Por Luis Manuel Aguana
¿Negociar o no negociar con criminales y terroristas? La controversia de esta grave cuestión surge de nuevo desde este fin de semana pasado cuando el gobierno de los Estados Unidos decidió negociar con el régimen criminal de Nicolás Maduro Moros, un canje de prisioneros, dejando de lado la máxima según la cual no se negocia con terroristas. Fueron canjeados los 2 narcosobrinos Flores, por 7 norteamericanos detenidos ilegalmente en las mazmorras de los cuerpos de seguridad de Maduro en Venezuela.
Al salir la noticia inmediatamente se levantaron voces, nacional e internacionalmente, para condenar ese paso por parte del gobierno norteamericano, realizado por cierto sin el conocimiento del Gobierno Encargado de Juan Guaidó, lo que confirma de manera definitiva que políticamente el interinato es completamente irrelevante para los norteamericanos.
A pesar de lo escandaloso y asqueante que pueda resultar para nosotros en Venezuela esa decisión, creo que en lugar de reaccionar de buenas a primeras en contra del gobierno del único país que de una manera u otra ha sido solidario en los hechos con los venezolanos, incluso legislando a favor de la permanencia de nuestros refugiados en su país, debemos analizar fríamente la posición de ese gobierno frente a lo que está sucediendo ahora mismo en Venezuela.
No es la primera vez que los norteamericanos negocian con terroristas. De acuerdo a César Niño, Doctor en Derecho, Profesor Asociado y Director de Investigación de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, Colombia, nos indica: “Contra todos los pronósticos, Donald Trump construyó un puente de negociación con el talibán en febrero de 2020. El acuerdo estuvo guiado por incentivos, el centro de gravedad de toda negociación. Según lo acordado, el talibán se comprometió en no permitir que Al Qaeda, ISIS o ningún otro grupo extremista opere dentro de las áreas que ellos controlan. A cambio, la OTAN y Washington retiran su presencia del lugar. Se trata de una ecuación básica y de madurez de conflicto en el que las partes saben que el estancamiento mutuo es la inviabilidad de éxito de alguna de las partes y el deterioro de sus objetivos (ver César Niño, Negociar con el crimen organizado y el terrorismo, en https://www.eluniversal.com.mx/opinion/latinoamerica21/negociar-con-el-crimen-organizado-y-el-terrorismo).
¿Qué sabemos los venezolanos, más allá de lo obvio, de esa negociación cursada directamente entre el gobierno de Joe Biden y el régimen Maduro y sus delincuentes? Absolutamente nada, aparte de lo amargo de ver que unos criminales se salieron con la suya. Desde la óptica de los norteamericanos cambiaron basura por personas valiosas, y posiblemente destrabaron una negociación que les interesa a futuro por el petróleo venezolano. Eso se llama “realpolitik”; y así es que lo maneja un gobierno que no solo tiene a Venezuela dentro de su tablero de intereses globales. Es de esa manera que lo tenemos que ver, aunque nos reviente. Y eso no significa que lo sucedido me guste más que a todos quienes se encuentran molestos por esa decisión tomada al margen de la supuesta representación opositora.
El gobierno de Biden sopesó las consecuencias que esa decisión tendría en relación con el coto de caza que se abriría en contra de ciudadanos norteamericanos en todo el mundo, al punto de señalarlo en la “Declaración del Presidente Joe Biden sobre el regreso de estadounidenses detenidos injustamente en Venezuela”:“Además, el Departamento de Estado ha introducido un nuevo indicador de advertencia “D” que está diseñado para ayudar a los estadounidenses a entender que a dónde y cuándo viajen puede implicar un mayor riesgo de detención injusta, posiblemente durante largos períodos de tiempo. Si los viajeros toman la decisión de ir a pesar de esta advertencia “D”, deben saber que están incurriendo en un riesgo personal masivo y que es posible que el gobierno de los EE. UU. no pueda conseguir su liberación” (ver Declaración en https://www.state.gov/translations/spanish/declaracion-del-presidente-joe-biden-sobre-el-regreso-de-estadounidenses-detenidos-injustamente-en-venezuela/).
Pero hay algo adicional que debemos considerar. Hay límites en este tipo de movimiento cuando un gobierno negocia con grupos criminales: “… La negociación con estos actores puede ser altamente costosa si no se alcanza, en un corto tiempo, la desarticulación de la organización y la reducción de sus operaciones. La respuesta está en que la negociación es una ventana de oportunidad, ya que los actores irregulares han construido órdenes paralelos y gobernanzas criminales en los territorios que operan” (resaltado nuestro) (ver Cesar Niño, en artículo citado).
