sábado, 30 de agosto de 2014

Homenaje a Andrés Eloy Blanco


Semanario Fantoches, No 549, Sábado 14 de Agosto de 1936

El homenaje de despedida preparado por Orve en honor de uno de sus más valiosos miembros, el poeta Andrés Eloy Blanco, en la oportunidad de su próximo viaje, fue un completo éxito. La sala del Municipal estaba plena. Plena de ese público capitalino que sabe apreciar el arte en sus distintos aspectos, y lo mismo captar la idea cruda en el corazón del verso de Miguel Otero Silva o Antonio Arráiz, que tiene dureza de piedra, dureza de realidad, de problema social latente, que la novísima poesía de Andrés Eloy, su poesía colombista que destila humanidad, amor, de la entraña ayer y hoy sufrida, pero mañana plena de ansia creadora, poesía nueva que se adelanta al dolor y al sufrimiento presente, para hacer alto en el año 2000 y decirle a Juan Bimba lo que hallará al final de su lucha: el Hombre humano; público, cuyos apasionados pero conscientes aplausos premiaron con justicia las interpretaciones musicales de Ríos Reyna y Evencio Castellanos, así como la disertación del doctor Inocente Palacios, que abrió el acto. El arte venezolano comisionó anoche a ese público para darle un adiós a plazo corto a uno de sus verdaderos representativos, Andrés Eloy Blanco.

Pero, también estaba Juan Bimba. ¿Dónde no está él cuando palpita el corazón de la Patria? Juan Bimba daba el adiós (el adiós nó, el hasta luego!) a su “taita” Andrés Eloy. Ese adiós fueron los versos sencillos, las décimas de sabor y sentido popular, que leyera nuestro Director, caracterizado de Juan Bimba con su misma pobre indumentaria exterior y su malicia y bondad en la palabra. Leo fue objeto de cariñosos aplausos al aparecer vestido de Juan Bimba y durante la recitación de las décimas que en este mismo número insertamos.

Bueno, Poeta, hasta pronto. Nosotros sabemos que tú te vas…..pero no te vas. 

Despedida de Juan Bimba a Andrés Eloy Blanco
Leída el jueves en la noche en el Teatro Municipal
(12 de agosto de 1936)

Mi taita se va de viaje
y, puesto que soy su hechura,
no he de escurrir la figura
la noche del homenaje.
Que me dispensen el traje!...
con otro no me conciben
y ya que aquí me reciben
como al hermano menor
yo también traigo mi flor:
¡no sé lée… pero, me escriben!

Juan Bimba, de cacaseno
hasta ahora me han llamado,
Juan Bimba por abnegado,
Juan Bimba, también, por bueno.
Pero de orgullo me lleno
aunque no llene la timba,
pues la leyenda me nimba
y es la gloria de mi historia
ser en la historia y la gloria,
héroe y mártir, Juan Bimba.

Guardan las minas de Aroa
huellas de mi ley esclava,
de Guayana en la socava
llené de oro la canoa,
Sin más temor que la proa
remé cantando mis cuitas;
luego, en jornadas benditas,
vino el desquite con creces
y cargué catorce veces
con mi lanza en Mucuritas.

Con Venezuela nació
este Juan Bimba de hoy
y mi taita, Andrés Eloy,
es tan viejo como yo.
Juan bimba me bautizó
Y aquí a su lado me encuentro,
en principio, fin y centro,
sin diferencias de edad:
un poeta de verdad
lleva mil siglos adentro!

Juntos vamos en el gozo
como en dolor juntos fuimos;
uno y otro conocimos
los grillos y el calabozo.
La carne supo el destrozo
del látigo y no mi fé;
con sangre y sudor regué
carreteras al cretino,
pero, al cabo del camino,
Juan Bimba estaba de pié.

También anduve con él
cuando su triunfo de España;
aquí sembraron la hazaña
y allá floreció el laurel.
A la Patria vino, fiel;
La Patria estaba en la escoria,
Alzó su voz ilusoria
y, en el fatídico encierro,
acuñó en barras de hierro
el oro real de victoria.

Otra vez, libres y juntos,
Juan Bimba y su taita están;
un esplendoroso afán
anima sueños difuntos
Despierta en los cuatro puntos
una Patria verdadera,
linda, sin mancha, altanera;
nuestro cielo se colora
con triple fulgor de aurora:
el iris de una bandera.

Y, ahora, mi taita,… te vas.
Dí la copla Andrés Eloy:
“¡rey, si me voy no me voy!...”
Porque sé que volverás
Y otra vez me encontrarás,
con mi cuatro y mi marimba,
con mi chamarra y mi tumba,
con mi caballo y mi Juana,
porque, ayer, hoy y mañana,
yo soy el mismo Juan Bimba.


El mismo de cuerpo y alma,
pero nuevo en estructura;
ya voy teniendo cordura
y no me falta la calma.
Ya me quitaron la enjalma,
sin la cincha expando el pecho
y en el taller y el barbecho,
en la escuela y el atajo,
busco un deber: el trabajo
y otro trabajo: el derecho.

A orgullo tengo y honor
el que tú me dieras nombre;
quiero ser “un palo de hombre”
mucho mejor que el mejor.
Tengo conciencia y valor
y, dejando la herramienta,
cuando al regreso te sienta,
con júbilo de aleluya
le pondré una copla tuya
a mi guitarra contenta.

Leoncio Martínez

lunes, 25 de agosto de 2014

Del Comunismo a la Democracia Vía Constituyente


Por Luis Manuel Aguana

Una de las cosas más difíciles de explicar dentro del desarrollo que hacemos del Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/), es que esta propuesta es realmente un borrador de trabajo. No es un dogma que se está tratando de imponer. De hecho, ese es el papel a discutir que requiere para su materialización de una Constituyente. Lamentablemente eso, que es lo principal, no es lo que se ha discutido sino la carpintería necesaria para cambiar la Constitución, que es el proceso Constituyente.

Se puede estar en desacuerdo con nuestra propuesta de cambiar el esquema de distribución del poder en el sistema político venezolano, pero nadie puede negar que esa es una discusión que hay que dar. Y que el mejor escenario para realizarlo es una Asamblea Nacional Constituyente, porque es allí en donde la sociedad venezolana se encontraría en la persona de sus legítimos representantes-los Constituyentes-, y podríamos todos, basados en unas reglas justas, llegar a los acuerdos necesarios para realizar esos cambios en paz. Nosotros llevamos una propuesta basada en un esquema conceptual que prioriza la relación del ciudadano sobre sus gobernantes, y cuya principal razón de ser es la búsqueda de una solución estructural a los problemas del país.

Ahora bien, se ha contrapuesto el argumento a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente a que primero debemos resolver el grave problema de soberanía y la invasión castro-comunista que se desarrolla en Venezuela. Ese argumento ha confundido a la opinión pública, dando origen a un rechazo a la convocatoria constituyente basado en que nosotros no tenemos en cuenta esa situación, cuando en realidad es todo lo contrario.

Lo primero que debemos entender es que aquí hay dos problemas completamente diferenciados que lamentablemente se han mezclado en esta discusión. El primero de ellos es el agotamiento de una forma de Estado que hacía aguas en 1998 y que se enmascaró y congeló con la llegada de Hugo Chávez al poder. Esto es, los partidos y su forma de gobierno hicieron crisis y por ello salió un “salvador” de la nada en 1992 y que se eligió Presidente en 1998. Y lo segundo es que esa crisis estructural del modelo, que aún no se corrige, devino en comunismo.

Los gobernantes de ese entonces SABIAN que el sistema debía ser corregido, debían hacer realidad los postulados de la descentralización prometidos desde la promulgación de la Constitución de 1961, y no lo hicieron. Debían soltar las libertades económicas y no lo hicieron. Las recomendaciones de la Comisión para la Reforma del Estado (COPRE) fueron engavetadas e ignoradas. Difícilmente un país sin correcciones estructurales saldría de la “crónica de una muerte anunciada”.

Mucha de aquella “claque” política responsable de esa debacle de los partidos –ladrones y oportunistas políticos de oficio-, se constituyeron en apoyadores de lo que hoy es el proyecto revolucionario rojo-rojito. No vinieron del espacio exterior, son ex adecos, ex copeyanos, ex masistas, ex cualquier-partido que no iban a tener nunca la oportunidad de ponerle la mano a las arcas públicas si continuaba el maridaje adeco-copeyano. Pero la corrección estructural del sistema político continuaba sin realizarse. Y todavía continúa sin realizarse.

El gobierno de un Comandante alocado que decía al comienzo que no era comunista, devino en uno. Las fuerzas internacionales que luchaban desde hacía décadas por ponerle las manos a la joya de la corona latinoamericana encontraron el caldo de cultivo perfecto para inocular el veneno. Una clase gobernante corrupta, mucha plata para repartir y un gobierno que se iniciaba sin saber cómo se gobernaba un país, fue la tormenta perfecta para que se iniciara nuestra pérdida de soberanía. El resto fue de bajada. Pero lo importante aquí es que se profundizaron las imperfecciones del modelo centralizador del Estado con la aprobación de la nueva Constitución. Esto trajo consecuencias catastróficas para los venezolanos. La economía y la subsecuente calidad de vida descendieron aún más allá de los niveles de 1998, año en que los venezolanos apostaron por un cambio que en realidad fue un engaño comunista de la mano de un traidor.

Al decir de Allan R. Brewer Carías: “La nueva Constitución de 1999, por otra parte, carecía de las previsiones necesarias para que el país pudiera asumir los cambios democráticos que eran necesarios, particularmente a través de la efectiva descentralización política de la Federación y el reforzamiento de los poderes de los Estados y Municipios. La Constitución de 1999 en realidad, continuó con los mismos principios centralizadores que tenía la Constitución precedente, en algunos casos centralizando aún más ciertos aspectos.” (Recomiendo ampliamente la lectura de Federación Centralizada en Venezuela: Una contradicción Constitucional – Allan R. Brewer-Carías https://drive.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDN1htM1BhaktXb2M/edit?usp=sharing).

Los venezolanos no podemos cometer el error de conservar la Constitución de 1999. Las razones podrán encontrarlas en el documento de Brewer-Carías. Pero más allá de adentrarnos al estudio del daño y el retroceso constitucional que significó la aprobación de la Constitución de 1999 para los Estados y Municipios de Venezuela, explicación que le dejamos al documento de uno de los constitucionalistas más renombrados del país, debemos entender que cualquier solución que le encontremos al problema de Estado y Soberanía que tiene Venezuela, pasa por resolver el problema de fondo por el cual apareció Chávez en la escena política, evitando confundir esto con el problema cubano.

Un proceso constituyente nos pondría en la vía de una solución integral. Por un lado, independientemente de lo que se termine discutiendo en esa Asamblea, donde la propuesta del Proyecto País Venezuela Reconciliada es la única en el escenario político actual para acometer los cambios estructurales necesarios en la próxima Constitución, ese proceso involucra la elección libre y transparente de Constituyentes de todas las tendencias, así como de eventuales nuevas propuestas, siendo ellos los que al final decidirán si Venezuela toma una senda comunista o una democrática. Preguntemos sin miedo a los venezolanos si quieren ir al “mar de la felicidad” de Cuba. Estoy completamente seguro que el régimen no desea hacerlo.

Los venezolanos exigimos votar libremente por Constituyentes de una u otra tendencia. Si no existe coacción electoral, ni máquinas corruptas, ni funcionarios del régimen alterando el proceso, Venezuela elegirá el sistema de libertades que siempre ha tenido, en un proceso inédito, redactando una Constitución realizada desde la base, de abajo hacia arriba, y no impuesta por ningún gobernante o golpista de turno como lo han sido todas las constituciones que hemos tenido. Pero eso no será gratis ni fácil, hay que pelearlo de una manera firme pero pacífica en las calles. De otra manera el régimen jamás se contará limpiamente. Nadie puede negarle al pueblo venezolano ese derecho, comenzando por los militares.

En esa primera etapa será el Soberano el que decida el modelo político-comunista o democrático-, para Venezuela, eligiendo a aquellos Constituyentes que profesen una u otra tendencia. En una segunda etapa, ya en la Asamblea, se decidirá la forma de Estado, centralista o federal para nuestro país, donde aspiramos que se corrijan todos los entuertos constitucionales cometidos, incluso aquellos que tienen mucha historia en la Venezuela contemporánea.

Nuestro Proyecto País Venezuela impulsa la forma de Estado Federal y tiene como eje principal asignarle a la provincia, constituidas por los Estados Regionales de toda Venezuela, competencias constitucionales y legislativas, amplias e integrales en materia política, judicial, electoral, tributaria, administrativa y educativa, con el fin de hacer llegar el poder a los ciudadanos y sean estos los protagonistas de su propio desarrollo, estableciendo una Constitución Federal para la República de Venezuela y Constituciones Regionales para cada Estado acordes con ese planteamiento.

Esto implicaría restablecer la Cámara del Senado en el Parlamento Nacional con la representación paritaria de los Estados para el debido equilibrio del poder legislativo. Implica la transformación del Poder Judicial mediante la creación de las Cortes de Justicia Regionales para dar mayor poder y capacidad de actuación a la justicia local. Implica generar las garantías electorales que brinden legitimidad de origen a los elegidos, como: la doble vuelta, el financiamiento de los partidos políticos y la representación proporcional de las minorías. En otras palabras, el regreso a una democracia fuerte, sana y con Estado de Derecho.

Así que una cosa es restablecer nuestra soberanía como Estado de una manera civil, pacífica y democrática exigiendo como ciudadanos contarnos de una manera transparente en un proceso Constituyente y otra muy diferente es la forma del Estado que debemos discutir en esa Asamblea, no solo para no cometer y corregir los errores que nos llevaron a este desastre mal llamado “Socialismo del Siglo XXI”, sino para reconstruir y comenzar a dar los primeros pasos para nuestro desarrollo como Nación.

Caracas, 25 de Agosto de 2014

Twitter:@laguana