces, quienes aprovechando una coyuntura de descabezamiento militar por parte de Pérez Jiménez y su huida posterior, se hicieron con el poder, utilizando figuras militares que resultaron emblemáticas y útiles pero sin ningún peso dentro del ámbito militar de ese entonces.

Pensar en duplicar, en una suerte de Larrazábal II parte, esas condiciones en el actual estado de cosas político y militar es poco menos que una ingenuidad. Y si dudara de las buenas intenciones del Padre Ugalde pensara que cualquiera que diga eso está manipulando a la opinión pública con fines inconfesables.

El otro aspecto que me llamó mucho la atención de la intervención del Padre Ugalde, es la permanente referencia, repetida por un sinfín de seguidores como un mantra: "nuestro problema no tiene que ver con la Constitución...".

¿Cómo que no tiene que ver con la Constitución? ¿Y quién le dio competencia directa al Presidente de la República para los ascensos militares? ¿Quién desapareció al Senado, sin el cual hubiera sido imposible que existiera una aberración como el llamado Arco Minero? ¿Quién elevó a niveles impensables las competencias del Presidente, al punto que el resto de los poderes son meras oficinas de trámite a su disposición y antojo? Muchos males y una sola respuesta: la Constitución de 1999.

Sin embargo, eso no es lo más grave, aunque no lo parezca. Reducir de forma maniquea el objeto de una Constituyente a un "torneo de discursos a lo Escarra" denota más que una sobre simplificación de ese mecanismo, asumiendo por descontado que todos los procesos constituyentes que vengan en el futuro serán similares a aquel donde Escarra y Reyna Lucero se daban la mano en una Constituyente que no brillaba precisamente por la ilustración de sus integrantes, con excepciones bien contadas.

Pero lo más importante fue lo que sugirió claramente el Padre Ugalde: la manera de acceder a ese nuevo estado de cosas pasa por la intervención militar directa. Esto es, un golpe de Estado.

No voy a caer en la ingenuidad estúpida de decir que los cambios en la situación política venezolana no pasan por la intervención de los militares. ¡Claro que pasan! Lo que discutimos aquí es cuándo y cómo entran los militares en la escena, y que pasa después de eso.

Si usted se dice demócrata no puede andar por allí pidiéndoles a los militares que resuelvan lo que los civiles no han podido resolver. Ugalde cae en un lugar común simple: estamos en una dictadura, ergo los militares deben intervenir como en 1958 restituyendo la democracia para la dirigencia política sinvergüenza que no ha tenido el valor de afrontar el problema en la Asamblea Nacional. Y todos vivimos felices para siempre. Con razón muchos repiten a Ugalde como loros.

Pues les tengo malas noticias. El mundo no funciona ahora como en las películas de Walt Disney. Si hay un golpe militar los que menos verán el poder serán los políticos de la MUD. Por eso el político de siete suelas que es Henry Ramos Allup le huye al golpe de Estado militar como el vampiro a la luz del día. Eso responde a la pregunta del porqué hace todo lo posible para que el régimen no colapse y nos encontremos todavía en esta situación cada día peor.

Y si los militares entran antes, esto es ahora, no será "para la restitución de la democracia" a lo Larrazábal como lo dice (¿ingenuamente?) Ugalde. Entraran con una agenda que nadie conocerá hasta que ellos la digan. Eso puede ser tanto para hacer elecciones en 1, 2 o 10 años, como hacer una Constituyente o quedarse para siempre si les da la gana. Nadie lo sabrá hasta que pase. Me gustaría que fuera lo segundo pero no existen garantías de eso ni de nada. Pudieran haber matazones a lo Chile 1973, donde se lleven por delante a los que son y a los que no son. Si alguno de ustedes quiere eso, yo no. Si hay algo que hemos aprendido los venezolanos es aquel dicho que dice que muéstrame una situación y yo te enseño una peor. Nosotros creímos que nada podía ser peor que Chávez y apareció Maduro...

Nuestro planteamiento es simple: los militares deben estar sometidos al poder civil y entrar cuando los civiles lo ordenemos. Eso es lo constitucional.

Ya he mencionado antes en este blog que  intervención de las Fuerzas Armadas debe ser en auxilio al poder civil del ciudadano, conformado en Poder Constituyente Originario. Este apoyo no es opcional sino obligatorio: Artículo 328: "La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y la soberanía de la Nación…"; Artículo 5: "La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo…Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos"; Articulo 347: "El pueblo de Venezuela es el depositario del Poder Constituyente Originario…". De acuerdo a esta secuencia, la Fuerza Armada Nacional está en la obligación de garantizar y hacer cumplir la voluntad del pueblo de Venezuela expresada en las manifestaciones de voluntad, al alcanzarse el mínimo requerido del 15% de firmas de los electores y electoras inscritos en el Registro Civil y Electoral, establecido en el Artículo 348 de la Constitución.

Debo insistir, como antes he escrito, que el verdadero fondo del problema que tenemos en Venezuela pasa por lograr que quienes deben hacer que se respete la Constitución efectivamente lo hagan, pero por obediencia debida al principio fundamental de que los civiles van primero que los militares y le deben obediencia constitucional.

A la recolección efectiva del mínimo constitucional requerido para convocar al constituyente establecido en el Artículo 348, las Fuerzas Armadas no solo están en la obligación de respaldar esa solicitud frente al régimen, como antes señale, sino que tendrían la responsabilidad de ser custodios de la institucionalidad hasta que se instale la Asamblea Nacional Constituyente. A partir de ese momento, el Constituyente designaría un gobierno constitucional de transición con la legitimidad necesaria para conducir al país hasta que se sancione una nueva Constitución. Ese gobierno restablecería el imperio del Estado de Derecho y las leyes de acuerdo a la constitución vigente.

Es así como nosotros concebimos cuando y como entran los militares en el histórico papel de restituir la República y la democracia. Lo de Ugalde es una lotería que tal vez ganen los políticos devaluados de la oposición oficial, eso si ya tienen todos los números comprados... 

Caracas, 14 de Diciembre de 2016