jueves, 2 de junio de 2022

Elecciones de Colombia, lecciones para Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

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Es increíble que todavía la gente se asombre por el fenómeno electoral que está sucediendo en Colombia. Pero más increíble aún es que el mundo político todavía crea que alguien pueda ganar elecciones sin entender el fenómeno tecnológico, social y humano que ya existe detrás de las comunicaciones instantáneas producidas por las redes sociales.

Todavía la gente se pregunta porque un “viejito” a través de la aplicación Tik-Tok(*) le llegó a más gente en Colombia, que en mil giras montado en una tarima, gritando las mismas consignas huecas del pasado. Le llegó a muchos a través de los nuevos medios, en un país, que como otros latinoamericanos, tiene la clase política más que vencida y en dirección a la extinción. Suena exagerado, pero es así. Ya en Venezuela estamos viviendo el fenómeno, solo que sin sistema democrático y sin líderes opositores que le digan algo al país. Cuando se abra la compuerta de la libertad, esa realidad se hará más que patente en Venezuela.

¿Quién iba a pensar que un empresario, ubicado en tercer lugar en las encuestas, le estuviera disputando -ahora en el primer lugar- la Presidencia de Colombia, a un político profesional respaldado al mil por ciento por la izquierda internacional? Y en especial un candidato que no se molestó en recorrer al país, haciendo su campaña y enviando su mensaje de triunfo desde un teléfono celular en la cocina su casa.

En el pasado he tocado este tema con alguna profundidad acerca del fenómeno tecnológico en el campo político, por lo que solo les recomendaré a quien desee ir un poco más allá, leer las referencias más importantes (2012, La Conciencia de tras de las redes sociales, en https://ticsddhh.blogspot.com/2012/04/la-conciencia-detras-de-redes-sociales.html; 2014, Guerreros del teclado, en https://ticsddhh.blogspot.com/2014/04/guerreros-del-teclado.html; 2015, La política ya no es de los políticos, en https://ticsddhh.blogspot.com/2015/06/la-politica-ya-no-es-de-los-politicos.html). Sin embargo, deseo recalcar lo que ya demostró Colombia: cualquier candidato del viejo estatus político puede ser derrotado por quien sea, en tanto y en cuanto exista un sistema electoral en el que la población pueda confiar.

Pero para eso eran necesarias unas condiciones preexistentes para que este fenómeno se pudiera dar. Una segunda vuelta en Colombia era necesaria para garantizar que el candidato chavista colombiano no se alzara con el triunfo de una vez. Y eso se lo deben los colombianos a la Constitución política producto de la Asamblea Constituyente de 1991: “Si ningún candidato obtiene dicha mayoría, se celebrará una nueva votación que tendrá lugar tres semanas más tarde, en la que sólo participarán los dos candidatos que hubieren obtenido las más altas votaciones. Será declarado presidente quien obtenga el mayor número de voto”, de acuerdo al Artículo 190 de la Constitución de 1991 (ver Artículo 190 de la Constitución de Colombia, en https://www.constitucioncolombia.com/titulo-7/capitulo-1/articulo-190).

En otras palabras, no solo el fenómeno tecnológico tuvo que ver con lo que sucede en el hermano país, sino que la mayoría de ciudadanos, que sumados todos de las distintas tendencias resultaban más que la preferencia de la minoría mayor, debía imponerse al final. Eso es democracia por la calle del medio. Sin el sistema constitucional adecuado, Colombia no estuviera al borde sino ya cayendo al despeñadero socialista venezolano.

De acuerdo una medición actualizada, publicada por el portal colombiano La República, con corte al 31 de mayo de 2022, ya el candidato Rodolfo Hernández se ubica en el primer lugar en la intención de voto, con el 52, 3%, con Gustavo Petro al segundo lugar con 45,1% (ver La República, en  https://www.asuntoslegales.com.co/actualidad/rodolfo-hernandez-con-52-3-supera-en-intencion-de-voto-a-petro-que-marca-45-1-3375161). Esto nos da a los latinoamericanos un respiro de que un pueblo puede ser consciente, en su mayoría, de la desgracia que puede ocurrirle si elige mal a sus gobernantes.

La clase política tradicional colombiana, toda reunida en la candidatura de Federico Gutiérrez, languideció con un 23,91% en el resultado final de la primera vuelta (ver El Comercio, Resultados de las elecciones presidenciales en Colombia 2022, en https://tinyurl.com/yrm43b7w). Esos resultados nos dicen muchísimo acerca de la necesidad de un cambio urgente en el discurso y las actuaciones de los políticos tradicionales latinoamericanos y sus maneras de abordar los problemas de la población. La sinceridad y comprobada honestidad de aquellos que pretenden ejercer el poder está siendo severamente cuestionada por parte de los pueblos. Esto no es un fenómeno que sucede solo en Colombia. De allí que a Rodolfo Hernández lo estén llamando el “Trump colombiano”, o alguien que rompe los paradigmas de una clase política en decadencia.

Un individuo proveniente de la sociedad civil, empresario exitoso, hace incursión en la política, entre otras razones, por haber sido víctima de los males que deben corregir los políticos como su responsabilidad primaria, haciendo de la corrupción política el eje principal de su campaña electoral. Esto no es nada extraño en todos los países, por lo que seguiremos viendo este fenómeno, que pronto se convertirá en costumbre en nuestro continente.

Venezuela y sus políticos tienen algunas lecciones que aprender de este proceso de Colombia. Lo primero es que no era posible que Colombia tenga una posibilidad cierta de rescate ante el embate comunista del exterior y sus asociados de la guerrilla del interior, sin que existiera una institucionalidad fuerte. Esa institucionalidad fuerte se la dieron los colombianos en una Asamblea Nacional Constituyente en 1991. Sin una segunda vuelta, los colombianos tuvieran ahora mismo a un terrorista como Presidente, y a una región profundizando su desestabilización de manera irremediable.

En segundo lugar, la ausencia de una oposición oficial creíble, demostrada en la reciente encuesta de Meganálisis, que indica que el 77,3% de los venezolanos “cree que los partidos políticos de oposición y sus líderes están vendidos al gobierno, y trabajan para el chavismo”  (ver Meganálisis, Informe Público (Parte I), Resultados divulgables (información parcial), abril 2022, https://twitter.com/Meganalisis/status/1529665491731730434), hace que de no existir el régimen que usurpa el poder en Venezuela, debería imponerse de largo electoralmente un candidato no alineado con la claque partidista como Rodolfo Hernández.

Sin embargo, todavía el usurpador está en Miraflores, pero eso no elimina de ninguna manera el fenómeno, lo profundiza. Es por eso que el caso del “Trump colombiano” igualmente se repetirá en Venezuela, cuando existan las condiciones para eso, y con más intensidad, en virtud de que aquí esa clase política venezolana si colaboró, y todavía colabora, activamente con el régimen como lo cree la población. En Colombia, al menos, salvo quizás contadas, pero muy pesadas excepciones, la clase política no ha colaborado para que la izquierda comunista llegue al poder, y aun así Hernández pasa a la segunda vuelta con altísimas probabilidades de alcanzar la Presidencia de Colombia.

Y finalmente, en tercer lugar, los políticos tradicionales deben aprender de este proceso colombiano que ya no se puede seguir engañando más a una población informada. Ya no se valen los discursos en tarima para saber quien grita mejor o más duro en contra de la tragedia de la cual fueron autores o catalizadores de excepción. Pretender seguir engañando a los venezolanos con unas elecciones con el régimen, ya dejo de ser una estupidez para convertirse en un crimen. Los pueblos buscan y encuentran su camino. En Venezuela encontraremos el nuestro para sacarnos de encima a esta tiranía, y en el camino también caerán quienes la sostuvieron desde la oposición. Y en ese momento saldrá quien mejor encarne, como en Colombia, la mejor solución para un mañana incierto, después que hayamos resuelto la Refundación del país. Hacia allá nos dirigimos…

Caracas, 2 de Junio de 2022

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(*) Fe de errata: En la publicación original se incluyo el nombre Tic - Toc de la aplicación referida, cuando debía indicar Tik - Tok como es el nombre correcto 

viernes, 27 de mayo de 2022

Opciones de una casa llamada Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

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Aún veo con asombro la insistencia periodística en tratar el tema constituyente como una manera de “salir del régimen”. Ese enfoque equivocado nos pone en la triste situación de explicar que si bien esa es una consecuencia de una posible decisión de una Asamblea Constituyente compuesta por la legítima representación del pueblo venezolano, NO ES la razón por la cual estamos pidiéndola en las actuales circunstancias de la vida del país.

Y así como usted no remodela una casa entera porque hay una pared que está mal puesta, un país no entra a un proceso constituyente porque hay un mal gobernante. Uno remodela la casa porque se está cayendo, porque las tuberías están rotas y el agua sale por las paredes  por todos lados y hay que reemplazarlas, porque es necesario cambiar el sistema eléctrico y sus tuberías, porque si no lo hace ocurrirá un incendio en cualquier momento, porque hay que modificar los baños porque dejaron de ser prácticos y requieren una modernización urgente acorde con el crecimiento de la familia. Es claro que para que todo eso se pueda hacer, es muy posible que sea necesario derribar algunas paredes y hacer otras. La remodelación sucede porque ya la casa deja de ser habitable o porque no cumple con los requerimientos que una casa debe tener para adaptarse a las necesidades de quienes viven en ella.

La casa donde vivimos, Venezuela, es inhabitable. Quienes administran lo que es de todos se ocuparon de romper los baños, atravesar paredes en el medio de la sala, destruir los espacios y las habitaciones, romper las tuberías de agua y arruinar el alumbrado eléctrico. Convirtieron nuestra casa, que ya estaba en mal estado cuando llegaron, en un basurero donde es imposible vivir. No es sustituyendo por otro al administrador que viviremos mejor después en una casa destruida. ¡Tenemos que reconstruirla!

Y esa es nuestra propuesta. Reconstruir la casa PRIMERO para que entre todos decidamos al administrador DESPUÉS. Tenemos un proyecto para esa nueva casa y se llama El Gran Cambio (ver El Gran Cambio, una propuesta para el país que queremos, en https://ancoficial.blogspot.com/2021/01/comunicado-anco-el-gran-cambio-una.html). A muchos puede gustarle o no, pero es nuestro proyecto, una maqueta de lo que sería esa nueva casa para las próximas generaciones. Esa es la discusión que queremos dar, no la de un guion para administrar una casa que se está cayendo (programa de gobierno). Aquí nadie se está promocionando como un nuevo administrador (Presidente de la República). Estamos tratando que sea eso lo que esté en la discusión del país, no quien resultará candidato para la elección de un nuevo administrador del desastre.

De allí que nos preguntemos: ¿por qué en lugar de elecciones la “oposición” no negocia en México o en cualquier otro sitio la convocatoria al Constituyente? Porque es esa, a nuestro parecer, la discusión que el país debe estar dando. ¿A quién se le ocurre pensar en un nuevo administrador de algo que se está cayendo? Y solo se me ocurre una respuesta: para seguir viviendo de los negocios que trae la contratación de paños calientes para una vivienda donde ya no se puede vivir. Y los venezolanos estamos hartos de eso, como se demuestra en las encuestas.

Si todo el mundo en Venezuela pidiera lo mismo, la Refundación de la Nación, como ya lo dijo la Iglesia Católica y lo respaldó ANCO, a través de un proceso Constituyente de carácter Originario, la Comunidad Internacional igualmente le exigiría eso al régimen, no unas elecciones inútiles. ¿Y por qué inútiles? Porque a los únicos que se benefician de unas elecciones para continuar administrando una casa destruida, son los que siempre han hecho negocios con los gobiernos. Y en este caso la mesa estaría servida para eso.

¿Y cómo paramos una matriz de opinión que empuja a unas elecciones con un régimen que controla todos los poderes, incluidos el electoral, y en especial el judicial con otros 12 años de dominación roja?

Una forma básica sería darles la espalda a quienes insisten en seguir el cuento electoral. Y eso ya lo está manifestando el venezolano ahora mismo en el 2022, como lo refleja la Encuesta de Meganálisis de Abril 2022, donde en una pregunta abierta el 70,5% de los venezolanos no confían en que ejerciendo el derecho del voto, se pueden producir los cambios que necesita Venezuela (ver Meganálisis, Informe Público (Parte I), Resultados divulgables (información parcial), abril 2022, https://twitter.com/Meganalisis/status/1529665491731730434).

Sin embargo, la misma encuesta indica en pregunta cerrada que el 47,4% cree que los cambios políticos se pueden producir a través de un evento inesperado. Si se entiende eso bien, se están refiriendo a un golpe de Estado o una intervención. En otras palabras, casi la mitad de la población espera “un evento inesperado” para que cambien las cosas en el país, y casi la mitad de eso, un 23,1%, piensa aún en diálogos, acuerdos y elecciones.

¿Y a quién creen ustedes que se le puede responsabilizar de eso? ¿A los venezolanos? La única culpa de eso la tienen quienes todavía insisten en elecciones con el régimen en el poder. Eso se correlaciona con la pregunta abierta realizada en esa encuesta, donde el 71,1% de los venezolanos no opina que las últimas tres elecciones fueron libres y respetaron la voluntad y el deseo de la mayoría, y de ese 71,1%, el 83,4% piensa que no se podrán conseguir condiciones para que en Venezuela se realicen elecciones libres.

Mucho más de las tres cuartas partes de los venezolanos –mayoría super calificada- ya no cree en elecciones, por lo que muy mal pueden esperar los sectores políticos que esa estrategia de ponerle paños calientes a una casa destruida será de utilidad para lograr la libertad de Venezuela.

Entonces, de acuerdo a esa encuesta, los venezolanos se están, hasta ahora, debatiendo por dos caminos claros: esperar “un evento inesperado” o ir a unas elecciones arregladas para el 2024. Y a nuestro juicio, ese no es el debate que debemos dar en Venezuela.

El planteamiento de ANCO a los venezolanos ante lo que proponen los sectores políticos de ofrecer lo mismo y esperar resultados diferentes (propuesta que  ya dejo de ser locura einsteniana para convertirse pura y simple corrupción colaboracionista) es la de negociar, con el apoyo de la Comunidad Internacional, una Refundación de la Nación (reconstrucción de la casa) a través de una Asamblea Nacional Constituyente Originaria convocada este mismo año, con un Tribunal Electoral ad-hoc (establecido por las partes para solo para ese propósito), con garantías de cumplimiento internacionalmente establecidas, e independiente de los Poderes Públicos secuestrados por la tiranía. Esa es la discusión verdadera. Una Constituyente ya con las garantías electorales de un Tribunal Electoral independiente, sin la intervención de los poderes públicos del régimen, o unas elecciones en el 2024 con el CNE del régimen. Que las encuestadoras le pregunten a la gente cuál de las dos preferirían.

Sin embargo, esa opción no está citada en la encuesta de Meganálisis porque NO ES LO QUE ESTÁN IMPULSANDO LOS SECTORES POLÍTICOS, y ANCO es una organización de la sociedad civil. Pero esto no debería ser un obstáculo para que no se discuta abiertamente un planteamiento político de semejante naturaleza, donde está involucrado el futuro de la Nación. Y esa situación debe acabar en este momento, si aún pensamos en una solución negociada, no violenta, que no es lo que casi la mitad de la población está esperando, de acuerdo a la encuesta antes citada.

Si todas las variables permanecen igual, “ceteris paribus”, como dicen los economistas, el régimen ganará cómodamente las elecciones de 2024, no solo porque los sátrapas colaboracionistas de la oposición se asegurarán de que exista un candidato que acepte que “perdió” (como ya tristemente ocurrió en el 2006, 2012 y 2013) incluso sin haber terminado de contar los votos (Rosales 2006 y posiblemente Rosales 2024), sino que nadie podrá decir que el régimen es ilegítimo en ese momento, porque esa oposición les entregaría la legitimidad en bandeja de plata.

Seguir el camino actual es un acto suicida. Todos los venezolanos debemos impulsar una opción que ponga en manos del pueblo venezolano de la manera más inmediata posible, la decisión de qué hacer con el régimen de Nicolás Maduro Moros. Y esa opción tiene un nombre y un único propósito: ¡Que el pueblo decida!

Caracas, 27 de Mayo de 2022

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