Por Luis Manuel Aguana
“¿Lo llamamos ya dictadura o todavía
no?” rezaba
un cartel en una foto de un enmascarado anonymous del twitter (https://pbs.twimg.com/media/B-PfyISIEAIck9v.jpg:large),
pidiendo definiciones. La oposición llevaba años en ese manguareo hasta que el
23 de Enero de 2014, Leopoldo López y María Corina Machado caracterizaron al
régimen como una dictadura y llamaron a una “salida” constitucional de este
régimen. A este acto se sumó Antonio Ledezma en la Asamblea de la Plaza Brión
de Chacaíto el 2 de Febrero de 2014. Muchos dijeron-y todavía dicen- que eso fue
un error que alborotó las calles y produjo 43 muertes de jóvenes venezolanos. Ya
se cumplió un año que el régimen encerró a Leopoldo López en Ramo Verde responsabilizándolo
por eso.
Pero ninguno de esos líderes fueron responsables
de lo que pasó en las calles, ni aunque lo hubieran querido. La situación de
violencia generada por el régimen producto de unos sucesos ocurridos con unos
estudiantes en el Táchira, y cuya responsabilidad corresponde a esa Gobernación,
como bien se supo posteriormente, desbordaron la ira incontenible de una
población que no encuentra respuestas, ni en el gobierno ni en la oposición. Ya
los venezolanos conocemos bien lo sucedido con “La Salida”. Posteriormente la
historia juzgará si ese llamado estuvo o no justificado.
Pero lo que sí es cierto es que una oposición
que no hace más que perder elecciones desde el año 2004, con un árbitro
parcializado y con unas maquinitas que amenazan al elector, cuando a todas
luces el CNE se negó a revisar Acta por Acta con los Cuadernos Electorales en una
elección presidencial a todas luces dudosa, hace que los venezolanos no podamos
sino poner en tela de juicio aquellos que nos representan en el campo opositor.
¿Será que de verdad creen que las cosas cambiaran pero sin hacer nada para que
cambien? O peor aún, ¿será que no les interesa que cambien? Sería el colmo de
la aberración.
Esto es como el típico caso de la mujer a
quien le pega el marido y ésta se niega insistentemente a denunciarlo por
aquello de que “me quiere pero a su manera”. Todo el mundo ve que el tipo es un
desquiciado pero menos su mujer. Hasta que el marido hace algo verdaderamente
horrible que a la mujer no le queda otra que reconocer que es un bicho al que
hay que encerrar y botar la llave.
Pues bien, parece ser que a eso estamos
llegando con la persecución desatada ayer en contra de líderes de la oposición.
Luego del secuestro a tiros hecho al Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma, agrediéndolo
y sacándolo de su oficina sin ninguna orden judicial por funcionarios del SEBIN,
en una muestra abierta de autoritarismo dictatorial; y la persecución abierta desatada
en contra opositores oficiales como Julio Borges, y las amenazas reforzadas en
contra de María Corina Machado, al parecer la mujer está empezando a entender
la clase de bicho que resulto ser el marido.
No era suficiente para la oposición oficial
considerar una dictadura al gobierno por las torturas hechas en la nueva
Rotunda que llaman “La Tumba” de la Plaza Venezuela ni las violaciones a los
Derechos Humanos en contra de Leopoldo López, Daniel Ceballos y Raúl Isaías
Baduel en Ramo Verde; ni las decenas de estudiantes y manifestantes en régimen de
presentación a los Tribunales a quienes permanentemente les están violando sus Derechos
Humanos. No. Era necesario que el régimen los persiguiera a todos, los de “La
Salida” y a los conchupantes también.
Y voy a decirles algo que les parecerá
chocante: esa es la verdadera UNIDAD. Nos comienzan a perseguir a todos,
comenzando por las cabezas más visibles. Y allí no hay colaboracionismo que
valga. El régimen arrebata porque se siente arrinconado. No resuelven ni el más
mínimo problema de la gente, simplemente porque no pueden, se lo comieron o se
lo robaron todo. Ya no necesitan de ningún colaboracionista al que sobornar
para convencer a nadie, entre otras cosas porque ese presupuesto también se
acabó. Están jodidos y punto. Y para sostenerse en el poder necesitan arrebatar
y atropellar a quien consideren peligroso, encasquetándole el remoquete de “golpista”,
lo que en el fondo son ellos mismos. Toda una macabra ironía.
Llegó entonces la hora de las definiciones. “O
eres molusco o eres marisco” como decía el cómico Joselo. Ahora sí, o “Todos somos
Leopoldo”, o estamos con el régimen. No hay nada en medio. Lo que está pasando
obliga a la oposición a definirse. Hasta ahora la habíamos llamado “oficial”, “colaboracionista”,
“vendida” y pare usted de contar. Ahora o corre o se encarama. “¿Lo
llamamos ya dictadura o todavía no?” como decía el cartel
mencionado. ¿Optará por convertirse en resistencia o simplemente callarán y
bajarán la cabeza, aceptando el próximo fraude electoral del régimen en las
Parlamentarias? Si hacen eso morirán con él cuando le toque.
En caso que decidan convertirse en una oposición
verdadera o resistencia, eso conlleva a una serie de posturas nunca antes
vistas en la oposición que hemos conocido hasta ahora. Aquí no mencionaré
cuales podrían ser pero imagino que ya se dan una idea. Nos une ahora el hecho
cierto que todos estamos en el mismo barco. Todos somos candidatos a los
calabozos de los sótanos de “La Tumba” o de Ramo Verde, a todos nos pueden
allanar y llevarnos a rastras como a Ledezma cuando al régimen le de la gana,
utilizando un Patriota Cooperante tarifado, a todos nos necesitan callados en
una cola de Mercal o Bicentenario. Si arrastraron al Alcalde Mayor, ¿qué puede
esperar cualquiera?
¿Estarán los líderes de esa oposición oficial,
aquellos que en su oportunidad dijeron que Leopoldo se había “metido preso solo”,
en disposición de tomarse una fotografía con un cartel al frente que diga “Todos
somos Leopoldo”? Pues más les vale, porque ahora el régimen obliga a una unidad
forzada por la persecución. En ello tal vez se nos vaya la vida democrática de
Venezuela.
Caracas, 20 de Febrero de 2015
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana