Por Luis Manuel Aguana
Pareciera ser que la disyuntiva de Venezuela está entre
dejar escapar a los delincuentes, ladrones, narcotraficantes, asesinos y
violadores de Derechos Humanos, o terminar de una vez por todas con esta
pesadilla. Esa al parecer es la negociación que se le está planteando al país
(ver Así se cocina el salvoconducto para la salida de Maduro, en http://enpaiszeta.com/reporte-asi-se-cocina-salvoconducto-la-salida-maduro/)
y que están empujando Presidentes y diplomáticos en todo el mundo. Difícilmente
habrá una respuesta de consenso entre nosotros para eso.
El 11 de abril de 2002 se planteó algo similar con Hugo
Chávez Frías. Luego de su renuncia “la cual aceptó”, Chávez exigió para hacerla
efectiva un
salvoconducto para el, su familia y allegados, con la entrega de una maleta
llena de dólares. ¡Como el propio secuestrador con rehenes exigiendo un
rescate! Por diferencias de criterio entre aquellos que condujeron ese desorden
–y que después algunos llamaron golpe-, se perdió un tiempo precioso que
permitió el regreso al
poder del Galáctico. Por supuesto que esa no fue la única razón de su retorno,
pero las horas perdidas en esa discusión dieron paso a nuevas alternativas que condujeron a un nuevo
estado de cosas que demostró ser desfavorable para todos.
Esta nueva teoría puesta en boga por algunos analistas
políticos de que “hay
que bajarle los costos de salida al régimen”, ha dado lugar a esta nueva
estrategia según la cual los venezolanos cambiaríamos impunidad por que se
vayan y nos dejen el país. Y creo
que hay que detenerse a analizar eso porque aquí no estamos hablando de un
supermercado donde se metieron unos atracadores y tienen de rehenes a unas
personas, con la policía afuera. Estamos hablando de un país entero que ha sido
desmantelado, con un saldo de muertos, torturados y heridos.
Efectivamente, si con los asesinatos del 11 de abril de 2002
se le hubieran dado inmediatamente a Chávez esas concesiones para irse, nos
hubiéramos ahorrado 15 años de destrucción y muerte. Inclusive algunos dijeron
-no sin cierta razón- que posteriormente se hubiera solicitado su extradición
para que fuera juzgado en el país, como efectivamente sucedió con Marcos Pérez
Jiménez. Pero la historia terminó de la peor manera posible: no se le dio lo
que solicitó para irse, pero tampoco salimos de él, profundizándose la crisis
con un Chávez resentido buscando venganza y retaliación.
¿Cómo se resuelve entonces el problema? Pienso que para
entrarle a ese análisis debemos
sopesar que tan grave está el régimen para evaluar si lo que eventualmente
estaríamos dando a cambio, en términos de impunidad, se corresponde con la realidad de algo que
de todas maneras conseguiríamos, porque el tiempo juega a nuestro favor. Y digo
a nuestro favor porque cada día que pasa y se profundiza la crisis, va
sumándose todo el país nacional a esta exigencia por la libertad y la democracia: que
Maduro salga inmediatamente y se realice una transición política en Venezuela.
Entonces, ¿por qué se van a ir con “la cabuya en la pata” si
de todas formas
ellos van a caer, más temprano que tarde, con las consecuencias que todos
conocemos? El país
está “vomitando” esta indigestión rojo-rojita, que es lo que precisamente está
haciendo que cada vez más se estén pronunciando altos funcionarios y ex
funcionarios de la “nomenklatura” chavista –que no madurista- alineándose a
favor de la Constitución de 1999.
Entonces
luce contradictorio buscarles comodidades para que se vayan, o como se dice
ahora, “bajarles los costos de salida”, a unos muertos técnicamente caídos. ¿No
será más bien que hay gente retrasando su caída para acomodarse mejor para lo
que viene?
Maduro sigue
en el poder y nadie
sabe porque aun continúa en Miraflores. Algo lo sostiene y no son precisamente
los factores que se ven a simple vista. Uno de ellos puede ser efectivamente el
Alto Mando Militar cómplice de las fechorías del régimen pero este, como el
resto, no es ciertamente monolítico como lo acabamos de constatar con el
General del Consejo de Defensa de la Nación (CODENA).
