Por Luis Manuel Aguana
Es muy fácil caer en soluciones inmediatas
que caben en los 240 caracteres de Twitter: “que la Comunidad Internacional
termine de activar el TIAR y acaben con la dictadura de una vez”, o mejor aún,
“organicemos a la sociedad civil y provoquemos la fuerza suficiente para
desplazar al régimen”, son frases atractivas que mueven seguidores en las redes
sociales –incluso a periodistas e importantes formadores de opinión- y que por
supuesto generan expectativas en un conglomerado humano, desesperado por una
solución que no termina de llegar. Los políticos han vivido por años de
manipular esas expectativas. ¿Quién puede competir con eso? Y mientras tanto el
tiempo pasa y no pasa nada. O si pasa, el régimen se fortalece.
A nadie le gusta enfrentar las realidades cuando
se ponen difíciles, de allí que el escape de la mente cansada de buscar,
encuentre allí la solución más rápida para apoyarla. “Esto es lo que hay que
hacer” y ya. Sin ninguna elaboración. O mejor, si lo dice el Dr. Mengano o el
periodista Sutano debe ser verdad. “Esos son unos tipos muy informados y estudiados
y por lo tanto deben saber lo que dicen”. Es increíble cómo se han fraguado
legitimidades por las redes sociales. De hecho, las legitimidades ahora se
miden por número de seguidores. Me hace recordar la vieja conseja que indicaba
que si fuera por las moscas todos comeríamos basura. Lo paradójico es que los
venezolanos ya estamos comiendo de la basura a causa de este régimen, lo que de
alguna manera intrincada confirma la inferencia lógica. Puede sonar duro pero
es así.
Les voy a hacer una pregunta sencilla: ¿Para
qué creen ustedes que los países que integran la Comunidad Internacional, con
Estados Unidos a la cabeza, están sancionando al narco-régimen de Maduro y a
sus principales funcionarios y cómplices? Creo que la respuesta unánime sería
“¡Para que se vaya!”. La siguiente pregunta –no tan obvia- que les haría sería:
¿Y cómo sería eso? ¿Esperan que un día Maduro se levante de la cama y diga “ya
es suficiente, ¡me voy!”? ¿Llamaría a Diosdado, a Padrino López y al resto de
la banda de malandros y les diría, ¡vámonos, ya no podemos más!? Luce
improbable, ¿verdad? Incluso hasta estúpido…
Entonces, ¿qué espera la Comunidad Internacional
con el continuo ahorcamiento del régimen? ¿Que se provoque algún tipo de
negociación, que Maduro levante un día una bandera blanca y pida negociar?
Pero, ¿negociar qué? ¿Abandonar el sitio de rehenes más grande del planeta?
Cuba lleva más de 60 años sancionada y bloqueada, y allí siguen los cubanos
presos de su régimen. Entonces las sanciones deben tener un sentido más
concreto: te presiono para que hagas algo y te sientes conmigo a negociar ese
algo.
A veces es necesario acudir a comparaciones
simples para que pueda comprenderse mejor una realidad compleja. Incluso las
mentes estudiadas las necesitan para ver esas realidades que están allí pero
que a veces no se notan. Con las sanciones establecidas de esa manera al
régimen, se puede comparar a Venezuela como una olla de presión llena de agua
-con todos nosotros dentro- puesta a fuego lento pero sin válvula de
escape…Cuando una olla así hierve y la presión no sale por algún lado solo pueden suceder dos
cosas: que la olla reviente (eso dependerá de su calidad) o se agriete dejando
salir vapor a presión.
En otras palabras, si le pones fuego a una
olla (las sanciones) y no le pones una válvula de escape para que la fuerza que
se genere por el fuego pueda ser canalizada de una manera segura y productiva
para el lado que tú quieras que se mueva, la olla se rompe de cualquier manera.
De una manera violenta estallando de una vez, o por partes agrietándose.
Eso es lo que debiera ser entendido con este
ejemplo simple aquí. Para el caso del símil que nos ocupa, que la olla se reviente
serían las ideas de secesión de una nota publicada recientemente en PanamPost,
y que la opinión pública de las redes no le ha dado la suficiente importancia
(ver Empezar a pensar en la división territorial de Venezuela
https://es.panampost.com/asier-morales/2020/07/15/empezar-a-pensar-en-la-division-territorial-de-venezuela/).
Dividir a Venezuela es condenarla a la suerte del comunismo cubano para siempre
porque los más desvalidos –que siempre son la mayoría- se agruparían en
magnitud en el lado que lleva la peor parte del trato: Vietnam y Corea del
Norte. Este tipo de solución se propone cuando la olla se está reventando… Por
otro lado una grieta en la estructura de la olla significaría la radicalización
armada interna del país, lo que nos pondría en la ruta de Siria más temprano
que tarde. Esto es, en tanto y en cuanto demos por ciertas las intenciones de
aquellos que iniciaron acciones armadas, y que muchos aun, fuera y dentro del
país, esperan que continúen, apostando una mejor suerte en el futuro.
Ninguno de estos resultados producto de la
aplicación de fuego a una olla de presión cerrada son buenos para Venezuela,
aunque lo parezcan. Y la razón es principalmente porque sin una válvula de
presión que en principio canalice la acción de ponerle fuego a la olla,
simplemente la destruimos…Eso lo deberían entender más que nadie los
norteamericanos.
Nuestra propuesta del arbitraje electoral a
la OEA es esa válvula de escape que hay que ponerle a la olla de presión (ver https://www.gopetition.com/petitions/apoyo-la-solicitud-de-la-sociedad-civil-venezolana-al-secretario-general-de-la-oea-para-la-aplicaci%C3%B3n-de-una-soluci%C3%B3n-humanitaria-de-caracter-electoral.html).
Todo el fuego que se le ponga a la olla –más sanciones- debe ir dirigido a que
el régimen acepte ese arbitraje de la Comunidad Internacional. No tiene ningún
sentido seguir sancionando al régimen sin perseguir un objetivo perfectamente
definido. No puede ser “seguimos sancionando para que Maduro se vaya”, porque
es explosivo, y nos estamos acercando peligrosamente a que la olla se rompa o
se agriete, en perjuicio de todos los que estamos aquí adentro. Tengo que decir
a riesgo de ser malinterpretado que es muy fácil decir desde fuera que se le
siga aplicando fuego a una olla sin válvula de escape cuando tú no estás
adentro. No me quisiera quedar del lado de la nueva Corea del Norte
latinoamericana…
Mientras la olla de Venezuela se calienta mas
con las sanciones, Maduro si le aplica bien el fuego a la oposición oficial
porque su presión si es bien precisa: “O vas a elecciones o te mueres”. De allí
que todos ellos, Enrique Capriles (PJ), Henry Ramos Allup (AD) y Manuel Rosales
(UNT) si se vieron con él para negociar ir a esa trampa electoral en diciembre.
Pero las sanciones con las que amenazaron los norteamericanos a Henry Ramos
Allup rompieron el trato, que paradójicamente si cumplió el régimen, metiendo
al hermano de Bernabé Gutierrez en el CNE (ver La reunión secreta entre Maduro
y la “oposición” para acordar elecciones legislativas https://es.panampost.com/emmanuel-rincon/2020/07/14/las-reuniones-secretas-oposicion-chavismo-elecciones/).
Ahora a Ramos Allup,
en un nuevo giro a la tuerca de las sanciones, no le queda otra que radicalizarse,
intentando una nueva fase sin el respaldo del régimen como había sido hasta ahora.
Veremos qué tal le va afuera de la AD colaboracionista, porque se quedo en el
peor de los mundos: ya no será el interprete oficial de los adecos sometidos
por él durante 20 años, pero tampoco podrá serlo de los adecos que se vendieron
al régimen. Se quedo completamente afuera…
Los meses que
restan antes de diciembre van a definir los próximos años de Venezuela y los
venezolanos. Ojala que la oposición oficial que maneja la relación con los
Estados Unidos termine de entender que es lo que nos estamos jugando aquí, y
que si no tiene una respuesta clara e inmediata para los venezolanos que nos
encamine evitar que la olla de presión de Venezuela estalle o se agriete, que al
menos nos ayude con la Comunidad Internacional a ponerle una válvula de escape a
esta olla de presión…
Caracas, 20 de Julio de 2020
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana