Por Luis Manuel Aguana
El ejemplo no es mío, es del Dr.
José Vicente Haro quien ha ocupado gran parte de su tiempo en lograr la
libertad de decenas de presos políticos de las mazmorras del régimen. A la
pregunta formulada al jurista por los medios de comunicación de como se hace
para ejecutar las sentencias del TSJ legítimo, la respuesta siempre es la
misma: son tan ejecutables como las boletas de excarcelación de los presos
políticos. ¿Porque creen ustedes que hay personas en Venezuela que siguen
presas teniendo ordenes de los tribunales para excarcelarlas? Porque existe un
régimen que está al margen del Estado de Derecho, y que tiene presos con dueño:
“Fulano de tal” es preso del ministro cual, o de tal figura del régimen, y en
contra de eso no hay boleta de excarcelación que valga. El preso sigue preso
“porque me da la gana”, al punto que sus familiares se cuelgan del cuello las
boletas de excarcelación plastificadas al momento de visitar a sus presos para
llevarles los alimentos, a modo de protesta cívica silenciosa ante un régimen
abiertamente opresor.
Pero no por eso el Dr. Haro, y
muchos de sus colegas abogados de Derechos Humanos van al dejar de hacer el
trabajo que hay que hacer para lograr esa boleta de excarcelación que ordena al
carcelero poner en la calle al prisionero, aunque después le nieguen la
libertad.
Si esa primera parte de conseguir
la boleta es dura, la segunda de hacerla efectiva es durísima y mucho más
difícil. Pero es con tesón y constancia, presionando y denunciando sin temor es
que poco a poco se ha logrado la libertad de muchos de esos presos
políticos, razón por la cual los
venezolanos tenemos una deuda impagable con los defensores de los Derechos
Humanos como el Dr. Haro. Es difícil e insuficiente lograr una boleta de
excarcelación para un preso político en Venezuela pero absolutamente necesario.
Y ese es precisamente el caso de Venezuela como país.
Al plantearse la circunstancia de
un vacío de poder en Venezuela como consecuencia de una sentencia firme
condenatoria de Nicolás Maduro por parte del TSJ Legítimo en el exilio, se hace
urgente e indispensable la designación de un nuevo gobierno, aunque este no sea
efectivo al momento de su nombramiento, precisamente por la misma razón por la cual
las boletas de excarcelación son papeles sin valor en el país, pero no por eso
se deja de hacer el trabajo que sea necesario para lograrlas, porque son
indispensables para la libertad del preso.
Esa “boleta de excarcelación” la constituiría
una sentencia del TSJ legítimo para la designación de un Gobierno de Emergencia
Nacional. Difícil de lograr pero
absolutamente necesaria para el restablecimiento del Estado de Derecho. Sin
embargo también es absolutamente inocua si no se trabaja para hacerla efectiva.
De allí que vienen a nuestro auxilio los Artículos 333 y 350 constitucionales:
todos los venezolanos investidos o no de autoridad estamos en el deber de colaborar
para el restablecimiento de la vigencia efectiva de la Constitución, y
desconocer cualquier régimen que contraríe los valores, principios y garantías
democráticos o menoscabe los Derechos Humanos.
Aunque hemos reconocido la
necesidad de ese nombramiento directo de un Gobierno por parte del TSJ
legitimo, también hemos dicho que esa
designación sería la de un gobierno con un alcance absolutamente limitado a dos
tareas fundamentales: a) coordinar la implementación de la ayuda humanitaria
para los venezolanos con el respaldo de la Comunidad Internacional; y b) la
implementación de una consulta popular, una vez desplazado el régimen de
Nicolás Maduro, que le pregunte a los ciudadanos asuntos tan trascendentales
como: declarar disuelta la ilegitima
Asamblea Constituyente que está
en funciones y no validas sus decisiones, la convocatoria
por iniciativa popular a un Proceso Constituyente originario por iniciativa popular que reinstitucionalice el
país a través de la discusión de un nuevo Pacto Social, proponiendo un nuevo
texto constitucional, y que se ratifique al Gobierno designado por el TSJ
legitimo o que la nueva constituyente designe a uno diferente a continuación de su instalaciónn, para que se ocupe de gobernar y resolver la crisis urgente
de los venezolanos y estabilice el país en todos los ámbitos.
En otras palabras, que
inmediatamente luego de la salida del régimen, que sea el pueblo venezolano
quien decida sobre el presente y futuro del país, y no los acostumbrados cogollos políticos que deciden
nuestro futuro sin nuestra participación, como se ha hecho tantas veces en la
historia venezolana. No estamos pidiendo
algo irracional. Estamos proponiendo una hoja de ruta clara que sea conocida
por todo el mundo antes de que ocurra nada. Esa sería la “boleta de excarcelación
para Venezuela” que le estamos solicitando al TSJ legítimo. Hacerla efectiva es
la segunda parte de esta historia.
Por otro lado, existe el mito
fundamentado en la falsa apreciación que porque realizamos una consulta el
16J-2017 “ya no es necesario consultar más” al pueblo de Venezuela. Nada más
alejado de la realidad. El 16J-2017 el pueblo ejerció un derecho al tratar de
parar el proceso constituyente inconstitucional del régimen y no se le atendió.
Ese fue el principal motivo de esa consulta cuando la sociedad civil la formuló
y que luego fue modificado por las fuerzas políticas en la Asamblea Nacional al
incorporar las preguntas relativas a la renovación de los poderes públicos, con
la exigencia de un nuevo gobierno.
El hecho de que quienes tenían la
responsabilidad de acatar ese mandato surgido de las urnas no hayan dado los
pasos necesarios para producir ese cambio, de ninguna manera inválida todas las
consultas que sean necesarias para encausar la grave crisis política en la que
se encuentra el país. De hecho ahora es
aun más obligante hacerlo que antes al agravarse la situación venezolana. Ya va
siendo hora que los venezolanos nos quitemos el miedo de consultarle al pueblo
sobre los asuntos que le conciernen, de
eso precisamente se trata la democracia. Y eso es justamente lo que intentamos
rescatar a partir de una decisión del TSJ legítimo que de acuerdo al símil
descrito, la hemos denominado aquí “una boleta de excarcelación para Venezuela”.
El cómo termine saliendo esa boleta lo decidirán los Magistrados de ese
Tribunal. Pero eso es lo que pedimos nosotros, que los venezolanos sean los que
decidan, y voy a explicar porqué,
Esto que pedimos nunca ha sido del
agrado de aquellos que dentro de nuestra clase dirigente pretenden regresar a
lo mismo que se hacía en política hasta 1998 después que los delincuentes dejen
el poder. Los vacíos de poder se llenan instantáneamente. Sin una hoja de ruta clara que incluya al
pueblo en las decisiones antes de un cambio político
en Venezuela, una vez que alguien se monte por algún proceso sobrevenido que se
desate después de que los castro-chavistas-maduristas-comunistas se vayan, vendría
una etapa que nadie podrá controlar porque la Constitución de 1999 no tiene
seguros.
No se puede convocar un nuevo
proceso electoral en Venezuela, no solo porque el sistema electoral está
viciado, sino porque primero se debe reinstitucionalizar al pais. Imagínense un
gobierno de Henry Ramos Allup o de cualquiera de estos dinosaurios del pasado haciendo
lo mismo que hacía Chávez sin el control de un Senado porque la Constitución se
lo permite: nombrar a los Generales que le de la gana, regalar el dinero de los
venezolanos porque el Presidente es el dueño de la Hacienda Pública, crear los
Ministerios a su antojo en programas de televisión, o meter presos a sus
opositores porque no hay un poder judicial independiente. Eso hay que
arreglarlo antes que un Gobierno de Emergencia entregue por elecciones. Si eso
no se hace con una consulta al pueblo que convoque al constituyente y debata
una nueva institucionalidad para el país para las nuevas generaciones, que
alguien me explique cómo se hace y con gusto hablaremos de otra cosa.
Es por eso que es indispensable un
nuevo texto constitucional antes si quiera de pensar en nuevas elecciones. Por
eso es necesario un proceso Constituyente. No son los delirios de unos locos
obsesionados por una constituyente como se insiste en afirmar para descalificar
la necesaria participación y presencia del pueblo de Venezuela en las
decisiones críticas que le atañen a su futuro inmediato.
El cómo se hará efectiva esa
boleta de excarcelación para Venezuela una vez emitida, paradójicamente sería menos difícil que para
el caso de un preso político encerrado en El Helicoide. ¿Y por qué? Porque esa boleta se haría efectiva desde
fuera de Venezuela, con el auxilio de los países dolientes del
problema venezolano, comenzando por los Estados Unidos y Colombia, que han
manifestado que harán lo que sea necesario para ayudar a recuperar la
democracia y la libertad de Venezuela. Una vez que se emita esa boleta los
acontecimientos se producirán solos, porque en ese momento esos países sabrán
que es lo que pasará, como pasará y con quienes pasará. De allí la importancia
de una decisión inmediata del TSJ legítimo y la formulación de la ruta que
decidan definitivamente. Nosotros ya
propusimos una perfectamente identificada. Esperamos que en la que terminen
decidiendo no dejen afuera al pueblo venezolano.
Caracas,
10 de Septiembre de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana