viernes, 2 de diciembre de 2011

Volver a empezar

Por Luis Manuel Aguana

Amor y pérdida. Así llamó Steve Jobs la segunda historia que contó en la Universidad de Stanford a los estudiantes graduandos en su célebre discurso protocolar del 2005. Allí contó que la Junta Directiva de su propia compañía, Apple Computer, lo despidió. Tenía solo 30 años. Describió lo devastado que se sintió al encontrarse en la calle, luego de haber construido lo que había construido. Pensó huir y dejarlo todo. Pero aún amaba profundamente lo que hacía y que lo llevó a construir una de las empresas más importantes del mundo. Había sido rechazado, como afirmó, así que decidió comenzar de nuevo. Y al comentar que aunque no lo vió de esa manera en ese momento, el hecho de que lo hubieran echado de su propia compañía fue lo mejor que pudo pasarle en su vida, al verse de nuevo como un principiante. De acuerdo a su criterio entró en el período más creativo de su vida, fundó NeXT y Pixar (¿recuerdan Toy Story?), encontrando en el camino la compañera para el resto de su vida. Y como se dan los giros de las historias en el mundo de la tecnología, Apple adquirió NeXT y Steve volvió a presidir Apple, convirtiéndola con su genio en la empresa más innovadora en el mundo de la informática y las comunicaciones, posición que mantuvo hasta el día de su muerte.

Esta historia es una de las más significativas que he visto acerca de lo que llamo aquí “volver a empezar”. No es fácil volver a empezar. Requiere, como indicó Steve Jobs, de mucho amor por lo que haces, asumir la perdida, y en ese tránsito obscuro, encontrar el camino para reconstruir. El renacer requiere de esfuerzo y de mucho amor por lo que haces. Alguna vez leí que no hay nada como volver a empezar, porque valoras aún más lo que perdiste y sabes de muy adentro que lo harás mejor cuando lo recuperes, si tienes el coraje suficiente para hacerlo.

Y así como las personas, los países renacen de sus cenizas y vuelven a comenzar. Japón renació de sus cenizas, Europa destruida comenzó desde cero después de la Segunda Guerra. Pero en el caso de los países la cosa es distinta. Se requiere el amor y la determinación de toda una sociedad, de asumir que algo se perdió y volver a construir, sacando al país adelante. Tal vez suene ingenuo y hasta comeflor: es necesario que la gente del país asuma la pérdida y la llore, pero no quedarse llorando en la acera y luego pararse de allí para reconstruir sobre bases nuevas.

En el debate de las ideas acerca de qué hacer con Venezuela después de las elecciones del 7 de Octubre de 2012, he notado dos posiciones bien definidas entre aquellos que se disputan el voto de los venezolanos en las primarias opositoras. Voy a simplificarlas a riesgo de perder precisión pero estoy seguro que dará claridad a lo que intento explicar. La primera de ellas, esgrimida por Diego Arria, esencialmente es política y apunta al desmontaje del “modelo” socialista impulsado ilegalmente por el gobierno de Chávez y sus poderes subrogados. En este desmontaje se incluirían todas las leyes “socialistas”, incluyendo la electoral y la militar, aprobadas en contra del orden constitucional vigente; y el precandidato al resultar electo gobernaría tres años de una transición difícil; y para eso convocaría a una Asamblea Constituyente que haría los cambios puntuales necesarios (vuelta a la no reelección, disminución del período presidencial y hasta quizás incluir una doble vuelta electoral), haría caída y mesa limpia a los poderes constituidos, incluyendo a las Fuerzas Armadas, poniéndole orden a la casa, para luego entregar, después de esa transición y “limpieza”, el gobierno a una nueva generación de liderazgos y partidos con unas bases sanas. En otras palabras, volver a empezar.

El otro planteamiento, esgrimido por el resto de los candidatos, fuera de sus diferencias personales, es convivir con el “status quo” chavista los seis años del mandato Presidencial y lo que quede del resto de los poderes constituidos, confiando en una transición de los factores chavistas hacia un modelo democrático y de inclusión. En otras palabras, aquí no pasa nada y vamos a unas elecciones “normales” en las que el ganador opositor le será entregada la banda presidencial sin ningún problema. De allí en adelante se continuarán o mejoraran las políticas públicas del gobierno desde la oposición democrática, esperando convivir en paz, negociar y salir poco a poco del problema que significa tener todos los poderes en contra.

Simple. Esas son las dos visiones contrapuestas por las que se nos solicita el voto en las primarias. ¿Cuál cree usted que es la más conveniente? Decida con el corazón…

Esto me hace recordar lo que me dijo mi jardinero cuando le pedí una explicación del porque no crecía ninguna grama que sembrara en mi jardín: tiene que sacar toda la tierra, hasta el fondo y poner nueva abonada, me dijo. Cualquier cosa que usted siembre con una tierra llena de semillas de monte, con un sustrato pobre, no crecerá o el monte la estrangulará. Pero eso es más trabajo. ¡Pues claro que es más trabajo! Requiere comenzar la cosa desde cero. Requiere de más paciencia, porque luego de cambiar la tierra, al plantar cualquier cosa deberé esperar que crezca y florezca. Pudiera dejar la tierra vieja pero todo lo que siembre en mi jardín estará muerto a los pocos meses. Eso es un principio fundamental. A veces es necesario sacar de fondo la tierra y volver a empezar…Lo dijo Steve en Stanford, a veces la vida te da en la cabeza con un ladrillo y no hay que perder la fe en lo que se hace porque lo que te permite continuar la lucha ¡es precisamente el inmenso amor a lo que haces! ¿Tenemos o no tenemos el suficiente amor por este país para volver a empezarlo, sin importar el trabajo que nos dé? He allí la gran pregunta. Es mucho más trabajo, pero tenemos que llorar lo que ya hemos perdido por haber tomado la decisión equivocada en 1998 y continuar…

La propuesta de Arria, como señalé, es esencialmente política y fue la que vendió y no cumplió Hugo Chávez en 1998. Nos embarcó en una Constituyente y ahora se quiere quedar con el coroto para siempre. De nuevo se está planteando la reconstrucción de las bases institucionales del país para que el monte no se coma lo que se siembre luego. El venezolano ahora se halla en una encrucijada difícil de resolver. Escoger entre dejar para después las casitas, las autopistas que faltan, los hospitales, las escuelas, y de manera prioritaria arreglar las bases institucionales del país primero, corrompidas por la “revolución” chavista y asegurar que esas casitas, hospitales y escuelas sean de verdad una realidad después. Primero lo primero, la tierra abonada y fértil para que crezca lo que siembres después. No es muy difícil de entender, es simple pero muy duro.

Yo no sé si Diego Arria o el resto de los precandidatos nos embaucarán como muchos ya lo han hecho en el pasado. Esa es la ruleta rusa que nos estamos jugando. Esta escogencia se basará en una idea de vida y de futuro. De cómo cada uno de nosotros concibe como debe dibujarse un camino que no se ha recorrido todavía. En lo personal mi voto en esas primarias no se basará en la juventud o la historia del pasado de nadie, sino en la proposición que se hace al país. Y a mi modo de ver solo hay dos propuestas en la mesa. La fácil y la difícil. Votaré por la que creo más conveniente, la del camino más empedrado y duro, la de Steve y la de mi jardinero, escogeré volver a empezar…

Caracas, 2 de Diciembre de 2011

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domingo, 27 de noviembre de 2011

Nos vemos en La Haya

Por Luis Manuel Aguana

Cuando Serenata Guayanesa cumplió sus 25 años, lo celebró con un hermosísimo espectáculo en el Teatro Teresa Carreño. ¡Qué tiempos aquellos! Eso no tenía nada que envidiarle al Teatro Kodak de Los Ángeles o un estreno en cualquier capital del primer mundo. ¡Qué orgullo! Aquellos quienes tuvimos la inmensa fortuna de estar allí escuchamos a Pedro Leon Zapata dar la bienvenida de introducción al grupo. Y lo que dijo Zapata aquella noche se me quedo grabado para siempre. Luego de echar un sabroso cuento de una persona que se atrevió a pedirle un papelito de recibido a un relojero de Paris por un reloj que dejaba para componer, paso la vergüenza de escuchar al dependiente: “Monsieur, nosotros tenemos 500 años componiendo relojes, como se atreve!...” La respuesta fue “es que somos venezolanos señor, y en nuestro país no estamos seguros que un local que es hoy una relojería mañana se transformará en una tintorería!...”. Tenia razón Zapata, había que celebrar a cualquier venezolano que hiciera lo mismo y cultivara una disciplina, no digo por un año, sino por 25 años! Y el hacerlo con la maestría que lo había hecho Serenata Guayanesa en aquel tiempo, no solo merecía el homenaje sino el inmenso respeto de todos los venezolanos. ¡Qué sabiduría encerraban aquellas palabras de Zapata!

Los venezolanos no nos distinguimos por nuestra persistencia en las cosas. Bien decía la Profesora Elena Granell, en su libro “Éxito Gerencial y Cultura” (Elena Granell de Aldaz, David Garaway y Claudia Malpica, Ediciones IESA 1997), que “los venezolanos tienen poca capacidad de concentración y mucha capacidad de dispersión…les cuesta llevar las cosas a la acción…se habla mucho…se dan rodeos pero les cuesta hacer las cosas, establecer fechas y atribuir responsabilidades”. Somos, como dice el estudio, gente orientada a “operativos”, acciones que tienen un principio y un fin; y una vez que se terminan, todo “vuelve a la normalidad” donde las cosas no funcionan y se violan las reglas. De allí la referencia de Zapata, que hay que hacerle siempre homenajes a los que rompen con ese modo estructural de ser del venezolano logrando cosas de las que todos podemos enorgullecernos.

Tenía varios años escuchando que a Hugo Chávez había que seguirle un proceso por delitos de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional con sede en La Haya. Solamente por el “apartheid” político creado por la llamada Lista de Tascón, de la cual el Presidente es responsable directo y la persecución y sometimiento de los presos políticos y su trato inhumano y cruel, daban razones suficientes para hacerlo. Pero eso no se hace solo. Requiere de tiempo, un equipo de trabajo, esfuerzo técnico jurídico, recopilación de pruebas, montar un expediente, ir a La Haya y lo que creo es lo fundamental, ¡estar dispuesto a hacerlo, sin importar el tiempo que tome y los riesgos que se corran! Como decía la Prof. Granell, se habla mucho…Los venezolanos hablamos mucho, y hacemos poco…

Y cuando un venezolano, no importa como se llame, si es precandidato o no lo es, se haya tomado 15 meses de su vida, puesto su nombre y prestigio en el ruedo, haya invertido su tiempo y sus recursos para hacer comparecer por delitos de lesa humanidad a Hugo Chávez en La Haya, eso hay que felicitarlo como decía Zapata en aquella celebración. Llevar a cabo esta acción por todo lo que ello implica merece de todos nosotros el firme respaldo, sin importar que se haya hecho ahora y no después como dicen algunos críticos. Lo importante es que efectivamente ¡alguien lo hizo!...

Y si además ese alguien tiene la calificación para hacerlo, mejor todavía. Diego Arria es el único venezolano con la experiencia política internacional suficiente en estos temas para llevar a la Corte Penal Internacional de La Haya a Hugo Chávez y juzgarlo por delitos de lesa humanidad. Independientemente de cualquier posición que tengamos en relación a su aspiración política, todos los venezolanos deben concordar que este personaje es el mejor calificado para llevar a cabo con éxito esta acción. Arria participó en el proceso de juicio en contra de Slobodan Milosevic de Serbia por crímenes de guerra, en los procesos de Somalia, Ruanda, Sierra Leona y el Congo, en los conflictos en Bosnia, Croacia y Kosovo. Arria conoce a fondo como se hace y como se instrumenta un proceso de esas características únicas. Ningún venezolano tiene esa experiencia acumulada, por más que no estemos de acuerdo con su posición política o su pasado cuartorepublicano.

Ahora bien, quiero diferenciar la posible utilización de este proceso en contra de Hugo Chávez con las aspiraciones o el uso político que este precandidato le pueda dar, si es ese el caso, o si lo está haciendo por razones personales o retaliativas. Arria deberá demostrar que aun en el caso de que no tuviera éxito en sus aspiraciones como precandidato de la Unidad Democrática, continuará su proceso en contra del Presidente, sin importar lo que pase, hasta llegar al final y sus últimas consecuencias, no solo porque esto es necesario para la salud de la República, sino porque el país necesita un cierre justo a toda esta iniquidad de la cual hemos sido testigos de excepción durante 13 años. Nunca antes se había visto tanta injusticia y persecución. Arria puede contribuir a darle al país esa tranquilidad, esa necesidad de justicia que tanto necesitarán los venezolanos para no matarnos entre nosotros una vez que Hugo Chávez ya no se encuentre al frente del gobierno.

Y dense cuenta de lo importante del proceso iniciado en la Corte de La Haya. Una vez que Chávez sea juzgado y puesto preso por la justicia internacional como lo fue Slobodan Milosevic, los venezolanos necesitaremos reconstruir el país juntos. Los chavistas entenderán que fue juzgado y sentenciado, no por los tribunales venezolanos manipulados por la oposición ni por el gobierno. Y los opositores deberán entender que se hizo justicia y que lo que quedará será mirar al futuro y no al pasado oprobioso que significó esta época para Venezuela y que deberemos, chavistas y no chavistas, trabajar conjuntamente. Es necesario que Chávez sea juzgado para que los venezolanos podamos pasar esta página y no seguir odiándonos o mirándonos como enemigos en diferentes bandos. Es por eso que no puedo menos que apoyar y respaldar este proceso que se inicia en La Haya por alguien que no se quedo en las palabras, como la mayoría de los venezolanos hacemos, sino que pasó a los hechos realizando lo que había que hacer desde hace tiempo. Y eso merece independientemente del resultado, el homenaje y el respeto de todos los venezolanos.

Y si hay todavía alguien con pruritos en contra de esa acción, que solamente se acuerde de la imagen de Franklin Brito llevado a la fuerza al Hospital Militar y sus últimas fotografías mostrando a un individuo esquelético muriendo de hambre pero lleno de la vida que da la honorabilidad y la reciedumbre. Solo por esa imagen gritaré también: ¡Chávez, nos vemos en La Haya!

Caracas, 26 de Noviembre de 2011

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