domingo, 18 de marzo de 2012

Familiametro: Un Legado

Por Luis Manuel Aguana

Hoy se cumplen 9 años de cuando escribí por primera vez acerca de Familiametro (ver http://acfamiliametro.blogspot.com/2011/07/ac-familiametro.html) en ocasión de su fundación. Es difícil para mí hacerlo de una manera objetiva. Largos años han pasado desde que comenzamos esta cruzada por el rescate institucional del Metro de Caracas. Mucho ha ocurrido desde entonces. Escribía hace nueve años que en el tiempo cuando conocí profesionalmente por primera vez al personal de Metro, sentí la urgencia de muchos de sus trabajadores de una conducción honesta y consustanciada con los valores originarios de la empresa, recordando la visión y el desinterés de su fundador en hacer una empresa grande y digna para sus trabajadores y sus usuarios. Y eso esencialmente sigue siendo así, aun cuando el gobierno se haya dedicado a politizar una empresa esencialmente técnica. Un puñado de trabajadores valientes inoculados con el valor que da la nobleza de un hacer honesto de largos años en una compañía de excelencia, se aprestaron para enfrentar las perversiones del gobierno en el 2002, y no tuvieron miedo en aparecer públicamente para defender una institucionalidad que conocían muy bien. Solo tuve el honor de acompañarles. Así nació Familiametro.

En aquellos días de turbulencia política, muchas organizaciones movidas por diferentes intereses se acercaron a Familiametro. Era fácil caer en tentaciones políticas. Creían que la Asociación se prestaría para sabotear la operación del Metro de Caracas, por su conocimiento técnico de la empresa. ¡Qué equivocados estaban! Familiametro no se fundó como una organización de resentidos. Nació para realizar su mejor esfuerzo para rescatar lo que una vez conoció el país como la mejor empresa de servicio público de Venezuela. ¡Imagínense tamaño reto para unos trabajadores despedidos sin medio en el bolsillo porque la empresa ignoró sus derechos laborales! Lo único de lo que disponían era sus ganas de luchar por una mejor empresa y un mejor país.

Al escribir esta nota tengo que hacer un ejercicio de separación natural y ver a mis compañeros de lucha desde afuera. Todos ellos, ninguno con menos de 18 y 20 años de experiencia técnica en la empresa, han permanecido fieles a la misión original. No ha sido fácil para ninguno de ellos en estos años de estrechez laboral y moral, mantenerse fieles a ese compromiso. En el camino hemos ganado experiencia. No somos aquellos técnicos ingenuos del comienzo. Los golpes enseñan. Y lo que se ha ganado en el camino ha sido grandioso: el respeto de la comunidad a la cual hemos dedicado nuestros esfuerzos de contraloría social en defensa de un servicio que debe revestir la seguridad mínima para que nuestras familias se transporten con seguridad hasta sus hogares y trabajos.

Y si hace nueve años escribí de la empresa que conocí cuando trabajé allí y la cual creo que vale la pena rescatar por los valores morales y técnicos que la hicieron grande, hoy deseo escribir acerca de la gente que formó parte de ella y aun continúa, desde afuera, intentando recuperarla para sus trabajadores y principalmente sus usuarios. Y precisamente la razón por la cual aun continúan estos ex trabajadores, que bien pudieron haberse dedicado a cualquier otra cosa y no exponerse a las retaliaciones políticas de los factores violentos del gobierno, tiene que ver con la valiosa escuela que recibieron al iniciarse en el Metro de Caracas en su fundación. La vocación de servicio público y la responsabilidad con el usuario realmente marcan la diferencia.

Siempre digo que analizo a Familiametro desde un ángulo distinto, porque de todos sus integrantes soy el único que no nació con la empresa. De hecho, todos solo tuvieron ese único empleo. Y espero que me dispensen la expresión en primera persona, pero de nuestra Asociación nadie puede comparar, como me ha tocado hacerlo, lo que ha pasado en el Metro de Caracas en estos años, y escribir con cierto grado de objetividad lo que realmente ha hecho el gobierno con una empresa formada por grupo de profesionales bien capacitados para no dar otra cosa que un servicio de calidad de primer mundo, y convertirlo en una cosa maltrecha y en uno de los peores servicios públicos de la ciudad. Es por esa razón que la gente de Familiametro no ha decaído en su firme propósito de regresarle al Metro de Caracas el valor y el orgullo de sus primeros años y lo que sus fundadores le dieron al país.

Sin desmeritar otras empresas públicas de mucha importancia en su sector que han sufrido mutilaciones importantes de sus cuadros técnicos durante todos estos años, creemos no es lo mismo haber sido entrenado para prestar un servicio eficiente y seguro a personas reales todos los días, manteniendo el mismo nivel de servicio. No es lo mismo ser responsable de miles de vidas todos los días y no dolerte lo que les podría suceder por una administración ineficiente y corrupta. En alguno de esos trenes podrían viajar tus hijos, tu familia. Tiene necesariamente que haber personas tanto de adentro como de afuera que les duela la administración y la eficiencia de un servicio tan vital como ese. Es por eso que si no existiera Familiametro habría que inventarla, como lo hemos expresado más de una vez a los medios de comunicación.

Siempre indicamos y hacemos prevalecer nuestra condición de ONG técnica y no politica. Esto significa que aunque muchos de nuestros integrantes pertenezcan en lo personal a partidos y otras corrientes políticas, Familiametro siempre se encontrará del lado de la prestación de un servicio eficiente y seguro. Y si el gobierno nos ha encontrado de frente en la denuncia es porque ese sentimiento existe todavía en los trabajadores activos de la compañía que aun se encuentran vigilantes, y que en muchos casos nos han hecho saber de las corruptelas e ineficiencias a las que el gobierno ha sometido la administración del Metro de Caracas y que pueden poner en peligro las vidas de los usuarios.

En estos tiempos de cambio Familiametro es una referencia para el futuro. La componen todos los trabajadores en cualquier situación, jubilados y activos, y en especial aquellos despedidos por razones políticas del Metro de Caracas. Solo unos pocos somos sus voceros en resguardo de aquellos que no pueden hablar directamente. La única condición que realmente los une es su gran vocación de servicio, tan solida, que les ha hecho sobrevivir todos estos años a esta tragedia destructiva de su empresa, no tomando una posición cómoda sino proactiva en la defensa de los intereses de los usuarios. Tal vez no me corresponda a mí decirlo ya que soy parte integrante de esta Asociación de la que me siento muy orgulloso de pertenecer: Familiametro, a través de una denuncia persistente y constante, ha contribuido a evitar que el Metro de Caracas se deteriore más aceleradamente.

El solo hecho de la existencia de técnicos conocedores de la operación del Metro, conscientes de su responsabilidad, y permanentes vigilantes de la condición del servicio, ha permitido que no haya habido tragedias que lamentar en el sistema de transporte masivo. Se le ha obligado al gobierno a tomar medidas y dedicar recursos al sistema, a través de una incesante y persistente contraloría de sus actividades. Eso ha sido porque los trabajadores que aún siendo despedidos del Metro, aun sienten a esa empresa como suya, conscientes de su responsabilidad para con los usuarios. Y volviendo a esa mirada desde afuera, nunca había visto semejante actitud en ningún trabajador despedido de una empresa pública. Una vocación de servicio así, llevada más allá de los límites de su organización, es la herencia palpable de José Gonzalez Lander. Y aunque el Metro de Caracas sea la obra que lo distingue como fundador, no son las edificaciones, ni los túneles ni los trenes del subterráneo lo que hacen grande a esa empresa. Es su gente y los valores de lucha que han demostrado tener para rescatarla de la peor crisis institucional de toda su historia. Familiametro es realmente su mejor legado.

Caracas, 18 de Marzo de 2012

Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/

Email: luismanuel.aguana@gmail.com

Twitter:@laguana

domingo, 11 de marzo de 2012

Lo quiero vivo

Por Luis Manuel Aguana

Es así como los jefes ordenan a los policías cuando van a localizar a un delincuente importante. No lo maten, lo quiero vivo, es la consigna. Y eso es así porque precisamente si por alguna razón muere el solicitado, se estropearía el trabajo posterior de investigación que busca acabar con la red que el delincuente ha construido en su carrera delictiva. No basta con que se atrape al malhechor, es preciso también terminar con lo que construyó en el camino. Por eso deseo que el Presidente viva y no me uno al coro de cierta oposición que aspira su deceso antes del 7 de Octubre, por aquella conseja de "muerto el perro se acabo la rabia". Todo lo contrario, nos conviene que llegue vivo y en buenas condiciones físicas a la justa electoral.

Y esto lo digo no solo porque hace falta investigar el hueco negro de corruptelas que esta administración va heredarle a un próximo gobierno de Unidad Democrática, sino porque además lo crucial, y que a mi modo de ver mucha gente ha desestimado, es que la herencia más importante que Chávez dejara cuando deje de ser Presidente, será el chavismo y su singular modo de ser. Eso es en realidad lo que debemos derrotar de raíz el 9 de Octubre, pero para hacerlo como se debe hacer, es imperativo que Chávez este vivito y coleando. Por otro lado, si creo que el Presidente debe ajustar sus cuentas con el Creador dada su condición de enfermo terminal (ver Presidente, muera en Paz, en http://ticsddhh.blogspot.com/2011/10/presidente-muera-en-paz.html), pero también creo que tenemos que darle un cierre final a Chávez y a su “revolución” con elecciones, y les voy a exponer porqué.

El pueblo venezolano creyó en las consignas de Chávez en 1998, con justa razón. Años de larga desidia de un estamento político agotado, hicieron que los venezolanos apostáramos por este desconocido golpista que asumió la responsabilidad en su “Por Ahora”, cuando nadie en este país lo había hecho nunca. La gente dijo "Carajo! Al fin alguien asume la responsabilidad!". Yo viví la vaina, no me la contaron. Todo el mundo simpatizó con el golpista, hasta yo! Igualmente el discurso de Caldera en el Congreso fue una pieza de oratoria que todo el mundo compró completico. Todo cambió en la política de este país, al punto que los venezolanos lo eligieron de nuevo Presidente en 1993 cuando todos lo considerábamos un cadáver político insepulto antes de esa asonada. Se presentían aires de renovación. Venia una nueva gente, una nueva administración del Estado y una nueva forma de ver la política. Todos estábamos a la expectativa.

Luego vino la Constituyente porque la mayoría votó por ella en la creencia de que allí residían los males de los venezolanos. Eso era lo que nos habían vendido y lo compramos. Pero fue un engaño. Lo que vino después fue más de lo mismo, pero peor. No les echaré el cuento porque ustedes lo conocen bien. La efervescencia de un gobierno tan malo como el que jamás habíamos visto todos quienes habíamos vivido los gobiernos adecos y copeyanos fue tal que salimos horrorizados a las calles exigiendo cambios. Y el gobierno nos mostró su verdadera cara totalitaria. Mató gente inocente en las calles el 11 de Abril de 2002. Y las cosas cambiaron. Cambiamos todos. No fuimos más los opositores de antes. Nos hicimos mucho más duros y radicales. El gobierno logró dividir el país en dos.

La violencia, que es la mejor fortaleza del gobierno, se adueñó del corazón de los venezolanos. Chávez es el responsable de haber sembrado exclusión y terror en el país. Nunca como antes, incluso en nuestras propias familias, se había germinado una semilla de odio hacia lo que estaba pasando. Hermanos y familiares se separaron por esta peste que sembró el Presidente en el alma de los venezolanos. Esa será su peor herencia si se muere antes de que lo derrotemos.

