Por Luis Manuel Aguana
Deseaba dejar tranquilo el tema de las elecciones irritas de mañana 21 de Noviembre, no porque no mereciera una nota adicional a las muchas que he destinado a insistir en su ilegitimidad, así como el colaboracionismo manifiesto de la oposición oficial al régimen de Nicolás Maduro Moros, quien saldrá el próximo lunes exigiendo legitimidad a la Comunidad Internacional después de haber consumado el fraude electoral al que nos tienen acostumbrados en cada elección desde el Referendo Revocatorio del año 2004; sino porque me pareció tan controversial y contradictorio, por decir lo menos, el comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana, CEV, sugiriendo no abstenerse en esas elecciones: “La simple abstención, sin toma de conciencia y voluntad transformadora no conduce a generar los cambios necesarios y mucho menos lo logrará un voto ciego que no tome en cuenta el análisis de cada realidad vivida enmarcada en la dramática situación estructural e institucional de la nación” (Punto No. 9) (ver Comunicado de la CEV, Más allá de las Elecciones Regionales, en https://conferenciaepiscopalvenezolana.com/comision-permanente-de-la-cev-dirige-comunicado-mas-alla-de-las-elecciones-regionales).
Se puede entender perfectamente que la Conferencia Episcopal Venezolana se encuentre compuesta por Obispos que piensan de manera diferente acerca de cómo se debe enfrentar lo que nos está sucediendo en Venezuela, pero lo que no se puede pasar es la incoherencia. Los comunicados de la CEV han sido consistentemente contundentes al rechazar la tiranía y defender los Derechos Humanos del pueblo venezolano. Eso es lo que les corresponde.
Me llamó poderosamente la atención de que a pesar del hecho cierto y comprobado de que el sistema electoral venezolano es una máquina para fabricar votos a favor del régimen y no para elegir a autoridades legitimas, como bien saben los Obispos, y precisamente por obra de ese régimen al que la misma CEV ha caracterizado en reiteradas oportunidades, “como “moralmente inaceptable” por su irrespeto, internacionalmente reconocido, de los derechos humanos, la destrucción de la estructura productiva y un empobrecimiento inédito de las grandes mayorías por falta de inversión, incentivos, seguridad jurídica y estabilidad financiera” (Punto No. 2), los Obispos insistan en una postura neutra que salva al régimen de haber destruido completamente la institución del voto como mecanismo para elegir gobernantes de manera auténtica en Venezuela. En otras palabras haber convertido el sistema electoral venezolano en una máquina para fabricar votos, pero no para elegir gobernantes, contraviniendo el principio fundamental de todo sistema electoral: Ser la expresión plena de la voluntad popular.
La apatía a la que refiere el comunicado de la CEV en su punto No. 4 es precisamente por esa razón. ¿De qué vale ir a votar si el régimen siempre se quedará con todo? ¿Olvida la CEV lo que sucedió en la anterior elección regional donde se le escatimó la elección a Andrés Velásquez en el Estado Bolívar, aun teniendo las actas en las manos, y se le puso un “protector” con más atribuciones a la Gobernadora del Táchira? Esto sin contar el desconocimiento de Antonio Ledezma como Alcalde Metropolitano de Caracas y el nombramiento de una autoridad metropolitana inconstitucional. ¿Desconoce la CEV que la figura que inventó el régimen de los “protectores”, completamente inconstitucional, es precisamente para impedir que se haga efectiva la voluntad popular de entregar el poder legítimo a los gobernadores y Alcaldes electos?
Entonces el 21N los venezolanos no estarán “eligiendo” a sus gobernantes locales, y se utilizará nuevamente el sistema electoral para DESIGNAR a quienes el régimen considere conveniente para sus intereses. Como bien indica la CEV, el trasfondo es “…la imposición de un sistema comunal, proclamado por algunos miembros del gobierno, que debilitará y probablemente eliminará las funciones de las gobernaciones, alcaldías y otras expresiones del poder local, además de las competencias efectivas de sus autoridades, con la finalidad de instaurar un poder hegemónico desde bases sociales no electas, contraviniendo lo estipulado por la Constitución Nacional” (Punto No. 3).
Y después de denunciar con razón todo eso, ¿cómo pueden los Obispos dejar a la libre conciencia de cada cual “la decisión de participar o no” (Punto No, 5) en un proceso absolutamente irrito? Lo menos que esperamos como corresponde a los pastores espirituales que creemos que son de los venezolanos, es su actuación a conciencia, enviando claramente a su feligresía un mensaje de rebeldía ciudadana y de fe cristiana ante esta horrenda realidad. La gravedad de Venezuela indica que ya no se puede seguir jugando a la política del “quedar bien” y permanecer impasibles y ambiguos a lo que sucede, en el filo de una navaja que esta hiriendo profundamente el corazón de todos los venezolanos. Si alguien podría transmitir ese mensaje de valiente resistencia ciudadana son precisamente ellos, representantes de los cristianos que se martirizaron por lo que legítimamente creían hace más de 2000 años. Esa es la fe inquebrantable que debería ser transmitida por una Iglesia Católica imperecedera.
Los Gobernadores, Alcaldes y Ediles NO SERAN ELEGIDOS, como indica la CEV en su punto No. 6, serán DESIGNADOS por el régimen el 21N a través de un sistema distorsionado y corrupto del CNE, por lo que mal podrían asumir después “…la responsabilidad política democrática de fortalecer la integración y no la exclusión, la amistad social y no el revanchismo, la creación de oportunidades y no el cierre de caminos”, y mucho menos tendrán “la capacidad ética y la idoneidad en el manejo de los presupuestos del estado o del municipio, de tal forma que los recursos lleguen a los destinatarios y no se queden en las trochas perversas de la corrupción y la malversación”. Tampoco serán “capaces de dialogar con todos los sectores de sus comunidades, principalmente con los más pobres y excluidos, para legitimarse por el ejercicio de ser puentes eficaces en la solución de sus problemas”.
¿Y porque no lo harán? Porque serán puestos por el régimen a través de su casino electoral y no por la voluntad popular. De allí la desesperanza que el pueblo tiene a todos los procesos electorales y que no se acabará hasta que sus liderazgos naturales, y en especial los espirituales, no asuman una actitud abierta y combativa frente a las iniquidades que el régimen comete. Nadie dijo que eso será fácil, pero si es definitiva y absolutamente necesario. Por eso se hace imprescindible una dirigencia acorde con el grave momento que los venezolanos vivimos.
Esa posibilidad y necesidad que nos anuncia la CEV de que a través de este proceso comicial emerjan nuevos liderazgos sociales “que tendrán que proponer nuevas alternativas al proyecto centralizador del gobierno nacional, pero también buscar caminos de encuentro para el justo desarrollo político, económico y social de las particularidades regionales y locales. ….” (Punto No. 8), no saldrán de este proceso ilegitimo del régimen sino COMO CONSECUENCIA de él.
El pueblo venezolano hastiado de tanto engaño de esa dirigencia opositora mediocre, no le quedará otra alternativa que ir a la fuente misma de las entrañas de la sociedad civil y fabricarlos, porque lo que quedará después del 21N no será el material humano que Venezuela requiere para su salvación y reconstrucción. Y la prueba más tangible de eso lo veremos cuando esa misma oposición luego de su derrota el 21N les pida a los venezolanos que les acompañemos a un Referendo Revocatorio en el 2022, que sellara la victoria del régimen, que habrá vencido desde ahora con los votos que recoja de una ciudadanía ingenua porque habrá logrado la legitimidad ante la Comunidad Internacional que los venezolanos le habíamos negado después muchos años y muertos.
Estoy de acuerdo con los Obispos cuando dicen “Si queremos que algo cambie, se requiere salir de la postración cotidiana a través de propuestas concretas y comunitarias que despierten la conciencia ciudadana y movilicen las voluntades para recuperar lo político como lugar de participación, ejercicio de los derechos democráticos y protagonismo cívico” (Punto No. 9). Nada más cierto. Pero eso solo tendrá eco en una ciudadanía creyente en un liderazgo político honesto, con moral y ética, y en una feligresía creyente en una Iglesia Católica que envíe mensajes que se correspondan con su propia postura, sin importar lo difíciles que puedan resultar.
Los venezolanos necesitan y anhelan con urgencia mensajes coherentes y acordes con su realidad. Eso fue lo que recibieron de la Iglesia Católica en la histórica Pastoral de Monseñor Rafael Arias Blanco el 1ro. de Mayo de 1957, leída en todas las iglesias, en las voces de todos los curas párrocos de Venezuela, y que al decir de Gabriel García Márquez, “….sacudió la conciencia nacional y encendió la primera chispa de la subversión”. Con una Iglesia resteada completamente, tengo la esperanza y la fe que esa chispa que necesitamos con desesperación todavía continúe allí para bien de todos los venezolanos…
Caracas, 20 de Noviembre de 2021
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