¿Qué significa esto? Que los norteamericanos están muy conscientes de las posibles consecuencias de no actuar en un corto tiempo para la desarticulación de estas estructuras criminales. ¿Conocemos los venezolanos lo que harán los norteamericanos luego de haber dado ese paso? Claramente no. Esto podría estar enmarcado en una estrategia mayor que solamente conoceremos con el tiempo. Y si no participamos, lo sabremos cuando no podamos hacer nada.
Jonathan Powell, ex jefe del gabinete de Tony Blair y negociador principal en las conversaciones de paz con Irlanda del Norte, en su libro “Hablar con los terroristas, cómo acabar con un conflicto armado”, expone lo siguiente: “Si ofrece a los terroristas una salida política, entonces la presión militar puede tener el efecto deseado, especialmente si se combina con un esfuerzo sostenido para abordar los agravios que subyacen al conflicto. Por lo tanto, la ecuación exitosa para tratar con grupos terroristas serios es combinar la presión militar con la oferta de una salida política a través de conversaciones que pueden, con el tiempo, conducir al fin del conflicto armado”… “Si concluimos que los argumentos morales en contra de hablar con terroristas no pesan más que el imperativo ético de salvar vidas, y si pensamos que los argumentos utilitaristas en contra de hablar se reducen a razones para tener cuidado con la forma en que se abordan los grupos armados, en lugar de ser argumentos en contra hacerlo en absoluto, entonces la pregunta es si hay alguna alternativa a hablar”. (1)
Powell termina concluyendo que “siempre es correcto hablar con los terroristas, incluso si no siempre es el momento adecuado para embarcarse en una negociación. Y si el grupo armado cuenta con un importante apoyo político, es muy poco probable que se pueda poner fin a un conflicto sin una negociación”… “Así que la cuestión no es si hablar con los terroristas, sino cuándo y, en particular, cómo” (1) (resaltado nuestro). Y vaya que estos terroristas tienen apoyo político internacional. Vean ustedes que el “cómo” es absolutamente crucial…
La situación que nos confronta aquí es establecer la ruta correcta para abordar a los delincuentes que secuestran el poder en Venezuela y cómo hacerlo, en especial si la vía va a ser pacífica. Los norteamericanos están ensayando un camino que nos está escandalizando a todos -y está por verse si tiene éxito o no- o si forma parte de algo mucho mayor. Lo cierto es que los expertos coinciden en que cualquier movimiento pasa por negociar directamente con ellos. Y este primer paso no necesariamente nos tiene que gustar, y más aún cuando dejamos de tener a alguien creíble que represente los legítimos intereses de los venezolanos ante el gobierno norteamericano, que es el que está conduciendo esas negociaciones.
La pregunta correcta que nos debemos hacer como los principales dolientes de esta tragedia es si el paso que han dado los norteamericanos es el correcto. Creo que el primer paso en cualquier situación de secuestro con rehenes es entregar algo apreciado por los delincuentes a cambio de las vidas de los más afectados. En este caso se trató de prisioneros norteamericanos porque así era el interés de los EEUU. ¿Y nuestros intereses? Bien gracias porque NO ESTÁBAMOS ALLÍ para pelear por ellos. De allí que no sepamos si se corresponde a una estrategia articulada de mediano o largo plazo, Entonces no nos arrechemos porque soltaron a los narcosobrinos, arrechémonos porque no tuvimos vela en ese entierro de negociación por culpa de quienes tenían la responsabilidad de estar allí con los EEUU.
Queda entonces de nosotros, los venezolanos, buscar introducirnos en esa negociación con actores legítimos, para conseguir igualmente liberar a los presos políticos de aquí, con miras posteriores a negociar la liberación general del país, conjuntamente con quien si tiene la fuerza para eso. Suena grande pero absolutamente necesario. Y esa negociación debe ser, a nuestro juicio y aunque difícil, una negociación Constituyente…
Caracas, 4 de Octubre de 2022
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(1) Jonathan Powell, Talking to
Terrorists, How to End an Armed Conflict, Pág. 40-41, Epub ISBN:
9781448137527, published in Great Britain in 2014 by The Bodley Head 20
Vauxhall Bridge Road, London SW1V 2SA