Todos coincidiríamos que si Chávez hubiera asomado la palabra “socialismo” o “mar de la felicidad” cubano en su discurso electoral de 1998, no hubiera visto la puerta del Palacio de Miraflores ni por asomo. Lo que vendió y fue exitosamente comprado por los venezolanos fue la palabra cambio. Ocuparse de los asuntos públicos a favor de la mayoría. El basta de enriquecerse a costa del erario público. El utilizar los recursos de nuestra renta petrolera en beneficio de los más desfavorecidos. Pero nada de eso pasó. Y lo poco que pasó fue manipulado para quedarse en el poder. Alrededor de su imagen se construyó una especie de secta según la cual no es posible el país sin su presencia.

Todos los venezolanos cansados de este lamentable sainete queremos que se vaya ya. Pero algunos no se percatan que el fenómeno Chávez no se compone solamente de su liderazgo negativo, sino de todo un hacer, de todo un entramado cultural que se formado a la luz del populismo exacerbado y el aprovechamiento político de las necesidades elementales de los sectores más duramente golpeados de la población, que son la mayoría. El círculo vicioso del chavismo se basa en fabricar cada vez más pobres para que estos a su vez se vean en la obligación de depender de la dádiva del Estado, generando una suerte de mayoría tutelar que teme perder lo que ha conseguido y que jamás le dieron en el pasado pre-chavista. Misiones, becas, reparto generalizado de prebendas hace que ese cáncer- y no precisamente el de Hugo-, se enquiste y crezca sin parar. El chavismo es una máquina de hacer pobres para beneficiarse de ellos.

El pánico que ha generado la candidatura de Henrique Capriles se basa estratégicamente en que las baterías se han enfilado a discutir, sin prisa pero sin pausa y sin confrontación, precisamente los problemas que Chávez tiene 13 años agravando y de los que no se ha ocupado, rescatando ese deseo de cambio que el pueblo venezolano vio en el golpista en 1998. Desde el 12F se vuelven a sentir los aires novedosos que respiraron los venezolanos en 1998, de una nueva forma de hacer política, de gente nueva, de optimismo y esperanza. Eso los tiene muy preocupados y violentos. Necesitan que la atmosfera sea de violencia para que el candidato unitario cambie esa estrategia. En la medida que ven las elecciones más cerca están más nerviosos. Para eso debemos llegar a las elecciones, con Chávez en la mejor condición posible de su enfermedad. Un cambio en esa ruta, que bien podría proporcionar el agravamiento de la salud del Presidente y las luchas intestinas dentro del PSUV por una posible declinación de este a favor de alguno de sus delfines, le daría en bandeja de plata a los sectores recalcitrantes del chavismo la excusa para sumir el país en un ambiente de caos y violencia, llevando al traste la promesa de salir de esto con votos. Sin Chávez en la escena política, puede pasar cualquier cosa.

Algunos opositores a ultranza prefieren salir de Chávez como sea, antes o después del 7 de Octubre, incluso deseando lo primero, cáncer mediante. A ellos les pido que lo reflexionen. Hay que derrotar tanto a Chávez como al chavismo de la mejor manera que se hace en democracia: con más votos. De otra manera, con Chávez muerto, puede ser que salgamos de Chávez, pero no del chavismo; y al país le quedará una materia pendiente para siempre de lo que pudo ser y no fué. Y saldrán múltiples sucesores del prócer de Sabaneta- que ya los hay-, generando una leyenda de un Chávez-Ché, sumiendo al país en una suerte de ingobernabilidad para cualquier Presidente que le suceda. No sólo deberemos enterrar a Chávez-políticamente hablando- el 7 de Octubre, deberemos enterrar también al chavismo dentro del marco de una justa lucha democrática en la que el país rescate desde dentro las esperanzas perdidas de cambio luego de una larga época de oscuridad y engaño.

Caracas, 11 de Marzo de 2012

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