Por Luis Manuel Aguana
Es difícil demostrar al mundo una situación cuando los conceptos básicos se imponen sobre las realidades. Por ejemplo, ¿quién podría desde el exterior tan siquiera discutir que unas elecciones puedan resolver una disputa por el poder en cualquier país? Nadie. De allí que la Comunidad Internacional haya decidido desde la Declaración Conjunta de los EEUU, la Unión Europea y Canadá, del 25 de junio de 2021, que, “La solución pacífica a esta profunda crisis política, social y económica debe provenir del mismo pueblo venezolano, a través de negociaciones de amplio alcance impulsadas por los venezolanos en las cuales participen todos los actores interesados. Un proceso de negociación integral, con plazos concretos, debería posibilitar el restablecimiento de las instituciones del país y permitir que todos los venezolanos puedan expresarse políticamente por medio de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes” (ver Declaración EEUU-UE-Canadá: Declaración conjunta sobre Venezuela, en https://www.state.gov/translations/spanish/ee-uu-ue-canada-declaracion-conjunta-sobre-venezuela/) (resaltado nuestro).
Hemos insistido desde hace mucho que de esta declaración se desprende que estos países, en conjunto con la dirigencia política opositora, ya han decidido por los venezolanos, que unas “elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes” con Nicolás Maduro Moros ejerciendo ilegítimamente el poder en Venezuela, posibilitarían “el restablecimiento de las instituciones del país”. Aunque estemos en desacuerdo con esa posición, lamentablemente es la realidad que afrontamos en Venezuela.
Y con base a estas premisas, al parecer escritas en piedra, ha girado todo el quehacer político venezolano desde ese momento, al punto que independientemente que el régimen se haya parado de la mesa de negociaciones en México, vamos rumbo, indefectiblemente, a un proceso electoral con el régimen, en las mismas o peores condiciones que se han tenido siempre con un Poder Electoral secuestrado.
En atención a eso, la oposición política, que ha traicionado en repetidas ocasiones a los venezolanos, nos ha impuesto -de nuevo- como fórmula para la escogencia del candidato opositor un proceso de “elecciones primarias”, alrededor del cual han girado los partidos, pensando que igualmente los venezolanos, como borregos sin capacidad de discernimiento, supuestamente votaremos para ir a inmolarnos en el altar del CNE en las elecciones presidenciales que el régimen convoque.
Pero como siempre, y gracias a Dios, una cosa es la que piensa el burro y otra quien lo monta, como dice el sabio refrán popular. A pesar de toda la masiva campaña de información desatada por los partidos y sus anclas tradicionales, para que la gente vaya a votar por los bates quebrados de los partidos en esas primarias, algunos de los cuales ya fueron candidatos presidenciales que le entregaron descaradamente las elecciones al castro-chavismo-madurismo en estos últimos 20 años, la gente se resiste a ir a votar en las primarias, y menos aún si a esa Comisión de Primarias se le ocurre meter al CNE en el proceso.
En efecto, el más reciente Informe Público (CATI) de la Encuestadora Meganálisis de febrero de 2023, claramente nos indica que sobre el “71,1% que piensan que con el chavismo y Maduro Venezuela no tiene futuro ni esperanzas”, el 83,7% cree que las elecciones primarias se deben realizar “sin la presencia del CNE”. Y de ese 83,7%, el 96,2% NO IRIA A VOTAR si el CNE está presente con sus máquinas (ver Estudio CATI Verdad Venezuela Febrero 2023, https://twitter.com/Meganalisis/status/1628599897153851392).
Pero lo peor no es tal vez eso, de los identificados como adversos al chavismo (71,1%) se les preguntó: “De los siguientes posibles candidatos en las elecciones primarias de oposición, ¿Por cuál votaría usted?”, el 32,8% no votaría por ninguno. En otras palabras, el candidato saldría del 38,3% de un universo del 71,1%. ¿Creen ustedes que esa es la fuerza necesaria para vencer, como se requiere, abrumadoramente, al castro-chavismo-madurismo en una pelea donde se iría con las manos atadas y con un contrincante armado hasta los dientes? ¡Por Dios!
Si la Comunidad Internacional nos ha dicho que reconocerá a quien salga de esa elección presidencial en el 2024 o antes, ¿no creen ustedes que ese método de escoger candidato para enfrentarle al régimen debería ser distinto? Ya el solo hecho de que el mecanismo escogido haga énfasis, en su mayoría, en quienes de una u otra manera son rechazados mayoritariamente por el pueblo opositor, en buena lógica quien salga de allí ya lleva las de perder.
Incluso, quien aparece de primero en esa encuesta, María Corina Machado, quien ha insistido en que no se medirá en primarias si aparece el CNE para contar los votos, solo lleva el 16,7%, lo que es una cifra pírrica de lo que se requiere para vencer en una elección a estos delincuentes que tienen al CNE de su parte. Entonces, el mecanismo de primarias en las actuales condiciones del país, se termina transformando en la herramienta ideal para que de allí salga un candidato que se amolde a los deseos del régimen de entregar la elección, como ya lo hicieron antes Manuel Rosales y Henrique Capriles, ya que la Comisión de Primarias va en ruta directa de entregar al CNE el conteo de los votos opositores.
Y ustedes me preguntarán, ¿y cuál es el problema? ¿Acaso no son necesarias unas primarias para dirimir un candidato que poner frente al régimen, si tenemos que igualmente ir a unas elecciones presidenciales? Y la respuesta no es tan obvia como la pregunta.
Un proceso como ese se justificaba en una Venezuela opositora como la existente en el 2012, y aun así el régimen con su CNE y TSJ persiguieron a la Comisión de Primarias, y a su Presidente de entonces, la Dra. Teresa Albanes, para que se le entregaran los cuadernos de votación, para así comenzar con otra lista de Tascón de los electores opositores.
En las actuales circunstancias políticas del país, cualquiera que salga de un proceso de primarias apadrinado por el CNE del régimen, podría ser retado por cualquier otra opción que aparezca, que no se preste a esa manipulación, aglutinando el sentimiento de cambio nacional de esa mayoría que no se come ese circo. Y eso difícilmente podría ser considerado como una “división de la oposición”, porque un candidato originado de unas primarias como esas no representaría a la gran mayoría de venezolanos conscientes, que dejaron bien atrás su condición de borregos que van al matadero electoral guiados por los partidos.
De esa forma, se decidiría verdaderamente y en la propia arena política, cuál será el candidato con las mejores credenciales, que unifique el sentimiento opositor para enfrentar al régimen, capaz de terminar el trabajo que no hicieron ni Rosales ni Capriles, dando la pelea definitiva que finalmente defenderá el país opositor. Esa sería la única manera en que los venezolanos se animen a ir de nuevo a otra contienda con el régimen. De otra forma, esa elección presidencial será una copia al carbón de lo que ya hemos vivido, y para eso no se necesitan primarias….
Caracas, 1 de Marzo de 2023
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