Por Luis Manuel Aguana
No. No voy a adentrarme en las normales disquisiciones de adivinadores
que predicen quien saldrá vencedor en la próxima elección, ni analizar en esta
oportunidad que podría hacer o no el régimen el 6D, más aún en ésta ocasión en
particular donde podrían estarse jugando la supervivencia. Quisiera ir más allá
de eso. El 6D se ha convertido, querámoslo o no, en un plebiscito y muchos
dicen que de allí devendrá el futuro de Venezuela.
He conversado con algunos amigos que solo esperan el resultado del
próximo domingo para, en caso de ser desfavorables a la oposición, hacer
maletas y salir definitivamente de Venezuela. Son de respeto esas posiciones si
vienen de algún profesional ajeno a la actividad política que lo único que
quiere es una mínima estabilidad para poder hacer su trabajo en paz, cosa que
se les ha negado. Pero para aquellos que nos hemos tomado el cambio político del
país como una causa de vida, la cosa es completamente diferente; seguiremos aquí
sin importar que suceda.
El régimen ha sido responsable del mayor éxodo profesional de
Venezuela que se haya conocido en nuestra historia (ver Roberto Smith Perera,
“De los 1.5 millones de emigrantes venezolanos, 98% tiene estudios de
maestría/PhD” en https://twitter.com/RobertoSmithP/status/619934672869556224)
por lo que el 6D luce determinante en la profundización de la crisis o en el comienzo
de su recuperación, de acuerdo a la percepción que la población tenga acerca de
si las soluciones comenzarían con un triunfo político de la oposición oficial.
Sin embargo, creo que no es tan simple el panorama como lo pintan mis
amigos. En Venezuela solemos ver por encima los problemas y creer masivamente
en que las cosas son blancas o negras. En este caso que con un triunfo
opositor, el día siguiente no habrán colas para comprar comida, o bien que con
un fraude del régimen Venezuela se acabará ese día. Es que somos así, y no será
ni lo uno ni lo otro.
Después de 17 años de castro-chavismo- madurismo aun el venezolano
común no percibe el verdadero fondo el problema sino sus consecuencias. La
claque que creó al fenómeno Chávez aun esta allí y sus principales exponentes, al
menos la mayoría de ellos, están aun vivitos y coleando y -¡oh sorpresa!- todavía
compitiendo por puestos en el Parlamento. Pero como deseamos “salir” de las
consecuencias de lo que hicieron en el pasado, que no es otra cosa que la
creación de los engendros que surgieron a partir de 1992, hay que votar con el
pañuelo en la nariz por ellos. ¿Es esa la Venezuela que queremos? Pues no es la
que yo quiero.
Algunos de ustedes me dirán que esa es “la política”, que así
funcionan las cosas aquí. Y yo tercamente insisto que tiene que haber algo
mejor que eso para nosotros. Tal vez les sorprenderá esto pero debo decir, a
riesgo que consideren que atento en contra
de un posible triunfo opositor, que lo importante no es lo que pase el 6D sino
lo que pasará después de esa fecha. ¿Por qué digo eso? Porque solo en la
actitud de los principales protagonistas del 6D se decidirá la suerte, no la de
los venezolanos, sino la suerte de esa gente, la principal responsable de la
aparición del fenómeno Chávez en Venezuela. Me explico mejor.
En el escenario triunfador que todos esperan, la dinámica política a
la que nos tienen acostumbrados indica que ese resultado generará una suerte de
movimiento para “la próxima elección” donde ustedes verán luego de unos meses a
aquellos diputados más votados buscando ser Gobernadores para diciembre del
2016, abandonando las curules que ahora les piden a ustedes a gritos. La excusa
será la de siempre: hay que “ganar espacios” porque ahora “somos mayoría”. Eso
es un espejismo que no apunta a resolver el problema estructural y que denota
una clase política bien alejada de comprender la anomia que vive el país.
Y recuerden, aquí de lo que se trata es de que las cosas CAMBIEN. Que
exista un compromiso opositor verdaderamente serio de cambio del sistema
político, tal y cual ellos firmaron el 23 de julio de 2015, donde hubo un acuerdo
de la MUD de encontrar una solución constitucional al problema
castro-chavista-madurista durante los primeros seis meses del año que viene, y
eso debiera ser la exigencia fundamental de aquellos que estarán votando este
domingo en ese plebiscito. Si no se da eso nos habrán engañado una vez más.
Por otro lado, en el escenario de la trampa fraudulenta del régimen y
la aceptación de tal cosa por parte de una oposición oficial complaciente
(escenario conocido por los venezolanos en más de una elección) no veremos más
que la profundización del estado de pobreza y desolación al que ya estamos acostumbrados.
De hecho ya el Ilegitimo nos amenazó con eso. Y en ese escenario veo aun mayor
la inestabilidad del régimen, no solo por la estruendosamente grave situación
económica del país sino porque con eso deciden el 6D su “autosuicido” -CAP dixit- al cortarse toda posibilidad de supervivencia
al declararse abiertamente tramposo y paria ante la comunidad internacional.
En ambos escenarios, no se habrán resuelto las cosas y se le habrá
mentido de nuevo a la población al decirles a los venezolanos, tanto de la
oposición oficial como del régimen, que sus problemas al menos se aliviarán
después del 6D. Allí veríamos la realidad de los reyes desnudos del Parlamento.
¿Qué hacer?
Para un importante preso político del régimen, Venezuela no está
polarizada sino secuestrada por dos minorías, el gobierno y su oposición
oficial. Este razonamiento merece una nota completa, pero no entraremos en eso
ahora. Solo veremos que si sumamos a los partidos y esa oposición, la suma es
menor que quienes no giramos bajo ninguna orbita. De acuerdo a la Encuesta
Nacional Ómnibus de Datanalisis julio-agosto 2015, el 57,2% se declaran
independientes versus 17,7% de la oposición y 18,4% del gobierno. Y si sumamos
1,1% los que no saben, más el 3,9% de los que no contestan, estamos hablando de
62,2% de la población que no tiene vinculación partidista alguna.
De allí entonces que seamos el resto de los venezolanos no vinculados
políticamente a ningún partido político quienes debemos decidir qué hacer con
nuestro país, por una razón muy importante: somos la mayoría. Somos la sociedad
civil no partidista. ¿Y cómo se canaliza tal mayoría? Eso estará por verse de
acuerdo al desarrollo de los acontecimientos más allá del 6D.
Si los partidos y su dirigencia insisten en no sintonizarse con el
clamor evidente de la población de un cambio de 180 grados en sus ejecutorias,
entonces sucumbirán al tsunami que necesariamente deberá llevárselos junto con
el régimen. Tal vez eso sea la oportunidad de la extirpación definitiva del
cáncer político que se originó mucho antes de 1998, y que produjo esta metástasis
castro-chavista-madurista que sufrimos ahora con gravedad extrema, con el
consecuente nacimiento de algo nuevo. Si no se extirpa el cáncer primario del
organismo político, los venezolanos nunca podremos comenzar a combatir esa
metástasis en toda su extensión. Quiera Dios que cualquier cosa que ocurra el
6D nos permita la oportunidad para iniciar eso…
Caracas,
5 de Diciembre de 2015
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana