Por Luis Manuel Aguana
A meses de declararse pública la enfermedad terminal de Hugo Chávez Frías, escribí, a finales de octubre del año 2011, una nota que ciertamente consideré de despedida al Presidente (ver Presidente, muera en paz, en https://ticsddhh.blogspot.com/2011/10/presidente-muera-en-paz.html) y de la cual rescato las siguientes palabras para Tibisay Lucena, quien ahora en su muerte recordamos tristemente en su cargo como Presidente del Poder Electoral en las horas más oscuras de los venezolanos:
La Fé cristiana nos enseña que una persona antes de morir, si se arrepiente de verdad, será perdonada. Creo que al final se arrepentirá. No viajó desde La Habana directo hasta el Cristo de La Grita por nada. Sabe lo que pasará y lo espera. Y es en este punto en donde el Presidente debe reconciliarse con la sociedad venezolana. ¿Y qué significa esto? Abrirse y decirse a sí mismo la verdad. Que no quiso que la familia venezolana se enfrentara, que la división de clases que propuso no fue más que un artilugio electoral para ganar votos, que en realidad no deseaba que los venezolanos se dividieran y se odiaran entre sí. Que no era su intención promover y no detener una violencia criminal que se llevo a miles de venezolanos a la tumba y que se arrepiente genuinamente de ello. Que de verdad intentó que las promesas de 1998 se hicieran realidad pero el poder, como una suerte de droga, fue un espejismo tan atrayente que se olvidó de eso. Todo esto debe provenir desde adentro, del alma misma de la persona, de un arrepentimiento genuino. Nadie puede decirle a nadie como descargar ni expiar culpas y mucho menos en una situación de trance final. Eso solo será de la intimidad del Presidente.
¿Se arrepintió Tibisay Lucena al final de su vida, en su lecho de muerte por cáncer terminal, de haber impedido abierta y descaradamente la voluntad del pueblo venezolano de corregir el error de elegir a Hugo Chávez Frías como Presidente de la República en 1998? No lo creo. Difícilmente ese abrirse y decirse a sí misma la verdad, como se lo escribí a Hugo Chávez en esa nota, en un último arrepentimiento antes de rendir cuentas al Creador, lo hiciera Tibisay Lucena, porque a diferencia de Chávez, esta lamentable funcionaria no fue un error que cometimos los venezolanos. Los venezolanos, en un monumental error histórico, elegimos por la calle del medio a un golpista como Presidente de la República, que tenía intenciones ocultas de acabar con la institucionalidad conocida. El contrario, esta funcionaria en pleno conocimiento de los delincuentes que habían llegado al poder engañando a los venezolanos, utilizó y vendió criminalmente y de una manera aviesa su posición para que estos delincuentes ya declarados permanecieran en el poder. Los que hacen eso pocas veces piden perdón.
El caso de Chávez no aplica a ningún funcionario cuyo cargo no lo decidan los venezolanos con su voto. La responsabilidad de un funcionario del nivel que tenía Tibisay Lucena es infinitamente superior, como parte y cabeza de un Poder Público que constitucionalmente debe ser independiente para poder garantizar a los venezolanos que su voluntad realmente decida sobre el destino del país. Ese es el crimen que Tibisay Lucena cometió y sigue cometiendo después de muerta en contra de los venezolanos. Que su nombre y actos no se nos olviden, en especial aquellos que ocupen en el futuro su responsabilidad al recuperar la libertad.
En efecto, Lucena tuvo en su poder la facultad de garantizar que el pueblo venezolano enmendara el error histórico de Hugo Chávez y resolver el problema de su nefasto sucesor y decidió no hacerlo. ¿Fue por dinero? ¿Fue por poder? Por lo que haya sido, podemos considerar en este contexto que los pecados cometidos por la llamada “irreversible” Tibisay Lucena, y por los que deberá que responder en donde esté, son de largo muchísimo más graves que los cometidos por Hugo Chávez Frías y luego por Nicolás Maduro Moros, eso sin contar con los de su predecesor en el cargo de Presidente del CNE.
¿Y por qué? Porque ella pudo elegir ser honesta y empática ante el sufrimiento de millones de venezolanos, que ya se manifestaba evidentísimo en el año 2006 cuando fue designada por primera vez como Presidente del Poder Electoral, y actuar en consecuencia para que Venezuela retomara su rumbo. Pero vendió su posición al poder en detrimento del país. Eso resulta infinitamente peor que un corrupto que solo quiere dinero con su posición.
Tibisay Lucena fue la mejor garantía de permanencia en el poder del régimen de Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros desde el 30 de abril de 2006 hasta el 12 de junio de 2020. Esta delincuente tuvo la responsabilidad de conducir la primera oportunidad en el año 2006 para que Venezuela recuperara el sistema de libertades en las elecciones presidenciales de diciembre de ese año, luego la siguiente en octubre de 2012 y otra adicional en abril de 2013 por la muerte de Hugo Chávez Frías, en las que conscientemente el organismo bajo su conducción realizo fraude para que el régimen permaneciera en el poder. Este último fraude fue tan burdo como la auditoría que montó Tibisay Lucena, hoy hace casi 10 años, para robarle la siguiente esperanza a los venezolanos (ver Las 12 mil cajas de Tiby, en https://ticsddhh.blogspot.com/2013/04/las-12-mil-cajas-de-tiby.html).
Siempre me he preguntado quien es más criminal, un ladrón que al menos tiene claro para él y la sociedad cual es su condición, y corre el riesgo de ser atrapado en una fechoría, o un funcionario público que tiene una obligación con el país al que sirve, y que encubriéndose en su posición, hace lo mismo que el ladrón que actúa bajo su propio riesgo. El ladrón sería en ese caso más honesto. Pero robarle la oportunidad a un país para recuperar su libertad es un crimen imposible de cuantificar, y por ende la pena de ese crimen. Imagino que Dios en su infinita sabiduría sabrá qué pena darle a este crimen cometido por Tibisay Lucena.
La sarta de criminales que asaltaron Venezuela bajo la protección de Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros, se llevaron el dinero de los venezolanos. El crimen cometido por Tibisay Lucena se llevó en éxodo masivo a nuestras familias al exterior, se llevó las esperanzas de reconstrucción al impedir que los venezolanos se expresaran a través de un voto libre, transparente y auténtico. El crimen de Tibisay Lucena impidió que los venezolanos removiéramos por la vía de los Referendos Revocatorios a los funcionarios que le están haciendo daño a la Nación. Hubiera preferido que Tibisay Lucena fuera un funcionario corrupto más de este régimen. Lo que hizo fue más grave que llevarse el dinero, porque la plata a la larga podremos recuperarla, pero no las esperanzas de reconstruir un país. Eso no tiene precio.
Pero Dios es justo. Tibisay Lucena pasa ahora a engrosar la larga lista de delincuentes del régimen, dados de baja por el Creador encabezada por su jefe Hugo Chávez Frías, que le han hecho un daño incalculable a Venezuela. Dificulto que se haya arrepentido de su incalculable crimen al morir, porque se siguió aprovechando del Estado venezolano hasta el último momento como Ministro del régimen. ¿Qué pudo esgrimir en su defensa en su juicio final? Nada. Al menos Hugo Chávez pudo haber argumentado que al principio tenía buenas intenciones, como lo señalé al comienzo. Que se vean en el espejo de Tibisay Lucena los funcionarios que como ella, le han dado continuidad a este régimen, manteniendo a los venezolanos en un infierno, porque será allí donde con seguridad terminarán parando en uno mil veces peor porque, Dios mediante, no tendrán tiempo para gastar lo que nos han quitado, en especial si no es dinero…Y como ella, nunca descansarán en paz. Amén…
Caracas, 13 de Abril de 2023
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