Por Luis Manuel Aguana
Había decidido no entrar en la discusión
acerca de votar o no votar en las elecciones del 15-O para no echar más leña a
un fuego que considero completamente manipulado e intrascendente. Pero hay unas
discusiones en las cuales “te meten” aunque no quieras, porque aun sin dar
alguna opinión ya te asignan una. Y en este caso, siendo que es la misma
oposición la que sataniza a quienes consideramos que la opción de no ejercer
ese derecho ahora (hago énfasis en el ahora) que es completamente
personal e individual, me veo en la obligación de intervenir porque creo que a
pesar de tantos golpes todavía hay mucha gente confundida que defiende
posiciones ajenas sin sentarse a analizar este hecho político con su propia
cabeza.
Sin pretender reescribir mi última nota del
año 2012, dedicada precisamente a este tema por la torta puesta por nuestra
oposición oficial en las elecciones del 7-O del mismo año (por favor leer
especialmente “Abstencionismo en tiempos de dictadura”, en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/12/abstencionismo-en-tiempos-de-dictadura.html),
intentaré explicar –de nuevo- esta posición, no con la idea de influir en la
decisión de nadie de votar o no, sino para que quien haya tomado su decisión en
uno u otro sentido lo haga con el mejor conocimiento de causa posible.
Decía
en esa nota del 2012 que no era lo mismo el fenómeno de la abstención en un
contexto democrático que en un contexto NO democrático o autoritario. De
acuerdo a la definición de CAPEL (Centro Interamericano de Asesoría y Promoción
Electoral), Programa especializado del Instituto Interamericano de los Derechos
Humanos, el abstencionismo electoral tiene en su definición diferentes
modos de interpretarse según el régimen donde se produzca (ver CAPEL,
Diccionario Electoral, Primera Edición, Costa Rica, 1989.
“El abstencionismo
electoral se plantea desde perspectivas distintas en los regímenes
democráticos y en los regímenes autoritarios. En los primeros puede suponer la
existencia de corrientes políticas que no se integran en el juego político
normal, si bien con carácter general responde a impulsos o motivaciones
individuales plenamente respetadas y asumidas incluso cuando sobrepasan
determinados límites porcentuales. En los regímenes autocráticos, en los que se
pone especial énfasis –a veces
adulterando las cifras– en conseguir las mayores tasas de participación
electoral, la no participación se considera la expresión pública de una
oposición y está expuesta, además de a las sanciones legales – pues el voto se
considera más un deber que un derecho–, a otras sociales.”
En
otras palabras, de acuerdo a esta definición del Diccionario Electoral de
CAPEL, la oposición oficial sataniza al elector venezolano de una reacción que
es completamente natural en regímenes autoritarios. De nuevo, y como en el
2012, la abstención que se mostraba en un régimen autoritario como el del Hugo
Chávez en ese entonces y en el de la dictadura de Nicolás Maduro ahora, tiene
un significado distinto que en el de una democracia. Y de nuevo, este significado
internacionalmente es el de la protesta cívica.
Colocar
en contraposición a aquellos que desean votar con aquellos que no lo desean por
las razones internacionales antes expuestas es por decir lo menos, un acto de
miseria y de manipulación abyecta de una oposición colaboracionista que
necesita de esos votos a como de lugar con unos propósitos que van en la misma
dirección que los propósitos del régimen: la supervivencia.
Una
población manipulada con algo que es completamente sentido y sagrado por todos
los venezolanos como lo es la institución del voto, no estará en las
condiciones de pelear por lo que es lo verdaderamente medular como lo es la
solución inmediata de sus problemas, porque precisamente esa manipulación le
dice que si no vota no se resolverán. Y lo más triste es que habiéndolo hecho
masivamente y por encima de las mismas expectativas de la oposición oficial en
Diciembre de 2015, nos encontramos en una peor situación que ese momento.
Entonces el problema pareciera no ser que les demos el respaldo a los lideres
de esa oposición sino lo que hacen ellos con el mandato que se les da. El 16J
es una muestra conocida de eso.
Nos piden de nuevo el voto, y algunos estarán convencidos de
dárselos. Respeto eso. Pero así como se les da el poder para dirigir las
acciones opositoras también debe exigírseles resultados. A mi juicio más
lamentables resultados no hemos podido tener desde la última elección. Los
partidos opositores ahora necesitan de nuestros votos para mantener su
infraestructura clientelar. Necesita pagar militancia. Si, suena duro. Muchos
de esos muchachos vestidos de colores opositores son pagados por las nominas de
gobernaciones y alcaldías opositoras de la misma manera como lo hace el
gobierno.
Esa
suerte de simbiosis donde yo vivo de ti y tu de mi, coloca el colaboracionismo
de Vichy, como lo dice el Embajador Diego Arria en su último y clarificador
articulo del Nuevo Herald (ver ¿Vichy en Venezuela?, en http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-venezuela/article178268281.html)
como la guía de supervivencia a como de lugar por encima de las necesidades
perentorias de los venezolanos, dejando de lado la lucha medular que TODOS
debemos estar haciendo para salir de este régimen. Esa simbiosis no es nueva.
Ya había abordado eso desde hace tiempo (ver Simbiosis, en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/12/simbiosis.html)
donde el problema principal no es salir del régimen sino sobrevivir con él.
Pero lo más grave en este momento particular
de la República es algo que escapa a los ojos de todos. El colaboracionismo
opositor en ese proceso de supervivencia llegará a su clímax cuando al haber
“ganado” las gobernaciones que persigue le ponga el último clavo a la cruz de
los venezolanos al reconocer a la Constituyente fraudulenta del régimen a
cambio de esas gobernaciones, no ganadas por ellos sino por la confianza que
los venezolanos tuvieron al votar por ellos. Mayor traición será imposible.
Al régimen no le importan esas
gobernaciones lo que quiere es el reconocimiento opositor de su
Constituyente (ver El País “Maduro convierte las elecciones regionales en un reconocimiento
a la constituyente”
https://elpais.com/internacional/2017/10/12/america/1507779306_002047.html).
Con ese reconocimiento neutralizará cualquier cosa que se haya ganado. Eso que
parece claro para los españoles de El País, no lo es tanto para quienes en Venezuela
nos enfrentamos entre nosotros mismos por una botella vacía que ya se bebió el
régimen brindando con Henry Ramos y Julio Borges.
Estimados amigos, este próximo domingo la
suerte no estará echada en el resultado de esas votaciones, sino en lo que
hagan con ese resultado los dirigentes opositores a quienes se les dio la
confianza para solucionar el problema de Venezuela. Si nos venden, tanto a los
que votaron como a los que no, ya sabremos a qué atenernos…
Caracas,
13 de Octubre de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana