lunes, 11 de abril de 2022

A los 20 años del 11 de abril

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Dedicado a las víctimas del 11 de abril de 2002

Difícilmente el pueblo venezolano puede dejar de lado los 20 años del 11 de abril de 2002. No solo porque esa fecha partió en dos la historia política contemporánea de Venezuela, sino porque a partir de ese momento la tiranía le demostró su verdadera cara a los venezolanos, probándoles que no les importaría llegar al sacrificio de vidas y destrucción del país con tal de mantenerse en el poder. 

Después del brutal asesinato en la Av. Baralt de Caracas de 21 personas inocentes, la institución militar que hasta ese momento apoyó al Presidente de la República, decidió removerlo del poder, atendiendo la voz de más de un millón de venezolanos que se echaron a las calles exigiendo su renuncia. Hasta ese momento existieron las Fuerzas Armadas tal y como la conocimos: una institución garante de la Constitución que depuso a un Presidente por criminal al haber ordenado una masacre.

A partir de ese momento y a los ojos de todos los venezolanos, una serie de errores en la conducción política del proceso tuvo como resultado el regreso de Chávez al poder. Desde su renuncia comunicada a todos los venezolanos por el entonces Inspector General de las Fuerzas Armadas, General Lucas Rincón, hasta su regreso triunfante, el país contempló atónito cómo era posible que se perdiera en horas la histórica protesta masiva de más de un millón de venezolanos, y el sacrificio de las vidas de 21, que exigieron la salida de Chávez del poder ese 11 de abril.

Pero todos también nos asombramos de que un alto Mando Militar no esperara otra cosa que no fuera una venganza en contra de todos aquellos involucrados por parte de quien había sido removido del poder por unas horas. Ni siquiera se pusieron de acuerdo para constituirse ellos en una Junta Militar que llevara al país a una transición política. A partir de ese momento comenzó la degollina de la institución armada en Venezuela, convirtiéndola finalmente en una milicia al servicio del régimen y sus aliados extranjeros. Todo esto sin contar con la arremetida criminal posterior en contra de quienes defendieron a los civiles inocentes de la marcha, encerrados toda una vida en las mazmorras del régimen a través de procesos judiciales amañados. Ellos fueron las víctimas vivientes que utilizó el régimen como chivos expiatorios de los asesinatos que cometió ese día.

El 11 de abril de 2002 funcionó como una especie de calibración de todos los actores políticos y militares de Venezuela, y fue la demostración más fehaciente de lo podrido de las bases sobre las que se sostenía el país: un régimen asesino en el poder, una conducción opositora  torpe y voraz, y unas Fuerzas Armadas desconocedoras de su propia historia. Estos elementos conjugados dieron como resultado que en Venezuela se profundizara una tiranía que comenzó a abrirse paso con la promulgación de la Constitución de 1999.

Tan consciente estaba Chávez de los delitos que había cometido el 11A, que lo primero que hizo fue aceptar abandonar el país ante la propuesta que le llevaba el General Manuel Rosendo por parte del Ejército (ver declaración del General Rosendo, Radiografía de una Mentira, La renuncia, en https://youtu.be/GrLz05KHVAw, min 57:45). Otra historia le hubiera tocado a Venezuela de haber habido uniformidad en las Fuerzas Armadas acerca del destino de Chávez, ya que algunas Fuerzas exigían que fuera juzgado en el país.

Por otro lado, la voracidad de poder y la torpeza de quienes llegaron a Miraflores en los hombros de ese millón de venezolanos con los muertos de ese día, dio como resultado un decreto que disolvía los poderes constituidos, sin ningún asidero constitucional, y peor aún, sin contar con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Todo parecía una operación conducida por una pandilla de arribistas y aprendices de brujería política. Eso no podía tener otro resultado que la “renuncia” a instancias de los militares de quien se había auto juramentado pocas horas antes, Pedro Carmona Estanga. La correlación de fuerzas a lo interno de las Fuerzas Armadas de ese momento decidió nuestro destino con el regreso de Hugo Chávez al poder.

Nunca antes estuvo Venezuela más cerca de resolver este problema que ese día. De allí que podamos sacar algunas conclusiones. Ni siquiera los militares que tuvieron en sus manos la renuncia de Chávez y su decisión de largarse de Venezuela, supieron que hacer con el poder. ¿Cuándo había ocurrido eso antes en Venezuela? ¡Nunca! Tampoco los civiles que llegaron a Miraflores tuvieron la sagacidad política de lograr un equilibrio cívico-militar que respetara un mínimo de constitucionalidad para salvaguardar el poder que les había caído en las manos a consecuencia de la reacción de un bravo pueblo. ¡Lo quisieron todo y no tuvieron nada! ¿Perdieron ellos? No, perdimos todos los venezolanos.

A partir de ese momento el régimen aprendió y se protegió. Profundizó el modelo que había iniciado con los Castro de Cuba e hizo imposible que ocurriera otra sublevación militar. Les ha llevado 20 años sofisticar sus sistemas de información con sapos y espías en los cuarteles, y poner la Fuerza Armada a las órdenes de oficiales extranjeros que cuidan los intereses políticos y económicos de sus países en Venezuela. Hoy es imposible que nadie mueva una hojilla en un cuartel sin que el régimen se entere. En ese escenario es virtualmente imposible un alzamiento militar. De allí que vean ustedes las cárceles militares llenas de oficiales que han intentado un cambio sin éxito. Aun así sigue vigente lo que aprendí de mi padre, los militares están con un gobierno hasta que se alzan, como lo vimos hoy hace 20 años.

¿Qué pasó con la oposición política? El régimen aprendió también. Después del desastre que vivieron amargamente el 11A, se dieron cuenta de que esa voracidad podía ser comprada y castrada a través de negociaciones. Y aquellos que se negaran debían ser perseguidos y encarcelados. Después del año 2002, el siguiente episodio político en Venezuela fue el Referendo Revocatorio, que surgió luego de una negociación con la Comunidad Internacional. ¿Recuerdan la Mesa de Negociación y Acuerdos 2002-2003 y el proceso de facilitación de la OEA y el Centro Carter? Chávez retrasó hasta la saciedad desde el CNE  ese Referendo Revocatorio hasta el año 2004 (¿recuerdan el Firmazo, el Reafirmazo y los Reparos?) e hizo un fraude con unas máquinas nuevas aceptadas por la oposición, con el visto bueno de la Comunidad Internacional.

El camino de allí en adelante ha sido “electoral”. ¿Recuerdan el año 2006 y la candidatura presidencial de Manuel Rosales, y luego en el 2012 la de Henrique Capriles? De nuevo otro fraude del CNE, con la venia de la oposición (ver Eric Ekvall – Elecciones Presidenciales 2012 http://www.youtube.com/watch?v=nSa0kgHgcjs). Y sería a partir de este proceso de continuas elecciones controladas por un poder electoral viciado, que aún no salimos de este hueco donde nos metimos –o nos metieron- a los venezolanos. Y todavía a estas alturas, después de todo lo que nos ha pasado, esa sigue siendo la mejor oferta que nos plantea un sector opositor comprado y huérfano de ideas.

Hoy se cumplen 20 años del comienzo real de esta desgracia. Tal vez los jóvenes que están al frente de la oposición política desde el Gobierno Interino no lo sientan tanto como aquellos que lo vivimos, y en algunos casos protagonizamos, porque para ese año algunos no habían salido de la adolescencia. Saben la historia porque la han leído o se la han contado, pero no es lo mismo el cuento que haberlo vivido.

Muchos venezolanos, en especial los que participaron en esa marcha histórica del 11A, siente esta fecha como una herida en carne propia, y continúa a la espera de un cambio que aún no llega, y su posibilidad está en manos de un liderazgo que ha demostrado ser tan torpe como aquel que condujo los sucesos del 11 de abril. Y si no te duele la necesidad de un cambio con la profundidad debida, no existirá la fuerza necesaria para hacer lo que hay que hacer.

20 años son suficientes. Ya es hora de otro liderazgo capaz de hacer lo necesario para llevar al país a ese cambio. Venezuela puede tener otra oportunidad porque fue el mismo pueblo quien se la dio a ese liderazgo fatuo el 11 de abril. Encontremos entonces a los conductores apropiados y construyamos de nuevo las condiciones para lograr con éxito el cambio que todavía gritan los venezolanos. Aprendamos algo de estos 20 años…

Caracas, 11 de Abril de 2022

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