Por Luis Manuel Aguana
“Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Qué es más
elevado para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o
tomar armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con
ellas?”. En eso se debatía el
Príncipe Hamlet en el Acto tercero, Escena primera de la obra de William Shakespeare.
Así nos debatimos los venezolanos en un predicamento similar que podría
resumirse al estilo del inmortal autor: “Votar
o no votar, he aquí la cuestión. ¿Qué es más elevado para la democracia, sufrir
los golpes y dardos del insultante fraude o tomar armas contra el piélago de
calamidades y haciéndoles frente, no convalidarlo con nuestro voto?”
El lunes 21 de octubre discutimos
el tema de de las elecciones del 8D en el Foro de la Cátedra Pío Tamayo de la
UCV, “El
comportamiento del sistema electoral el 8D-13, ¿Otra edición del mismo
fraude-trampa?”, invitados por el Prof. Agustin Blanco Muñoz, los ponentes
Marisol Sarria, Guillermo Salas, Alberto Zambrano y este bloguero (ver http://historiactual.blogspot.com/2013/10/cpt-el-comportamiento-del-sistema.html?spref=tw)
. Y como siempre, la pregunta obligada salto al ruedo al final: estamos o no
estamos de acuerdo con la abstención el 8D habida cuenta que ya los técnicos
estamos convencidos que no ha dejado de haber fraude electoral desde el
Referéndum Revocatorio del 2004.
Dado lo extenso de las exposiciones
de todos los ponentes, justificadas por lo demás por lo complejo de este tema,
no hubo espacio de tiempo para responder adecuadamente esa pregunta directa manifestada
principalmente por mi estimado amigo el Dr. Alfredo García Deffendini, abierto
defensor de la abstención como protesta, no solo al fraude electoral sino a la
conchupancia entre el régimen y la oposición formal para seguir en el juego
perverso de la continuidad que no permite entrar en una nueva fase en la lucha
por la democracia.
Difícil cuestión esta,
como la de Hamlet. Por mi parte no quiero dejar de responder esa pregunta
porque considero que es vital para lo que nos viene como destino político. Y la
respuesta es: depende.
¿Depende de qué? sería la
inmediata repregunta. Pues depende de nosotros. Veamos por qué.
En el año 2002 los venezolanos
nos crecimos hasta el punto de tumbar en las calles a un Presidente en
ejercicio. Y cuando digo “tumbar” me estoy refiriendo a que la sociedad civil
fue el principal ingrediente en la manifestación concreta de su posición en
relación a las ejecutorias de un Presidente que había por primera vez expresado
abiertamente su desprecio total por la Constitución y por todo lo que nosotros
considerábamos sagrado. Y salimos a las calles a manifestar esa postura.
Luego, ante la reacción
violenta del régimen y sus matones, los militares, como era su deber, le
quitaron el sustento al responsable y lo defenestraron. Eso no lo hicieron los
civiles, lo hicieron los militares. Los civiles pusieron su sangre en las
calles, sangre que aun están derramando los Comisarios y los Policías a quienes
el régimen responsabilizó e hizo presos en abierto irrespeto a sus Derechos
Humanos. El resto es historia.
A partir de ese instante
la sociedad en su conjunto se organizó en un sinfín de organizaciones civiles
que dieron una lucha incansable por revocar al responsable de la masacre del
11A-2002 de la Presidencia de la República. No hubiese sido posible llegar al
Referéndum Revocatorio sin esa organización de la sociedad civil.
Ante el fraude consumado
por el régimen en agosto de 2004, muchas de esas organizaciones desaparecieron
o minimizaron su actuación. No en balde Elena Granell dice en su estudio que el
venezolano es un personaje de operativos y le es muy difícil mantener una
persistencia organizada y continua para conseguir un objetivo (1).
Han pasado casi 10 años
del Revocatorio y aquellas organizaciones de la sociedad civil que hicieron
posible llevar al régimen a ese Referéndum Revocatorio son mínimas e
inexistentes. Lo que hay es una masa informe sin liderazgo que lo único que
tienen al frente es a un “líder” que insiste en seguirle el juego electoral al
gobierno, aun después de haber cantado fraude en unas elecciones que no supo
defender.
Los partidos políticos se
adueñaron del patio opositor, que antes no tuvieron alternativa de compartir
con una poderosa sociedad civil organizada en ONG’s que tenían el poder de
convocatoria de la calle y a las cuales tenían que escuchar a regañadientes.
Sin embargo esa sociedad civil en sus bases esta corregida y aumentada. Diez
años no pasan en balde. Lo que le falta es la reconstrucción de su liderazgo en
torno a una estrategia común en relación a qué hacer con este régimen.
No se equivoquen. No estoy
diciendo que los partidos no participen. Pero solo aquellos que demuestren con
hechos que no colaboran con el régimen. Lo que no se puede hacer es trazar
estrategias sin un liderazgo fuerte que represente a la sociedad civil y que
antes estaba representada en todos aquellos que logramos recoger más de 3
millones de firmas para revocar al Presidente.
Ahora bien, a la pregunta
de “¿llamarías a la abstención?”, la respuesta es: depende si este llamado
forma parte de una estrategia consolidada entre todos los opositores reales,
organizados entre sociedad civil y partidos no colaboracionistas del régimen para
responder a la pregunta de qué hacer después que nadie vaya a votar. Lo que
sucedió el 2005 fue un rotundo éxito como hito histórico. Y lo que pasó después
fue que nadie cosechó lo que significó eso y quedo como un hecho aislado que se
nos devolvió amargamente. Si se ha de llamar a la abstención es porque
organizadamente sabemos lo que vamos a hacer después de que tengamos éxito.
Y ese llamado debe
encarnarlo una supra organización de la sociedad civil que en este momento es
inexistente por todos los factores antes mencionados. La primera tarea que debe
acometer la oposición, no la de partidos políticos, sino la de la gente que
desee salir de este régimen castrador de libertades es ORGANIZARSE de nuevo.
Tenemos esa memoria porque lo hicimos ya en el pasado. Muchos líderes de esas
organizaciones civiles lamentablemente fallecieron o se exilaron. Otros
sencillamente se empantuflaron. Hay que retomar el empuje que existía y
organizarse en consecuencia.
Los partidos
colaboracionistas le tienen pánico a la abstención, y mucho más a una
abstención realizada de una manera organizada. Les recuerdo que una cosa es
abstenerse en democracia y otra muy diferente en dictadura. Les invito a leer
mi última nota del año 2012 “Abstencionismo
en tiempos de dictadura” (ver en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/12/abstencionismo-en-tiempos-de-dictadura.html).
El significado internacional de la abstención en dictadura es el de la protesta
cívica. Es por eso que precisamente le temen a caracterizar como corresponde al
régimen que nos desgobierna.
Sin embargo, sin
organizarnos antes, llamar a la abstención sería como en el pasado: peor que la
enfermedad, aun cuando con esta le hagamos un llamado firme a la intervención
de aquellos que tienen la responsabilidad de hacer respetar con las armas la
Constitución. Y aún en ese caso deberíamos estar todavía más organizados y asi mi
respuesta sería como la del Hamlet de Shakespeare: Morir..., dormir; no más…
Caracas, 22 de Octubre de
2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
(1) Granell, Garaway, Malpica,
Éxito Gerencial y Cultura, Retos y
Oportunidades en Venezuela, Ediciones IESA 1997, Pags. 102 y sigs., Caracas