Si
partimos del hecho demostrado que el régimen no quiere contarse en elecciones
libres, abiertas y auténticas, hemos planteado desde la Alianza Nacional
Constituyente que el mecanismo práctico e idóneo para hacer efectiva esa cuenta
es convocar con la mayoría simple de la Asamblea Nacional un Referendo
Consultivo, establecido en el Artículo 71 constitucional para materias de
especial trascendencia nacional, con la finalidad de preguntarle al pueblo si
desea convocar a una Asamblea Nacional Constituyente en los términos planteados
por Nicolás Maduro. Este Referendo sería aprobado y organizado por la AN de
manera inmediata.
Claramente
una mayoría de venezolanos votaríamos en ese Referendo en una jornada cívica,
acompañando a la AN en su decisión, dándole así el piso político que requiere
la oposición para destituir al Ilegitimo y establecer un gobierno de transición
que conduzca al país hasta su reinstitucionalización.
Pero
muchos de ustedes dirán, ¿pero que más pruebas? !El 85% los rechaza, de acuerdo
a las encuestas! ¡El pueblo está en la calle! Pero esa es una afirmación genérica
que es indicio fundado mas no obliga políticamente a
nadie. Lo que verdaderamente obliga es un pronunciamiento cívico de TODA la
población electoralmente activa. Eso efectivamente doblaría al régimen a
retroceder en su pretensión comunista de cambio constitucional, con la
consecuente caída estrepitosa de lo que queda de el. Pero hay algo que esta
trabando esto. Y eso nos lleva de nuevo al inicio de esta nota.
Si
existen, como ya hemos visto, movimientos internacionales para recibir a estos
delincuentes antes que la población pronuncie su veredicto mediante una consulta
vía Referendo, es porque efectivamente hay negociaciones
gobierno-oposición para salvaguardar quien sabe qué cosa, porque aquí hay mucha
gente partícipe de este desastre y que no está precisamente en el gobierno,
interesada como el madurismo en una transición gatopardiana para que todo
cambie sin cambiar nada. ¿Estoy exagerando?
Si no
es así, ¿por qué entonces Maduro sigue gobernando teniendo la Asamblea Nacional
todas las facultades para, no solo hacer efectiva su destitución del 9 de
enero, sino para asumir el gobierno en toda su extensión? Si los militares de
verdad apoyan a estos criminales, entonces que lo manifiesten oponiéndose a que
la representación popular establecida en la Asamblea Nacional tome las
decisiones que tiene que tomar.
Si la
AN no lava, al menos que le preste la batea al pueblo de Venezuela, procediendo
a organizar un Referendo Consultivo para que sea el Soberano el que decida el
futuro de este país. Ni Maduro, ni la Asamblea Nacional tienen esa
prerrogativa, solo el Poder Originario en manos de los venezolanos.
Nota
importante:
El
hecho que consideremos indispensable la realización de un Referendo Consultivo para
preguntarle al pueblo si desea o no un fraude disfrazado de Constituyente, de ningún
modo implica que hayamos desistido de la necesidad de la convocatoria a un
verdadero proceso Constituyente de carácter Originario, para debatir los
fundamentos de un nuevo Proyecto de País. El grado de satanización opositora
que al que se ha llegado alrededor del mecanismo Constituyente para el cambio
del sistema político del país, hace imposible discutir este tema con la sindéresis
necesaria en los momentos donde precisamente mas hace mas falta. Deberemos
abordar el tema Constituyente una vez el país haya conjurado la amenaza
comunista, que bien nos pudimos ahorrar desde hace mucho tiempo si los factores
políticos hubieran entendido a cabalidad el significado de realizar un proceso
constituyente originario que partiera de la iniciativa popular. Seguiremos en nuestro
empeño por formar e informar acerca de este tema a los venezolanos, así la
oposición oficial haya prostituido su profundo sentido de cambio a favor de los
venezolanos.
Caracas,
15 de Junio de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana