jueves, 12 de enero de 2017

El tigre y el cuero de la Asamblea Nacional

Por Luis Manuel Aguana

No me había dado cuenta -tal vez por aquello de que quienes no ejercemos la actividad política como modo de vida vemos las cosas desde otra perspectiva- del porque eso que hicieron en la Asamblea Nacional no se hizo un año antes, y la razón por la cual Henry Ramos Allup, viejo zorro de la política venezolana, no quiso asumir en su Presidencia de la AN las consecuencias trascendentales de la decisión que tomaron el lunes 9 de enero.

Los venezolanos estábamos esperando esa decisión –o cualquier otra que implicara el mismo resultado- anunciada  hace un año en su discurso por Ramos Allup el 5 de enero de 2016. Si ahora se esgrimen con toda validez los considerandos de ese Acuerdo de la AN para la destitución de Maduro, en el 2016 habían otros igual de legítimos para exigir lo mismo: ¡que se vaya!

Pero Ramos en su zamarreria política, sabía que de haber tomado esa decisión -que era algo que pudieron haber hecho en enero de 2016, ahorrándonos un año más de infinito sufrimiento-, además de haber destituido a los Magistrados "express" y a las "reptoras" del CNE, el paso inmediato era asumir las consecuencias que eso conllevaba, yendo a un enfrentamiento directo con el régimen, que sabia escupiría sobre cualquier decisión que ellos tomaran.  Y esa resolución hubiera tenido el más firme respaldo en las calles de la mayoría que votó por la oposición el 6D-2015 en enero de 2016. No había manera que el gobierno se sostuviera ante eso si las decisiones se hubieran tomado oportunamente.

Pero eso no era lo que quería Henry. Quería una solución negociada y controlable. No que el país se incendiara y que eventualmente se perdiera el control de los acontecimientos al punto que evitara que se concretaran sus aspiraciones políticas.

El país discurrió así hasta el robo en descampado del Referendo Revocatorio, donde -de nuevo - nos jodieron con la palabra “diálogo”. Henry no se echó ese cacho de acordar la doble nacionalidad o cualquier otro de esos considerandos del nuevo Acuerdo de la Asamblea Nacional, que implicaran hacer un papelón con una resolución de la AN que no se pudiera hacer realmente efectiva porque era un costo político demasiado elevado de asumir si quería estar en la carrera presidencial. Como decimos aquí, no quiso matar al tigre porque no sabía que iba a hacer después con el cuero. Inteligente decisión personal pero nefasta para los intereses del país. Eso nos costó un año de destrucción inmisericorde de Venezuela. ¿Se dan cuenta de la importancia que tiene la oportunidad en las decisiones políticas?

Pero Julio Borges, un año después,  y la gente arrecha con los políticos opositores, con más de 800% de inflación anual el 2016, los venezolanos comiendo de la basura, en el medio del cuadro más dantesco jamás visto por la familia venezolana en ningún mes de diciembre de los que hayamos vivido, no le quedo otra que matar al tigre pero ahora está comenzando a sufrir de lo que ya había previsto Ramos: no sabe qué hacer con el cuero.

Como era previsible, el régimen le hizo trompetillas a ese Acuerdo a través de su consabida Sala Constitucional y ahora la AN se encuentra con una calle congelada y paralizada para respaldar esa decisión como consecuencia de la torpeza con que la oposición se condujo el año pasado.

Que no se malinterprete: la AN estaba en la obligación de realizar ese Acuerdo, no por una promesa de su nuevo Presidente en su discurso inaugural, sino porque así se lo ordenaron los venezolanos a esa Asamblea hace más de un año, al darle a la oposición una votación masiva, y estaban en deuda, ignorando el sentimiento de cambio de quienes fueron sus electores.

Sin embargo, después que mataron el tigre le tuvieron miedo al cuero. Lo siguiente era instruir al Poder Electoral y al resto de las instituciones y Poderes del Estado, en especial a las Fuerzas Armadas, para actuar en consecuencia de esa decisión, iniciando el procedimiento para continuar la línea de sucesión del Presidente de la República, cuyo deber es acatar al poder civil establecido en la Constitución.

Nos encontramos ahora en una situación de limbo institucional. Ahora no se vale “dejar eso así” porque los Magistrados "express" se volvieron a burlar de los venezolanos. Ya es hora de imponer a quienes son los legítimos representantes de la soberanía popular. Ya Nicolás Maduro Moros no es Presidente de la República y está ocupando ilegalmente el cargo. Eso lo decidió el lunes 9 de enero de 2017 la mayoría de representación del pueblo reunido en la Asamblea Nacional. Dentro de 30 días deberá llamarse a un proceso electoral y elegir un nuevo Presidente. Señores Diputados de la Asamblea Nacional, no se aterroricen y procedan a disponer del cuero inmediatamente. Ya esta bueno de esperar que los venezolanos lo hagan por ustedes...

Caracas, 12 de Enero de 2017

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sábado, 7 de enero de 2017

¿Quién es el Originario?

Por Luis Manuel Aguana

Esta discusión de verdad nunca se acaba. El eterno enfrentamiento del “deber ser” en contra del “es” será interminable mientras sigamos siendo humanos. Nunca hemos sostenido que la Constitución de 1999 es un dechado de virtudes, ¡todo lo contrario! Y no dicho por mí sino por los mejores expertos en ese tema. Les invito a oír la intervención del Dr. Asdrúbal Aguiar en un Foro Constitucional en el 2014 (https://soundcloud.com/laguana-1/intervencion-del-dr-asdrubal-aguiar-foro-el-nacional-21-07-2014) o leer los múltiples escritos del Dr. Allan Brewer Carías (por ejemplo Federación Centralizada en Venezuela: Una contradicción Constitucional – Allan R. Brewer-Carías http://tinyurl.com/h6wzxux).

En todos ellos se indica que hay fuertes fallas estructurales en la Constitución vigente razón por la cual hay que cambiar la Carta Magna de 1999. Sin embargo el adefesio está vigente y es lo que tenemos para emplazar al régimen. No discutimos, ni jamás lo hemos hecho, como Chávez le pasó un tractor por encima a toda la teoría constitucional del planeta para convocar al pueblo para redactar una nueva Constitución en 1999, por encima de la vigente en ese entonces. Si lo podía hacer o no queda para la historia. Lo hizo y punto.

Tampoco debatimos, en el medio de la discusión planteada, si esa Asamblea Nacional Constituyente tenía el derecho de declararse o no Originaria, con el resultado final que los chavistas de esa Asamblea de 1999 se declararon Originarios y se rasparon en lo que espabila un cura loco al Senado de la Republica y la Corte Suprema de Justicia de entonces, sin haberse aprobado el nuevo texto Constitucional. Lo hicieron y punto.

Esa discusión interminable es y debe ser de expertos abogados constitucionalistas. El resto de los mortales tenemos lo que quedó escrito. Y lo que quedó escrito, es lo que está escrito todavía, muy a pesar de lo que muchos crean que otro es el “deber ser” y lamentablemente no fue.

Al iniciarse de nuevo las discusiones (porque ahora el tema Constituyente se puso de moda al haberse cerrado todas las restantes salidas constitucionales) de si una Asamblea Nacional Constituyente es Originaria o no, o puede o no una vez en funciones disponer de los Poderes Públicos, solo me remito a la historia. Chávez no solo se raspó al Senado y a la Corte Suprema de Justicia como Instituciones en ese entonces, sino también puso su “cargo a la orden” de la Asamblea Nacional Constituyente, quedando para la historia de Venezuela -presente y futura- la capacidad de una Constituyente de hacer lo propio de aquí en adelante en este país. Y no hablo de raspar al Senado y al resto de esos Poderes como Instituciones como si lo hizo Chávez a través de sus seguidores en esa Asamblea, sino a quienes ejercen esas funciones. Eso solo es la simple lógica de un venezolano testigo de ese proceso, que indica que “lo que es bueno para el pavo también lo es para la pava”.

En esa discusión bizantina de quien es o no el titular del Poder Originario estamos en lo mismo. Ahora ruedan versiones de expertos que indican que el Poder Originario reside solamente en el Pueblo y este es intransferible a una Asamblea Nacional Constituyente, por lo que no sería “Originaria”, con lo cual esta se vería incapacitada para actuar mas allá de lo que ese Poder indique.

En ese sentido, de nuevo me remito a lo que el Constituyente de 1999 escribió: Articulo 347: “El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución. (Resaltado nuestro). Efectivamente el Pueblo es el titular del Poder Constituyente Originario pero aquí el Constituyente de 1999 le dio la capacidad de endosar ese Poder  a una Asamblea Nacional Constituyente para tres cosas específicas, así como cuando usted le da el poder a alguien para que solamente le venda su casa: “transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.

Y si mi español no es lo suficientemente bueno, consultaremos lo que significan las palabras transformar y Estado: Transformar: Primera acepción del DRAE: 1. tr. Hacer cambiar de forma a alguien o algo.”; Estado: Séptima acepción del DRAE: “7. m. Conjunto de los poderes y órganos de gobierno de un país soberano.”. De esta manera esa Asamblea Nacional Constituyente podría, en principio, interpretar que en su proceso de cambio se lleve por delante al conjunto de los poderes y órganos de gobierno.

Eso es lo que está escrito, no lo que me imagino, lo que quisiera que estuviese escrito, o cuales fueron las intenciones de quienes lo escribieron. Por otro lado, ese mismo Pueblo puede convocar a una Asamblea Nacional Constituyente en el siguiente Artículo 348: “La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; la Asamblea Nacional, mediante acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes; los Concejos Municipales en cabildo, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; o el quince por ciento de los electores inscritos y electoras inscritas en el Registro Civil y Electoral.”. (Resaltado nuestro).

Muchos especialistas se debaten que el 15% es insuficiente para esa convocatoria, y que tampoco es suficiente para definir las reglas del cómo debe ser convocado al Poder Constituyente Originario. Pero el Constituyente de 1999 definió el 15%, ¿qué le vamos a hacer? No dijeron el 50%, ni el 60%, que yo también podría considerar que es lo razonable porque estamos hablando de cambiar los cimientos de un país. No. Le pusieron 15%. Otros indican que ¿cómo puede ir en un mismo artículo la capacidad de convocatoria del Pueblo, que es el titular del Poder Originario, con la del Presidente de la República que es un Poder Constituido? Pues sí. Aunque el Pueblo, titular del Poder Originario, esté mezclado con otros poderes que en esencia son Constituidos en ese artículo, puede convocar también a esa Constituyente sin fecha en el calendario, como decía el Tío Simón, ¿qué tal? Así está escrito allí.

Y para remate, el Articulo 349 nos dice claramente que: “El Presidente o Presidenta de la República no podrá objetar la nueva Constitución. Los poderes constituidos no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente. Una vez promulgada la nueva Constitución, ésta se publicará en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela o en la Gaceta de la Asamblea Nacional Constituyente.”. (Resaltado nuestro). Creo que en este caso mi español-y creo que también el de ustedes- si es lo suficientemente bueno para entender lo que significa la palabra impedir. Si la Asamblea Nacional Constituyente decide rasparse al titular del cargo de Presidente de la Republica, o de cualquier otro Poder del Estado, el Artículo 349 dice que nadie puede chistar eso, comenzado por el TSJ corrupto que tenemos y su Sala Constitucional.

Creo que los venezolanos tenemos la suficiente capacidad de comprensión para no dudar y entender a cabalidad lo que está escrito en esa Constitución, sin tener un título de abogado constitucionalista colgado en la pared. Y no estoy ofendiendo con eso a ningún especialista del Derecho. Siempre he sostenido que ese texto que se nos entregó como norma de país debe ser leído y comprendido a cabalidad por todos sin distinción de clase, formación y credo, para poderlo defender, como me enseñaron siendo solo un niño de primer año de Bachillerato en la materia Formación Social Moral y Cívica, cuyo libro de texto, la insigne obra de Francisco Canestri, se ha olvidado lamentablemente en nuestro país. Ojalá que cuando tengamos una nueva Constitución, muchísimo mejor de la que tenemos, no olvidemos lo mismo: que Originario es el Pueblo, quien a través de una Asamblea Nacional Constituyente convocada y apellidada por eso como él –Originaria-, sin interpretaciones rebuscadas, le puede cambiar el destino a Venezuela.

Caracas, 7 de Enero de 2017

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